Conociendo a las lobas casaderas

Las doncellas más bellas de la manada llegaban una tras otra, llevaban puesto su mejor vestido, todas con la esperanza de ser elegidas por el príncipe Alfa, habían visto alguna vez al atractivo lobo de ojos azules y cabello largo azabache, era el sueño de cualquier loba.

Las solteras fueron ocupando el salón donde las reunieron, los meseros les ofrecían champaña y bocadillos, algunas se conocían y conversaban alegremente, otras no podían evitar sentir envidia por las que estaban mejor vestidas.

— Vaya, hermano, últimamente te has vuelto muy popular, parece que pronto vas a encontrar a tu compañera y subirás al trono cuando te dé un heredero, los ancianos por fin te van a aceptar — El Alfa Dimitrie, el segundo hermano de Damiano, nunca había tenido buena relación con su hermano mayor, él creía que tenía lo suficiente para ser el rey de la manada y no Damiano que no se tomaba el reinado en serio.

— te deseamos suerte, sin duda hoy vas a terminar con tu compañera en tu vida y... en tu cama, picaron — el Alfa Drako, tercer hermano de la familia Volkov, un lobo, enigmático, simpático pero su sonrisa no te debía engañar, era quien se encargaba del entrenamiento de los centinelas de la manada.

— ¡si no fuera porque quiero tanto a la abuela, ya habría echado a todas esas lobas del castillo, pásenme de cinco en cinco al despacho, Leonardo, tú vendrás conmigo, necesito que tomes notas — Era evidente el mal humor de Damiano, pero había que hacer lo que se debía.

El mayordomo Petrovsky, pasó a las primeras cinco chicas al despacho, ellas no dejaban de sonreír mientras que el Alfa permanecía inexpresivo.

— Buenas noches Alfa Volkov.

— Buenas noches, señoritas, sean bienvenidas al castillo Volkov ¿digan sus nombres y que es lo que hacen en la manada? — el príncipe, escuchó a cada una de las noventa y cinco lobas, fué por mucho lo más tedioso que había hecho en su larga vida, nada de esto le interesaba, las lobas iban de ser enfermeras, estilistas, costureras, sembradoras, y todo tipo de oficio.

— Príncipe, solo queda un último grupo de doncellas, las haré pasar, por cierto, ¿qué hago con las señoritas que ya pasaron?

— Envialas a casa, ¡¿Acaso piensas dejarlas a dormir aquí en el castillo?! diles que cualquier cosa nosotros las buscamos, estoy exhausto, pasa a las últimas cinco para ya poder irme a descansar.

Mientras tanto en el salón, Mariana, obligaba Evelyn, a no participar en la cita.

— Sal al jardín, ese vestido que llevas puesto es más lindo que el mío, cambiemoslo, y si te atreves a entrar con nosotras, te voy a hacer pagar con creces en casa, tu no tienes ni siquiera una loba, no eres digna de presentarte frente al Rey— Así, la cruel Mariana, obligó a Evy, a darle sus ropas, ella le dejó el vestido llamativo rojo que vestía, que era nada apropiado para la ocasión.

— No, no quiero que el tío Bruno, me maltrate, saldré, yo saldré, Mariana, por favor no te molestes conmigo — Evelyn, salió, y se quedó admirando el jardín que estaba alumbrado con lámparas.

Cuando el último grupo entró, al Alfa le llegó a las fosas nasales un aroma delicioso, estaba por encima de un aroma a cítricos que le resultaba muy desagradable, era ese aroma a fresas y flores el qué le llamaba desde su interior.

— Tú... ¿Cómo te llamas? — ese aroma había inquietado a su lobo interior.

— Yo... mi nombre es Mariana Reiner.

Los ojos azules del Alfa, miraban fijamente a la loba, ella tenía ese aroma que resultaba adictivo para él, pero ella en si no despertaba su deseo, algo muy contradictorio.

— Leonardo, despide a las señoritas, les agradezco a todas por venir.

Las cuatro jóvenes dieron media vuelta, la órden del Alfa era indiscutible, pero antes de que Mariana, saliera, él la llamó.

— Tú, la de vestido rosa, espera, yo te llevaré a tu casa, — Damiano tenía curiosidad por saber por qué le llamaba tanto su aroma, pero sobre todo por qué estaba combinado con ese olor que le resultaba muy incompatible.

La loba sonrió, lo había logrado, había llamado la atención del atractivo lobo, eso incrementaba las posibilidades de ser la luna de la manada.

— Gracias, Alfa, es usted todo un caballero — Mariana, no mencionó que su prima venía con ella, ignoró por completo que debían regresar juntas, el camino a la residencia Reiner, estaba un poco lejos del castillo, la noche era bastante fría, pero esta oportunidad no la iba a desaprovechar.

— ¿Qué oficio haces en la manada? — Damiano, habló de repente.

La pregunta tomó por sorpresa a la vanidosa loba, sobre todo por qué ella solo se dedicaba a ser bonita, ir de compras con las costureras, y peinar su cabello por largo rato.

— Yo... ayudó a mi madre en casa.

— ¿Entonces sabes cocinar?

— Si, si, estoy aprendiendo platillos de cocina — la loba mentía, pero ella no sabía que el poderoso Alfa podía escuchar los latidos de su corazón, eso significaba que podía saber que le estaba mintiendo.

Mientras tanto en el castillo, Evelyn, buscaba a su prima por todas partes, ya no quedaba ninguna loba, y regresarse sin él carruaje familiar, le tomaría muchas horas, ella todavía no lograba sacar su loba, razón por la cuál era marginada en la manada, la consideraban una cosa inútil y sin valor.

El Alfa Dimetrie, salió a caminar y fumar un puro, fué entonces que se encontró con Evy, ella estaba saliendo del jardín y el lobo iba entrando.

— ¡Ausshh! — la chica sintió que había chocado contra una montaña.

— ¿Qué haces aquí en el jardín? el evento ya se ha terminado, ¿por qué sigues en el castillo? — Dimetrie, observaba a la hermosa jóven de cabellos platinados hasta la cintura y bellos ojos violeta.

— Lo siento, lo siento, buscaba a mi prima, pero creo que ya se ha ido, pero ya me iré — Evy, caminó con la intención de irse caminando hasta la villa de la familia Reiner.

— Espera, no hay ninguna prima tuya aquí, tienes que marcharte de inmediato. Aquí no es donde deberías venir.

Evelyn, fué expulsada del castillo, para su mala suerte, empezó a llover intensamente. Ella no tenía paraguas o algo para poder cubrirse de la intensa lluvia, se fué a casa mojándose por todo el camino.

Mientras tanto, Damiano y Mariana, llegaban por fin a la residencia Reiner, el camino había estado bastante incómodo.

— Hemos llegado, Señorita Reiner, vendré a visitarla el día de mañana si no tiene inconveniente.

— Será usted bienvenido, Alfa, muchas gracias por haberme acompañado Pero... ¿cómo se va a regresar?

— Soy un alfa, ese no es problema para mí.

Cuando Damiano, regresó al castillo, ese aroma tan especial para él, llegó de nuevo a su nariz, el lobo lo siguió y lo llevó al jardín, el príncipe, tenía un olfato super desarrollado, también detectó el aroma de su hermano.

— ¿Qué carajos está pasando aquí?

Tan pronto como Evelyn, llegó a casa, comenzó a sentirse mal, tuvo una fiebre alta, por la fría agua de lluvia la madre de Mariana pensó que Evy, era una mujer desafortunada, pero aún así no iba a ayudarla, cuando la vio regresar con él vestido empapado ya muy noche, sabia que ella no fué seleccionada sino su propia hija Mariana, que consideraba mucho más bella, aún asi esta vil mujer creia que Evelyn, podía atreverse a intentar a seducir al Alfa, y que por eso volvía mas tarde que Mariana.

Esa misma noche, Evy, fué expulsada, uno de los carruajes de la familia la llevó a otro pueblo donde tenía una pariente lejana, ella suplicó quedarse pero no fué escuchada, la cruel mujer no iba a correr riesgos y que esa sirviente de bajo nivel, terminara seduciendo al Alfa que era para su hija.

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