═∘◦✧◦∘═Cara se encontraba en el salón de clases, aunque al principio se había sentido un poco desconcertada por no tener fluidez en el idioma italiano al conversarlo, se le hizo sencillo escribirlo. Ya que había pasado dos años utilizando una aplicación en su teléfono celular, había aprendido un poco de manera autodidacta. Agradeció por la presencia de Rafaela, una joven italiana que también estaba en clases con ella. Ella se había encargado de ayudarla en todo lo que necesitaba, incluso le consiguió un pequeño apartamento muy cerca de la zona universitaria y por un precio que para Cara fue imposible de rechazar. Estaba centrada en lo que quería y hacia donde iba, su sueño era alguna vez poder administrar su propio negocio. Inter diario se comunicaba con Astrid, y le recordaba que volvería y que por favor en lo laboral esperara por ella. Su amiga no podía negarse a tal petición, y le dijo que no se preocupara
═∘◦✧◦∘═Después de ponerse de acuerdo con Rafaela al lugar a donde irían y la hora, pasó primero por una tienda para comprarse algo de ropa que ponerse, ya que no había llevado equipaje, y todo lo iba comprando a medida que lo necesitase. La lección aprendida en Brookspringscon su casero, le hizo pagar por adelantado la renta y eso para Cara era un alivio. Puesto que solo se preocupa por algunos gastos, mínimos. Así que podía darse de vez en cuando un gusto, aunque lo que ella quería era conocer algunos lugares específicos de Italia. Por supuesto, la curiosidad creció por las recomendaciones de Bastiaan que incluso hasta se ofreció para ser su guía turístico si se lo permitía. Luego de una hora de dar vueltas por un centro comercial buscando algo adecuado, llegó a casa. Su castillo, como ella le decía. La paz que encontraba en esas cuatro paredes, al abrir la puerta, era indescriptible. Su apartamento er
═∘◦✧◦∘═Una de las razones por las cuales el comportamiento de Cara era un tanto tímido era por la barrera del idioma, a pesar de que ya lo dominaba bastante bien. Gracias a la fascinación por la lengua, como por Rafaela. Quien durante la primera semana le había servido de guía y traducción, la conexión entre ambas chicas fue inmediata. Pero no al nivel de Astrid, porque entre ellas, más que una amistad, era una hermandad sin lazos de sangre. —¡Qué bueno que viniste! —exclamó Rafaela, abrazándola y acompañada de dos de sus amigos. —Sí, aquí estoy —le respondió. —Estos son mis amigos: Dante, Marcelo y Josefina —soltó una risita—. Pero por cariño le decimos Chepina. Todos al parecer eran de su edad, y ella estaba bien con eso. —Soy Cara —dijo con voz suave, y les saludó con la mano.Aunque Rafaela hablaba muy rápido, típico de los italianos. Ella estaba orgullosa de haberle entendido perfectamente. Con un
═∘◦✧◦∘═—Bastiaan, no tienes que explicarme nada —trató de usar su voz más calmada—. Solo tenías que decirme que venías a Milán a verte con una chica. «Y la maldita casualidad de que es mi amiga», pensó y sin mirarlo dio la vuelta para seguir con su camino. —Es cierto, vine por una chica —Bastiaan le confirmó tomándola de la mano—, y esa eres tú. No entendía el porqué de aquellas palabras le desgarraban el corazón, al mismo tiempo que lo hacía palpitar con esperanza. Cerró los ojos, respiró profundo y con el torso de la mano se limpió las lágrimas. Agradeció que la luz de la calle era baja, no quería que la viera llorar. —Ya no importa, Bash —Cara se giró y se encogió de hombros soltando su mano.—¡Joder! —espetó furioso, encerrando su delicado rostro entre sus manos— ¿Crees que vine aquí por Rafaela? —pegó su frente a la suya, al mismo tiempo que la acariciaba con la nariz— ¿Crees que las veces que hemos
═∘◦✧◦∘═Apenas Cara llegó a abrir la puerta, fue arrollada contra la, un jadeo de asombro brotó de sus labios cuando sintió el calor que emanaba del cuerpo Bastiaan y su embravecida erección en su trasero. Agradeció su costumbre de siempre dejar la luz de una de las lámparas de la sala al salir, porque aunque se conociera el pequeño apartamento estaba segura de que su efecto en ella la haría desorientar. —Deja de tentarme —susurró con voz gutural en su oído, y luego acarició desde el lóbulo de oreja hasta su cuello con la punta de la nariz. Cara no prestó atención a sus palabras, y lo que hizo fue erguir su espalda. Quería ser la mujer que rompiera sus esquemas, la que lo llevara al límite. Necesitaba comportarse en ese instante como una egoísta, se obsesionó en ese instante con hacerle hervir las sangre en las venas. Al punto que olvidara cualquier encuentro sexual antes de ella. Se había vuelto loca por
═∘◦✧◦∘═Sus cuerpos parecían estar ardiendo en fiebre, la lujuria los tenía en ese estado. Apenas Cara rompió el beso en busca de aire, Bastiaan la devoró en un beso. No quería que se alejara de él, bajo ningún concepto. La tentó y la conquistó con sus tácticas diestras, propias de un hombre con mucha experiencia en como lograr hacer vibrar de deseo a una mujer. Cualquier pensamiento coherente dejó de existir en la mente de Cara cuando ella comenzó a ondear sus caderas sobre él. En el instante en que sus sexos se alinearon, y aquella dureza presionaba su palpitante clítoris. Estaban perdidos en el placer, Bastiaan puso una mano sobre una de sus caderas, y con la libre le sujetó la barbilla. —Mírame, Cara —inquirió rompiendo el beso, su voz era más grave de lo normal—. Todavía necesitamos hablar. —Después —fue lo que ella susurró antes de mordisquear su labio inferior y volverlo a besar. Esa vez fue más dem
═∘◦✧◦∘═El día de Cara no pudo haber empezado peor, había tenido una discusión con su novio de toda la vida, Walter. Por cuestiones de dinero, no había pagado la renta del departamento en donde vivían, y el casero les pidió que desalojaran.—El éxito de hoy te lo debo a ti —expresó Astrid, con una sonrisa, mientras miraba su laptop y con cara de ilusión agregó: —Tenemos pedidos, para unos dos meses, esto es simplemente magnífico. En el instante en el cual Cara iba a contestarle, su teléfono celular comenzó a sonar. No tuvo necesidad de mirar el identificador de llamadas, pues sabía que era Walter. —La persona es insistente —comentó Astrid, frunciendo el ceño. —Puede ser —se encogió de hombros—, realmente no me importa mucho. Puso el aparato encima del escritorio, pero después este comenzó de nuevo a sonar. “Número desconocido”.—Diga.—Buenas tardes, señorita Wanke le habla Carlos Rodríguez. Subgeren
═∘◦✧◦∘═Bastiaan Karagiannis, se aflojó el nudo de su corbata, mientras le daba un trago a su fino whisky. Estaba agotado, había pasado el día entre vuelos y reuniones. Cuatro inversionistas querían tener negocios con él. Parecían ser buenos en lo que hacía y sobre todo estables, pero solo una de ellas no le dio buena espina. Ernesto Samper, y su impaciente asistente Walter Johnson. Este último parecía ser de las personas que no les importaba hacer cualquier cosa por dinero. Sin embargo; iba a arriesgarse, porque Soluciones y Proyectos, Inc. Era la única de todas las empresas de las que había entrevistado, que por alguna extraña razón cumplía con los requisitos y normativas que solicitaba. Además, tenía un curriculum empresarial impecable, algo que le pareció completamente sospechoso. Cerró los ojos porque en ese instante la voz por los parlantes de su avión le indicaba que despegarían en cinco minutos.