Añorando a su luna

Damiano, se quedó unos minutos más en el jardín aspirando ese aroma tan delicioso y tranquilizador para él, era como si su atribulada alma encontrará paz y sosiego en el, más de pronto vió a Dimitrie, él olía ligeramente a su luna.

— ¿Dime quién es la chica con la que te encontraste en el jardín? — el lobo olfateó a su hermano con un poco de ansiedad — ¡¿Dímelo, Dimetrie? ¡puede que... ella sea mi pareja destinada! — Damiano, nunca se esperó decir tal cosa.

— ¿De que hablas, Damiano? tú ya has elegido a una loba está noche, no puedes pretender tener dos mujeres, es una chica común que vestía un horrendo vestido rojo muy inapropiado para la ocasión, tuve que echarla por qué andaba merodeando por el jardín.

— ¿Cuál pueblo? ¡tienes que decirme, Dimitrie, ella es... mi luna! ¿donde la dejaste? por la diosa, ¡¿dime dónde?! yo... no estoy seguro de que Mariana Reiner sea mi pareja verdadera — El príncipe, hacía años que había dejado de buscar a su pareja destinada decepcionado por no encontrarla, ahora que existía una posibilidad real de encontrarla, de verla, de tocarla, quería saber de ella.

— Tranquilízate, visita mañana la residencia de los Reiner, y ahí podrás salir de dudas, descansa está noche, piensa las cosas con calma, de todos modos.... ¿a dónde pueden ir? — Dimitrie, no quería decirle a dónde la había llevado.

El imponente alfa, como era de esperarse se le fue a los golpes a su hermano, estaba fuera de sí, ansioso, desesperado.

Mientras tanto Evy, de camino a aquel pueblo donde fué enviada, se decía

— No volveré nunca a la mansión Reiner, son tan crueles, no tienen corazón — La pobre chica dejó salir sus lágrimas incapaz de soportar más dolor, ya la habían hecho sufrir demasiado.

En la pelea de los hermanos, el segundo hermano reclamaba su falta de interés en la manada, él consideraba que Damiano,no era el ideal para ser el rey.

— ¡Tienes urgencia de encontrarla porque es lo que necesitas para poder tomar el poder, pero no siquiera cumples con las obligaciones que un verdadero rey debería asumir, no creí que seas apto para ese puesto, tu eres un espíritu libre al que no le gusta sentirse atado!

— !Carajo, Damiano, suéltalo, vas a matarlo¡ - El beta Leonardo, y otros guerreros que llegaban con él separaron entre todos a los hermanos que se estaban dando puñetazo trás puñetazo.

— !Debería, debería matar a este cabrón, él sabe donde esta mi luna y no quiere decírmelo¡ ¿qué clase de hermano eres, Dimitrie? ¡si tanto quieres el maldito trono puedes quedártelo, yo no soy tan ambicioso como lo eres tú! vámonos Leonardo, esté donde esté, la voy a encontrar, de eso puedes estar seguro — dijo Damiano, con los dientes apretados antes de retirarse del lugar y se encerró en su despacho.

— ¡Por la diosa luna, tu pareja destinada está cerca por fin, tienes que encontrarla, yo te voy a ayudar, así la busquemos por día y noche en cada rincón de la manada, mañana a primera hora organizo todo!

— Tu entusiasmo es muy sospechoso, Leonardo.

— ¿Qué tiene de sospechoso? sabes bien que mientras tú cómo mi Alfa, no encuentres a tu luna, yo no podré encontrar a mi mate, y para ser sinceros, ya me cansé de estar solo, es decir, no me faltan lobas con quienes pasar el rato, pero me siento vacío.

— Te entiendo, a mí me sucede igual, es por eso que he dejado de aceptar a las lobas desde hace años, no quiero follar solo por follar, estoy harto de sentir ese profundo vacío una vez que la pasión se va, quiero a mi lado a quien me llene por completo, añoro a mi luna, mi lobo clama por ella, Lebran, sufre cada día en soledad.

— Y que lo digas, sus aullidos en noches de luna llena son desgarradores, no puedo creer que haya estado tan cerca, estuvo aquí, justo frente a nuestros ojos, es un milagro, Damiano.

— Dimitrie, tiene razón en algunas cosas, no estoy mucho tiempo aquí en la manada, no voy a las asambleas con los ancianos, no hago las cosas que debería ser como futuro rey de la manada, y él es un lobo muy apegado a las tradiciones.

— Pero los haz salvado incontables veces, es gracias a ti que todos aquí están a salvo, ese lobo estirado es un malagradecido.

Esa noche, el príncipe apenas pudo conciliar el sueño, estuvo todo el tiempo pensando en ese especial aroma, jamás en su larga vida había experimentado sensación así, era mágico y extraordinario.

Apenas amaneció, Leonardo ya tenía dos caballos encillados para salir a los pueblos cercanos, los lobos visitaron algunos pueblos casa por casa, pero no habían tenido éxito, hasta que llegaron a la residencia Reiner.

— ¡Padre, fué el mismo Alfa quién me trajo anoche, de todas las doncellas el me habló a mí, creo que quedó prendado de mis encantos! — Mariana le contaba a su padre en el desayuno.

— Te felicito Mariana, vas por muy buen camino, no esperaba menos de mi hermosa hija, estoy seguro que tú te convertirás en la luna de esta manada, traeras orgullo y honor a nuestra familia.

Toc.. toc...

— Abre la puerta Evelyn, ¿qué no escuchas que están tocando?

— Papá, Evelyn, no está, hoy es el día que sale a ese pueblito a visitará esa prima lejana que tiene, me alegro de no tener que verle la cara a esa arrimada por lo menos hoy — Mariana, se levantó a abrir la puerta, grande fue su sorpresa al ver que quién la visitaba era nada menos que el príncipe.

— Buenos días señorita Reiner, disculpa por venir sin avisar, ¿podemos pasar — Damiano, pudo oler el aroma de su luna impregnado en toda la casa, de aquí no se iría sin saber si era Mariana Reiner, su pareja destinada o si habia otra chica en esa villa.

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