PRESENTELa mañana comenzó con el relajante canto de las aves, y la medianoche está a punto de culminar con los tenebrosos aullidos de los hombres y mujeres que viven alrededor del castillo que se convierten en lobos cuando hay luna llena. Entre sus aturdidos pensamientos, Amelie se pregunta el porqué ella no se transforma todavía. Aquellos aullidos provocan que se le erice el vello y cierre los ojos temerosa, imaginándose siendo devorada por las grandes mandíbulas y filosos dientes. De repente, escucha gruñidos afuera de la habitación. A esas horas de la madrugada ya debería estar dormida, pero, ¿quién logra hacerlo sabiendo que está encerrado y que si ocurre algo malo no podría escapar?—¿Dean? —Se acerca a la puerta y deja su oreja lo más cerca que puede—. Dean... Susurra temerosa, mas no escucha a nadie, solo el ruido parecido que hace algo arrastrándose sobre el suelo. Aquel sonido la pone más nerviosa, pero antes de alejarse escucha uñas rasgando la madera, despacio y con prof
Él se levanta rápidamente y saca la flecha de su piel de un solo tirón, la lanza al suelo empapada de sangre. Ella ahoga un grito de sorpresa, cubre su boca con las manos y aparta la mirada. Se quita el abrigo quedando solo vestida con una corta camisola para dormir y se lo tiende al hombre, quien segundos después lo toma y se cubre con el. —Gracias. —Al fin habla, su voz es bastante grave. —Creí que eras mudo, o algo... —Gira hacia él, riendo porque aquello le causa gracia—. ¿Es posible que tú seas la bestia de hace unos minutos? Viviendo aquí me he dado cuenta que cualquier cosa podría suced... Traga en seco al verlo tan cerca de ella y eso la pone nerviosa. Aquel hombre tiene como una especie de imán, un encanto que es magnético. Imposible no mirarlo. —¿Bestia? No, digamos que tengo un pequeño problema cuando hay luna llena. —Desliza sus manos hacia la cintura de ella—. ¿No me tiene miedo, mi señora? La joven niega y desvía la mirada, trata de escabullirse. —No. Es curioso, ¿
—Raphael, ¿por qué se llevan a ese hombre? ¿Les hizo algo? Quiero verlo de nuevo para saber si está bien. —Amelie se dirige al callado pelinegro. —Mi señora, no puedo responder eso, discúlpeme. —No va a dar explicaciones. —Genial. No me digas entonces —termina la conversación y se va a dormir. Suspira molesta mientras observa aburrida hacia el techo. No durmió nada en toda la noche. Dos toques en la puerta la sacan de sus cavilaciones. Pone los ojos en blanco al ver que es Dean. —Vine a pedirte disculpas. Lo siento, no te traté de la mejor forma hace unas horas. —Es sincero con ella. De verdad le afecta perder la paciencia rápido, sus cambios de humor son cansinos. —Ahórratelas... —Se acuesta boca abajo y lo ignora. Él no dice nada, solo se queda observando el cabello de la joven desparramado sobre el suelo, antes de salir le da un último vistazo. Pero Amelie se levanta y recoge su pelo en un moño desenfadado, quita la poca ropa que lleva puesta y entra a la ducha para terminar d
Sin previo aviso la besa con pasión desenfrenada y se separa de su boca para luego mirarla a los ojos, pero ella aún continúa sorprendida. Con su mano la toma de la cintura y la lleva hacia él una vez más, vuelve a atrapar sus labios, pero esta vez con necesidad, mientras enreda los dedos en su cabello mojado y tira de el con suavidad.—Bésame tú, veamos qué tan bien lo haces. —El castaño se encoge de hombros.—¿Esto es un reto? —Se debate entre darle o no el lugar del mejor beso a Dean, ha superado sus expectativas—. Bien, lo haré, pero que conste que soy novata en esto. Lo toma de la barbilla y espabila en retiradas ocasiones al ver tan hermosa sonrisa sensual que él le regala, ese gesto la deja fuera de base. Suspira al tocar la piel firme pero suave y con un aroma tan varonil que embriaga, dudosa atrapa el labio inferior entre los suyos y saborea experimentando lo dulce y cálido que se siente. Fue un pequeño y corto beso. Segundos después se separa un poco, con los nervios a flor
—Fue mágico, hermoso, prohibido y lleno de pasión. Nuestros encuentros a escondidas le daban más emoción a todo. Éramos el uno para el otro y cada noche te hacía el amor. Después de cenar, cuando todo Nidum dormía, nos quedábamos juntos hasta la mañana siguiente.»Recuerdo que hacíamos muchas cosas juntos, nos gustaba ir de pesca, pasear, nadar... Pero al mismo tiempo era muy triste, yo quería que fueras mi esposa y la madre de mis hijos, pero de todos los hombres yo era el único que estaba prohibido para ti. Tus padres me odiaban, me veían como un simple hombre-lobo que junto a su manada de perros se encargaba de la seguridad de este planeta...Se queda perpleja. —Olvidemos eso, quizá tú y yo lleguemos a amarnos de nuevo... Lo que quiero decir, es que olvides esa historia tan triste. Lo mío con Nicolae solo es un acuerdo nupcial, no hay sentimientos entre él y yo, nos casaremos por conveniencia nada más. De ahí ya veremos qué hacer cada uno respectivamente. Créeme, no se repetirá la
Observa su rostro, maravillado. Es tan hermosa, podría mirarla toda la vida. Por fin está a su lado, fue suya y lo será miles de veces más. Aún recuerda la noche anterior y no puede evitar sonreír. Se entregó ante su dueño por decisión propia y ambos sintieron llegar al cielo cuando sus cuerpos se unieron. Hacer el amor dentro del agua fue lo más delicioso que habrían experimentado juntos. Amelie se mueve entre las sábanas, mientras abre los ojos y se encuentra con el hermoso rostro de Dean y esos ojos azules intensos que barren todo su cuerpo con morbo. —Buenos días, Alfa Dean... —Buenos días a usted también, Alfa Amelie... Ambos ríen y se abrazan en la cama, se funden en un beso deseoso y juntan piel con piel. —Hoy comienza el entrenamiento, hay que alistarse. —Muy bien, andando. —Amelie responde, muy animada. Se alistan y bajan a desayunar junto con la manada, luego de eso se dirigen hacia el bosque lentamente e inician simulacros de combate y defensa. Dean les enseña cómo a
Dirigen su caminar hacia la parte donde hay una especie de plaza con mesas de picnic, asadores a carbón, montones de cojines arrumados, instrumentos musicales y otros objetos más que ignora. Pasan de largo, ahora van hacia una casa grande, logra escucharse desde lejos la música, una bonita melodía de violín y piano de cola. Amelie cierra los ojos por un momento, disfrutando esa mezcla de instrumentos en específico que le fascinan. Entran a la casa siendo cuidadosos y se sientan sobre un par de cojines, las personas permanecen en silencio deleitándose con los sonidos. La joven se maravilla ante eso, ya que normalmente una fiesta de gente joven en el planeta tierra era sinónimo de borrachos, droga, embarazos inesperados a futuro, sexo sin control y peleas. —¿Así son casi siempre las fiestas? —susurra al oído de Dean. —Sí, ya sé que es muy diferente a lo que estábamos acostumbrados en la tierra, pero nosotros celebramos así. Aunque eso no quiere decir que en este planeta no haya gente
Da la media vuelta, sintiendo una inefable punzada de dolor en el pecho, se debate al sopesar el porqué de aquel sentimiento, aunque no puede ignorarlo al notar un tenue halo de luz azul emanar de la gema de su sortija. Se pregunta si la mujer que habita ahí dentro está triste, si está enamorada de él o son solo imaginaciones suyas. Se apresura en marcharse, va hacia el este, donde sale el sol cada mañana en Nidum, aproximadamente allí los días duran quince horas y las noches también. Emprende una larga caminata sin perder el objetivo, porque espera encontrarlo allí aunque no crea todavía que él es un dios. En medio de la madrugada llega al lugar, por lo que se recuesta sobre la verde y extensa hierba, tan brillante y húmeda como jamás la había visto. A lo lejos las flores brillan tenuemente, unas distintas a las que nacían en la tierra, pero no tan diferentes. Se deja llevar por el sueño que trae el cansancio, sin darse cuenta que entre los arbustos que llevan al bosque los lobos pe