═∘◦✧◦∘═No supo de dónde sacó las fuerzas, para quedar completamente de pie. Pero le dio un par de golpes más con el bate. Al ver que Walter quedó inmóvil, lo remató. Dándole una patada en los testículos, haciendo que el hombre emitiera un gemido de dolor apenas audible.—Vas a pagar por esto, Cara —susurró el hombre sin fuerzas. —No lo creo —dijo sin soltar el bate, se limpió la sangre que le cubría el rostro con el brazo, dio una respiración profunda y le dio un último golpe en las costillas, Walter aulló del dolor—. Ya estamos a mano…El hombre, que había sido el amor de su vida, hasta ese día quedó inconsciente en el suelo. Cara miró hacia los lados y encontró su bolso y su teléfono celular encima de la cama. Los tomó y salió de la habitación apoyándose de las paredes hasta llegar a la puerta de salida. Tenía que moverse lo más rápido posible, porque no sabía cuánto tiempo Walter iba a estar desmayado.
═∘◦✧◦∘═Bastiaan estaba caminando de un lado a otro, como si fuera un león enjaulado. Nunca en su vida había sentido tan impotente. Comprendió en ese momento que el dinero no lo era todo. Por primera vez en mucho tiempo, recordó que era un hombre mortal, con virtudes y defectos. No como un cheque al portador con piernas, como muchos pensaban. A veces las personas que lo rodeaban era solo para tener algún beneficio de él. Lo peor es que estaba al tanto de eso, una sensación de vacío recorrió su cuerpo. No sabía el nombre de la chica que cayó encima del capó de su vehículo. Solo que había perdido la consciencia en el instante que supo que tendría ayuda. Estaba todavía sorprendido por su fortaleza, eso sin contar que sentía mucha curiosidad por saber quién la había golpeado de esa manera, y sobre todo el porqué.Mientras la llevaban en su auto hasta el hospital, sin importarle que la tapicería se manchara de sangre. Dentro de su bolso comenzó a sonar su teléfono celular. Sin dudarlo, reb
═∘◦✧◦∘═Aquellas palabras no consolaron a Astrid, y cuando Bastiaan salió la pudo encontrar en los brazos de Leander llorando desconsoladamente, mientras este le acariciaba con mucha ternura los cabellos —Yo debí insistir un poco más, me siento tan impotente en estos momentos —continuaba diciendo ella entre sollozos. —Nena, ya te dije que todo estará bien —Leander besó por encima de su cabeza. Dando un largo suspiro, Bastiaan se acercó a ellos. En ese momento sus sentimientos coincidían con las de su prima. —Astrid, sabes muy bien que lo que le sucedió a tu amiga, es algo que no podías predecir, así que sugiero que te calmes un poco. Si no tendrás que irte a casa a descansar —tenía que aparentar que todo estaba bien, y eso a veces era cansino. La respiración de la chica quedó atorada en sus pulmones por fracciones de segundo, sabía que Bastiaan no era una persona para llevarle la contraria, si no tenías pruebas contundentes para demostrar que él podía estar en un error. Aunque
═∘◦✧◦∘═—No lo entiendo tampoco, Bash —hizo una pausa, porque en ese momento llegó la chica con las tres humeantes tazas de café.—Solo tienen siete minutos para retirarse —les informó la chica, mirando su reloj de pulsera y al marcharse contoneando sus caderas más de la cuenta. —Grrrr —gruñó— ¿Quién se cree esta niña?—¡Basta, Astrid! —fue Leander quien la trajo de vuelta a la conversación. —¡¿Qué quieres que te diga?! ¡No sé qué paso! —exclamó con exasperación, y luego miró a su primo—. Cara, es una de las personas más nobles y más honestas que he conocido —hizo una mueca, y agregó mirando a Leander—. Tiene mucha más paciencia que muchos aquí. —¿Sabías que ella se dirigía a su casa al salir de la tienda? —cuestionó Bastiaan. —Sí, dijo que iba por algunas de sus cosas —se encogió de hombros—. Por esa razón estábamos comunicándonos por mensajería de texto —Astrid dio un largo suspiro—. Tuve el present
═∘◦✧◦∘═En el minuto en el cual iban llegando a la sala de espera, Leander se acercó a su amigo, poniendo la mano sobre su hombro. —Estás preocupado por la chica, ¿cierto?—Sí, hay algo que no me está del todo claro. —Sabes que no debemos interferir, pero al parecer Astrid la quiere mucho —le hizo mirar a su prima—. Será difícil no hacerlo, conociendo como es cuando se propone alguna cosa. —Estoy de acuerdo contigo, antes de que ella lo haga por su cuenta —Bastiaan se pasó la mano por la cabeza—. Aunque Astrid diga que no, pienso que el novio es el responsable que esté en una de las camas de este hospital.—También opino lo mismo. —Lo importante es que despierte, sin escatimar los gastos médicos —cruzó la mirada con Leander—. Al final de cuentas, es su asistente. Al pasar el umbral de la puerta, se encontraron a Astrid hablando con el doctor. —Nosotros nos haremos cargo de todo —la escuchó Leander y le dio una palmada en la espalda a su amigo, diciendo con ese gesto que sabían qu
═∘◦✧◦∘═Astrid se encontraba agobiada, puesto que habían transcurrido cuatro días, y Cara todavía estaba bajo coma inducido. Aunque el doctor Méndez le había dicho que estaba respondiendo de manera favorable al tratamiento, y que solo era cuestión de paciencia. Algo de lo que ella carecía, la hacía sentirse impotente.La puerta se abrió en ese momento con mucho cuidado, Bastiaan entró y se acercó a ellas. Le dio un beso sobre la cabeza a su prima, y no entendió el porqué con el torso de los dedos acarició la mejilla fría de Cara. Más que un impulso, fue una necesidad tocarla. —¿Pudiste averiguar algo de ese infeliz? —la voz de Astrid era fría. —Hasta ahora nada —Bastiaan apretó los dientes.—¿No se supone que eres lo suficientemente rico como para tener a mucha gente tras la pista de ese mal nacido? —ella le reprochó. —Lo mismo me pregunto a menos que lo estén ocultando. Bastiaan dijo aquello más para sí mismo, que para su prima. —¿Por qué dices eso? —se giró para mirarlo estrech
═∘◦✧◦∘═Cara se sentía desorientada, no había abierto los ojos, y sabía que estaba un tanto mareada. El frío y el olor a alcohol, subieron por sus fosas nasales. Supo que no estaba sola, porque aunque no era muy cerca, podía escuchar unas voces a su alrededor. Se sintió frustrada, ya que por más que lo intentaba, una y otra vez su cuerpo estaba tan pesado que no podía moverse. —¡¿Cómo que el tiempo de visita ha terminado?! —exclamó una mujer con voz furiosa que le resultaba muy familiar.—Usted puede ver que está dormida, no va a darse cuenta de que está aquí —replicó su interlocutor. —Pero puede despertar, el doctor Méndez dijo que ella estaba recuperándose satisfactoriamente, y que en cualquier momento podía despertar —insistía la chica—. Quiero estar ahí cuando eso suceda, y usted no podrá impedirlo. —Señorita, recuerde que solo estoy cumpliendo con mi deber —el hombre estaba perdiendo la paciencia. —Su deber es con la ciudadanía, no debería de olvidar eso. —Es usted quien está
═∘◦✧◦∘═—¿Y usted quién se cree para no dejarme pasar? —cuestionó una voz masculina afuera de la habitación—. Tengo todo el derecho del mundo a ver cómo está. Cara se despertó de golpe, con el corazón agitado, porque esa voz la conocía muy bien. Tampoco entendía el porqué había una persona afuera controlando las entradas y salidas de las personas que iban a verla. —La señorita Wanke, tiene visitas restringidas.—Pues, me importa una mierda lo que usted diga, voy a pasar y punto. El recién llegado entró de igual forma a la habitación, se detuvo en seco al verla. —¡Oh, Dios! —exclamó dando un paso hacia ella—. Lo siento tanto, cariño. Soy un completo idiota —se inclinó un poco más para acariciar sus cabellos enredados— ¿Cómo pude hacerte esto? Cara apretó de manera inmediata el botón para llamar a la enfermera. Puesto que no se sentía segura, con Walter a su alrededor. No sabía lo que había pasado con e