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—¿Sabes que nada de eso no fue lo peor? –siguió él con una sonrisa odiosa—. Lo peor es que… mi mujer… estaba siendo penetrada por ese hombre en el momento en que le dispararon. Cuando los forenses llegaron, determinaron que llevaban por lo menos doce horas allí; y yo allí, el cornudo, vi toda la escena—. Como si no pudiera soportarlo más, Maurice empezó a deambular por la habitación. Se pasaba las manos por el cabello, se abrazaba a sí mismo, se metía las manos al bolsillo y luego las volvía a sacar.

Abigail no pudo evitar llorar. Maldita, maldita Stephanie. Maldita mujer. Había destruido a un hombre y lo había dejado más allá de toda redención. Un hombre que pudo haberla hecho todo lo feliz que una mujer amada podía ser.

No pudiendo soportar más el verlo así, Abigail se puso en pie y caminó a

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