Esa mañana, luego de dejar a Adele en la Universidad, Gregory tomó el problema de Lucas en sus manos. Hizo algunas llamadas, habló con algunas personas y consiguió lo que estaba buscando: una orden de restricción. Así, al menos, ella podría moverse libremente sin preocuparse de que se le apareciese de la nada.O eso fue lo que supuso. Por qué cuando recibió la notificación en su casa, Lucas estaba desayunando y, por primera vez desde que se había casado con él, Sara perdió toda su frialdad y la invadió el miedo. Quiso marcarle los límites con el ramo de rosas y Gregory le respondió con puño de acero.Volaron tazas, sillas y el mantel completo con todo lo que tenía arriba. El agua de la jarra le empapó el vestido a su esposa, quien se había quedado pasmada al verlo reaccionar. La cara desfigurada, insultando a Gregory, a Adele, a él mismo. La locura se estaba apoderando de su alma; ya no era una ilusión.Salió disparado de la casa, le dolía la garganta por los gritos y el papel quedó a
Adele todavía no había terminado su turno. Esta vez: de noche. Era más silencioso el lugar cuando el sol caía; se vaciaba de visitantes y de pacientes ambulatorios. Sus niños estaban dormidos ya y ella iba de cama en cama inspeccionando signos vitales, los monitores de las máquinas. Algunas emitían un sonido, un pitido suave que se transformaba en la banda sonora de sus sueños.El jefe de enfermeras del turno nocturno se le acercó mientras tomaba nota de los datos.- Adele… Hay un hombre esperándote, Gregory, dice que necesita hablar contigo -- ¿Gregory? - Que raro.- Si, está en el piso de abajo. Ve, yo termino aquí -Todavía faltaban dos horas para marcharse ¿Que hacía ahí tan temprano? Por un momento pensó que algo había ocurrido, tal vez Robert. Adele apresuró el paso al ascensor, preocupada. Pero se demoraba mucho en llegar y le ganó la ansiedad, bajó por las escaleras.Gregory la esperaba sentado en una de las bancas, apoyando la cabeza en sus manos mientras se inclinaba hacia
Esa tarde, la tarde la de discusión entre Francis y Lucas, empezó como cualquier otra en la casa de los Martin: con Francis volviendo de su empresa, con Lele llegando del colegio y con Norma esperando a ambos. Lele subió a su habitación luego de asaltar la cocina y la pareja se metió en la oficina de Francis a compartir una café antes de la cena.No le comentó nada a Norma sobre el paso que Gregory había dado judicialmente para proteger a Adele, ella no sabía las cosas que su hijo estaba provocando. Se sentía responsable también, sentía que había fracasado en algún punto del camino para que Lucas se le soltase de la mano.Lo cierto era que, cada día estaba más cansado. Empezó a tener molestias y problemas para dormir; todo le costaba un poco más y pensaba que la edad ya le estaba cobrando su tiempo. Y seguía sin tener en quien delegarle las responsabilidades del negocio, Lucas no mostraba interés alguno solo que, para ir a cumplir un horario, a veces. Tal vez le tocaría esperar a Lele
Adele ya había terminado su turno, pero quiso continuar hasta que trajeran a Francis. Se ponía más nerviosa si solo se quedaba en un costado esperando. Gregory regresó con un Robert que le había insistido hasta el cansancio que lo llevase al hospital; la buscó, pero ella estaba haciéndole las curaciones a un paciente. Si no ocupaba la mente en algo, se iba a volver loca.Cuando Francis estuvo instalado en la UCI, fue cuando le avisaron que ya estaba allí. Bajó apurada, con un nudo en el estómago y el corazón hecho un bollo. Tenía ganas de llorar y se estaba aguantando. En la entrada a la UCI se encontró con Lele, que ni bien la vio, la abrazó muy fuerte. Su cara era una de preocupación y tristeza.—No te preocupes, él estará bien —le dijo Adele bajito, tratando de consolarlo.Norma estaba deshecha; no dormía desde el día anterior y la desesperación se le escapaba del cuerpo. Y ahí estaba Lucas, sentado con la cabeza echada hacia atrás, los brazos colgando, vencido. Ni siquiera se movió
Para cuando Gregory regresó por ella, la encontró dormida en la silla. Pobre Adele, estuvo despierta toda la noche trabajando y parte de la mañana junto a Francis. Su cara se veía tranquila, aunque pudo notar algunos rastros secos de todo ese llanto. ¡Dios! Estaba tan enamorado de ella. De todo lo que era, de su sonrisa, de sus ojos transparentes, de su alma valiente y luchadora. Así, dormida, se veía tan frágil. Sintió un escozor en las palmas de las manos por abrazarla y no soltarla nunca.Se le acercó en silencio y muy despacio trató de despertarla con una mano en el hombro.—Adele… Adele —la llamó.Pero Adele se despertó sobresaltada, dando un salto para ponerse de pie.—Tranquila… Soy yo. ——¿El padrino? —Francis seguía sin despertar.—Vamos a casa para que descanses… Los médicos nos avisarán si hay alguna novedad. -Lo miró con ojos cansados, pero no quería irse. Gregory se dio cuenta.—No tiene sentido que te quedes. Estás sin dormir, estás cansada. Sé que te preocupa Francisc
Todos los días Adele pasaba a verlo y charlar con Francis. Terminaba su turno y bajaba a la UCI a sentarse a su lado y contarle como había sido su día. Aún no despertaba, pero eso no la detenía. Las enfermeras de planta y las residentes iban y venían preguntándole si necesitaba algo o si quería que la cubrieran para que ella pudiese pasar más tiempo acompañándolo.- Creo que están todas enamoradas de ti, pero ya les dije que tienes a la mujer perfecta. ¡Imagínate lo que diría Norma si se enterase que rompes corazones aún dormido!… Despiértate, padrino. -Lo acicalaba todos los días, lo peinaba y limpiaba su rostro con una toalla tibia. Norma, Lele y Robert eran visitantes constantes; ella quería que se viera lo más guapo posible siempre.- Te dije que iba a llegarte el turno de que la niña cuide de ti, pero no así Francis. Me sorprende que no te levantes - Le decía Robert.Norma estaba consumida por la angustia, no había momento en que no llorase desconsolada. Francis siempre había si
- Francis… Tenemos un nieto - le susurró Norma al oído.El niño había nacido hacía dos días; el pequeño hijo de Lucas.-Se llama Liam… Es hermoso y ambos están bien. Despierta y vayamos a conocerlo.La voz de Norma era suave y cálida, llena de emoción mientras le hablaba a Francis, esperando que en cualquier momento abriera los ojos y sonriera. Pero Adele no podía evitar sentir una mezcla de sentimientos encontrados, su corazón estaba dividido entre la felicidad por la propuesta de Gregory y la ansiedad por el estado de su padrino.Los médicos le habían sacado varios de los aparatos, ahora respiraba sin ayuda mecánica y los monitores lo mantenían controlado. Estaba bien, estable, pero se negaba a despertar. Durante todo ese tiempo, Norma y Lele no se movieron de la ciudad, se quedaron en casa de Robert. Él les insistía que ahí debían permanecer hasta que pudieran ver a Francis volver de su letargo.Adele iba sin falta a hablarle y contarle sobre todo.- Dijo que va a pedirte mi mano,
Sus ojos estaban vacíos, nublados. Se quitó la chaquetilla azul y debajo solo llevaba una camiseta sin mangas que dejaba ver cada detalle debajo. Lucas no entendía, pero el cuerpo le reaccionó enseguida.- Terminemos con esto - Le dijo con la voz hueca.- ¿Que? -- Si ¿no es esto lo que quieres? ¿Acostarte conmigo? Hazlo… Terminemos de una vez -¿Se estaba entregando? El cerebro se le llenó de agua, la tenía ahí toda para él.Se le fue encima con una velocidad increíble, la abrazó y pudo sentir su cuerpo contra el suyo, sus curvas, el aroma de su piel. Y la besó, como siempre había estado soñando. Pero no, no se sentía como en sus fantasías; tenía los labios fríos, muertos. Las manos se le fueron por debajo de la espalda, por sus brazos, por sus muslos.Pero cuando la miró a la cara, la expresión de Adele lo congeló. El ceño fruncido, una mueca desagradable en la boca, los ojos cerrados con fuerza y estaba inmóvil, callada. Cómo si todo eso le diera asco, como si estuviera oliendo alg