"Esos ojos azules tan malvados me vigilan día y noche, no puedo escapar de ellos. Son como dos faroles siniestros que se posan sobre mi cuerpo delgado y no me dejan respirar. Ese hombre se abalanza hacia mí con sus manos listas para desgarrar. Trato de huir, pero no logro hacerlo, me tiene inmóvil y susurra mi nombre. Este es mi fin..."Despierta sobresaltada y sudorosa en la cama, son las tres de la madrugada. Siempre tiene pesadillas a esa hora, aunque lo más curioso es que aparecen esos ojos que tanto le atemorizan al recordarlos. Son siniestros y están llenos de oscuridad... Ese día ha quedado en salir a cenar con su hermana a un restaurante italiano que recientemente ha sido inaugurado y dicen que la comida es deliciosa. Han tenido que esperar dos semanas para obtener un cupo, y obviamente no iban a perder esa oportunidad. Cuando cae la noche se encaminan hacia el lugar que no está muy lejos de la casa, se identifican en la entrada y pasan a la mesa, siendo bastante educadas, ya
Amelie lo observa con duda. —Yo lo único que deseo es protegerte y nada más... —Nicolae se gira y camina hacia la salida, esbozando una sonrisa en los labios. —¡Espera! —Lo llama al verlo alejarse. —¿Necesitas algo? —responde con sarcasmo.—¿Esa mujer de hace un momento, es tu madre? —inquiere la joven.—Sí, es mi madre. Normalmente es un tanto... especial. —La observa de forma socarrona.—¿Tu madre?, no lo parece, se ve tan, ¿joven e inocente? —Hace esa pregunta más para ella que para él.—Por ahora descansa. Puedes bajar y salir cuando quieras, esta es también tu casa. —Sale de la habitación con prisa. Suspira rendida y notablemente agotada. No entiende cómo es posible que haya terminado dando tumbos en una casa con personas desconocidas. Siente en su fuero interno una emoción extraña, como si algo muy malo fuera a suceder y no puede estar tranquila por más que se mienta y se diga a sí misma que todo estará bien. Baja los escalones con duda y llega a una sala pequeña y muy bien
—¿No, cómo que no? —Da pasos hacia atrás, buscando con su mano algo que se encuentre en el camino para defenderse. —Ven aquí, no seas grosera, eso no te conviene ahora. —Se acerca rápidamente a ella, quien maldice al no tener nada en mano para evitar que le haga daño. La toma por ambas manos y empuja contra la pared con fiereza, ahora siseando para besarla en la boca, a lo que ella se niega. Siente la saliva secarse en la piel de su cuello, donde segundos atrás Nicolae se había empeñado en chupar. —¡Suéltame! ¡Me das asco! —Trata de golpear con sus piernas al abusivo pelinegro—. ¡Déjame maldito! —¡Cierra la m*****a boca! No me obligues a golpear tu lindo rostro de muñeca, por favor... En realidad vine a decirte algo distinto, pero mira cómo me haces enojar y perder el control. —Sostiene el pequeño rostro de la joven entre su mano y hunde los dedos en sus mejillas con rudeza, haciendo que ella jadee de dolor.Amelie puede ver esa mirada endemoniada de sus sueños en él también, así q
Se acerca a ella, quien luce como petrificada.—Dame el anillo, ¿dónde lo tienes? —Le pregunta con enojo. —Lo perdí... Créeme que no sé donde está. —Ella niega una y otra vez. —¿De verdad? Vamos a comprobarlo. —Se acerca tanto hasta oler su cuello y rozar con sus dedos las marcas en sus delgados brazos. No puede evitar darle una terrible mirada amenazante a su hermano, ya que no le gusta para nada que la haya vuelto a ultrajar. —¿Qué? Ella se lo merecía por desobediente. —Natán se encoge de hombros. —Has vuelto ahora todo más difícil para los dos... Pensaba enseñarte a usar el anillo y extraer los poderes, pero tenías que salir corriendo. Esa patada en los huevos fue certera... —Nicolae susurra sobre el oído de la muchacha, mientras busca en los bolsillos y otros lugares de su cuerpo, fingiendo que no hay nada—. ¿No te lo habrás tragado, o sí? Amelie traga en seco, está muy asustada. No entiende el porqué él no encontró el anillo, si ella lo tiene en el bolsillo trasero, puede se
De repente comienza a sentir mareos y náuseas, algo en su interior se remueve, su pecho se agita y la visión se le vuelve borrosa. Se sostiene de un árbol y poco a poco recupera el color y la noción de lo que la rodea.—No te ves bien... Escucha aquella voz conocida y levanta la mirada. No puede evitar sonreír al percatarse que se trata de Nicolae.—Eres tú. De verdad volviste por mí... —Trata de acercarse, pero sus piernas flaquean.—¿Qué te ocurrió? No te ves bien, debemos marcharnos de aquí pronto.—No lo sé, me siento muy mal desde hace un rato, una mujer vino a decirme cosas extrañas y se escondió. No lo sé, quiso asustarme —habla con mucha dificultad.Nicolae la observa con preocupación.—No es eso, los poderes están a punto de tomar el control de tu cuerpo, no lo permitas o terminarás por enloquecer. Debemos ir con la hechicera Azula, ella fue quien te dio ese anillo. .La abraza para evitar que caiga y le roba un beso en los labios. Dean observa la escena muy descolocado, no s
—Eres una m*****a porquería, Héctor. ¡Déjala ir y no trates de manipularme! No sabes las ansias que tengo de matarte... Dean logra tomar su magestuosa forma lobuna y se lanza sobre ellos con sus más de cien kilos de fuerza bruta. Los hombres de Héctor la arrojan al suelo sin cuidado alguno y van a enfrentarlo, la niña llamada Abbie cae al suelo estrepitosamente. Uno de ellos se abalanza sobre él, pero lo toma rápidamente por la cabeza y se la arranca con sus colmillos, para después escupirla con repudio. Raphael empuja al otro hombre hacia los pies de Dean y este le extirpa la cabeza también de un tirón, a la vez que prueba sus ensangrentadas vísceras... Ha sido el más exquisito manjar que ha tenido en años, después de tanto reprimirse en comer carne humana.—¡No era necesario hacer eso perro asqueroso! No te conviene meterte en problemas conmigo... ¡Sabes bien que puedo acabarte en menos de un segundo con mis hombres! —Héctor grita furioso—. No tienes de otra, si no vienes, mató a tu
Despierta y como una sonámbula se levanta y camina hacia la ventana, la cual abre de golpe y se lanza sin miramientos al vacío, mirando la luna. Emprende una carrera hacia ningún lugar en específico. Con la mirada perdida corre, es como fuera ella y nadie a la vez. Su camino es detenido por unas rejas altas, por lo que retrocede y salta hasta conseguir levitar sobre ella y aterrizar con gracia sobre el suelo del otro lado, sin darse cuenta ha pisado terreno prohibido: el de las llamadas brujas del oeste. —¡Pero mira a quién tenemos aquí! Querida princesa Kristel —Mia se acerca a ella con una expresión impacible en el rostro. —¿Qué hacemos con ella, señora? —Una de sus sirvientes la interpela, mientras observa con envidia a la bella muchacha que ahora yace de pie y con la mirada perdida, pero convertida en una gran loba Alfa y demostrando todo su poder. Mía sonríe ante la idea que le viene a mente. —Átala... Dean se levanta de su asiento y apaga las luces del estudio, pensando en
Emprenden el camino de regreso al castillo y en cuestión de minutos llegan a la entrada. Se encaminan hacia la habitación de la joven. —¿Te sientes bien? Levanta la mirada... —Dean le acaricia los hombros, ante esto ella tiembla—Gracias por ir a buscarme. Discúlpame por haber... Es que no sé qué es lo que me ocurre, es como si estuviera sonámbula. Me pasa muy seguido esta misma situación. Siempre amanezco desnuda y agotada en mi habitación... Ambos toman asiento sobre la cama. —Hey, pequeña, no es tu culpa, no tienes por qué disculparte. Amelie eres una de nosotros, y eso es maravilloso. Te vamos a cuidar y enseñar muchas cosas que jamás imaginaste. Estás a punto de convertirte en una mujer-lobo Alfa. Eso no es común. —Me apresaron con cadenas de plata y de repente comencé a quemarme luego que esa mujer dijera algunas palabras extrañas, era como si hablara en otro idioma e hiciera brujerías. —Estudia sus propios brazos, buscando algún rastro de quemaduras, las cuales ya no están.