Capítulo 02

—Gracias—La novia agradece al desconocido en cuanto el vals se acaba.

Suspira alejándose de todos cuando la pista de baile comenzó a llenarse con los invitados,se sentó en su mesa y volvió a llenar su copa vacía con champagne.

Unos ojos la observaban de lejos,la mujer no tenía ni idea.

Un par de horas después,cansada de aguantar y algo adolorida gracias a los incómodos tacones,subió a la habitación que compartiría con su esposo esa noche,se quitó el molesto vestido como pudo y los zapatos,entró al baño con total tranquilidad sin prestar demasiada atención a sus alrededores como para notar la ropa tirada en el suelo,gritó cuando se encontró de frente con su esposo y tomó la toalla que envolvía la cintura del hombre para cubrir su cuerpo pero no fue un buen movimiento.

Ambas personas caen al suelo gracias a que la chica pierde el equilibrio llevando consigo al hombre.

El tiempo parece detenerse para ambos,se pierden en los ojos del contrario que con frialdad se clavan cual puñales tratando de no bajar la mirada,la mano apoyada en la cintura de Layla la apretó con fuerza,haciendo que despegara su vista de esos ojos y volviera a la realidad,la mujer corrió su mirada a un lado tapando su cuerpo con la toalla mientras corría al hombre para poder alejarse y dejarlo salir del baño.

—Lo siento—el hombre tapa su parte íntima con sus manos mirando con el ceño fruncido a la chica—de verdad lo siento—cierra los ojos con fuerza, avergonzada.

—La próxima vez,golpea la puerta—Henry salió luego de negar.

Layla con el corazón agitado se metió a la ducha pensando en el incómodo momento que acababa de vivir,estaba avergonzada a más no poder,tal vez su esposo no la recordaba de la misma forma que ella a él,recordar un amor de infancia de forma inocente pasando a tal vergonzosa situación,Layla deseaba desaparecer.

Pero eso era algo imposible.

Envolvió su cuerpo en la toalla y salió mirando en todas direcciones,viendo como su esposo dormitaba en la enorme cama,buscó su ropa en la maleta y tomó lo más cómodo que vió,con mucho cuidado se acostó en la cama y dejó ir un suspiro cerrando los ojos,de espaldas a su esposo.

Henry oía la suave respiración de Layla,por más que trataba de cerrar los ojos y dormir le fue imposible,la chica no dejaba de moverse susurrando cosas que el mayor no entendía muy bien,algo sobre barras numéricas y claves científicas. No prestó mucha atención a eso ya que había algo más grande y firme molestando su sueño,el trasero de la mujer no dejaba de quedar fuera de las sábanas,aún con pantalón era algo tentador para el hombre.

Bajó de la cama y se acostó en el sillón de la ventana,observando de lejos a la mujer en su cama.

Layla tenía una belleza singular sin duda,ojos negros que expresaban su molestia al segundo,al igual que una sonrisa perfecta que hasta ahora Henry creía no era real,no era una sonrisa que saliera de forma natural,Layla parecía ser muy buena actriz.

Su familia había escogido bien.

A la mañana Layla despertó estirando su cuerpo,la noche anterior había descansado como nunca antes,la cama era demasiado cómoda.

Después de prepararse bajó a desayunar, saludo a todos en la mesa,a sus suegros y primos de su esposo que muy educadamente devolvieron el saludo.

Layla buscó con la mirada a Henry.

—Henry estará aquí en un momento—habló Peter,su millonario suegro.

La chica le sonrió algo tímida.

Minutos después Henry se unió a la mesa sentándose a su lado sin siquiera mirarla.

—¿Cuando tendrán hijos?—preguntó su suegra,una mujer algo fría que en realidad hacia sentir a Layla algo pequeña.

—Mamá,estamos comiendo—Marissa Miró a su hijo con el ceño fruncido.

—¿Que estas tratando de decir?—preguntó enfadada la rubia,el mayor no dijo nada solo alzó una ceja.—idiota—susurra.

—¿Como me llamaste?—Henry la tomó de la muñeca apretando con fuerza.

Layla no dejó salir ni un solo quejido.

—Idiota.—volvió a repetir mirando los azules ojos con firmeza.

El hombre se paró de su lugar arrastrando a la mujer detrás de él,su familia no dijo una sola palabra,poco les importaba lo que Henry hiciera con su esposa.

—No soy de irritarme con facilidad pero odio que un ser insignificante como tú se coloque por encima de mí,reconoce tu maldito lugar—Layla no podía creer lo que escuchaba.

Le costaba creer haber amado por diez largos años a un tipo como él,pero en su defensa cuando eran jóvenes el hombre era todo lo contrario a lo que se mostraba frente a ella.

Henry se acercó hasta estar a solo centímetros del bonito rostro de la joven mujer,Layla sentía su corazón latir con una fuerza descomunal,sus mejillas se tornaron de un lindo tono carmesí y sus manos se apoyaron en el pecho de su esposo,tratando de alejarlo sin imponer demasiada presión.

—Hueles bien—susurró en su cuello,la rubia lo mira de reojo extrañada—Anoche llegaste muy tarde,de seguro te revolcaste con alguno ¿cierto?

Layla ardió en rabia,en sus veintitrés años de vida la habían rebajado y ofendido tanto,pero trago sus palabras rabiosa. Él la dejó sola pero ella pagaría las consecuencias siempre.

—No es así yo- —trató de excusarse pues no dejaría que ese energúmeno la tratara de tal manera.

—No gastes energías explicando,pero recuerda que si incumples una sola regla del contrato,le sacaré cada centavo a tu miserable familia—sonrió alzando las cejas por un segundo y se alejó de la chica.

Antes de salir se volvió a verla,Layla tenía la cabeza gacha y él sonrió victorioso,habían elegido a la mujer correcta para manipular a su antojo,una ordinaria mujer universitaria que obedece sin chistar cada una de sus palabras.

Pero la realidad era que Layla había agachado la cabeza para que su esposo no viera la rabia en sus ojos,tan furiosa que por poco el humo saldría por sus orejas.

—¡Oh,cierto!—Henry se volvió hacia ella llamando su atención,su rostro siempre frío fue lo que la joven recibió—Tenemos un banquete esta noche y más te vale no hacerte la ofendida si no quieres pagar las consecuencias—la chica cerró sus ojos dos segundos para respirar hondo y le regaló una sonrisa.

—No te tienes de que preocupar,cariño—se acercó a él y sonrió, una hermosa sonrisa cuadrada.

Henry apartó la mirada y Layla volvió al comedor para terminar su desayuno.

La tarde pasó sin mucho que hacer,Layla conversaba de vez en cuando con alguien del personal o un familiar de su esposo que se encontrase en el camino,Henry había ido a trabajar junto a su primo Franco,un chico bastante agradable a decir verdad,entonces se encontraría sin nada interesante hasta las seis de la tarde que era el horario de salida de su esposo de la empresa.

Estaba tomando el té en la sala cuando Henry llegó,sus ojos azules la miraron e ignoraron al instante subiendo a la habitación cargando con una bonita caja,Layla no sólo era muy lista sino también en demasía curiosa.

Siguió al hombre hasta la habitación que compartían y observó el hermoso vestido que había dejado sobre la cama,color rojo sangre que brillaba llamando a que lo usará para sentirlo en su piel.

Negó mientras veía a su esposo que salía del baño acomodando su corbata.

—El banquete en es a las ocho quiero que uses ese vestido y te comportes—la chica asintió sin prestarle mucha atención.

Eso explicaba su llegada tan temprano,Layla se encontraba algo nerviosa ya que no estaba muy acostumbrada a ser el centro de atención,con ese vestido rojo sería una Rosa en medio de puro hongo muerto,estaba segura de que las mujeres ricas de su edad usaban vestidos serios y que no resaltaban demasiado para no llamar la atención.

Su esposo se observó en el espejo una vez más antes de volverla a ver.

—Deja tu cabello suelto y no uses demasiado maquillaje—la rubia rueda los ojos.

—Lo que usted ordene,mi señor—movió sus largas pestañas con rapidez y el hombre la volvió a ver serio.

—Solo no causes problemas—salió con mala cara,negando.

Layla tomó el vestido en sus manos observando cada precioso detalle.

Era muy hermoso y estaba segura de que se vería bellísima en él,se sacó la ropa para meterse al baño y poder arreglarse para bajar al banquete.

Unos cuarenta minutos después frente al espejo mientras se colocaba las largas caravanas pudo notar un porta retratos sobre la repisa que estaba sobre la cabecera de la cama,en la fotografía se encontraba su esposo junto a una bella mujer de rasgos finos y exquisita figura,hermosa como ninguna otra mujer que haya visto antes.

Tomó el porta retratos en sus manos y sintió algo extraño en su interior.

Miles de preguntas que no tendrían respuestas en su momento pasaron por su cabeza,era la esposa de la persona que amó por diez años pero no tenía derecho a preguntar por absolutamente nada,una extraña que no tenía derecho a estar celosa ni pedir explicación sobre nada.

Suspira dejando la fotografía en su lugar y se prepara para bajar al banquete y fingir ser la esposa perfecta que todas aquellas personas ajenas a ambas familias creían que era.

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