Habían pasado dos largas semanas en las que lady Catherine se sintió peor que un ave enjaulada. Lady Enriqueta se encargó de traer a los mejores maestros de modales e Historia, instructores, modistas... todo para que su hermana y ella se convirtieran poco a poco en unas damas de categoría. No tenía noticias de Andrew y eso hasta cierto punto la tranquilizaba.
—¿Cómo se encuentra, lady Catherine?
Ella alzó la mirada de su labor para mirar a su compañero de viaje, ahora sentado delante de ella y a quien había logrado ignorar con gran éxito con la excusa de concentrarse en su labor de costura durante la última hora... al menos todo lo que una mujer puede ignorar a un hombre sentado a menos de medio metro de ella. El capitán Stanton era un hombr
Después de una frenética carrera en la que tanto Alessandro como Andrew iban pisándole los talones a Catherine, lograron alcanzarla para solo terminar en una discusión entre los tres.—¡¿Cómo está eso de que no quiere casarse conmigo, lady Catherine?! —exclamó Andrew intentando recobrar el aliento.—Lo que ha escuchado, duque Sterlingh, no pienso casarme con usted ni con nadie, ahora que soy libre no pienso perder esa pequeña chispa de felicidad, a más, estoy segura de que usted lo que menos le hace falta son mujeres... o ¿acaso tengo que recordarle que fue usted quien decidió dar por terminado nuestro compromiso?—Me parece que lady Catherine tiene razón Andrew &mda
La curiosidad hizo presa en Catherine. Y Alessandro decidió guardar silencio para dejar que su amigo cayera en el error de contradecirla o de intentar llegar a su corazón mediante a falsas palabras.—Y sé perfectamente que yo no soy candidata para tener ese honor, duque Sterlingh.—¿Qué clase de mujer cree usted que quiero? —Andrew comenzaba a divertirse con aquella charla, nunca había sido tan ameno su tiempo con alguna mujer, ni siquiera con las prostitutas con las que desahogada sus penas.—Hermosa, sofisticada, sumisa, núbil, de dulce voz y comedida. Y si adorara el suelo por donde pisa, eso sería un plus adicional.Alessandro echó la cabeza hac
Catherine estaba confundida con aquella chica que minutos más tarde Alessandro le aclaró que solo eran amigo, pero Andrew le había confirmado que esa chica de cabello castaño, voluptuosa, y sonrisa de víbora a punto de atacar, era prostituta, su nombre era Romelia Jones. En fin, habían sido recibidos de la mejor manera y ahora estaban esperando a que la madre de Alessandro se presentara ante ellos, al parecer había salido a montar a caballo.Por otra parte, Alessandro estaba junto a la ventana que daba al enorme jardín, mirando hacia afuera al tiempo que un músculo le palpita bajo en su mejilla suavemente afeitada, subrayando la tensión de su mandíbula. Su testaruda mandíbula. Con la intrigante sombra de un hoyuelo en el centro. Y si hablaba de su perfil... el ligero bulto que tenía en el puente de
Catherine sintió ganas de darle un puñetazo en el rostro pero se contuvo, no dejaría en vergüenza a Kit con aquellas personas, y mucho menos echaría por la borda lo que hasta ahora había aprendido.—Es mucho más grande y majestuosa de lo que había imaginado, llamarla villa es como llamar barca de remos a un barco —Catherine quiso cambiar el rumbo de la conversación.—Quizá. Pero el entorno, el entrañable ambiente y los convencionalismos mucho menos formales que imperan aquí dotan a la casa de una comodidad que contradice su tamaño. Me enamoré de ella en cuanto la vi.La señora Stanton se volvió y paseó la mirada por el delicado perfil de Catherine. La b
Catherine se encontraba sumida en su inmenso mar de pensamientos, después del incidente de la bofetada, de la coletilla en la que se habían metido Alessandro y Andrew, no le quedaron ganas de permanecer un solo minuto más bajo aquella casa, pero a petición de la señora Stanton y del propio Capitán, decidió quedarse dos días más, los cuales le serviría para salir de su insufrible rutina y dedicarse a ella y a su diversión. Alessandro pasó gran parte de la mañana explicándole lo que había sucedido el día anterior, argumentando caballerosamente que aquella mujer era una amiga de la infancia y que solía ser celosa, posesiva y muy caprichosa, pero que no existía algún sentimiento en común. Por supuesto, cuando se vio sola, Andrew no perdió la oportunidad de regalarle la información que deseab
Mientras tanto, en uno de los salones privados de la casa, Alessandro discutía amablemente con su madre.—Tienes que olvidar esa absurda idea madre, no pienso casarme con Romelia, te quejas tanto de lady Catherine que no te das cuenta que me estás pidiendo que haga a una prostituta mi esposa —la sangre le hervía de coraje a Alessandro.—¡Por favor, hijo! nadie sabe que ella... lo que quiero decir es que quieras o no, se conocen desde niños, y aunque no es pura sé que te quiere, a más de que hace unos meses nos enteramos que su verdadero padre es el Archiduque de Lingston, su unión nos favorece y tu padre...—Mi padre está en Francia paseando con alguna de sus amantes porque no te soporta —estall
Los labios de lady Catherine se cerraron con fuerza ante la propuesta de Alessandro, dibujando una fina línea.—No lo pienses más, Catherine, acepta casarte conmigo...Adoraba cuando se tuteaban, el dolor implícito en esas palabras era evidente y a ella se le encogió el corazón al recordar las consecuencias de hacerlo.—No creo que sea buena idea, serás el hazme reír de todos y no quiero causar algún tipo de molestia, eso sin contar que...—No me importa la sociedad, yo quiero casarme contigo —Alessandro tomó las manos de Catherine entre las suyas, a pesar de que no contaba con el amor sincero de su madre y que en el fondo, anhelaba el amor y la ace
Catherine volvió a mirarle con ojos demasiado grandes que denotaban juventud y una llama de pasión que él había encendido, coraje era lo que emanaba de ella, para dar cabida a todo el dolor acumulado en años y el cinismo que colmaba en su interior.—Es una locura pero no puedo, no puedo arriesgar su vida, lo siento capitán Stanton pero rechazo su...—¿Tan siquiera has intentado pensar en lo que usted quiere?Una risa amarga escapó de los labios de lady Catherine.—No.—Mi padre es un hombre muy sabio y no deja de repetirme que si siempre hacemos lo que hasta ahora hemos estado haciendo, siempre estaremos