Mario, el primo de Catherine apretó los labios al verla en aquel estado tan deplorable, pero lo que más lo enfureció, fue ver que en sus ojos ya no estaba aquel miedo que tanto le excitaba. Mientras que abajo, Kit y Alessandro discutían de manera civilizada los pasos a seguir, sin duda, discutir era lo último que deseaba Kit, sobre todo esa noche, pero al escuchar que se quería casar con ella, la sangre se le heló, ¿por qué carajo quería casarse con ella aun sabiendo lo que le había ocurrido? si la veía como un blanco fácil estaba equivocado, él la cuidaría de todo.
—Querida Catherine... ¿acaso creías que ibas a ser feliz con aquel miserable? —su primo Mario recorre todo su cuerpo con detenimiento y se le antoja muy delgada.
—¿Cuánto llevo dormida, y qué ha pasado con mi familia? —esto último le costó trabajo decir, un nudo horrible se agranda en su garganta pero supo controlarse al darse cuenta que el doctor estaba presente también en aquella habitación tan distinta a la que estaba aquella noche.Kit la miró con la ternura de un padre, y acomodando un mechón suelto y enmarañado de su cabello detrás de su oreja, tomó una bocanada de aire para decirle todo. Aunque no contaba con que Adela, su impertinente y muy acosadora hermana menor, entrara corriendo a los brazos de Catherine.¡Mierda! esa chiquilla lo estaba volviendo loco, era todo lo contrario a su hermana mayor, pero no podía hacer nada al respecto, ella iba incluida en el paquete.
Las voces, inconexas y entrecortadas, resonaban en la cabeza de Catherine junto con una miríada de sensaciones inexplicables y contradictorias. Le dolía la cabeza como si alguien se la hubiera aplastado con una roca. Pero esa incomodidad no era nada comparada con el ardor infernal que sentía en el hombro. No dejaba de pensar que todo aquello era un sueño, ¿quién habría instalado un panal de enojadas abejas sobre su labio inferior? Sin embargo, tenía la sensación de estar flotando, engullida por un fuerte y reconfortante abrazo que la colmaba de calor, como si estuviera envuelta en una manta aterciopelada.Tenía la mejilla posado sobre algo cálido y sólido. Inspiró, llenando su dolorida cabeza con el olor de las sábanas limpias y suaves, el sándalo y algo más... un delicioso aro
El doctor de cabecera de los Archiduques Revensly entró en la habitación con su maletín médico de cuero negro. Mientras se acercaba a ella, su largo rostro era la viva imagen de la preocupación. Después de todo él ya había revisado sus heridas anteriores.—¿Sangra mucho la herida? —le preguntó el doctor a Alessandro; que era el más cercano. Mientras deja el maletín a los pies de la cama.Catherine con miedo en los ojos, notó que remitía la presión sobre su hombro.—Casi ha dejado de sangrar —responde Alessandro con inconfundible alivio—. Lo que tiene lady Catherine es un bulto de gran tamaño en la parte posterior de la cabeza, pero no se ha mostr
Lady Catherine estaba acostada en la inmensa cama. El edredón marrón la cubría por entero hasta la barbilla, bañada en el resplandor cobrizo del fuego que ardía en la chimenea, parecía un ángel dorado. Mechones sueltos de cabellos rubios se desparramaban por la almohada de color crema, Adela se encontraba cerca del hogar muy pensativa y supo enseguida que algo tramaba su pequeña y caprichosa hermana.—Sabes, mamá y papá no están ahora, así que puedes expresarte realmente sin tener que estar bajo la influencia de nuestra madre —Catherine la anima para que se desahogue.—Me cuesta trabajo entender que madre te hiciera algo como eso, y mucho peor aún que Mario te...—Ya pas&o
Habían pasado dos largas semanas en las que lady Catherine se sintió peor que un ave enjaulada. Lady Enriqueta se encargó de traer a los mejores maestros de modales e Historia, instructores, modistas... todo para que su hermana y ella se convirtieran poco a poco en unas damas de categoría. No tenía noticias de Andrew y eso hasta cierto punto la tranquilizaba.—¿Cómo se encuentra, lady Catherine?Ella alzó la mirada de su labor para mirar a su compañero de viaje, ahora sentado delante de ella y a quien había logrado ignorar con gran éxito con la excusa de concentrarse en su labor de costura durante la última hora... al menos todo lo que una mujer puede ignorar a un hombre sentado a menos de medio metro de ella. El capitán Stanton era un hombr
Después de una frenética carrera en la que tanto Alessandro como Andrew iban pisándole los talones a Catherine, lograron alcanzarla para solo terminar en una discusión entre los tres.—¡¿Cómo está eso de que no quiere casarse conmigo, lady Catherine?! —exclamó Andrew intentando recobrar el aliento.—Lo que ha escuchado, duque Sterlingh, no pienso casarme con usted ni con nadie, ahora que soy libre no pienso perder esa pequeña chispa de felicidad, a más, estoy segura de que usted lo que menos le hace falta son mujeres... o ¿acaso tengo que recordarle que fue usted quien decidió dar por terminado nuestro compromiso?—Me parece que lady Catherine tiene razón Andrew &mda
La curiosidad hizo presa en Catherine. Y Alessandro decidió guardar silencio para dejar que su amigo cayera en el error de contradecirla o de intentar llegar a su corazón mediante a falsas palabras.—Y sé perfectamente que yo no soy candidata para tener ese honor, duque Sterlingh.—¿Qué clase de mujer cree usted que quiero? —Andrew comenzaba a divertirse con aquella charla, nunca había sido tan ameno su tiempo con alguna mujer, ni siquiera con las prostitutas con las que desahogada sus penas.—Hermosa, sofisticada, sumisa, núbil, de dulce voz y comedida. Y si adorara el suelo por donde pisa, eso sería un plus adicional.Alessandro echó la cabeza hac
Catherine estaba confundida con aquella chica que minutos más tarde Alessandro le aclaró que solo eran amigo, pero Andrew le había confirmado que esa chica de cabello castaño, voluptuosa, y sonrisa de víbora a punto de atacar, era prostituta, su nombre era Romelia Jones. En fin, habían sido recibidos de la mejor manera y ahora estaban esperando a que la madre de Alessandro se presentara ante ellos, al parecer había salido a montar a caballo.Por otra parte, Alessandro estaba junto a la ventana que daba al enorme jardín, mirando hacia afuera al tiempo que un músculo le palpita bajo en su mejilla suavemente afeitada, subrayando la tensión de su mandíbula. Su testaruda mandíbula. Con la intrigante sombra de un hoyuelo en el centro. Y si hablaba de su perfil... el ligero bulto que tenía en el puente de