Huir, porque ya no quiero que duela

Otra vez un nuevo comienzo, un nuevo intento. Le dolía un poco tener que darle excusas falsas a Francis, pero no podía causarle problemas. Algún día, cuando todo pasara podría decirle la verdad. A su padrino le molestó mucho que dejase su departamento, intentó convencerla de que él podía solucionar la situación, que no estaba seguro de que se mudara a una casa extraña, aunque Robert estuviese allí. Pero terminó aceptándolo, no podía obligarla a cambiar de parecer si eso era lo que ella quería.

De a poco su niña empezaba a tomar más responsabilidad y a abrirse camino sola, eventualmente soltaría su mano para independizarse; pero si por él fuera la acompañaría por el resto de su vida. Se preguntó si John también la hubiese dejado volar por su cuenta. Aún recordaba esas tardes que pasaban juntos en su casa, mirándola corretear por el jardín; las miradas que Carmen le daba furtivamente, buscándolo. Él también la miraba, no podía evitarlo, y cada vez sentía ese peso de culpa.

Regresaba j
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