Hoy era un día diferente, no como cualquiera que Julia hubiera experimentado al Lado de Leo Rossi, hoy saldrían los tres.
Sí, Leo había invitado a Julia a un día de campo junto con su pequeña Victoria, Leo Rossi solo quería ganarse más la confianza de Julia y hacer que ella firmara su propia tumba, así era como cada mañana Leo decía mirándose al espejo, solo que más adelante se iba arrepentir toda su vida.
—¡Niña Victoria!, no puede llevar tantas cosas —dijo Emma, la ama de llaves tratando de quitarle parte de sus muñecas, bueno y también su traje de baño y su vajilla de tomar té. Y como no, si Victoria era la más entusiasmada en ir al día de campo.
—Emma créeme esto lo voy a necesitar, ya deja de hacerlo —respondió Victoria llevando sus manos a la cabeza para rascarse con intensidad, pues esto era la guerra, la guerra contra la ama de llaves la cual iba perdiendo.
—No, niña victoria a donde vas no hay piscinas y mucho menos mar, así que vas a dejar tu traje de baño y parte de tus muñecas, tu padre no va tener donde ponerlas —dijo una vez más Emma ya a punto de darse por vencida, si, era difícil cuidar de una pequeña de ocho años y más desde la partida de su madre.
—Déjala Emma, ella puede llevar todo lo que quiera —le dijo Leo entrando a la habitación de aquella pequeña, él no tenía el corazón para decirle que no, después de todo era su tesoro, su único tesoro el más preciado y por el que daría su vida si fuese necesario.
—¡Siiiiii!, Si ves Emma te dije que podría llevar todo. —La pequeña Victoria daba pequeños saltitos de felicidad, corriendo hacia donde Leo Rossi la miraba y dejaba resbalar una lágrima de felicidad.
No duraron mucho en tener todo listo en el auto, sándwiches, golosinas y hasta una piscina inflable, todo estaba listo para salir, lo único que hacía falta era ella, Julia Lennox quien estaba impaciente mirando por la ventana, ya era la quinta vez que se dirigía hacia ella, además de mirar el reloj viejo que adornaba la pared, volvió a la sala algo desanimada, pues creyó que Leo no vendría por ella, pero sus miedos fueron disipados, el sonido de la bocina de un auto sonaba con gran desesperación.
Julia no dudó en colocarse rápido de pie, bajar las escaleras y correr hacia la puerta.
Leo salía del auto y miraba aquella casa la cual le dolía mucho volver a pisar, pero que podía hacer, después de todo era una promesa, él debía recuperar lo que era suyo y de su hija y no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.
—¡Julia ven, sube rápido! —gritaba Victoria desde la ventana del auto, Julia dejó salir una tímida sonrisa, ella ya conocía a Victoria perfectamente, pero está vez era una ocasión distinta.
—Ven sube, el día es corto y no quiero perderme ningún segundo. —Los ojos de Leo Rossi se posaron en los ojos de Julia, hoy a diferencia de otras veces, se detuvo a admirar su belleza.
Ver su diminuta cadera, además de sus cabellos dorados como el sol, hizo que algo dentro de él se removiera, es como si hubiese entrado en un trance que solo ella podía llevarlo, pero como todo trance llega a su final, el de Leo Rossi ya había pasado y fue justo en el momento en que a su mente volvió la imagen de Soledad en brazos de Manuel.
Leo seguía con el firme pensamiento que todas las mujeres eran iguales y por lo mismo Julia era una más del montón y de eso él se encargaría de demostrar, porque seguramente ella sabía lo de su padre y era igual o peor a él.
El día junto a Victoria y Leo fue maravilloso por no decir que genial y perfecto, el mejor que haya podido vivir en mucho tiempo, así se sentía Julia, como una princesa. Después de que Leo dejará a la pequeña Victoria en su habitación bajó hasta su biblioteca en donde lo esperaba Julia, al entrar a la oficina la mirada de Leo cambió por completo ,su sonrisa se dibujó y volvió a mirar a Julia con odio, un odio que no era justificado.
—¿Sucede algo Leo? —le preguntó Julia al ver que Leo no pronunciaba palabra alguna.
—Nada, solo busco los documentos que tienes que firmar para empezar a trabajar, sabes que quiero ponerme manos a la obra y el tiempo es oro, así que porque esperar a estar con todos tus abogados, si podemos adelantarnos —le dijo Leo con una sonrisa malévola dibujada en su rostro. Ella, sin embargo, lo miraba de una manera única y especial—. ¿Confías en mí? Es algo que quisiera saber antes de que firmes —él le preguntó con su voz ronca, apretando levemente una de sus manos, haciendo que el cuerpo de Julia sintiera una corriente eléctrica.
—Lo hago Leo, claro que confió en ti, eso no tienes porque preguntarlo —ella le dice, se suelta y mira los documentos—. Está bien, ¿en dónde firmo? —Tal vez es el destino, o la vida que te quiere dar una gran lección, pero el amor que Julia siente por Leo le va a jugar una mala pasada.
—Aquí, debes firmar en este lugar —Leo señaló con su dedo índice, unos espacios en los documentos. Mientras mantenía una sonrisa falsa en sus labios—. Claro está, todavía faltan algunos documentos más y de eso nos encargaremos mañana, ya sabes para que darles dolores de cabeza a tus abogados, adicional… Aquí estoy yo Julia.
Ella asintió con un movimiento de su cabeza y firmó con toda la confianza hacia el ser que ella más ama, mientras Leo miraba con gran satisfacción su gran triunfo, porque esto era un triunfo, pero solo era la mitad, había otra casa más rondando su cabeza, la cual muy pronto le propondría a Julia la cual ella aceptaría encantada.
Hoy Julia se sentía flotando sobre una nube o mejor dicho se sentía como una digna princesa de un cuento de hadas al que por supuesto ella era la princesa, llevó sus manos a la cara y limpio con gran fuerza sus ojos pues era difícil distinguir si estaba soñando, pero no, no estaba soñando era la realidad anoche Leo le había dado un beso, el mejor beso de su vida y hasta ahora el mejor, se coloco de pie y arrastró sus pies descalzos hasta el baño en dónde se despojó de toda su ropa, y se metió a la ducha, en dónde soñaba como se podría sentir las manos de Leo sobre su cuerpo.—¡Señorita Julia! —Unos suaves golpes al otro lado de la puerta llamaba la atención de Julia.—Ya voy Nana —respondió, mientras enredaba una toalla alrededor de su cuerpo, al salir vio a su Nana bastante nerviosa, cosa que llamó su atención.—¿Te sucede algo Nana? —preguntó mientras caminaba hacia el closet en donde sacó un hermoso vestido azul oscuro, el cual ella sabía que se le veía magnífico.—Señorita Julia,
Los besos fueron subiendo aún más de nivel, Leo tenía que hacer algo más para tener a Julia completamente rendida a sus pies, y aunque lo que iba hacer era el acto más despreciable, no había otra opción para que Julia terminará de caer rendida a sus pies.Las manos de Leo se posaron en los muslos de Julia subiendo el vestido prácticamente hasta la cintura, la cual dejó salir un suspiro ahogado, era como si estuviera tratando de contenerse, pero ya no podía más, su cuerpo lo pedía a gritos, sin contar que muchas noches soñó con este momento, hasta mojar su ropa interior por completo.—Espera Leo, no puedo al menos no así. —Julia se retiró bruscamente mientras su pecho subía y bajaba con gran esfuerzo.La mirada de Leo era de desconcierto, pues estaba seguro de que Julia se entregaría a él sin mayor problema, ¿O no?—No entiendo, ¿a qué te refieres? —preguntó Leo, tratando de disimular la erección que se había formado en medio de sus pantalones, pues tampoco era de piedra, y Julia le at
Leo dejó caer su cuerpo cansado y lleno de sudor al lado del cuerpo desnudo de Julia, estaba feliz, y no lo podía disimular, mientras Julia miraba embelesada hacia el techo, estaba flotando en una nube, y claro que no quería bajar de allí, estiró su cuello y quiso ponerlo en el pecho de Leo, solo que él se coloco de pie y fue hacia el baño.Ella alzó su vista, sin embargo, no prestó importancia, era obvio que él iba asearse, así que ella se enredó en las sábanas blancas hasta que su cuerpo cayó rendido de cansancio, solo sonreía y supuraba por el momento tan mágico que acabo de vivir.Mientras en el baño Leo, jalaba sus cabellos, y renegaba de sentir lo que estaba sintiendo, se sentía impotente y realmente frustrado.—No, no —maldecía, en voz baja, pues en ese momento todos los recuerdos de Julia en sus brazos llegaban a su mente como una ráfaga de aire, además que era imposible no sentir nada por ella, tantos momentos en estos días a su lado había empezado a despertar algo extraño en
Es difícil entender al ser humano, sus acciones lo pueden llevar por el camino de bien, o en su defecto por el camino del mal, y eso es lo que está viviendo Maya Salvatierra, la hermana gemela de Soledad, la difunta esposa de Leo, quien tomó una decisión algo difícil, pero que no está dispuesta a echar su brazo a torcer, después de todo ella también tiene derechos.—Quiero ir con mi papito, tú no eres mi mamita, ella está en el cielo y tú no me quieres —le dijo Victoria llevando sus manos a los ojos, pues había llorado tanto que ya le dolían sus ojitos.—Ya te dije que no, tu no puedes volver con él, yo soy tu tía, la hermana de tu madre. —Era la quinta vez que Maya le decía lo mismo a una pequeña Victoria, solo que la niña no podía procesar, ella solo quería ir a casa, al lado de su padre.Además Victoria aún no entendía porque Maya, su tía ahora la quería con ella, si antes de que su madre se quitará la vida, Maya había sido muy cruel y despiadada con ella.—Yo me quiero ir, no te q
Leo freno en seco, nunca pensó ver a su pequeña corriendo por las frías calles, su corazón latía con gran fuerza, pues por poco y atropella a la luz de sus ojos.—Victoria, mi amor, ¿Estás bien? —preguntó Leo, tan pronto salió del auto corriendo hacia ella, mientras la pequeña quería salir corriendo, pues aún no se había dado cuenta que tenía a su padre justo tras de ella —¡Papito!, ¿eres tú? —Leo asintió con su cabeza, mientras por la pequeña cara de victoria camina lágrimas de felicidad, pues nunca pensó ver a su padre y menos justo cuando huía de su tía.La cual estaba oculta una cuadra atrás, a Maya no le convenía que la vieran persiguiendo a Victoria, después de todo, quien le iba a creer a una mocosa que apenas tiene ocho años, además Leo piensa que ella todavía sigue fuera del país.Julia bajo del auto enseguida que Leo, corrieron y abrazaron fuertemente a Victoria quien lloraba desconsoladamente, pues no era para menos, Victoria acaba de encontrar a su papito.—¿Dónde estaba
Soledad camino a pasos agigantados hacia donde Emma todavía sobaba su cabeza, pues en verdad le dolía y más después del tremendo empujón que le dió Leo.—Callate, no digas nada —dijo Soledad llevando sus manos a la boca de Emma, la cual asintió y le indico que caminarán hacia su habitación.Las dos caminaron hacia la habitación de Emma quien al ingresar se puso seguro en la puerta.—Señora Soledad, cómo es posible que usted siga con vida. —Emma no termino de hablar —Ni se te ocurra decirle algo a Leo —dijo Soledad en tono amenazante. Pues sabía muy bien que si Leo se entera que ella no está muerta el mismo se encarga de matarla y más después de todo lo que descubrió.—No señora, yo nunca abriría mi boca, usted sabe muy bien que yo la quiero, pero no todavía no entiendo, cómo fue que la señora Maya murió y pensaron que era usted. —Era una duda muy grande la cual el destino tarde o temprano se encargaría de aclarar, pues entre el cielo y la tierra no hay nada oculto.—Eso es algo que n
Leo sentía que su cabeza iba a explotar, aún su pequeña no decía quién la había llevado a la fuerza, Victoria solo se limitaba a decir "ella es mala, no la quiero volver a ver" suena difícil de creer, pero victoria no quería pronunciar el nombre de Maya, ya basta había tenido en ese día que estuvo a su lado.Pero ya era mucho decir, su pequeña ya estaba en casa y a salvó, ahora solo quedaba seguir con lo planeado, no podía quedarse quieto y más cuando el tiempo pasaba y él no había hecho que Julia firmará todos los documentos, así que se puso manos a la obra.Leo tomó su celular y llamó a su notario, pues no era buena idea que Lucas viera el documento que estaba haciendo, después de todo no estaba bien visto la loca idea que tenía en su cabeza.Él pasó casi toda la tarde con su notario metido en la biblioteca, pero por fin podía respirar tranquilamente, llevo sus manos a la cabeza y dejo salir una sonrisa llena de satisfacción, pues ahora solo era cuestión de horas para que Julia le f
Hoy Julia decidió volver a la universidad después de mucho tiempo, ya había pasado varios días desde la muerte de su padre, así que decidió volver y así poder terminar su carrera, pues debía tomar el control de las empresas Lennox y para ello debía prepararse muy bien.Hoy había sido un día bastante largo y agotador, pero debía ir a la cita con el abogado Gómez, él la había citado en su casa, pero lastimosamente a Julia se le había hecho tarde y para colmo se había varado en medio de la nada.—¡Julia!, ¡Julia!, ¿Necesitas ayuda? —La voz de un chico hizo que Julia se girara, agachó un poco su mirada y vio a Ethan.—¡Hola Ethan! sí, el auto se me descompuso, y la verdad no sé nada de mecánica —respondió Julia, causando la risa de Ethan.—Puedo yo acercarte, no tengo ningún problema. —Julia aceptó.Ethan era un joven de buena familia, quien compartía universidad con Julia, pero quien nunca se había atrevido a hablarle a Julia a pesar de estar completamente enamorado de ella.Julia subió