Desde la singular reunión que Dante tuvo con su familia, no los habíamos vuelto a ver, sabía que Dante algunas veces se había visto obligado a hablar con su padre para tratar temas de la empresa. Él y Axel dejaron de trabajar en casa, ahora lo hacen desde las oficinas de la compañía Ridchet o al menos Dante lo hace, Axel seguía renuente a poner un pie en el lugar.En los últimos días el pobre Axel, andaba de un humor de perros, una nube negra se cernía sobre él y lo acompañaban a donde fuera. Esto se debía a que sólo faltaba un par de días para la boda de Zuri. Podía imaginarme cómo se sentía, yo alguna vez me sentí igual, cuando Dante estaba comprometido con Ciara, me provocaba escalofríos recordar aquello.Dante y yo estábamos dispuestos a ayudarlo en todo lo que fuera necesario para que por lo menos se dieron la oportunidad de hablar y que Axel le dijera lo que en realidad había sucedido, así, aunque ella decidiera casarse, por lo menos sabría la verdad; pero Axel se rehusó por com
POV ZURI Hacía mucho tiempo que sabía dónde vivía, jamás tuve el valor de buscar y hoy a un día de casarme aquí estaba buscando las respuestas que por años me atormentaron.Aporreé su puerta con desesperación, sentía el corazón en la garganta, estaba ansiosa; pero también tenía nervios de lo que fuera a pasar, ¿y si se negaba a hablar conmigo?, no, no, no, me lo debe, me decía a mí misma.— ¿Zuri? — A su vez me golpeó de pronto, estaba sumida en mis pensamientos que no note cuando la puerta se abrió.Está ahí frente a mí con el cabello despeinado, una playera básica color gris, jeans azul fuerte e iba descalzo. Las palabras se quedan atoradas en la garganta, el poder de su mirada me atrapó al instante.—¿Qué haces aquí? — preguntó.— Necesito hablar contigo, ¿puedo pasar? — logre decir.— Claro, pasa — el olor de su perfume me golpeó al pasar junto a él, impregnándose en mí, recordándome lo que alguna vez fue estar en sus brazos y lo peor de todo, deseándolo de nuevo.— Lo sé todo
Habían transcurrido ya cinco años desde el día en el que Zuri y Axel huyeron juntos, dos semanas después de perderse en algún lugar del mundo para disfrutar de su amor, regresaron y se casaron de inmediato, mi suegro Neo, no estuvo en su boda; piñero eso no mermó ni un segundo su felicidad, no fue hasta que nació su pequeña hija Mila, para que Neo comenzara a ablandarse con ellos.Dante y yo nos casamos un mes después, nuestra luna de miel duró casi dos meses, Dante como regalo de bodas me llevó a todos los sitios del mundo que soñé con visitar cuando éramos unos adolescentes. Mi regalo de bodas para Dante fue la noticia de la llegada de nuestro primer hijo, Nathan. Mi embarazo fue una de las etapas más hermosas de mi vida, pero también la más angustiante, debido a que ya habíamos perdido un bebe, Dante extremo cuidados conmigo, por momentos llegó a volverse angustiante, afortunadamente todo salió muy bien y nuestro pequeño nació fuerte y sano, un hermoso bebé de cabellos rojos, como
Las luces decorativas que colgaban del techo de aquel bar comenzaban a dar vueltas sobre mí. Sentía la cabeza pesada y el estómago revuelto, seguramente los siete u ocho vasos de whisky y los tres shot de tequila que había bebido, comenzaban a tener efecto.Nunca había sido buena para beber, sin embargo, todo el mundo aseguraba que ahogar las penas en alcohol ayudaba, así que decidí comprobarlo. Llevaba en mi interior una gran pena que me consumía lentamente, decir que sentía dolor era poco, la decepción y la ira danzaban en mi interior revolviéndome las tripas, hacía días que apenas y probaba bocado.A decir verdad, desde que descubrí el engaño que era mi matrimonio e incluso mi vida entera, la comida no tenía sentido, de hecho nada en mi vida lo tenía, digo, ¿quién no pierde el apetito cuando se entera que su pareja la engaña? Si, esa era mi gran pena. Mi esposo me engañó, el hombre al que le había dedicado la mitad de mi vida me fue infiel, pero eso no era lo que más me molestaba,
— Me casaré contigo cuando tengamos 30 años — de todo lo que recordé de Dante esa frase se asentó en mi cabeza y se repetía una y otra vez.Al terminar ese año escolar, Dante se fue con su familia de vacaciones y no regresó jamás. El primer día de clases lo esperé en la entrada de la escuela hasta que las puertas del edificio se cerraron. Había escuchado a los vecinos hablar de que se habían mudado, pero cada día del verano yo daba varias vueltas por su casa con la esperanza de que hubiera regresado y nunca vi camiones de mudanza, así que ignoré todos aquellos comentarios.Jamás conocí a su familia. Siempre que hacíamos tarea juntos, que salíamos o jugábamos, lo hacíamos en mi casa, nunca me invitó a la suya, así que no sabía nada de él, fuimos compañeros por todo un año y nunca habló de ellos, al menos no a detalle.Triste y desconsolada me fui al salón de clases, había perdido a mi mejor amigo y junto con él, había desaparecido la promesa que me hizo. Por un momento lo odié, hasta c
La inconciencia en la que me encontraba dejó de ser una neblina espesa en la que descansaba mi mente. De pronto varios rostros aparecieron en ella, envueltos en una telaraña de situaciones que no tenían sentido. Por momentos pasaban frente a mí los momentos que compartí con Martin, mi ex esposo, luego imágenes del bar, rostros de hombres que jamás en mi vida había visto. De un momento a otro me transportaba hasta la secundaria, justo al momento en que Dante había prometido casarse conmigo.Me quedé clavada en el rostro de Dante, el cual pasó del tierno rostro de un chiquillo adolecente al de un hombre serio, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, di un sobresalto cuando la mirada de este hombre se clavó en mí, estaba molesto, podía sentirlo, me miraba con odio, tanto que logró darme un escalofrío —Elle— pronunció con voz fría, antes de poder responder, desperté.Una punzada de dolor atravesó mi cabeza apenas y abrí los ojos, ojalá nunca los hubiera abierto, no solo el dolor de cab
CAPÍTULO 4UN BUEN PLANEl rostro lleno de furia de Dante me paralizó, no hice más que ver cómo se marchaba sin mirar atrás. Me quedé ahí, de pie, mirando mi reflejo en el gran ventanal de aquella mansión. Definitivamente no había forma de que mi situación empeorara, tenía el cabello enmarañado, la ropa salpicada de vómito, el maquillaje corrido y el semblante lleno de preocupación. Había destruido la relación de alguien que solo tuvo la mala suerte de conocerme.Apenas y podía creer lo que pasó, ¿en qué maldito momento se me ocurrió embriagarme?, sólo yo tenía esas pésimas ideas. Se me vino a la mente una frase que mi padre repetía, — Siempre se puede estar peor— decía cada vez que me notaba afligida por algún problema. ¡Qué razón tiene!, yo creyendo que mi vida estaba arruinada por el divorcio y resulta que ahora cargaba en mi conciencia el sufrimiento de dos personas más.— Señorita — me llamó una mujer que salía de la casa — el joven Benji me ha pedido que le entregue esto — me te
La hora de la verdad había llegado. Me encontraba frente a la entrada de la universidad donde se llevaría a cabo el evento en el que Ciara estaría presente como invitada especial. Para tratar de no desentonar, me enfundé en un elegante vestido color vino de manga larga, ceñido al cuerpo, que me llegaba debajo de la rodilla.Si algo le debía a Martin era el enseñarme su buen estilo al vestir y un closet inmenso lleno de vestidos, faldas, bolsas, zapatos, blusas, pantalones, shorts, accesorios… de todo. Aprendí mucho junto a él y justamente hoy estaba poniendo en práctica todo lo aprendido.Esa noche llevaba un accesorio muy importante: la determinación. Sí, estaba decidida a cumplir con mi objetivo. Hablaría con Ciara, le explicaría todo y si la suerte me acompañaba, la convencería de seguir con el compromiso y casarse con Dante, creo que nada me haría más feliz que aquella unión.El evento se llevó a cabo en el jardín central de la universidad, por un momento pensé que aquello me har