—Eres una m*****a porquería, Héctor. ¡Déjala ir y no trates de manipularme! No sabes las ansias que tengo de matarte... Dean logra tomar su magestuosa forma lobuna y se lanza sobre ellos con sus más de cien kilos de fuerza bruta. Los hombres de Héctor la arrojan al suelo sin cuidado alguno y van a enfrentarlo, la niña llamada Abbie cae al suelo estrepitosamente. Uno de ellos se abalanza sobre él, pero lo toma rápidamente por la cabeza y se la arranca con sus colmillos, para después escupirla con repudio. Raphael empuja al otro hombre hacia los pies de Dean y este le extirpa la cabeza también de un tirón, a la vez que prueba sus ensangrentadas vísceras... Ha sido el más exquisito manjar que ha tenido en años, después de tanto reprimirse en comer carne humana.—¡No era necesario hacer eso perro asqueroso! No te conviene meterte en problemas conmigo... ¡Sabes bien que puedo acabarte en menos de un segundo con mis hombres! —Héctor grita furioso—. No tienes de otra, si no vienes, mató a tu
Despierta y como una sonámbula se levanta y camina hacia la ventana, la cual abre de golpe y se lanza sin miramientos al vacío, mirando la luna. Emprende una carrera hacia ningún lugar en específico. Con la mirada perdida corre, es como fuera ella y nadie a la vez. Su camino es detenido por unas rejas altas, por lo que retrocede y salta hasta conseguir levitar sobre ella y aterrizar con gracia sobre el suelo del otro lado, sin darse cuenta ha pisado terreno prohibido: el de las llamadas brujas del oeste. —¡Pero mira a quién tenemos aquí! Querida princesa Kristel —Mia se acerca a ella con una expresión impacible en el rostro. —¿Qué hacemos con ella, señora? —Una de sus sirvientes la interpela, mientras observa con envidia a la bella muchacha que ahora yace de pie y con la mirada perdida, pero convertida en una gran loba Alfa y demostrando todo su poder. Mía sonríe ante la idea que le viene a mente. —Átala... Dean se levanta de su asiento y apaga las luces del estudio, pensando en
Emprenden el camino de regreso al castillo y en cuestión de minutos llegan a la entrada. Se encaminan hacia la habitación de la joven. —¿Te sientes bien? Levanta la mirada... —Dean le acaricia los hombros, ante esto ella tiembla—Gracias por ir a buscarme. Discúlpame por haber... Es que no sé qué es lo que me ocurre, es como si estuviera sonámbula. Me pasa muy seguido esta misma situación. Siempre amanezco desnuda y agotada en mi habitación... Ambos toman asiento sobre la cama. —Hey, pequeña, no es tu culpa, no tienes por qué disculparte. Amelie eres una de nosotros, y eso es maravilloso. Te vamos a cuidar y enseñar muchas cosas que jamás imaginaste. Estás a punto de convertirte en una mujer-lobo Alfa. Eso no es común. —Me apresaron con cadenas de plata y de repente comencé a quemarme luego que esa mujer dijera algunas palabras extrañas, era como si hablara en otro idioma e hiciera brujerías. —Estudia sus propios brazos, buscando algún rastro de quemaduras, las cuales ya no están.
SIGLOS ATRÁS... —¡No entiendo cómo has sido capaz de hacerle todo esto a tu propia hermana! —Airi mira a su hija mayor con ira contenida, sus ojos azules casi centellean, igual que su cabello de color fuego. —Pero madre, ya me disculpé. Lo hice en un momento de rabia, no fue mi intención estropearlo. —Giulia niega en reiteradas ocasiones, apretando la sedosa tela de su vestido.Kristel escucha aquella regañina que su madre le da a la mujer que tiene por hermana. Con lágrimas en los ojos se retira corriendo del salón, sosteniendo entre sus manos el bonito collar de oro que acaso le habría regalado Loan Arthur, su prometido. Aunque no ha llegado a amarlo aún, siente mucho cariño hacia él desde que lo conoce, hace ya un par de años. Se dirige a la orilla del río donde normalmente pasa el tiempo, observa de nuevo el collar estropeado antes de lanzarlo al agua, le gustaba mucho aquella joya, era preciosa. —Es una pena, parecía valiosa —Dean se agacha a su lado—. Estás ensuciando el vest
Aunque en un par de segundos podría llegar con tan solo desmaterializarse, prefiere disfrutar de la naturaleza y de todo lo que la hace sentir feliz. Le gusta caminar despacio. —Hola, papá. —Al entrar en su habitación, saluda con un beso en la mejilla a Blake, su apuesto y normalmente callado padre. —Ya supe lo de tu altercado con Giulia. —Se levanta y va hacia ella, dejando ver su escultural cuerpo y estatura de dos metros. Ni hablar de su cabello oscuro y ojos como dos zafiros azules intensos. Es un hombre muy bello y fuerte. —Ella empezó —responde de inmediato. —Lo sé, ella te envidia. —Acaricia un mechón de cabello rubio de su hija. —¿Por qué ha de envidiarme? Puede que Giulia no sea tu hija, pero es hija de mi madre y eso la convierte en mi hermana. Yo la quiero, de verdad la quiero aunque ella a mí no. —Esboza un gesto de pesar. —No se me olvida. Pero es que cada día te vuelves más hermosa y ahora eres toda una mujer adulta. —Sonríe orgulloso por tener tan bella hija. —No
Dean sorpresivamenre arranca el corsé de la jadeante mujer, dejando así saltar a la vista esos redondos y llenos pechos que se lleva a la boca entre suspiros, ante tan delicioso sabor. —Eres una bestia, me has dejado sin ropa... —susurra entre gemidos aquello, sonriendo. —Sabes que siempre lo hago. —Pasa al otro seno y succiona el pezón con deleite. Caen sobre las mantas mientras se desvisten con prisa, rasgando sus ropas y la piel en el proceso, algo que deja de importarles cuando están juntos. De repente Dean abre las piernas de Kristel e introduce sus dedos en el húmedo camino prohibido, consiguiendo que ella suplique y abra la boca con un erotismo hipnotizante para él. Mientras hace aquello, muerde el delicado cuello con insistencia, dejando marcas notorias con sus dientes, consiguiendo así que ella llegue al punto de llorar de placer. —No me gusta que llores, pero si lo haces para mí, me encanta —susurra contra la erizada piel. —Hazme tuya de nuevo, llévame al cielo de nuevo
PRESENTELa mañana comenzó con el relajante canto de las aves, y la medianoche está a punto de culminar con los tenebrosos aullidos de los hombres y mujeres que viven alrededor del castillo que se convierten en lobos cuando hay luna llena. Entre sus aturdidos pensamientos, Amelie se pregunta el porqué ella no se transforma todavía. Aquellos aullidos provocan que se le erice el vello y cierre los ojos temerosa, imaginándose siendo devorada por las grandes mandíbulas y filosos dientes. De repente, escucha gruñidos afuera de la habitación. A esas horas de la madrugada ya debería estar dormida, pero, ¿quién logra hacerlo sabiendo que está encerrado y que si ocurre algo malo no podría escapar?—¿Dean? —Se acerca a la puerta y deja su oreja lo más cerca que puede—. Dean... Susurra temerosa, mas no escucha a nadie, solo el ruido parecido que hace algo arrastrándose sobre el suelo. Aquel sonido la pone más nerviosa, pero antes de alejarse escucha uñas rasgando la madera, despacio y con prof
Él se levanta rápidamente y saca la flecha de su piel de un solo tirón, la lanza al suelo empapada de sangre. Ella ahoga un grito de sorpresa, cubre su boca con las manos y aparta la mirada. Se quita el abrigo quedando solo vestida con una corta camisola para dormir y se lo tiende al hombre, quien segundos después lo toma y se cubre con el. —Gracias. —Al fin habla, su voz es bastante grave. —Creí que eras mudo, o algo... —Gira hacia él, riendo porque aquello le causa gracia—. ¿Es posible que tú seas la bestia de hace unos minutos? Viviendo aquí me he dado cuenta que cualquier cosa podría suced... Traga en seco al verlo tan cerca de ella y eso la pone nerviosa. Aquel hombre tiene como una especie de imán, un encanto que es magnético. Imposible no mirarlo. —¿Bestia? No, digamos que tengo un pequeño problema cuando hay luna llena. —Desliza sus manos hacia la cintura de ella—. ¿No me tiene miedo, mi señora? La joven niega y desvía la mirada, trata de escabullirse. —No. Es curioso, ¿