CAPÍTULO 44CENA FAMILIARCuando Dante me dijo que iríamos a cenar con su familia, me sentí contenta, imaginé que los problemas de su familia se arreglarían y esa parte de su vida sanarían. Daría vuelta a la página y comenzaría un nuevo capítulo junto a ellos.Si, fue tonto pensar que con una cena familiar años de distanciamiento se olvidaran, para empezar, todo distaba de ser como yo lo imagine, de inicio la casa de los Ridchet; aquello no era una casa normal de una familia acomodada, era una mansión, lujosa y extravagante, es más, la casa de Dante se veía insignificante en comparación.— Jure que jamás volvería a poner un pie en este lugar — dijo Dante al bajar del coche.— No fuiste el único — segundo Axel a su lado.— Concéntrese en los buenos recuerdos — les sugerí a ambos.— Si existieran tal vez nos ayudaría — señaló Dante — No espera si tengo uno — agregó.— ¿Cuál? — quise saber con entusiasmo.— El día que me largue de aquí — dijo con los dientes apretados y la mirada fija en
POV DANTEAquella reunión familiar fue peor de lo que pensé, iba más allá de ser una farsa, porque la verdad es que nadie se molestaba en fingir que no estaba incómodo, lo que la volvió todo un circo.Me daría igual si no fue por el hecho de que Elle realmente la estaba pasando muy mal, bastaba con ver su rostro mortificado para darse cuenta, debí haber venido yo solo, pensé muchas veces.Axel tampoco la estaba pasando bien, entre las indirectas y las malas caras de mi padre, las burlas de Max, la condescendencia de Eleonor, la indiferencia de Zuri y la patética presencia de Fin, mi pobre amigo saldría de ahí loco.— Es el momento de disfrutar el postre — anunció con emoción Eleonor.— Vayan ustedes querida, Dante y yo tenemos asuntos que tratar — intervino mi padre.— Andando Axel — dije poniéndome de pie para acompañar a mi padre al estudio.— Zuri — la llamó mi padre, aquello era una mala jugada, con toda la intención de desestabilizar a Axel.— Dulzura, acompaña a las damas, es ho
Desde la singular reunión que Dante tuvo con su familia, no los habíamos vuelto a ver, sabía que Dante algunas veces se había visto obligado a hablar con su padre para tratar temas de la empresa. Él y Axel dejaron de trabajar en casa, ahora lo hacen desde las oficinas de la compañía Ridchet o al menos Dante lo hace, Axel seguía renuente a poner un pie en el lugar.En los últimos días el pobre Axel, andaba de un humor de perros, una nube negra se cernía sobre él y lo acompañaban a donde fuera. Esto se debía a que sólo faltaba un par de días para la boda de Zuri. Podía imaginarme cómo se sentía, yo alguna vez me sentí igual, cuando Dante estaba comprometido con Ciara, me provocaba escalofríos recordar aquello.Dante y yo estábamos dispuestos a ayudarlo en todo lo que fuera necesario para que por lo menos se dieron la oportunidad de hablar y que Axel le dijera lo que en realidad había sucedido, así, aunque ella decidiera casarse, por lo menos sabría la verdad; pero Axel se rehusó por com
POV ZURI Hacía mucho tiempo que sabía dónde vivía, jamás tuve el valor de buscar y hoy a un día de casarme aquí estaba buscando las respuestas que por años me atormentaron.Aporreé su puerta con desesperación, sentía el corazón en la garganta, estaba ansiosa; pero también tenía nervios de lo que fuera a pasar, ¿y si se negaba a hablar conmigo?, no, no, no, me lo debe, me decía a mí misma.— ¿Zuri? — A su vez me golpeó de pronto, estaba sumida en mis pensamientos que no note cuando la puerta se abrió.Está ahí frente a mí con el cabello despeinado, una playera básica color gris, jeans azul fuerte e iba descalzo. Las palabras se quedan atoradas en la garganta, el poder de su mirada me atrapó al instante.—¿Qué haces aquí? — preguntó.— Necesito hablar contigo, ¿puedo pasar? — logre decir.— Claro, pasa — el olor de su perfume me golpeó al pasar junto a él, impregnándose en mí, recordándome lo que alguna vez fue estar en sus brazos y lo peor de todo, deseándolo de nuevo.— Lo sé todo
Habían transcurrido ya cinco años desde el día en el que Zuri y Axel huyeron juntos, dos semanas después de perderse en algún lugar del mundo para disfrutar de su amor, regresaron y se casaron de inmediato, mi suegro Neo, no estuvo en su boda; piñero eso no mermó ni un segundo su felicidad, no fue hasta que nació su pequeña hija Mila, para que Neo comenzara a ablandarse con ellos.Dante y yo nos casamos un mes después, nuestra luna de miel duró casi dos meses, Dante como regalo de bodas me llevó a todos los sitios del mundo que soñé con visitar cuando éramos unos adolescentes. Mi regalo de bodas para Dante fue la noticia de la llegada de nuestro primer hijo, Nathan. Mi embarazo fue una de las etapas más hermosas de mi vida, pero también la más angustiante, debido a que ya habíamos perdido un bebe, Dante extremo cuidados conmigo, por momentos llegó a volverse angustiante, afortunadamente todo salió muy bien y nuestro pequeño nació fuerte y sano, un hermoso bebé de cabellos rojos, como
Las luces decorativas que colgaban del techo de aquel bar comenzaban a dar vueltas sobre mí. Sentía la cabeza pesada y el estómago revuelto, seguramente los siete u ocho vasos de whisky y los tres shot de tequila que había bebido, comenzaban a tener efecto.Nunca había sido buena para beber, sin embargo, todo el mundo aseguraba que ahogar las penas en alcohol ayudaba, así que decidí comprobarlo. Llevaba en mi interior una gran pena que me consumía lentamente, decir que sentía dolor era poco, la decepción y la ira danzaban en mi interior revolviéndome las tripas, hacía días que apenas y probaba bocado.A decir verdad, desde que descubrí el engaño que era mi matrimonio e incluso mi vida entera, la comida no tenía sentido, de hecho nada en mi vida lo tenía, digo, ¿quién no pierde el apetito cuando se entera que su pareja la engaña? Si, esa era mi gran pena. Mi esposo me engañó, el hombre al que le había dedicado la mitad de mi vida me fue infiel, pero eso no era lo que más me molestaba,
— Me casaré contigo cuando tengamos 30 años — de todo lo que recordé de Dante esa frase se asentó en mi cabeza y se repetía una y otra vez.Al terminar ese año escolar, Dante se fue con su familia de vacaciones y no regresó jamás. El primer día de clases lo esperé en la entrada de la escuela hasta que las puertas del edificio se cerraron. Había escuchado a los vecinos hablar de que se habían mudado, pero cada día del verano yo daba varias vueltas por su casa con la esperanza de que hubiera regresado y nunca vi camiones de mudanza, así que ignoré todos aquellos comentarios.Jamás conocí a su familia. Siempre que hacíamos tarea juntos, que salíamos o jugábamos, lo hacíamos en mi casa, nunca me invitó a la suya, así que no sabía nada de él, fuimos compañeros por todo un año y nunca habló de ellos, al menos no a detalle.Triste y desconsolada me fui al salón de clases, había perdido a mi mejor amigo y junto con él, había desaparecido la promesa que me hizo. Por un momento lo odié, hasta c
La inconciencia en la que me encontraba dejó de ser una neblina espesa en la que descansaba mi mente. De pronto varios rostros aparecieron en ella, envueltos en una telaraña de situaciones que no tenían sentido. Por momentos pasaban frente a mí los momentos que compartí con Martin, mi ex esposo, luego imágenes del bar, rostros de hombres que jamás en mi vida había visto. De un momento a otro me transportaba hasta la secundaria, justo al momento en que Dante había prometido casarse conmigo.Me quedé clavada en el rostro de Dante, el cual pasó del tierno rostro de un chiquillo adolecente al de un hombre serio, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, di un sobresalto cuando la mirada de este hombre se clavó en mí, estaba molesto, podía sentirlo, me miraba con odio, tanto que logró darme un escalofrío —Elle— pronunció con voz fría, antes de poder responder, desperté.Una punzada de dolor atravesó mi cabeza apenas y abrí los ojos, ojalá nunca los hubiera abierto, no solo el dolor de cab