Juls
Malcom tiende su mano frente a mi y yo la tomo sin dejar de sonreír, él parece divertido por mi reacción, pero sinceramente ahora mismo no me importa. estoy en París y nada va a arruinar mi felicidad. Cuando bajamos de las escaleras de embarque me sorprendo al ver que aquí, en este aeropuerto también hay todo un protocolo para recibir al hombre a mi lado.
Que los trabajadores igualmente inclinan respetuosamente su cabeza y que más de una mujer le ha lanzado miradas insinuantes desde que llegamos, lo que sinceramente hace que una sensación muy parecida a la gastritis se forme en mi estómago.
Una de las señoritas insinuantes camina hacia nosotros en el momento que bajamos de las escaleras. Tiene los labios pintados de un rojo muy vivo y su unifo
JulsVamos a compartir habitación. Eso es algo de lo que pensé que no tendría que preocuparme, porque en el momento en que hablamos de este viaje fui clara al decir que esta era mi única condición, así que no puedo fingir que me siento cómoda cuando en realidad estoy molesta. Molesta con él por aprovecharse de la situación y molesta conmigo por haberlo permitido. Hago todo el camino en el ascensor en silencio, Malcom intenta en vano meter conversación, pero prefiero fingir que solo estoy aquí con el amable hombre que lleva las maletas, y que su presencia no es más que un holograma, hasta que él finalmente entiende la indirecta y guarda silencio. Aunque no paso por alto las miradas de reojo que me envía cada tanto.Cuando el ascensor se detiene en el último piso del hotel, soy la primera en apresurarse a bajar y espero hasta que el botones deja con cuidado nuestro equipaje frente a la puerta.—Muchas gracias—le digo, dándole una sonrisa que él, aunque no se si me entiende, pues yo
Por un momento Malcom parece no poder creer que esa ha sido mi respuesta. Veo cómo su rostro pasa por distintas emociones en menos de diez segundos. Empieza por la confusión, pasa a la incredulidad, atraviesa la emoción y termina finalmente en esa, ya conocida, cara de diversión y picardía que me enloquece, en más de un sentido.—Puedes tomarte el tiempo que quieras, niña buena— Me dice y su voz baja y ronca hace cosas muy malas en mi estómago— Yo voy a respetar sea cuál sea tu decisión.—Gracias.—La sonrisa que le estoy dando me gustaría decir que es forzada, pero lo cierto es que me ha salido tan natural que ni siquiera he tenido tiempo de detenerla.Él me regresa una el doble de grande que la mía y yo de inmediato me sonrojo como tonta. No tengo que verme en un espejo o decírmelo él para saber que tengo las mejillas encendidas, yo solita puedo sentir como se calientan y amado Dios, ahora mismo quisiera golpearme contra una pared por ser tan obvia. Mis manos viajan a mis mejillas,
MalcomEsta niña me va a matar. No se que mierda es la que me pasa cuando estoy junto a ella que termino comportandome como un puberto cachondo o un puberto enamorado, pero en cualquiera de los casos no soy el Malcom de siempre. No soy la persona que me prometí que sería en el momento que entre a rehabilitación. Y aunque en un principio me dije que debía mantenerme lo más alejado posible, ahora mismo soy consciente de que lo último que quiero es poner distancia entre la niña buena y yo.Cuando tomé la decisión de alquilar una sola habitación, sabía que corría el riesgo de que ella se molestara. Sabía que las cosas podían ponerse tensas y por eso es que tengo reservada una habitación un poco más sencilla para mudarme en caso de que ella así lo quiera, sin embargo, escucharla decirme que confió en mí y que yo lo arruiné, fue como recibir un golpe directo a mi cara. Pero tampoco soy tonto, sé por la manera en que su cuerpo reaccionó al escucharme, su miedo al entrar a la habitación y e
MalcomSoy testigo de cómo todo en ella cambia al escucharme. La manera en que su espalda se endereza, la forma en que sus músculos se tensan, su quijada se contrae y su mirada se desvía de la mía, como si no pudiera soportar mirarme a los ojos. Soy testigo de cada una de estas acciones en la niña buena, mientras que siento como la rabia empieza a formarse dentro de mi, porque puede que yo no sea psicologo, pero tampoco soy estúpido y su actitud solo me demuestra lo que ya sospechaba: Le hicieron algo.No quiero presionarla a que me de una respuesta ahora mismo, pero tampoco quiero dejar el tema olvidado, por lo que decido dejarlo a su elección, pero dándole un pequeño incentivo.—No tienes que decirme nada que no quieras, niña buena— ella sigue sin mirarme, por lo que llevo mi mano a su rostro y con cuidado hago que me mire—Qué te parece si hoy nos tomamos el día para salir y disfrutar de la ciudad, si al final de la noche te sientes cómoda para hablar entonces yo te escucharé y tam
JulsEl corazón me está latiendo muy, muy fuerte. Y es que nunca, en mis veintidós años de vida, había tomado la iniciativa con un hombre, pero hoy simplemente no pude evitarlo. Estoy cansada de resistirme, de simplemente ser una espectadora. No quiero seguir en la banca. No mentí cuando dije que él es mi dulce pecado. Lo ha sido desde el primer momento en que lo vi. Dios, es que parece que hubiese sido hecho para poner a prueba mi resistencia, al igual que mi paciencia, y debo admitir que los prejuicios no fueron solo de parte de él al catalogarme niña buena. Yo también creí que él no era más que un imbécil millonario que solo le importaba él mismo. No he podido estar más equivocada. Malcom no ha hecho más que cautivarme, aunque de una manera poco convencional. Me ha mostrado en estos pocos días que puedo vivir mi vida como a mí me plazca y que no por eso debo sentirme mal.Termino de ajustar mi vestido, porque evidentemente no iba a salir a pasear por París con la ropa de vuelo. Y
MalcomLa cara de Juls ahora mismo no tiene precio. Luego de haberla llevado al restaurante, pensé que iba a ser complicado superar esa impresión, pero viendo ahora cómo sus ojos están brillantes y su sonrisa enorme ocupa todo su rostro, veo que me equivoqué. Ella parece vibrar de la emoción y el solo hecho de verla así me tiene sonriendo como un idiota, mientras la tomo de la mano y nos guio hacia donde está el yate que me encargué de reservar.Hace mucho tiempo que no hacía este tipo de cosas. Preparar un viaje con una chica, hacer planes para impresionarla… Joder, hace mucho que no busco impresionar a nadie. Después de ella toda mi vida sentimental se resumió ha tener sexo sin compromiso, a masturbarme como loco y a consumir lo primero que me ofrecieran. En resumidas cuentas, era un asco. No voy a mentir y decir que desde el momento en que vi a la niña buena supe que esto pasaría porque sería mierda, de hecho lo primero que sentí al verla por primera vez fue irritación. Toda el
JulsDecir que estoy nerviosa se queda corto. Sigo a Malcom por la cubierta del yate hasta que llegamos a las escaleras que llevan a la parte inferior y lo que él denominó “la zona de descanso” por cada paso que doy siento como mi corazón golpea con fuerza dentro de mi pecho.No se qué se supone que deba esperar de esta sopresa y me asusta pensar que mi debil y tonto intento de coqueteo vaya a resultar jugandome una mala pasada.Cuando llegamos al piso caminamos por el pasillo hasta que Malcom abre una de las puertas y es ahí, justo en el momento en que veo lo que hay dentro, cuando los nervios y el miedo por lo que veo y dónde estoy me golpea. Una habitación. Malcom me ha traído hasta una habitación, él ya se encuentra del todo dentro y lo veo llegar hasta enfrente de la cama y empezar a mover las sábanas dobladas en forma de pato o cisne, no tengo idea de que sea, mientras que mis pies parecen haber quedado anclados al suelo.Creo que de mí acaba de salir algún tipo de sonido o ex
Lentamente aflojo el agarre que tengo sobre su cuerpo y doy un tentativo paso hacia atrás para liberarlo y es así como veo como el cuerpo de Malcom se gira y en menos de dos segundo tengo esos hermosos ojos azules viendome con fijeza.Recorren cada centímetro de mi rostro, deteniéndose en mis lágrimas que corren libres por mis mejillas, hasta que terminan fijos en los míos, su mirada parece menos enojada que hace un momento, pero sigue pareciendo distante y Dios como lo odio.—Lo lamento— vuelvo a decir como disco rayado y él solamente me mira. Sus ojos parecen querer atravesar mi cabeza y saber todo lo que tengo dentro.—¿Qué es exactamente lo que lamentas, Juls?— Nunca pensé que extrañaría tanto un apodo como ahora, porque justo en estos momentos quiero oírlo llamarme niña buena, en lugar de Juls.No se como empezar a explicar la situación. Cómo decirle que el miedo que he sentido no ha venido de él, sino del hecho de que la situación me trajo malos recuerdos. No se como hacerlo p