Duncan. -Ocho. -Si. -Dije con calma. La cara de mis dos amigas era un poema. -Espera, ¿Ocho? -Si. Megan y Stella se miraron con incredulidad. Habían pasado un par de semanas desde que mi vida había cambiado (nuevamente) y esta vez para mejor. Vivía con mi pareja, mi madre estaba feliz de integrarse a la manada (sobre todo cuando supo de esos ocho) y mi familia política me gruñía una vez al día solo por diversión. Yo no podía ser más feliz. Había esperado a que Stella regresara por fin de su Luna de miel para poder reunir a mis amigas y hablarles de lo que había estado pasando conmigo. Quería sorprenderlas. -Y dices que eres un Alfa. - Dijo Stella despacio. -No sé por qué es tan difícil de creer. - Dije divertido. - Megan también es un Alfa. -Bueno, Megan tiene pinta de una. - Dijo Stella y Megan asíntió. -Eso es discriminación. -Esto es la verdad pura y dura, querido Duncan. - Dijo Stella agitando una mano para restarle importancia. - Más allá de eso, cr
Ema. (Día de la boda) Vi desde una distancia segura a la compañera de mi hermano. Era una chica bonita, así que sonreí al imaginarme a mis pequeños sobrinos corriendo entre mis piernas cuando les enseñara sobre su primer transformación. Este era un papel que tomaba alguien de la familia ya que los padres solían ser demasiado sobreprotectores como para dejar que descubran su transformación por ellos mismos. Así que era mejor que algún adulto los supervisara y los guiara. Mamá había muerto cuando yo era muy joven y a papá no le importaba lo suficiente, así que fue mi hermano mayor quien me guió para el cambio. Yo haría los mismo por mis sobrinos. Un escalofrío recorrió mi piel y aparté la mirada de mi hermano y su pareja. Esto del celo no eran tonterías. Observé al resto de los invitados y rápidamente me di cuenta de en dónde estaban ubicadas las diferentes especies del lugar. A un costado de la mesa de los novios se encontraban los osos. A los humanos debían parecerles un grupo d
Miré conmocionada el lugar por el que había llegado ese auto volador. Un grupo de lobos se encontraba bailando, riendo y tomando el siguiente auto. ¿Qué demonios le habían puesto a las bebidas? Ese comportamiento no era normal. Giré para correr y largarme del sitio, pero no me moví. Miré hacia abajo para ver al grandote caído. Me mordí un labio mientras pensaba en mis opciones. Él me había ayudado; quizá porque quería algo de mí ya que había querido reclamar enseguida ese favor, pero no importaba. Tenía una deuda con él y no podía dejarlo aquí afuera a su suerte con todos esos lobos jugando a lanzar autos. Las punzadas en mi vientre eran cada vez peores por lo que debía tomar una decisión rápido. Suspiré y me agaché para levantar un poco al tipo. Justo como parecía, pesaba un montón y ni toda mi sangre de pantera podían con el peso extra. Gruñí molesta mientras pasaba otro auto volador. Cayó a pocos metros de nosotros, por lo que intenté de nuevo sostener aunque sea la
Corbin. Mentiría si dijera que la morena que había entrado al salón junto al padrino no me había llamado la atención. Era toda tentadoras curvas envueltas en un paquete azul profundo que combinaba con sus ojos oscuros. Mi tipo de hembra. La estuve observando los pocos minutos que estuvimos ahí. El padrino se había ido con una de las madrinas, por lo que no venía con ella como pareja. Después comenzó a rechazar a un par de pumas que se le acercaron. No fué hasta que el aroma del celo inminente llegó a mis fosas nasales que entendí su bonito rubor y nerviosismo. Ah, la hembra había venido a buscar un compañero de cama. Era una lástima que no estuviera interesado en una noche de puro instinto y en tener cachorros con alguien que no fuera mi compañera.Aparté la mirada después de eso. Stella llamó mi atención y me pidió que cuidara de algo de dinero mientras todo se descontrolaba. Casi sonreí. Esa humana era la cosa más divertida que me había encontrado en años, así que solo asen
Ema. Para mí pasaron horas en las que el extraño se sumergió entre mis muslos para hacer cosas vergonzosas con su lengua.Había perdido la cuenta del número de veces que me llevó al orgasmo, lo calmó y lo volvió a reconstruir.Estaba sudando y me quedé sin voz en algún punto, por lo que ya solo emitía suspiros y quedos gemidos que parecían gustarle aún más que las palabras. Mi celo seguía palpitando dentro de mi vientre, solo que se calmaba por unos segundos antes de explotar de nuevo junto a su habilidosa lengua. -Ah, si pudieras ver lo bonito e hinchado que está... - Murmuró más para sí mismo que para mí. - Estás tan lista... ¿Me negarás lo que he construido con tanto trabajo?Yo negué salvajemente con la cabeza.Para este punto, si aún tuviera intactas mis cuerdas vocales, le estaría rogando en la posición de cualquier gata que buscaba a un macho.Incluso movería el trasero en clara invitación si mis músculos me respondieran.-Palabras, pequeña gatita. - Dijo con voz oscura y di
Sentía un poco de incomodidad entre las piernas. Abrí los ojos y me encontré recostada sobre el pecho del oso. Dormía plácidamente, pero con cada una de sus respiraciones podía sentir cómo entraba un centímetro y luego salía de mi feminidad un poco. Me sonrojé. Ni siquiera dormido quería dejar de follarme. Intenté inclinarme hacia adelante y sacarlo del todo pero unas fuertes manos me sostuvieron en el sitio. El oso abrió los ojos. -No. Yo parpadeé. -¿No qué? -No te muevas. Aun quedan rastros de tu celo. -¿De verdad? - Pregunté extrañada. Ya no sentía dolor, calor o ganas de que me montara salvajemente... bueno, tal vez esto último sí pero creo que se debía principalmente a que me gustó mucho lo que hicimos por horas. -Si, aún lo puedo oler. - Dijo levantando su pecho para que ambos estuviéramos sentados. Gemí al sentirlo completamente dentro de nuevo. Sostuvo mi cabeza y me atrajo a un beso mientras comenzaba a mover las caderas. Estaba equivocada. El fuego aún se enco
-Espero que ninguno de esos sea mi maldito auto. - Gruñó Corbin antes de comenzar a inspeccionar vehículo por vehículo. Le deseaba suerte reconociendo su auto entre el cementerio de autos que fueron utilizados como leña para hoguera. Muchas hogueras. -Mientras estás en eso, veré si de casualidad está la administradora para que nos preste su teléfono. - Dije yendo directo a dentro. Escuché un montón de maldiciones a mi espalda antes de llegar a la recepción. El lugar era... un caos. Hubo una celebración muy salvaje por aquí. -¿Hola?, ¿Hay alguien aquí? Nadie respondió así que me aventuré a recorrer todo el terreno. No había ni un alma.Me encogí de hombros y fuí hacia el sitio en el que había visto el "tocador" de damas. Ya que estaba aquí, aprovecharía el llamado de la naturaleza.Me pareció un poco extraño que el pequeño pasillo que conducía a los baños estuviera lleno de agua, pero lo ignoré.Entré y miré con horror el sitio.Las tuberías estaban rotas. Los sanitarios habían
-¿Qué es lo que haces en tu manada, Ema? - Preguntó casual mientras terminábamos con nuestros pescados.-Mi manada tiene una empresa de tecnología, así que ayudo a mi hermano con eso. - Dije encogiéndome de hombros. - Descubrí desde muy pequeña que yo no servía para las tareas de las lobas y, después de la muerte del Alfa anterior, mi hermano me permitió estudiar y tomar algunos cursos.-¿De qué? - Preguntó con interés.-Idiomas e informática. -¿Y eso te gusta? -Mucho. Me encantan las computadoras y todo lo que tenga que ver con la programación; además, es liberador poder maldecir a los machos en tres lenguas distintas con una sonrisa sin que se sientan ofendidos.Él se echó a reír.-¿Frase favorita?-Ton cerveau est aussi petit que ta virilité*.-Ah, el idioma del amor. Pocos entenderían una mierda. - Dijo de acuerdo. - Impresionante.-Gracias. -Dije con modestia. - ¿Qué es lo que haces tú?-Soy un administrativo mal pagado. - Dijo con un suspiro. - Tengo a mi cargo a un montón de