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Amaneció y Abigail bajó a desayunar a la mesa principal. Maurice siempre desayunaba solo, así que fue una sorpresa verla allí. Ella le sonrió radiante, y él sintió una punzada en el estómago… y otros sitios.

—¿Está todo bien? –le preguntó él. Ella asintió.

—El día está precioso –dijo ella señalando por los ventanales que daban al jardín. Él miró, y era verdad. Era un día de primavera realmente hermoso—. Según el pronóstico del tiempo –siguió ella—. No habrá lluvia.

—Qué bueno –farfulló él. Era una conversación excitante: el clima.

—Tal vez… salga con Samuel para aprovechar el sol—. Él asintió.

—Me parece bien.

—Y… ¿Puedo… sa

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