Miré conmocionada el lugar por el que había llegado ese auto volador. Un grupo de lobos se encontraba bailando, riendo y tomando el siguiente auto. ¿Qué demonios le habían puesto a las bebidas? Ese comportamiento no era normal. Giré para correr y largarme del sitio, pero no me moví. Miré hacia abajo para ver al grandote caído. Me mordí un labio mientras pensaba en mis opciones. Él me había ayudado; quizá porque quería algo de mí ya que había querido reclamar enseguida ese favor, pero no importaba. Tenía una deuda con él y no podía dejarlo aquí afuera a su suerte con todos esos lobos jugando a lanzar autos. Las punzadas en mi vientre eran cada vez peores por lo que debía tomar una decisión rápido. Suspiré y me agaché para levantar un poco al tipo. Justo como parecía, pesaba un montón y ni toda mi sangre de pantera podían con el peso extra. Gruñí molesta mientras pasaba otro auto volador. Cayó a pocos metros de nosotros, por lo que intenté de nuevo sostener aunque sea la
Corbin. Mentiría si dijera que la morena que había entrado al salón junto al padrino no me había llamado la atención. Era toda tentadoras curvas envueltas en un paquete azul profundo que combinaba con sus ojos oscuros. Mi tipo de hembra. La estuve observando los pocos minutos que estuvimos ahí. El padrino se había ido con una de las madrinas, por lo que no venía con ella como pareja. Después comenzó a rechazar a un par de pumas que se le acercaron. No fué hasta que el aroma del celo inminente llegó a mis fosas nasales que entendí su bonito rubor y nerviosismo. Ah, la hembra había venido a buscar un compañero de cama. Era una lástima que no estuviera interesado en una noche de puro instinto y en tener cachorros con alguien que no fuera mi compañera.Aparté la mirada después de eso. Stella llamó mi atención y me pidió que cuidara de algo de dinero mientras todo se descontrolaba. Casi sonreí. Esa humana era la cosa más divertida que me había encontrado en años, así que solo asen
Ema. Para mí pasaron horas en las que el extraño se sumergió entre mis muslos para hacer cosas vergonzosas con su lengua.Había perdido la cuenta del número de veces que me llevó al orgasmo, lo calmó y lo volvió a reconstruir.Estaba sudando y me quedé sin voz en algún punto, por lo que ya solo emitía suspiros y quedos gemidos que parecían gustarle aún más que las palabras. Mi celo seguía palpitando dentro de mi vientre, solo que se calmaba por unos segundos antes de explotar de nuevo junto a su habilidosa lengua. -Ah, si pudieras ver lo bonito e hinchado que está... - Murmuró más para sí mismo que para mí. - Estás tan lista... ¿Me negarás lo que he construido con tanto trabajo?Yo negué salvajemente con la cabeza.Para este punto, si aún tuviera intactas mis cuerdas vocales, le estaría rogando en la posición de cualquier gata que buscaba a un macho.Incluso movería el trasero en clara invitación si mis músculos me respondieran.-Palabras, pequeña gatita. - Dijo con voz oscura y di
Sentía un poco de incomodidad entre las piernas. Abrí los ojos y me encontré recostada sobre el pecho del oso. Dormía plácidamente, pero con cada una de sus respiraciones podía sentir cómo entraba un centímetro y luego salía de mi feminidad un poco. Me sonrojé. Ni siquiera dormido quería dejar de follarme. Intenté inclinarme hacia adelante y sacarlo del todo pero unas fuertes manos me sostuvieron en el sitio. El oso abrió los ojos. -No. Yo parpadeé. -¿No qué? -No te muevas. Aun quedan rastros de tu celo. -¿De verdad? - Pregunté extrañada. Ya no sentía dolor, calor o ganas de que me montara salvajemente... bueno, tal vez esto último sí pero creo que se debía principalmente a que me gustó mucho lo que hicimos por horas. -Si, aún lo puedo oler. - Dijo levantando su pecho para que ambos estuviéramos sentados. Gemí al sentirlo completamente dentro de nuevo. Sostuvo mi cabeza y me atrajo a un beso mientras comenzaba a mover las caderas. Estaba equivocada. El fuego aún se enco
-Espero que ninguno de esos sea mi maldito auto. - Gruñó Corbin antes de comenzar a inspeccionar vehículo por vehículo. Le deseaba suerte reconociendo su auto entre el cementerio de autos que fueron utilizados como leña para hoguera. Muchas hogueras. -Mientras estás en eso, veré si de casualidad está la administradora para que nos preste su teléfono. - Dije yendo directo a dentro. Escuché un montón de maldiciones a mi espalda antes de llegar a la recepción. El lugar era... un caos. Hubo una celebración muy salvaje por aquí. -¿Hola?, ¿Hay alguien aquí? Nadie respondió así que me aventuré a recorrer todo el terreno. No había ni un alma.Me encogí de hombros y fuí hacia el sitio en el que había visto el "tocador" de damas. Ya que estaba aquí, aprovecharía el llamado de la naturaleza.Me pareció un poco extraño que el pequeño pasillo que conducía a los baños estuviera lleno de agua, pero lo ignoré.Entré y miré con horror el sitio.Las tuberías estaban rotas. Los sanitarios habían
-¿Qué es lo que haces en tu manada, Ema? - Preguntó casual mientras terminábamos con nuestros pescados.-Mi manada tiene una empresa de tecnología, así que ayudo a mi hermano con eso. - Dije encogiéndome de hombros. - Descubrí desde muy pequeña que yo no servía para las tareas de las lobas y, después de la muerte del Alfa anterior, mi hermano me permitió estudiar y tomar algunos cursos.-¿De qué? - Preguntó con interés.-Idiomas e informática. -¿Y eso te gusta? -Mucho. Me encantan las computadoras y todo lo que tenga que ver con la programación; además, es liberador poder maldecir a los machos en tres lenguas distintas con una sonrisa sin que se sientan ofendidos.Él se echó a reír.-¿Frase favorita?-Ton cerveau est aussi petit que ta virilité*.-Ah, el idioma del amor. Pocos entenderían una mierda. - Dijo de acuerdo. - Impresionante.-Gracias. -Dije con modestia. - ¿Qué es lo que haces tú?-Soy un administrativo mal pagado. - Dijo con un suspiro. - Tengo a mi cargo a un montón de
Unas horas después, cuando ambos estábamos satisfechos en brazos del otro, él maldijo. -Me he estado corriendo dentro de ti, Ema. Mucho. - Susurró deliciosamente en mi oído. - Sé que mi semilla no ha... cumplido su función, pero quiero saber por qué lo permites. Sentí algunos escalofríos. -En realidad no me preocupo por eso. - Dije von un suspiro satisfecho. - Desde hace algunos meses comencé a cuidarme. -¿No deseas hijos? -No me opongo a tener un par de ellos, solo que no me gustaría tenerlos con cualquier persona. Quiero comenzar una familia cuando me encuentre emparejada y sepa que él estará involucrado en la crianza de nuestros hijos. -Entiendo. Entonces, ¿Estás buscando a tu compañero? -No. -Dije en voz baja. - Ya lo he encontrado. Él se tensó a mi espalda. -No veo una marca de emparejamiento. -No la hay. Cuando lo encontré él ya se encontraba emparejado con otra hembra. Ni siquiera me dió un vistazo. Aun podía recordar claramente ese día hace unos meses. Mi hermano se
Corbin pasó a su lado sin detenerse. Yo solo les di un tímido saludo.-Parecen felices de verte. Supongo que no anticiparon tus pequeñas vacaciones. - Murmuré bajando mi cuerpo hasta estar cerca de su oreja. Luego me reí. - Creo que vas a encontrar un caos si las expresiones de alivio de todos son un indicativo. ¿Vamos directo a tu oficina?Corbin sacudió su cabeza.Nunca había estado en una manada de osos, pero no era lo que esperaba. Al terminar el túnel, nos recibió una enorme recepción de lo que parecía ser un hotel lujoso. Mis cejas se alzaron.Un enorme tragaluz quitaba la necesidad de usar cualquier otra iluminación. Era como si hubieran perforado la maldita montaña hasta su pico. A nuestro al rededor, un montón de aberturas en la roca del que entraban y salían osos.Él nos condujo hacia una en la que no nos cruzamos con nadie durante el corto trayecto por "el pasillo". Topamos con la siguiente bifurcación que se dividía en al menos cinco caminos y luego él solo tomó una de e