—No hagas eso, si tu madre nos ve, va a pensar cosas que no son. —Aleja el rostro del suyo, evitando a toda costa respirar tan solo un poco del aliento de él. Sigue muy impresionada.
—Sabes que eso no me importa, solo lo que tú hayas decidido, porque me imagino que ya tienes una respuesta.Sus miradas se encuentran, es inevitable.Se levantan a la vez y van hacia el centro del bosque, él la hace caminar a la fuerza.—¿Ves esto? —Una pequeña sacudida que él ejerce sobre ella la regresa al mundo real.Nicolae acerca un anillo al rostro de la joven.—Es una sortija, ¿y? No me digas que me vas a proponer matrimonio aquí. —Pone los ojos en blanco.—Cállate. —Mantiene la mano extendida—. Es tu anillo, allí se encuentra tu poder desde antes que murieras hace tiempo.La joven entrecierra los ojos, observando la hermosa piedra de un color oscuro pero a la vez cristalino, sabe con exactitud que el tipo de piedra lleva por nombre Serendibita, una que no tiene ni cien años de haber sido descubierta en el planeta tierra. La roza con un poco de duda y aleja su mano con prisa, debido a que una pequeña luz índigo de repente se enciende y luego desvanece.—Es increíble. —Sonríe, aunque se le borra la sonrisa de inmediato—. ¿Yo morí? ¿Cómo es que morí y sigo aquí?Él niega.—Renaciste, pero fuiste traída aquí después. Es una historia muy larga, no podría contarla toda ahora, prometo que lo haré después —susurra despacio, teniendo cuidado de su madre—. Escucha, con esto tendrás el poder de ir a Nidum, hacer lo que te venga en gana y recuperar a tu familia; también desposarme, por supuesto. El plan original de mi madre es encontrar la manera de robarte esos poderes y luego asesinarte. Todo eso quiere hacerlo entre hoy o mañana, pero yo no lo permitiré.—Entiendo... ¿No puedes usar tus poderes aquí, cierto? —Él niega, un poco contrariado—. Haré todo lo que me pidas, solo dame tiempo para acostumbrarme a todo esto.Se acerca peligrosamente a él, le acaricia la mano mientras roza sus labios, haciendo que él sonría complacido con sus perfectos dientes blancos. Consigue quitarle el anillo de entre los dedos, así que aprovecha el momento de distracción y asesta un fuerte golpe en el miembro de Nicolae, quien de inmediato se agacha dolorido.—Par de idiotas... —espeta aquello antes de emprender la huida.«¡Te voy a encontrar m*****a perra!», escucha eso último al adentrarse realmente al bosque...Corre como nunca lo ha hecho, sostiene entre su mano el valioso objeto como si se tratara de su propia vida, no se detiene ni aunque siente que pronto los pulmones van a colapsar dentro de su cuerpo. Sus latidos y respiración son irregulares, pues poco le importa, solo busca esquivar las ramas, piedras y refugiarse en alguna cueva cercana mientras pasa el peligro de encontrarse a Nicolae en el camino. En un momento dado no ve por donde pisa y de repente se va de bruces contra el suelo, golpeándose así la cabeza en el acto y perdiendo la consciencia... Horas después abre los ojos muy mareada y con náuseas, se pregunta rápidamente el porqué ha despertado en medio de hojas secas y bajo las ramas de los altos árboles que dan sombra, entonces recuerda que tiempo atrás tropezó y cayó. Mira la hora en su reloj de pulsera y de inmediato se da cuenta que durmió toda la noche allí, en medio de la nada.Al recordar a sus padres se levanta demasiado deprisa comparado a como lo hace de costumbre, pero un fuerte mareo la detiene. Hay un problema, no encuentra la sortija.—No, no, no...Lo busca por todas las partes cercanas, hace un desastre con las hojas que van de aquí para allá, hasta que por fin lo halla y esconde dentro del bolsillo de sus pantalones de mezclilla antes de suspirar e iniciar con su carrera maratónica en busca de la carretera, porque está segura que hay personas cerca debido al sonido del tráfico y camiones. El viento helado le da de lleno en el rostro y da la bienvenida a la realidad, los pequeños copos de nieve que caen tornan el ambiente aún más melancólico y fatídico, un sentimiento extraño se instala en su corazón.Alrededor de media hora después, encuentra el camino que lleva hacia una estación de tranvía. Antes de entrar revisa su billetera y que todo se encuentre en orden, al menos aún le queda dinero que nunca usó y también las tarjetas de crédito. Sube al vehículo de transporte con destino a El Pirineo, como comúnmente le llaman los franceses al gran monte. Ese es el último viaje de la mañana, lo que por cierto no comprende. Pero aparta ese pensamiento, ya que lo más importante para ella es escapar y evitar que la encuentren.Al cabo de tres horas y media de viaje, un viento cálido empieza a arroparla, y no solo a ella, sino también a todas las personas que viajan en el tren. Una neblina espesa se aprecia a lo lejos en el monte, las aves volar despavoridas en direcciones contrarias y un extraño sonido como de explosiones emanar desde el cielo, sin contar el color gris oscuro de las espesas nubes.—Deberían bajarle unos cuantos grados a la calefacción... —Una anciana acalorada y con voz cansada interviene.Las personas se miran las caras, mas no comentan nada, solo observan el extraño clima que de repente se ha instalado igual que la inquietud en sus pensamientos.Al cabo de unos minutos se hace presente un asistente de la compañía de transporte.—Señores pasajeros, la calefacción ha sido apagada. Se ha recibido un comunicado: hay un problema con el suelo, puesto que está emanando vapor vamos a agilizar el viaje. Por ahora mantengan la calma, pronto llegaremos a nuestro destino.El asistente se va rápidamente por donde llegó y todos se quedan en silencio, intentando procesar la información. Amelie trata de estar serena, sin embargo, sus manos tiemblan como gelatina, esperando algo muy malo.Un joven sintoniza la radio en su móvil y comienzan los murmullos nerviosos entre los pasajeros.«...Repito... Mantengan la calma y no salgan de sus hogares hasta que tengamos nuevas noticias. Están ocurriendo terremotos y maremotos simultáneos en diferentes países y ciudades en todo el mundo. Si se encuentran en las costas vayan a lugares altos y recen, es lo único que nos puede salvar. Repito...»En segundos el caos empieza. Personas corren de un lado a otro dentro del tren pidiendo que los dejen salir, rogando por sus familias. Amelie no puede evitar sollozar, solamente piensa en sus padres y hermana. Si pronto va a morir, entonces quiere hacerlo junto a ellos, ¿pero cómo, si ni siquiera sabe dónde hallarlos?Cuando el tren se estaciona en el lugar, todos corren como si fuera el fin del mundo, y es que, al parecer eso es lo que está ocurriendo. Pasan unos sobre otros, se pelean por salir de la estación y buscar una solución a su desesperación. La joven observa todo desde su postura, es como si ocurriese en cámara lenta, no encuentra sentido a lo que ve. Algo que jamás imaginó presenciar en su vida ahora pasa frente a sus ojos como una película de ciencia ficción.—Con que aquí estás... —Natán la toma del brazo con rudeza.—¡No! ¡Déjame! Déjame escapar de aquí, por favor... —Trata de soltarse de su agarre, lucha con todas las fuerzas que le quedan.—¡Cállate! Vas a volverme loco con tus gritos. —Ya que no puede usar sus poderes allí, se quita el cinturón y comienza a azotar las piernas y brazos de la muchacha que grita y suplica.Algunas personas ven la escena, pero están demasiado preocupados en sus asuntos como para ponerse a defender a una jovencita de su novio.Amelie desea levantarse y defenderse, pero su cuerpo ya está agotado. La contusión de la noche anterior ha provocado un leve sangrado en su cabeza, las horas corriendo sin comida y sin agua la han devastado y los golpes de Natán le hieren tanto la piel como el orgullo.—Por favor... para... —El llanto ya ni es audible, de su boca solo salen terribles jadeos de dolor, los cuales ni siquiera inmutan al pelinegro.Al ver el estado de la joven, para y observa por un momento las marcas enrojecidas, incluso hay varias que están a punto de sangrar. Lanza el cinturón a un lado y ahora la toma por el cabello, la arrastra sobre el pulido suelo como si se tratara de un liviano costal. Ella abre y cierra los ojos, reprimiendo las aterradoras ganas de dormir, no siente su piel, ni siquiera el dolor cuando él tira de su cabello con fuerza, solamente el pecho le duele como nunca. El sentido de ser mujer le ha sido herido.Cuando la oscuridad se está apoderando del lugar, entonces ve la mirada de sus padres sobre ella, pesadas en su pecho y lastimeras, así siente aquellos ojos. Él ahora la carga entre sus brazos y se dirige hacia el inicio del monte, allí la deja caer sin nada de cuidado, ella gime tratando de incorporarse sin que las heridas le quemen.—Te tengo una sorpresa preparada. —Natán sonríe de lado y acaricia la mejilla de la chica, quien tiembla ante su tacto.—No me toques, eres una basura, un desgraciado, un... —Ella de repente le rodea el cuello con ambas manos y aprieta con frenesí, buscando cobrarse todo por última vez, pero sus fuerzas son pocas.—¿Un qué? —Golpea su brazo y la gira de espaldas contra su duro pecho, mientras acaricia su plano vientre por debajo del Jersey.—Suéltame ya... —murmura presa de aquellas manos heladas sobre su cuerpo.El cielo emite un terrible sonido, gutural y aterrador. Los relámpagos son acompañados por el fuerte viento y los truenos.—Está bien. Solo quedan nueve minutos para la medianoche, qué lástima, no pudiste hacer nada por tu mundo. —Se burla en su cara.—¿Y qué podía hacer yo? Entrégame a mis padres y me iré con ellos ahora mismo. —La preocupación crece dentro de ella y a su vez el desespero, habla con dificultad y con la respiración entrecortada debido al dolor.Sus padres Simon y Jesie la ven con mucho amor y orgullo. Ambos permanecen tomados de la mano, saben que este es el fin y el desenlace de una odisea que vivieron en silencio desde que decidieron criar a dos hijas que no eran suyas, pero que con el tiempo se fueron ganando todo su amor.—Creo que... eso no será posible —canturrea.—No te acerques. —Amelie da unos pasos hacia atrás, sin embargo, él se abalanza sobre ella.Intenta defenderse, pero se encuentra con una fuerte patada en el estómago y sale disparada por los aires hasta chocar contra el suelo segundos después. Es inútil tratar de levantarse. Natán se acerca a sus padres, quienes se abrazan y la miran como pidiendo auxilio, con una expresión de dolor que le estruja el alma.—No te les acerques, por favor... —Escucha su propio llanto que hace eco en el lugar. Ni un alma se encuentra cerca, ya todos se han ido.Los gritos ahogados de su madre se agudizan en sus oídos.—¡No! ¡No! ¡Ayuda por favor! ¡Déjala ir! Te juro que desaparezco, que no me volverás a ver nunca más, pero déjalos ir...Natán continúa mofándose de sus súplicas. Con su poder mental detiene el corazón de Jesie, disfrutando todas y cada una de las lágrimas que derraman Amelie y Simon.—¡Tú cállate! ¡Cierra la m*****a boca! Ahora voy a hacerte lo mismo así sea que me quede sin reservas y no pueda regesar a Nidum. —Se gira hacia Amelie a la vez que su madre cae sin vida al suelo y rápidamente Simon se arrodilla a llorar sobre el vientre de su esposa.La muchacha recibe una bofetada, pero su vista aún sigue fija sobre el cuerpo de su madre, de su adorada madre. Ella, quien le contaba cuentos antes de dormir desde que era una niña, la que siempre le hacía fruta picada en las mañanas, la que siempre estuvo allí cuando su padre trabajaba todo el día por el bien de todas, la mujer que siempre fue buena con ella aún cuando fue una mala hija algunas veces, y la que siempre la quiso por sobre todas las cosas. Esa mujer ya no está, se ha ido de una horrible forma.—¡Mírame inútil! ya deja de ser tan dramática, de todas formas no era tu madre. —Natán dice aquello de nuevo.Ella niega una y otra vez, solloza y empuña las manos, haciéndose daño hasta sangrar.—Cierra la boca. ¡Eres un asesino! ¡Maldito psicópata! —Con las pocas fuerzas que le quedan golpea el pecho del pelinegro con frenesí.Natán se lanza sobre ella y le da un fuerte golpe en la mejilla, luego una patada en el estómago. Amelie continúa con la vista fija en el cuerpo de su madre, se siente sin fuerzas, ya nada parece herirla tanto como antes. Otro golpe en el estómago y gime de dolor, quiere defenderse. Él es mucho más alto y robusto, pero de un momento a otro, el hombre cae a un lado debido a un golpe que ella sabe darle en el estómago. Sin esperárselo ve a su padre clavarle una navaja en la espalda al pelinegro, sin embargo, de un golpe Simon vuela por los aires y rápidamente Natán corre a una velocidad sobrehumana hacia el lugar donde precisa que va a caer el señor de mediana edad, lo espera con la misma navaja empuñada y la clava en su corazón con rudeza, sin pudor.—¡Papá! ¿Qué has hecho? —Un grito roto emana con todas las fuerzas de sus entrañas.Amelie está rota, rota y nadie puede repararla.Corre hacia aquel cuerpo agonizante.—Hicimos lo mejor por ti... Ve a ese lugar y encuentra a tu hermana. Ustedes no pertenecen aquí, son muy especiales, mis princesas... Las amo... —Simon respira con dificultad.—Papi, puedes aguantar. Yo te voy a ayudar, ya lo verás... —Se sorbe la nariz mientras aprieta la mano de su padre, la cual se vuelve cada vez más helada y rígida. Sus ojos color miel se apagan y su mano se afloja muy despacio de la suya—. ¿Papá? ¡Papá! ¡Reacciona por favor! Papá...El llanto de Amelie continúa haciendo eco, Natán se burla de su dolor, se alegra por ver aquella escena rota, pero agradable para él y tan gratificante como leer el periodo mientras bebe una taza de café por la mañana. Es sencillo para él destruir la vida de los demás, y se jacta de ello.Saber que no verá nunca más a sus padres la hace sentir vacía, a la deriva.—Muchas veces despojarnos de cosas y personas inútiles nos liberan de los sentimentalismos. —Natán espeta con un tono de voz envenenado.A la joven poco le importan sus palabras, ya no le hieren en absoluto.—¿Dónde tienes a mi hermana? —Lo observa con sus bellos ojos pardos, los que ahora lucen marchitos.No pierde la esperanza de por lo menos tener a su hermana de regreso, al menos una parte de su familia.—¿Sabes, Amelie?, no creí que serías tan estúpida, pero veo que me equivoqué en demasía contigo.—¿De qué hablas? Dime dónde está. —Se acerca a él, con mucha dificultad al andar.—Siempre hemos sido tus enemigos, ¿crees que te vamos a decir dónde está? —Sonríe ampliamente.Sus sentidos se alteran al escuchar pasos detrás de ella.—Me temo que eso, es cierto hermano. —Nicolae viene caminando con las manos metidas en los bolsillos y una expresión asqueada al ver a los padres de Amelie muertos de esa forma.—Nicolae... —Las palabras se quedan atoradas en su garganta, está aterrada. No esperaba que ellos dos fueran hermanos.Se acerca a ella, quien luce como petrificada.—Dame el anillo, ¿dónde lo tienes? —Le pregunta con enojo. —Lo perdí... Créeme que no sé donde está. —Ella niega una y otra vez. —¿De verdad? Vamos a comprobarlo. —Se acerca tanto hasta oler su cuello y rozar con sus dedos las marcas en sus delgados brazos. No puede evitar darle una terrible mirada amenazante a su hermano, ya que no le gusta para nada que la haya vuelto a ultrajar. —¿Qué? Ella se lo merecía por desobediente. —Natán se encoge de hombros. —Has vuelto ahora todo más difícil para los dos... Pensaba enseñarte a usar el anillo y extraer los poderes, pero tenías que salir corriendo. Esa patada en los huevos fue certera... —Nicolae susurra sobre el oído de la muchacha, mientras busca en los bolsillos y otros lugares de su cuerpo, fingiendo que no hay nada—. ¿No te lo habrás tragado, o sí? Amelie traga en seco, está muy asustada. No entiende el porqué él no encontró el anillo, si ella lo tiene en el bolsillo trasero, puede se
De repente comienza a sentir mareos y náuseas, algo en su interior se remueve, su pecho se agita y la visión se le vuelve borrosa. Se sostiene de un árbol y poco a poco recupera el color y la noción de lo que la rodea.—No te ves bien... Escucha aquella voz conocida y levanta la mirada. No puede evitar sonreír al percatarse que se trata de Nicolae.—Eres tú. De verdad volviste por mí... —Trata de acercarse, pero sus piernas flaquean.—¿Qué te ocurrió? No te ves bien, debemos marcharnos de aquí pronto.—No lo sé, me siento muy mal desde hace un rato, una mujer vino a decirme cosas extrañas y se escondió. No lo sé, quiso asustarme —habla con mucha dificultad.Nicolae la observa con preocupación.—No es eso, los poderes están a punto de tomar el control de tu cuerpo, no lo permitas o terminarás por enloquecer. Debemos ir con la hechicera Azula, ella fue quien te dio ese anillo. .La abraza para evitar que caiga y le roba un beso en los labios. Dean observa la escena muy descolocado, no s
—Eres una m*****a porquería, Héctor. ¡Déjala ir y no trates de manipularme! No sabes las ansias que tengo de matarte... Dean logra tomar su magestuosa forma lobuna y se lanza sobre ellos con sus más de cien kilos de fuerza bruta. Los hombres de Héctor la arrojan al suelo sin cuidado alguno y van a enfrentarlo, la niña llamada Abbie cae al suelo estrepitosamente. Uno de ellos se abalanza sobre él, pero lo toma rápidamente por la cabeza y se la arranca con sus colmillos, para después escupirla con repudio. Raphael empuja al otro hombre hacia los pies de Dean y este le extirpa la cabeza también de un tirón, a la vez que prueba sus ensangrentadas vísceras... Ha sido el más exquisito manjar que ha tenido en años, después de tanto reprimirse en comer carne humana.—¡No era necesario hacer eso perro asqueroso! No te conviene meterte en problemas conmigo... ¡Sabes bien que puedo acabarte en menos de un segundo con mis hombres! —Héctor grita furioso—. No tienes de otra, si no vienes, mató a tu
Despierta y como una sonámbula se levanta y camina hacia la ventana, la cual abre de golpe y se lanza sin miramientos al vacío, mirando la luna. Emprende una carrera hacia ningún lugar en específico. Con la mirada perdida corre, es como fuera ella y nadie a la vez. Su camino es detenido por unas rejas altas, por lo que retrocede y salta hasta conseguir levitar sobre ella y aterrizar con gracia sobre el suelo del otro lado, sin darse cuenta ha pisado terreno prohibido: el de las llamadas brujas del oeste. —¡Pero mira a quién tenemos aquí! Querida princesa Kristel —Mia se acerca a ella con una expresión impacible en el rostro. —¿Qué hacemos con ella, señora? —Una de sus sirvientes la interpela, mientras observa con envidia a la bella muchacha que ahora yace de pie y con la mirada perdida, pero convertida en una gran loba Alfa y demostrando todo su poder. Mía sonríe ante la idea que le viene a mente. —Átala... Dean se levanta de su asiento y apaga las luces del estudio, pensando en
Emprenden el camino de regreso al castillo y en cuestión de minutos llegan a la entrada. Se encaminan hacia la habitación de la joven. —¿Te sientes bien? Levanta la mirada... —Dean le acaricia los hombros, ante esto ella tiembla—Gracias por ir a buscarme. Discúlpame por haber... Es que no sé qué es lo que me ocurre, es como si estuviera sonámbula. Me pasa muy seguido esta misma situación. Siempre amanezco desnuda y agotada en mi habitación... Ambos toman asiento sobre la cama. —Hey, pequeña, no es tu culpa, no tienes por qué disculparte. Amelie eres una de nosotros, y eso es maravilloso. Te vamos a cuidar y enseñar muchas cosas que jamás imaginaste. Estás a punto de convertirte en una mujer-lobo Alfa. Eso no es común. —Me apresaron con cadenas de plata y de repente comencé a quemarme luego que esa mujer dijera algunas palabras extrañas, era como si hablara en otro idioma e hiciera brujerías. —Estudia sus propios brazos, buscando algún rastro de quemaduras, las cuales ya no están.
SIGLOS ATRÁS... —¡No entiendo cómo has sido capaz de hacerle todo esto a tu propia hermana! —Airi mira a su hija mayor con ira contenida, sus ojos azules casi centellean, igual que su cabello de color fuego. —Pero madre, ya me disculpé. Lo hice en un momento de rabia, no fue mi intención estropearlo. —Giulia niega en reiteradas ocasiones, apretando la sedosa tela de su vestido.Kristel escucha aquella regañina que su madre le da a la mujer que tiene por hermana. Con lágrimas en los ojos se retira corriendo del salón, sosteniendo entre sus manos el bonito collar de oro que acaso le habría regalado Loan Arthur, su prometido. Aunque no ha llegado a amarlo aún, siente mucho cariño hacia él desde que lo conoce, hace ya un par de años. Se dirige a la orilla del río donde normalmente pasa el tiempo, observa de nuevo el collar estropeado antes de lanzarlo al agua, le gustaba mucho aquella joya, era preciosa. —Es una pena, parecía valiosa —Dean se agacha a su lado—. Estás ensuciando el vest
Aunque en un par de segundos podría llegar con tan solo desmaterializarse, prefiere disfrutar de la naturaleza y de todo lo que la hace sentir feliz. Le gusta caminar despacio. —Hola, papá. —Al entrar en su habitación, saluda con un beso en la mejilla a Blake, su apuesto y normalmente callado padre. —Ya supe lo de tu altercado con Giulia. —Se levanta y va hacia ella, dejando ver su escultural cuerpo y estatura de dos metros. Ni hablar de su cabello oscuro y ojos como dos zafiros azules intensos. Es un hombre muy bello y fuerte. —Ella empezó —responde de inmediato. —Lo sé, ella te envidia. —Acaricia un mechón de cabello rubio de su hija. —¿Por qué ha de envidiarme? Puede que Giulia no sea tu hija, pero es hija de mi madre y eso la convierte en mi hermana. Yo la quiero, de verdad la quiero aunque ella a mí no. —Esboza un gesto de pesar. —No se me olvida. Pero es que cada día te vuelves más hermosa y ahora eres toda una mujer adulta. —Sonríe orgulloso por tener tan bella hija. —No
Dean sorpresivamenre arranca el corsé de la jadeante mujer, dejando así saltar a la vista esos redondos y llenos pechos que se lleva a la boca entre suspiros, ante tan delicioso sabor. —Eres una bestia, me has dejado sin ropa... —susurra entre gemidos aquello, sonriendo. —Sabes que siempre lo hago. —Pasa al otro seno y succiona el pezón con deleite. Caen sobre las mantas mientras se desvisten con prisa, rasgando sus ropas y la piel en el proceso, algo que deja de importarles cuando están juntos. De repente Dean abre las piernas de Kristel e introduce sus dedos en el húmedo camino prohibido, consiguiendo que ella suplique y abra la boca con un erotismo hipnotizante para él. Mientras hace aquello, muerde el delicado cuello con insistencia, dejando marcas notorias con sus dientes, consiguiendo así que ella llegue al punto de llorar de placer. —No me gusta que llores, pero si lo haces para mí, me encanta —susurra contra la erizada piel. —Hazme tuya de nuevo, llévame al cielo de nuevo