CAPÍTULO 2

Amelie lo observa con duda.

—Yo lo único que deseo es protegerte y nada más... —Nicolae se gira y camina hacia la salida, esbozando una sonrisa en los labios.

—¡Espera! —Lo llama al verlo alejarse.

—¿Necesitas algo? —responde con sarcasmo.

—¿Esa mujer de hace un momento, es tu madre? —inquiere la joven.

—Sí, es mi madre. Normalmente es un tanto... especial. —La observa de forma socarrona.

—¿Tu madre?, no lo parece, se ve tan, ¿joven e inocente? —Hace esa pregunta más para ella que para él.

—Por ahora descansa. Puedes bajar y salir cuando quieras, esta es también tu casa. —Sale de la habitación con prisa.

Suspira rendida y notablemente agotada. No entiende cómo es posible que haya terminado dando tumbos en una casa con personas desconocidas.

Siente en su fuero interno una emoción extraña, como si algo muy malo fuera a suceder y no puede estar tranquila por más que se mienta y se diga a sí misma que todo estará bien. Baja los escalones con duda y llega a una sala pequeña y muy bien adornada con tonos pastel, Giulia se encuentra sentada leyendo un libro al lado de la chimenea. Amelie camina en silenco y la observa, sintiendo un poco de temor, cualquier tipo de cosas extrañas se le cruzan por la cabeza. Abre la puerta y la cierra despacio pensando que iba a lograr escapar, pero solamente se encuentra con una muralla espesa de árboles frondosos y de arbustos con espinas.

—Tengo que irme de aquí... ¡Tengo que irme!

Siente mucha rabia contenida, por lo que sin pensarlo dos veces, se desquita golpeando un inánime árbol. Sus ojos se abren debido a la sorpresa al ver que el tronco de este se mueve y de pronto muestra notorios golpes ahuecados en el. Respira profundo para controlar el corazón que late desbocado en su pecho.

—¿Qué es...?, esto no es normal... —murmura.

Nicolae se recuesta sobre el pasto, pero ella lo ignora—.

—Sí... entiendo que no quieras hablar...

—Sí, todo esto es una locura. Empiezo a creer que puede ser cierto. —Cierra los ojos y suspira rozando el pie con el cual golpeó el árbol hace unos momentos atrás, no siente ningún tipo de dolor o molestia.

—Sí que eres explosiva, casi derribas al pobre roble. Tienes talante de ser una Alfa. Soportarás esto, ya lo verás, eres muy fuerte y tienes mi apoyo. —El pelinegro trata de ser amable.

—No lo necesito. —Se sacude las manos y mira hacia el cielo.

Nicolae inclina el rostro hacia Amelie, la observa fijamente y acaricia su mejilla con delicadeza, después baja la mano hacia sus labios y con el dedo pulgar los acaricia, viéndola descaradamente a esos ojos pardos y enojados. En cuestión de segundos la joven reacciona, mientras él sonríe de oreja a oreja y la mira de pies a cabeza a la vez que se muerde el labio inferior, siendo provocativo.

—¿Qué te sucede? No te acerques tanto así cuando no te lo permito, no me toques ni siquiera con tus asquerosas manos. Me pregunto a cuántas personas ya has asesinado. —Se aleja unos pasos de él.

Nicolae suelta una carcajada fingiendo mofarse, cuando en realidad está comenzando a exasperarse.

—A mí nada, ¿y a ti? Es solo que tengo un pequeño conflicto con tu boca. —Vuelve a sonreír—. Aunque si tú no quieres no me importa, ya en otra ocasión se dará algo más que un roce, ¿no, lobita?

Empuña las manos debido a la impotencia. Estas últimas horas ha notado cierta actitud extraña en él, pero ahora está cambiando drásticamente y teme que vaya empeorando hasta hacer cosas enfermizas.

—¿Lobita? No me llames así. No se dará nada más, espero que te quede claro. No soy estúpida, no caeré en las redes de un maldito hijo de puta enfermo como tú —responde molesta, muy furibunda.

—¡Huy, cuánta agresividad! Pero eso ya lo veremos, espero que pronto no te quepa duda de quién manda aquí. Pero no pongas esa cara de terror... muñeca, si está claro que lo único que queremos es ayudarte. Si deseas irte ahí está la salida, no vamos a obligarte a nada que no quieras, morena preciosa. —Sonríe de forma perversa antes de dar la media vuelta y marcharse silbando una canción de los Rolling Stones.

Ella lo ve alejarse, traga grueso y presintiendo de nuevo algo que no es alentador. Mira hacia todos los lugares posibles, el sonido del canto de los búhos es aterrador y la forma violenta como se sacuden los árboles, mucho peor.

Alisa su vestido de mala gana y exhala buscando un sitio donde refugiarse que no sea el lugar que parece una copia de la enferma casa de dulces de Hansel y Gretel que hay frente a ella. Busca tranquilidad, una que parece no querer acompañarla nunca más desde ahora...

En medio de la noche, el aullido de un lobo la hace despertar e ir hacia la ventana, buscando el insistente sonido. Levanta la mirada y atrapa el brillo blanquecino de la luna llena que baña su cuerpo, pero desea mucho más. Es tan hermosa, es como si quisiera llegar hasta ella y quedarse allí toda una vida. Es extraño, siente deseos de correr y correr, como si se le hubiera concedido la fiereza y valentía que muchos desean. Sube hasta el alféizar y sin pensarlo se lanza, corre hacia esa hermosa luna y su adictiva luz blanca. No hay nada más, solo la luna llena y ella. No hay vuelta atrás...

Los días pasan y pasan, y Amelie continúa en ese lugar sin saber nada de sus padres ni de su hermana menor. Cada mañana despierta más cansada que cuando se acostó a dormir y con ojeras, ya que sale todas las noches sin darse cuenta. No entiende qué le sucede, es como si no durmiera realmente.

Se mueve en la cama y un viento helado roza la piel de su cuerpo, estremece debido al frío y se arropa de nuevo con las mantas. Pero no se siente sola en la habitación, entonces abre los ojos y encuentra a Nicolae sentado en un pequeño sofá que está a unos metros de su cama. Supone que ha abierto las ventanas solo para despertarla.

—Al parecer ya se te está haciendo costumbre venir a molestarme... —habla con la típica voz ronca de todas las mañanas, no puede abrir los ojos muy bien, se siente muy agotada.

—Es un placer. —Sonríe de lado y se levanta para acercarse a la cama.

—¿Qué se te ofrece? Digo, debe ser algo sumamente importante para que entres a mi habitación y abras las ventanas a propósito para matarme de frío. —Lo observa con recelo.

—¿Por qué eres tan quisquillosa? Solo quería saludarte.

—Vaya manera de saludar, matándome de frío. —Imita su posición de brazos cruzados.

—Te ves muy bella cuando duermes y cuando despiertas aún más.

Nicolae ha descubierto que su interés por la muchacha sigue intacto, casi de una forma obsesiva, y no va a descansar hasta que ella sea suya.

—Pues, gracias por el cumplido. —Finge una leve sonrisa.

Se acerca más a ella y la toma de la mano de una forma delicada, como si pudiera romperla si la toca, deposita un beso en su mejilla y la observa tiernamente. Se queda pasmada mirándolo, es la primera vez que alguien le dedica un gesto tan tierno.

Esa voz grave la saca de sus pensamientos.

—Amelie... —susurra su nombre.

De nuevo le acaricia la mejilla y roza el final de su barbilla con los dedos, haciendo que ella se estremezca.

—Debo darme un baño, quizá más tarde hablemos. —Se levanta, mas siente que la mano de Nicolae toma la suya.

—Yo sé que sientes lo mismo que yo y no lo niegues. Te sientes atraída por mí así como yo me siento atraído por ti, es algo inevitable, ¿no es así?

Se queda más pasmada aún, no es capaz de decir nada, tampoco negar o afirmar lo que el hombre dice.

—Lo siento Nicolae, no tengo interés en este tipo de cosas...

—Amelie. —Su expresión es de súplica—, no seas así...

—Puedes marcharte, voy a asearme. —Se separa de su cuerpo bruscamente y camina unos cuantos pasos hacia la ventana—. ¿Serías tan amable de marcharte?

Hace gestos con la mano para que se vaya, mas él no lo hace, ahora la mira furioso. Nicolae Dublin no soporta que una mujer que le guste, venga a darse infulas de importante y lo desprecie.

—No —responde serio y con una expresión impertérrita en el rostro.

Amelie traga grueso, esa actitud amenazante le aterra.

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