El día de Julia no era para nada bueno, su cabeza estaba hecha un ocho y aún no entendía todo lo que tenía que hacer y mucho menos tenía idea de como manejar la empresa textilera más grande del país, pero de algo si estaba segura, si no huía de ahí iba a terminar en un manicomio o en el peor de los casos con un dolor de cabeza demasiado fuerte siendo realista, mientras una de las señoras del servicio servía el café, Julia se colocaba de pie y caminaba hacia el elevador.
—¡Señorita Lennox aún no hemos terminado! —gritaba el pobre abogado, ante la mirada atónita de los inversionistas, que al igual que Julia él ya estaba agotado, solo que Julia tiro la toalla un poco más rápido, corrió por el largo pasillo y fue directo hacia el elevador en donde lo primero que se le ocurrió fue oprimir el piso uno.
Ella solo quería salir de allí, no le importaba si mañana tendría que dar explicaciones, pues se sentía sofocada, por su cabeza pasaban miles de pensamientos, pero en ninguno de ellos estaba hacerle frente a todo y mucho menos tan rápido.
las puertas del elevador se abrieron e intentó salir nuevamente corriendo, solo que su cuerpo delgado chocó bruscamente con otro cuerpo, cayendo fuertemente contra el piso y golpeando su grande y redondo trasero.
—¡Auch! —dijo mientras alzaba su vista, para ver quien había sido el bruto, que la había hecho golpear tan fuerte.
—Lo siento, no pensé que me iba a encontrar con el mismísimo Rayo McQueen —dijo Leo Rossi, mientras estiraba sus manos para ayudar a levantar a Julia, que para ese momento ya todo su cansancio ya se había ido a la basura.
—Sí, solo quería huir de aquí —vociferó Julia, mientras Leo se quedó mirándola sin ni siquiera parpadear por unos segundos, había algo en esa mirada que le atraía, solo que en ese momento él iba por otra cosa y no debía distraerse.
—Si quieres yo puedo ser tu salvador y te puedo sacar de este horrible lugar —le dijo Leo en tono burlón, mientras Julia solo dejaba salir una mueca.
Sacudió su cabeza de lado a lado y dejó salir una sonrisa, no era adecuado que Leo la viera sonreír así y más de esa forma tan locamente enamorada.
Julia no vio inconveniente en salir de la mano de Leo Rossi, después de todo ella lo conocía hace años y no iba arruinar o echar a la basura lo que sentía, por lo sucedido con su padre.
—Julia, hoy vine hoy hasta las empresas Lennox, porque quiero brindarte todo mi apoyo. Sé que tú no has terminado toda tu carrera, y debe ser difícil para ti manejar toda esta situación, además tú no sabes manejar una gran industria como lo es las empresas Lennox. —Si hubiese habido un detector de mentiras en ese momento, Julia de seguro hubiera salido corriendo, así como salió hace unos minutos de la junta directiva.
—¿De verdad Leo?, ¿Estarías dispuesto a brindarme toda tu ayuda? —La cara de emoción de Julia era difícil de descifrar, pero por su mente y corazón solo pensaba que aquel hombre que tenía al frente fuera de ser un Dios griego, era su tabla de salvación, vaya que si estaba equivocada y el tiempo se encargaría de demostrarlo.
—Claro que te pienso ayudar y de eso no hay discusión —dijo firmemente, mientras llevaba las manos a su boca y pasaba una servilleta para quitar las migas del pastel, pues Julia fue muy enfática en ordenar para los dos y aunque Leo no estaba acostumbrado a comer esa clase de alimentos, solo por ella y por ganarse aún más su confianza decidió comer, mostrando su cinismo.
—¿Y lo que pasó entre mi padre y Soledad? —Julia agachó su mirada hacia la taza, pues, aunque no era lo que quería preguntar en ese instante, pero al menos la sacaría de una duda, de una gran duda, la cual está a oprimiendo su corazón, era como una daga la cual se enterraba más y más hasta lo más profundo de su corazón.
—Eso quedó atrás, ellos no están aquí y aunque lamento mucho lo que sucedió no podemos echar el tiempo atrás, ahora lo verdaderamente importante es ver que tú estés bien y para eso estoy aquí para brindarte mi mano —él habla.
La mano de Leo fue directo a la mano de Julia, acompañada de una mirada fría cargada de mucho, mucho dolor y venganza, una venganza que él estaba dispuesto a hacerle pagar a Julia, hasta ver que por fin todo el mal y las lágrimas de dolor que derramó por muchos días hayan quedado saldadas, aunque eso conlleva acabar con un corazón puro y limpio y lleno de amor por él, ese amor que ninguna otra mujer está dispuesta a dar por él, ni siquiera Soledad la mujer que juro amarlo frente al altar.
—Está bien, aceptaré tu ayuda, es mejor tenerte a ti, que a todos los abogados tras de mí. —Fueron palabras sin sentido para Leo, pero para Julia Lennox eran las palabras más sinceras que salen desde lo más profundo de su corazón, pues ella anhelaba tener el corazón de Leo y tal vez, solo tal vez había una pequeña luz de esperanza y ella estaba dispuesta a buscar esa luz, sin importar que en el camino quedará en la más absoluta oscuridad.
Ese día cenaron juntos y pasaron tal vez la tarde más agradable, Julia Lennox estaba encantada con las atenciones de Leo Rossi, tanto así que la tarde se fue volando, Leo como todo un caballero se ofreció llevarla a su casa, esa casa oscura y desolada, pues así la veía Julia después de la muerte de su padre, que por cosas de la vida solo adelantó su partida dejando a su tesoro más preciado en manos de una bestia, que se encargaría de destrozarla y comerse hasta su propio corazón, si Manuel Lennox hubiese sabido que si hija corría peligro de seguro esa mañana hubiera tomado sus pastillas para el corazón.
Hoy era un día diferente, no como cualquiera que Julia hubiera experimentado al Lado de Leo Rossi, hoy saldrían los tres. Sí, Leo había invitado a Julia a un día de campo junto con su pequeña Victoria, Leo Rossi solo quería ganarse más la confianza de Julia y hacer que ella firmara su propia tumba, así era como cada mañana Leo decía mirándose al espejo, solo que más adelante se iba arrepentir toda su vida.—¡Niña Victoria!, no puede llevar tantas cosas —dijo Emma, la ama de llaves tratando de quitarle parte de sus muñecas, bueno y también su traje de baño y su vajilla de tomar té. Y como no, si Victoria era la más entusiasmada en ir al día de campo.—Emma créeme esto lo voy a necesitar, ya deja de hacerlo —respondió Victoria llevando sus manos a la cabeza para rascarse con intensidad, pues esto era la guerra, la guerra contra la ama de llaves la cual iba perdiendo.—No, niña victoria a donde vas no hay piscinas y mucho menos mar, así que vas a dejar tu traje de baño y parte de tus mu
Hoy Julia se sentía flotando sobre una nube o mejor dicho se sentía como una digna princesa de un cuento de hadas al que por supuesto ella era la princesa, llevó sus manos a la cara y limpio con gran fuerza sus ojos pues era difícil distinguir si estaba soñando, pero no, no estaba soñando era la realidad anoche Leo le había dado un beso, el mejor beso de su vida y hasta ahora el mejor, se coloco de pie y arrastró sus pies descalzos hasta el baño en dónde se despojó de toda su ropa, y se metió a la ducha, en dónde soñaba como se podría sentir las manos de Leo sobre su cuerpo.—¡Señorita Julia! —Unos suaves golpes al otro lado de la puerta llamaba la atención de Julia.—Ya voy Nana —respondió, mientras enredaba una toalla alrededor de su cuerpo, al salir vio a su Nana bastante nerviosa, cosa que llamó su atención.—¿Te sucede algo Nana? —preguntó mientras caminaba hacia el closet en donde sacó un hermoso vestido azul oscuro, el cual ella sabía que se le veía magnífico.—Señorita Julia,
Los besos fueron subiendo aún más de nivel, Leo tenía que hacer algo más para tener a Julia completamente rendida a sus pies, y aunque lo que iba hacer era el acto más despreciable, no había otra opción para que Julia terminará de caer rendida a sus pies.Las manos de Leo se posaron en los muslos de Julia subiendo el vestido prácticamente hasta la cintura, la cual dejó salir un suspiro ahogado, era como si estuviera tratando de contenerse, pero ya no podía más, su cuerpo lo pedía a gritos, sin contar que muchas noches soñó con este momento, hasta mojar su ropa interior por completo.—Espera Leo, no puedo al menos no así. —Julia se retiró bruscamente mientras su pecho subía y bajaba con gran esfuerzo.La mirada de Leo era de desconcierto, pues estaba seguro de que Julia se entregaría a él sin mayor problema, ¿O no?—No entiendo, ¿a qué te refieres? —preguntó Leo, tratando de disimular la erección que se había formado en medio de sus pantalones, pues tampoco era de piedra, y Julia le at
Leo dejó caer su cuerpo cansado y lleno de sudor al lado del cuerpo desnudo de Julia, estaba feliz, y no lo podía disimular, mientras Julia miraba embelesada hacia el techo, estaba flotando en una nube, y claro que no quería bajar de allí, estiró su cuello y quiso ponerlo en el pecho de Leo, solo que él se coloco de pie y fue hacia el baño.Ella alzó su vista, sin embargo, no prestó importancia, era obvio que él iba asearse, así que ella se enredó en las sábanas blancas hasta que su cuerpo cayó rendido de cansancio, solo sonreía y supuraba por el momento tan mágico que acabo de vivir.Mientras en el baño Leo, jalaba sus cabellos, y renegaba de sentir lo que estaba sintiendo, se sentía impotente y realmente frustrado.—No, no —maldecía, en voz baja, pues en ese momento todos los recuerdos de Julia en sus brazos llegaban a su mente como una ráfaga de aire, además que era imposible no sentir nada por ella, tantos momentos en estos días a su lado había empezado a despertar algo extraño en
Es difícil entender al ser humano, sus acciones lo pueden llevar por el camino de bien, o en su defecto por el camino del mal, y eso es lo que está viviendo Maya Salvatierra, la hermana gemela de Soledad, la difunta esposa de Leo, quien tomó una decisión algo difícil, pero que no está dispuesta a echar su brazo a torcer, después de todo ella también tiene derechos.—Quiero ir con mi papito, tú no eres mi mamita, ella está en el cielo y tú no me quieres —le dijo Victoria llevando sus manos a los ojos, pues había llorado tanto que ya le dolían sus ojitos.—Ya te dije que no, tu no puedes volver con él, yo soy tu tía, la hermana de tu madre. —Era la quinta vez que Maya le decía lo mismo a una pequeña Victoria, solo que la niña no podía procesar, ella solo quería ir a casa, al lado de su padre.Además Victoria aún no entendía porque Maya, su tía ahora la quería con ella, si antes de que su madre se quitará la vida, Maya había sido muy cruel y despiadada con ella.—Yo me quiero ir, no te q
Leo freno en seco, nunca pensó ver a su pequeña corriendo por las frías calles, su corazón latía con gran fuerza, pues por poco y atropella a la luz de sus ojos.—Victoria, mi amor, ¿Estás bien? —preguntó Leo, tan pronto salió del auto corriendo hacia ella, mientras la pequeña quería salir corriendo, pues aún no se había dado cuenta que tenía a su padre justo tras de ella —¡Papito!, ¿eres tú? —Leo asintió con su cabeza, mientras por la pequeña cara de victoria camina lágrimas de felicidad, pues nunca pensó ver a su padre y menos justo cuando huía de su tía.La cual estaba oculta una cuadra atrás, a Maya no le convenía que la vieran persiguiendo a Victoria, después de todo, quien le iba a creer a una mocosa que apenas tiene ocho años, además Leo piensa que ella todavía sigue fuera del país.Julia bajo del auto enseguida que Leo, corrieron y abrazaron fuertemente a Victoria quien lloraba desconsoladamente, pues no era para menos, Victoria acaba de encontrar a su papito.—¿Dónde estaba
Soledad camino a pasos agigantados hacia donde Emma todavía sobaba su cabeza, pues en verdad le dolía y más después del tremendo empujón que le dió Leo.—Callate, no digas nada —dijo Soledad llevando sus manos a la boca de Emma, la cual asintió y le indico que caminarán hacia su habitación.Las dos caminaron hacia la habitación de Emma quien al ingresar se puso seguro en la puerta.—Señora Soledad, cómo es posible que usted siga con vida. —Emma no termino de hablar —Ni se te ocurra decirle algo a Leo —dijo Soledad en tono amenazante. Pues sabía muy bien que si Leo se entera que ella no está muerta el mismo se encarga de matarla y más después de todo lo que descubrió.—No señora, yo nunca abriría mi boca, usted sabe muy bien que yo la quiero, pero no todavía no entiendo, cómo fue que la señora Maya murió y pensaron que era usted. —Era una duda muy grande la cual el destino tarde o temprano se encargaría de aclarar, pues entre el cielo y la tierra no hay nada oculto.—Eso es algo que n
Leo sentía que su cabeza iba a explotar, aún su pequeña no decía quién la había llevado a la fuerza, Victoria solo se limitaba a decir "ella es mala, no la quiero volver a ver" suena difícil de creer, pero victoria no quería pronunciar el nombre de Maya, ya basta había tenido en ese día que estuvo a su lado.Pero ya era mucho decir, su pequeña ya estaba en casa y a salvó, ahora solo quedaba seguir con lo planeado, no podía quedarse quieto y más cuando el tiempo pasaba y él no había hecho que Julia firmará todos los documentos, así que se puso manos a la obra.Leo tomó su celular y llamó a su notario, pues no era buena idea que Lucas viera el documento que estaba haciendo, después de todo no estaba bien visto la loca idea que tenía en su cabeza.Él pasó casi toda la tarde con su notario metido en la biblioteca, pero por fin podía respirar tranquilamente, llevo sus manos a la cabeza y dejo salir una sonrisa llena de satisfacción, pues ahora solo era cuestión de horas para que Julia le f