- ¡No, basta Lucas! -Adele salió detrás de Gregory para ponerse en el camino y él se detuvo. Se sostenía la cara con una mano, la expresión de su rostro estaba deformada.- Necesitas que ella te defienda, eres un cobarde - Le dijo a Gregory con una media sonrisa.Quería terminar con esto de una vez, quería que él reaccionara, quería golpearlo porque se había atrevido a dormir con ella. Iba a alejar, golpear, sobornar o matar a cualquiera que quisiera quitársela. El amor había quedado en el pasado.Robert escuchaba todo desde dentro junto a una Sara que permanecía inmóvil. Tomó el teléfono y llamó a Francis ¿Cómo era posible que esto sucediera entre ellos? ¿No se suponía que se habían criado como hermanos?- No necesito que me defienda, puedo romperte cada hueso del cuerpo, pedazo de basura-- ¡Vamos entonces! ¡Ven! -Pero Adele no se movió de su lugar, aun cuando Gregory avanzó. Lo tomó de la mano y él se quedó paralizado. Lucas intentó acercarse listo para acertarle un golpe y Adele
Ella se había quedado ahí, parada, la cara mojada por el llanto, la pequeña macetita aun en su mano, temblando. - Adele… - Lo miró con los ojos rojos y por un instante, con furia. Pero ni bien fijo la vista en la suya su ceño se convirtió en uno de pena. - Lo lamento tanto… - Le dijo dándose cuenta de que aún tenía la maceta en la mano. Lo sentía por él, por Robert, hasta por la morocha que nunca se había levantado de su silla. Él quería abrazarla y contenerla. Le veía como el cuerpo todavía le temblaba, pero no dio ni un paso. - No es tu culpa - Le aseguró Robert acercándose a ella. - ¿Es verdad? Usted debe saberlo… Lo que dijo Lucas ¿es verdad? - Le preguntó en un ruego. Robert se encogió de hombros; si, era verdad, pero ni muerto saldría de su boca. - Todo lo que sé, Adele, es que acabas de actuar como lo hubiese hecho John. Eso puedo jurártelo - Con esas palabras buscaba reafirmarle que ella era Kenzie al 100%. No le alcanzó, Lucas le había plantado la duda en el
Robert lo recibió, ya era de madrugada. La cara de Francis le decía todo. - ¿Adele? - - Duerme… Ven conmigo, charlemos ¿quieres un café? - Gregory permanecía callado, solo quería oír lo que Francis tuviese para decir, quería saber cómo iba a solucionar todo ese problema. Se sentaron los tres, cada uno con una taza, mientras Robert le daba los detalles y le preguntaba cómo era posible. - No pude evitarlo… Una noche solo comenzó a decir estupideces… Que quería casarse con Adele, que estaba enamorado. Ella nunca me dijo lo de su departamento, si hubiese sabido le habría puesto un alto a Lucas mucho antes… Creímos que, con la distancia, él se olvidaría… Es un capricho - - Es más que un capricho, Francis. La ha estado persiguiendo desde que dejó tu casa. La amiga de Gregory, Clarence, que nos la recomendó, asegura que la ha ido a buscar a la Universidad también, por eso dejó de asistir - - ¿Cómo que dejó de asistir? - Él tampoco sabía eso. - Hace meses que no va - Intervino
Se dirigió a la cafetera y la encendió. Le daba la espalda mientras esperaba que el café terminara de llenar la taza y a Gregory se le iban los ojos por su espalda, por su cabello, por sus caderas. Había pasado la noche negándose una y mil veces esas sensaciones que ella le producía en el alma, pero también en el cuerpo. Pero la miraba, la veía moverse, hablar y solo flotar por el aire y esa resolución de hierro se disolvía. Volvió a la mesa con dos tazas y se sentó con él, en silencio. Su cara aun mostraba rastros leves de las lágrimas derramadas y él quería tanto limpiársela con los dedos. Hizo un sonido extraño, como un resoplo o un gruñido, y Adele lo miró extrañada. Llevaba la misma ropa. - ¿No dormiste? - Le preguntó. - No… no pude - - Lo lamento… - Todo era su culpa, estaba alterándoles la vida. - ¿Robert? - - Él durmió como un bebé, sigue haciéndolo… No te preocupes, lo que sucedió anoche puede resolverse - - No se suponía que me encontrara… - Le dijo medio ause
Francis quería llevarla de regreso, a su casa, bajo su cuidado; nadie mejor que él podía protegerla de Lucas. Pero no podía obligarla u ordenarle nada, tenía que ser su decisión. - Dime, hija… ¿Qué quieres hacer? ¿Volverás conmigo? - Adele dudó, no quería dejar a Robert… a Gregory. Y a la vez, extrañaba a Lele y la compañía de Francis. Volver significaría regresar a la boca del lobo, Lucas la tendría cerca y eso generaría más conflictos para todos. Aunque la distancia no haya funcionado, ella había aprendido a apreciar su independencia. - Quiero quedarme, padrino - Le respondió bajito, con un poco de vergüenza. Francis suspiró, sospechaba que eso era lo que iba a decirle. - ¿Estás segura? - - ¡Pero por supuesto! - Exclamó Robert irrumpiendo en la cocina. - Robert… - - No, no puedes decirme nada. Quiero que esta niña siga cuidándome… No me mires así, ya te llegará tu turno - - No quiero traerle más problemas - Le dijo Adele. - ¡Tonterías! Esta es tu casa, aquí eres p
Y un día, de repente, la morocha no apareció más. Ya no pasaba por Gregory, ni venía a la casa. Pero quien si comenzó a presentarse, y bastante seguido, era Hugo; Adele ya no tenía que mantener el secreto ni necesitaba esconderse y por fin podía volver a ver a sus amigos. Recobró algo de sus cosas y también la tranquilidad. - Déjame presentártelo, Adele ¿qué te cuesta? Es guapo, está en tercero y es soltero. Me aseguré de averiguarlo - - No, Hugo ¿para qué? - - Para que no te pases el tiempo aquí encerrada con estos dos abuelos. Salgamos y lo conoces, es amigo de una amiga - - Gregory no es un abuelo - - No, pero se comporta como uno - - Trabaja mucho, eso es todo - - Bueno, pero no estamos hablando de él, sino del amigo de mi amiga - - ¿Tiene nombre por lo menos? - - Eric… Vamos, querida, solo una vez. Harán una fiesta, van a ir todos. Me estuvieron preguntando por ti… - Hugo quería sacarla, como lo hacía siempre que ella se metía en su ostra. No entendía como alguien joven
Los días siguientes fueron muy incomodos para ambos; apenas se podían mirar a la cara. Gregory ya no bajaba por las mañanas temprano y se escondía toda la noche trabajando. La primer noche Adele no le llevó el café, la segunda tampoco y la tercera, menos. A Robert le fascinaba verlos esquivarse. Si conocía bien a su hijo, se estaba muriendo de vergüenza.- Es tu culpa por traer una mujer -- No me lo recuerdes, papá -- Es raro en ti ¿por qué lo hiciste? -- No lo sé… -Pero la cuarta noche, cuando la vio vestida para salir, esperando sentada junto al recibidor a que pasaran por ella, Gregory por fin entendió porque había hecho aquello. Tenía el cabello arreglado, la boca pintada, la falda corta y los zapatos altos; la postura delicada y relajada, no parecía de su edad. La espiaba callado detrás de la escalera.- ¿Vienen tus amigos por ti? - Le preguntó Robert.- Si, Hugo -- ¡Ah! Bien, bien… No regreses tarde ¿eh? Estas muy bonita, Adele -- Gracias, Robert -La vio subirse al auto d
La boda de Lucas y Sara llegó, pero trajo una nueva situación para Adele: Sara no la quería presente. La discusión involucró a todos: Francis, Norma, Lucas y los padres de Sara, que estaban al tanto de todo. Para Francis era peor que una ofensa y no quiso que nadie se lo dijese, él mismo iba a llamarla.Adele escuchaba en silencio todas las excusas y explicaciones que le daba su padrino, desesperado por hacerle ver que la decisión no era suya y que no estaba de acuerdo.- Pero es mejor así, padrino -- No, Adele, está mal. Eres parte de esta familia -- No te preocupes, de todas maneras, me hubiese sentido mal estando allí -De a poco la estaban apartando y, de alguna forma, ella lo estaba esperando. Eventualmente, dejaría de pertenecer, nunca lo había hecho.- ¿Cómo que no irás? - Preguntó Robert.- No, Sara no me quiere allí y no la culpo. De igual forma, me estaba poniendo nerviosa pensar en que debería ir -- Pero, ahora es una boda, no puedes solo dejar de estar con tu familia po