Capítulo 28.

Duncan.

-¿Agua, mamá? - Pregunté con suavidad cuando despertó.

-Eres un ángel. - Dijo adolorida mente. - Agua y mi medicina para el dolor, por favor.

El hospital nos había dado una alta voluntaria con un montón de papeles para el cuidado de mamá post operatorio.

Tuvo que ser así ya que no quería abusar de la institución que amablemente se había ofrecido a patrocinar un par de noches en el hospital. Unos verdaderos ángeles.

Me había quedado junto a ella pendiente de cada respiración y gemido, así como del vendaje de su herida para que no tuviera una infección.

Todo estaba bien por el momento, de hecho era sorprendente que la cicatriz comenzara a desinflamarse a velocidades alarmantemente buenas.

Los milagros se seguían acumulando para mi pequeña familia y yo solo quería llorar de felicidad.

Le pasé sus medicinas y le ayudé a recostarse sobre la camilla.

El señor Linden y la abuela habían dejado quedar en su propia ala médica para que no tuviéramos que preocuparnos.

Y hablan
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