Alessandro siguió estudiando el rostro de Catherine durante algunos segundos más, intentando descifrar si se arrepentiría de haber accedido. Lo cierto es que ni él mismo podía imaginarse el alcance de su obsesión por protegerla de todo. Lo que sí sabía era que sin pensar se acercó a ella y rodeando su pequeña cintura la atrajo hacia él pero su intención no era besarla, no después de haberle confesado su más grande dolor, por el contrario, solo le dio un beso en la frente aspirando su dulce aroma y así se quedaron por unos cuantos segundos. Catherine se sentía extraña con aquel arrebato de sensaciones pero calló, sintiéndose protegida entre los brazos de aquel hombre fuerte.
—Temo que es mejor que nos marchemos, aún tengo que darle una explicaci
La rabia contenida hacía que las mejillas de Kit se tornaron de un rojo intenso cuando Alessandro le comentó lo sucedido, detalle a detalle. A través de sus ojos entrecerrados su mirada se volvió claramente glacial. Sonaron campanadas de advertencia en su cabeza al ver el estado en el que se encontraba su mejor amiga Catherine. Aquella mujer había cometido un error y lo pagaría caro. Cuando el doctor terminó de curarle las heridas y de revisar su estado de salud, salió en compañía de Alessandro mientras él se quedaba a su lado.—Siento mucho las molestias... —dice Catherine con voz débil.Kit cerró los ojos un instante recordando lo que sintió cuando pensó que había muerto, pero no fue así, el doctor dijo qu
Alessandro solo podía mirarla. Catherine era el epítome de una perfecta dama, sosegada y de gentil crianza por parte de su padre, supuso. No era posible que un ser tan bueno estuviera sufriendo todo esto, ahora ningún hombre querría casarse con ella, era bien sabido que todos buscaban tener un heredero... incluso él.—¡Catherine! —Kit se gira y a grandes zancadas se acerca a ella—. ¿Qué haces aquí? tienes que estar reposando.—¿Eso es cierto, Kit? —Catherine sentía como moría poco a poco por dentro.—No, bueno...—¡Vamos, dejen de mentirle y de tratarla como si fuera una niña pequeña! —
Mario, el primo de Catherine apretó los labios al verla en aquel estado tan deplorable, pero lo que más lo enfureció, fue ver que en sus ojos ya no estaba aquel miedo que tanto le excitaba. Mientras que abajo, Kit y Alessandro discutían de manera civilizada los pasos a seguir, sin duda, discutir era lo último que deseaba Kit, sobre todo esa noche, pero al escuchar que se quería casar con ella, la sangre se le heló, ¿por qué carajo quería casarse con ella aun sabiendo lo que le había ocurrido? si la veía como un blanco fácil estaba equivocado, él la cuidaría de todo.—Querida Catherine... ¿acaso creías que ibas a ser feliz con aquel miserable? —su primo Mario recorre todo su cuerpo con detenimiento y se le antoja muy delgada.
—¿Cuánto llevo dormida, y qué ha pasado con mi familia? —esto último le costó trabajo decir, un nudo horrible se agranda en su garganta pero supo controlarse al darse cuenta que el doctor estaba presente también en aquella habitación tan distinta a la que estaba aquella noche.Kit la miró con la ternura de un padre, y acomodando un mechón suelto y enmarañado de su cabello detrás de su oreja, tomó una bocanada de aire para decirle todo. Aunque no contaba con que Adela, su impertinente y muy acosadora hermana menor, entrara corriendo a los brazos de Catherine.¡Mierda! esa chiquilla lo estaba volviendo loco, era todo lo contrario a su hermana mayor, pero no podía hacer nada al respecto, ella iba incluida en el paquete.
Las voces, inconexas y entrecortadas, resonaban en la cabeza de Catherine junto con una miríada de sensaciones inexplicables y contradictorias. Le dolía la cabeza como si alguien se la hubiera aplastado con una roca. Pero esa incomodidad no era nada comparada con el ardor infernal que sentía en el hombro. No dejaba de pensar que todo aquello era un sueño, ¿quién habría instalado un panal de enojadas abejas sobre su labio inferior? Sin embargo, tenía la sensación de estar flotando, engullida por un fuerte y reconfortante abrazo que la colmaba de calor, como si estuviera envuelta en una manta aterciopelada.Tenía la mejilla posado sobre algo cálido y sólido. Inspiró, llenando su dolorida cabeza con el olor de las sábanas limpias y suaves, el sándalo y algo más... un delicioso aro
El doctor de cabecera de los Archiduques Revensly entró en la habitación con su maletín médico de cuero negro. Mientras se acercaba a ella, su largo rostro era la viva imagen de la preocupación. Después de todo él ya había revisado sus heridas anteriores.—¿Sangra mucho la herida? —le preguntó el doctor a Alessandro; que era el más cercano. Mientras deja el maletín a los pies de la cama.Catherine con miedo en los ojos, notó que remitía la presión sobre su hombro.—Casi ha dejado de sangrar —responde Alessandro con inconfundible alivio—. Lo que tiene lady Catherine es un bulto de gran tamaño en la parte posterior de la cabeza, pero no se ha mostr
Lady Catherine estaba acostada en la inmensa cama. El edredón marrón la cubría por entero hasta la barbilla, bañada en el resplandor cobrizo del fuego que ardía en la chimenea, parecía un ángel dorado. Mechones sueltos de cabellos rubios se desparramaban por la almohada de color crema, Adela se encontraba cerca del hogar muy pensativa y supo enseguida que algo tramaba su pequeña y caprichosa hermana.—Sabes, mamá y papá no están ahora, así que puedes expresarte realmente sin tener que estar bajo la influencia de nuestra madre —Catherine la anima para que se desahogue.—Me cuesta trabajo entender que madre te hiciera algo como eso, y mucho peor aún que Mario te...—Ya pas&o
Habían pasado dos largas semanas en las que lady Catherine se sintió peor que un ave enjaulada. Lady Enriqueta se encargó de traer a los mejores maestros de modales e Historia, instructores, modistas... todo para que su hermana y ella se convirtieran poco a poco en unas damas de categoría. No tenía noticias de Andrew y eso hasta cierto punto la tranquilizaba.—¿Cómo se encuentra, lady Catherine?Ella alzó la mirada de su labor para mirar a su compañero de viaje, ahora sentado delante de ella y a quien había logrado ignorar con gran éxito con la excusa de concentrarse en su labor de costura durante la última hora... al menos todo lo que una mujer puede ignorar a un hombre sentado a menos de medio metro de ella. El capitán Stanton era un hombr