Hoy Julia decidió volver a la universidad después de mucho tiempo, ya había pasado varios días desde la muerte de su padre, así que decidió volver y así poder terminar su carrera, pues debía tomar el control de las empresas Lennox y para ello debía prepararse muy bien.Hoy había sido un día bastante largo y agotador, pero debía ir a la cita con el abogado Gómez, él la había citado en su casa, pero lastimosamente a Julia se le había hecho tarde y para colmo se había varado en medio de la nada.—¡Julia!, ¡Julia!, ¿Necesitas ayuda? —La voz de un chico hizo que Julia se girara, agachó un poco su mirada y vio a Ethan.—¡Hola Ethan! sí, el auto se me descompuso, y la verdad no sé nada de mecánica —respondió Julia, causando la risa de Ethan.—Puedo yo acercarte, no tengo ningún problema. —Julia aceptó.Ethan era un joven de buena familia, quien compartía universidad con Julia, pero quien nunca se había atrevido a hablarle a Julia a pesar de estar completamente enamorado de ella.Julia subió
Julia camino con Leo hacia la casa, pues no había nada que sospechar, el era el hombre que ella más amaba, además que la estaba trabajando como una princesa.Leo la tomó de la cintura e hizo que ella se girara, y sin que ella pudiera responder se apoderó por completo de sus labios, era fuego, deseo y quería tomarla ahí mismo, y más por qué sentía que debía hacerlo después de verla llegar con otro hombre.Pero Leo no debía sentirse así, pero si cuerpo la reclamaba y quería sentirla, antes de clavarle la daga en todo su corazón.Y qué mejor forma de hacerlo que tomarla por última vez, poseer su cuerpo era un gusto que nadie le iba a quitar, además que la deseaba como un maldito desgraciado, y su cabeza aún no daba explicación algunaLeo bajó sus labios dejando besos húmedos por todo su cuello, llevó una de sus manos a la espalda de Julia para pegarla más a él, la respiración de los dos fue aumentando, era cuestión de segundos para que se desatará toda la pasión que ellos llevaban por de
Leo se colocó de pie tomó sus pantalones y se los puso, camino hacia la puerta.—¿A dónde vas? —preguntó Julia, colocándose de pie y tomando una sábana para tapar su pecho desnudo.—No me demoro, solo voy por unos documentos que necesito que firmes —respondió parándose en el marco de la puerta.—¿Ahora?, ¿Porque no vienes?, Mañana habrá mucho tiempo, ahora solo quiero dormir en tus brazos —dijo Julia haciendo un puchero que la hacía ver más hermosa, Solo que en la cabeza de Leo no estaba dormir como una pareja de enamorados, ahora lo único que importaba era que ella firmara los dichosos documentos.Julia terminó por aceptar, aunque no le gustaba para nada la idea que después de lo que había acabado de pasar, Leo quisiera trabajar, pero bueno ella debía acostumbrarse a él y a sus costumbres, pues ella no pensaba irse de la vida de Leo así de fácil.Leo bajó las escaleras y camino hacia la sala, al llegar se percató que el ama de llaves estaba sentada tomando un café, cosa que le disgu
Julia no comprendía el actuar de Josefina, pues nunca habían tenido una relación cercana, solo en reuniones, solo que está vez era distinto.—¡Josefina!, ¿qué sucede? —pregunto Julia, alzando el mentón de Josefina, pero ella estaba hecha un mar de lágrimas, no podía articular palabra alguna.Julia le indicó que la siguiera, no era bueno seguir en la puerta hablando, Josefina la siguió, caminaron juntas hacia la sala en dónde se sentaron.Julia la miraba con bastante angustia y más por no saber que estaba sucediendo con Josefina.—Josefina, ¿dime qué sucede?, ¿Le sucedió algo a tu hijo? —Julia movió su cabeza en negación, saco un pañuelo de su bolsa, limpio su nariz, para después tomar la mano de Julia.—Mi niña, vine a decirte que ayer por la tarde George falleció, sufrió un paro cardíaco respiratorio, no llegó con vida al hospital. —Josefina se echó a llorar nuevamente, mientras Julia sentía como si un balde de agua helada recorriera todo su cuerpo.Jamás imaginó que él también la ab
Julia bajo del auto bastante molesta, camino hacia la entrada, solo que un hombre alto impido su pasó. Ella miraba a su alrededor, es como si todos se hubieran confabulado para poder hacerle eso, ella tenía el corazón destrozado y no buscaba la salida adecuada. —¡Lo siento señorita, no puede seguir! —Julia abrió sus ojos como platos, pues no era la primera vez que ingresaba, ya lo había hecho miles de veces y la conocían muy bien.—Necesito hablar con el señor Rossi —dijo Julia, colocándose de puntitas para mirar si podía ingresar.—Lo siento mucha señorita Lennox, pero el señor Rossi no se encuentra, además usted tiene prohibido el ingreso a esta empresa —dijo aquel hombre empujándola para que saliera de la empresa.Julia llevo las manos a su cabeza, pues era de no creer por qué le estaban impidiendo la entrada a las empresas, pero debía hablar con el, y si no era en sus empresas pues sería en su casa, así que camino rápidamente hacia su auto y subió.Julia condujo hasta la casa de
Leo Rossi hizo reunir a todos los empleados de las empresas Lennox, era obvio que sentía grande, creía un Dios sabía que tenía poder absoluto de las empresas y estaba por hacérselo saber a todos.En la sala todos cuchicheaban y se preguntaban unos a otros porque les estaban ordenando reunirse, si la señorita Lennox no estaba por ningún lado.—Me imagino que todos hablan porque me encuentro aquí de pie, ¿o me equivoco? —dijo Loe, tomando el micrófono para llamar la atención de todos los presentes, y vaya que si logro hacerlo.— Tengo que informarles que desde hoy voy a hacer su nuevo jefe, la señorita Julia Lennox para ser más precisos me acaba de ceder a mí todas las empresas Lennox, y para evitar suspicacias les informo que fue por una deuda que tenía su padre, "Manuel" no quiero chismes de pasillos, no quiero que se distraigan en horas laborales, o me veré obligado a echarlos a todos de patadas a la calle —dijo Leo con bastante preponderancia— Ahh y tampoco quiero ver que me falte
Julia lo cacheteo nuevamente al ver que la burla de Leo era más grande, se reía sin ni siquiera parar, no le importó ver a la mujer que tenía al frente quien le entregó no sólo amor, sino también su cuerpo, alma y corazón.—Así que de eso se trataba lo que me hiciste firmar, ¡Eres un bastardo! —dijo dejando resbalar lágrimas de dolor por sus mejillas.—Yo no te hice firmar nada, tu me lo cediste, por qué era lo justo, ¿No?, O me vas a decir que no era justo. —Julia quería acabarlo, en verdad se estaba burlando de ella.—¡Eres un maldito imbécil!, ¿Acaso te estás burlando de mí?, No veo por qué yo no tenga que ser justa con un hombre frío además de calcular.—Como te parece que si es justo, por qué el imbécil de tu padre se quedó con gran parte de mi dinero, así que esto lo veo como un adelanto de intereses —No termino de hablar cuando sintió nuevamente la mano de Julia estampada en su rostro.—Así que todo este maldito teatro es por qué mi padre te debía dinero, te queda grande hablar
Julia camina desesperada, ella no sabe ya que más hacer para calmar todo su dolor su alma se está desgarrando, es tanto el sufrimiento que ya se siente casi a estallar, ella se acomoda detrás de la puerta con su cabeza recostada sobre ella, mientras mira el retrato de la supuesta felicidad que se supone que tenía, pero todo se les salió de las manos los gritos que produce su garganta es lo único que la hace sentir mejor.La soledad que la acompaña le genera más frío en su corazón, ella termina por dejarse caer sobre la alfombra sintiendo el frío, de reojo observa alrededor entiende muy bien que pedir ayuda ya no puede, todo lo perdió desde el instante en que Leo le ultrajó todo, las culpas están llegando a su cabeza, todo le parece que está siendo injusto y en su contra.Los recuerdos que llegan a la cabeza de Julia la hacen querer arrepentirse, por toda la ingenuidad que mantenía; ella estira la palma de su mano y golpea con toda su fuerza la puerta, sus mejillas ya están que prenden