═∘◦✧◦∘═El silencio reinó por varios segundos, lo que le pareció a Cara una eternidad, que junto a la incertidumbre de no saber nada hizo que su respiración fuera forzada.—Te hice una pregunta, Astrid —el tono en la voz de Cara, era ronco por el tiempo que había permanecido en el coma inducido, el dolor en la garganta había desaparecido un poco. —Cara… yo… El hombre que acompañaba a Astrid, se sintió fuera de lugar. Tenía los dientes apretados, mientras miraba de un lado a otro incómodo. —Es mejor que me retire y las deje hablar a solas —le dio un beso por encima de la cabeza a Astrid, y le hizo un gesto a Cara. En cuanto observó la puerta, cerrarse, presionó a su amiga. —Por favor, dime la verdad —suplicó.—Tienes una demanda por agresión…—¡¿Qué?! —chilló Cara completamente confundida—¿Demanda? No entiendo a qué te refieres. —Fue Walter —le informó Astrid.Cara cerró los ojos, no podía ser cierto. Esperaba que fuera una pesadilla, Walter no podía actuar de manera tan baja. Lo
═∘◦✧◦∘═—Toma —le entregó a Cara su teléfono celular y lo puso debajo de sus sábanas—, espero que no te lo pillen. Cara solo asintió, al momento en que Astrid la abrazó para despedirse, una lágrima rodó por su rostro magullado todavía. —Gracias, Astrid. No sé qué sería de mí sin ti. —No te preocupes, cariño. Una vez más, el oficial entró a la habitación, y ella le hizo gestos a Cara de que ocultara bien su teléfono celular. —¡Está bien, oficial! —alzó las manos en exasperación— Ya vamos de salida. —Buenas noches, Cara —le dijo Leander, y ella contestó con asentimiento de cabeza. Cuando la puerta se cerró sintió que la soledad llegó de golpe y se había instalado en el lugar como si le perteneciera. Miró hacia el blanco techo, y cerró los ojos. Se preguntó en qué momento había permitido que su vida girara en torno de Walter. Al punto de dejar a un lado a su hermano menor. Estaba preocupada por él, iban vario
═∘◦✧◦∘═Cara apenas había reaccionado a las palabras de Leander, no podía creerlo. Era cierto que lo que había descubierto de Walter era muy comprometedor, pero cuando la visitó apenas hacía unas pocas horas sintió que en el hombre, todavía quedaba un poco de amor hacia ella.«¿Toda aquella disculpa era solo para que le entregara la foto?», se cuestionó.—¿Estás bien, cariño? —Astrid interrumpió sus pensamientos poniendo una mano sobre la de ella.—Sí, lo estoy —miró a Leander—. No tengo ningún enemigo —dio una respiración profunda—. Al menos hasta ahora, no lo tenía. Tampoco se el porqué, soy una mujer común y corriente. «¡Pagarás las consecuencias!».Aquellas palabras, por parte de Walter, estaban en su cabeza y desgarraba su corazón una y otra vez. —Tendremos que averiguarlo entonces —habló Astrid.—¿Estás segura de que no sabes por qué esta noche intentaron matarte? —presionó de nuevo Leander. «Has m
═∘◦✧◦∘═Bastiaan estaba furioso, mientras Leander le había informado de lo ocurrido. —¿Cómo la policía puede ser tan inepta? —le había preguntado a su mejor amigo. —No lo sé, pero esto está cada vez más raro —había confusión en la voz de Leander.—¡¿Y es que hay más?! —inquirió Bastiaan con incredulidad. —¡No me lo vas a creer! —hasta él mismo estaba asombrado. —¡Maldita sea, Leo habla de una jodida vez! —el temperamento de Bastiaan estaba aflorando. —El hombre que le proporcionó la golpiza a Cara, es nada más y nada menos que Walter Johnson. —¡¿Quién?! —Bastiaan no lo podía creer— ¡No juegues con mi mente!—Para mí también fue una gran sorpresa enterarme de que el asesor de Ernesto Samper fuera un maltratador de mujeres.En ese instante, para Bastiaan todo tuvo sentido. Era obvio que Samper lo había ayudado, recordó su llamada informándole de que había tenido una emergencia familiar. Pero surgió una duda: ¿Era su cómplice? De ser así, ¿por qué lo protegía? —¿Samper y Johnson s
═∘◦✧◦∘═Bastiaan cuadró los hombros, por el momento se sentía victorioso. Había matado tres pájaros de un solo tiro, se deshizo de la imagen de conducta intachable, que Raissa tenía en frente de su madre, a Néstor le dejó claro que no tenía ninguna relación con su hija, esperaba que este le prestara un poco de atención, ya que por lo que le habían informado iba rumbo al libertinaje. Y por supuesto, a Minerva, una vez más, le hizo saber que no estaba dispuesto a que se entrometiera en su vida privada.—A veces tu comportamiento deja mucho que decir, Bash —su madre le reprochó en el instante en el cual el vehículo arrancó—. Actuaste como si Raissa fuera tu enemiga. ¿Cómo has podido hacer eso?—No es mi enemiga, pero es una loba disfrazada de cordero y esa hipocresía no me gusta. Te has dejado engañar por ella, no parecen cosas tuyas, mamá. —¡Por Dios, Bash! —Minerva exclamó indignada—. Raissa es muy buena chica, la conozco desde que estaba en el vientre de Alcina. —Pero no sabes nada d
═∘◦✧◦∘═Cara estaba mucho mejor, en su rostro sus golpes ya estaban de un color amarillo, lo que decía que ya estaba mejorando. Le habían quitado la venda del ojo, pero el médico le informó que iba a necesitar lentes, ya que la lesión fue grave. El dedo meñique de su mano derecha, había quedado con poca flexibilidad. Eso no le importaba mucho, tampoco la pequeña cicatriz que le había quedado por encima de la ceja, y otra debajo de su barbilla. Un recordatorio de que Walter había pasado por su vida. Ya no estaba esposada a la cama, pero igualmente tenía incertidumbre. Los familiares de Astrid, que la habían ayudado más de la cuenta, lograron que se quedara un par de días más en el hospital. Ellos decían que era para ganar tiempo. Uno de los oficiales que la resguardaban le comentó que la contrademanda que le hizo a Walter, estaba procediendo. También, estaba bajo averiguaciones. Ya que se habían descubierto cosas que no sabía, como por ejemplo que le debía una suma fuerte de dinero a
═∘◦✧◦∘═La chica iba de salida, cuando tropezó en la puerta con un hombre alto. Demasiado guapo para su propio bien. —Disculpe —dijo ella de manera tímida, y salió prácticamente que corriendo de la habitación. Era imponente, con cuerpo atlético. Piel bronceada, cabello oscuro, rostro varonil con una nariz perfilada. Su boca era grande, con labios gruesos. Era obvio por la perilla oscura bien arreglada que los cubría. Sus ojos eran de un verde hermoso, pero brillaban con un toque de peligro, recordando a la bruma del mar. Bordeado por gruesas y largas pestañas, cejas pobladas. Aunque estaba vestido con un jeans desgastado, una camiseta negra y una chaqueta de cuero, y botas al estilo Chukka. Era obvio que el dinero, para él recién llegado, no era un problema. Además del delicioso perfume costoso de hombre, lo delataba. Pues inundó toda la habitación, en sus manos llevaba un ramo de rosas blancas. —Lo siento, no quise interrumpir —aquella voz grave, pausada y con un acento, la hizo p
═∘◦✧◦∘═Cara observaba la ciudad mientras iba de camino a la estación de policía. No se merecía aquello, le reprochó a la vida. Todos sus sueños se habían esfumado, todas sus esperanzas se marchitaron. Sin embargo; se preguntó en ese instante qué debía hacer. Estaba entre la indecisión de quedarse callada o entregar las fotos que tenía de Walter con su amante o hacerle frente a la situación. «¿Por qué debo actuar como cobarde?», se cuestionó. Nunca lo fue, incluso cuando sus padres murieron. Jonas prácticamente era un bebé y ella estaba entrando a la adolescencia. Se fueron a vivir con su abuela; y aunque su familia era muy pequeña, se sentía bendecida. Walter, en un tiempo, fue para ella el príncipe azul con su armadura reluciente. Nunca la abandonó, nunca la dejó atrás. Hasta hacía unos meses, en los cuales él había cambiado completamente. Pensó que la falla era por parte de ella, que le estaba exigiendo demasiado. Tal vez su necesidad de formar una familia, un hogar. Lo había ago