Perdón por ,a hora!! trataré de darles 3 seguidos para compensar, aquí voy dejando el primero :)
SalvadorNo sé cuántas veces he revisado la maldita información que había en la propuesta de los Myer, tratando de buscar algo que nos ayude, pero más allá de la dirección que dejaron no veo mucho.La propuesta era para hacer ampliaciones a los medios de transporte, crear líneas privadas adicionales y aunque la idea no era descabellada, las cifras si lo eran y ellos no tenían reconocimiento, respaldo ni garantías.No había nada que me garantizara que tenían con que respaldar si el proyecto se caía y yo no pensaba arriesgarme, sin embargo al parecer esa fue la cuerda sobre mi cuello que poco a poco empezaron a apretar.Me han estado destrozando lentamente y yo ni siquiera me había dado cuenta.Un par de horas más tarde, y aún con la cabeza y el pecho hecho un lío, me siento en uno de los sofás del estudio. estamos reunidos con el detective y el hacker de Federico, revisando los avances.—No tenemos una ubicación fija —dice el hacker, pasándonos un mapa digital y yo quiero gruñir de frus
MarinaPor un momento creo que me he golpeado tan fuerte en la cabeza que estoy viendo cosas, que he empezado a alucinar, pues es la única razón que encuentro ante lo que estoy viendo.Sin embargo, nada más tengo que sentir la respiración acelerada y asustada de Daniel a mi lado para saber que lamentablemente no es así. Lo que estoy viendo sí es real, mi padre, ese hombre detestable y alcohólico que nos hizo la vida imposible hace tantos años está aquí enfrente de nosotros con una sonrisa en el rostro.No puedo juzgar a Daniel por no haberlo reconocido al inicio, él era solo un niño de unos 12 años cuándo lo vio por última vez, y a diferencia de entonces, ya no se ve sudoroso y asqueroso por el licor, ahora lleva canas el cabello, traje entero de marca y una sonrisa petulante.—Hola, Marina, cuánto tiempo sin verte—me dice con una amabilidad tan falsa que siento que me estremezco.Es como si volviera a ser la niña pequeña que sabe que apenas diga algo indebido va a ser castigada.Sient
MarinaMe congelo.Siento como si toda la habitación hubiese quedado suspendida y en mis oídos lo único que escucho es un pitido agudo que ni siquiera sé si es real o no.Pero es que en lo único que puedo pensar, es en las palabras que este… que este hombre acaba de decir, porque no puede ser verdad.No.No, no, no.Lo escuché mal.Estoy tan golpeada, tan aturdida, tan jodidamente dolida que… debí entender mal.—¿Qué… qué dijiste? —mi voz apenas es un murmullo rasgado.Mi padre —no. Ese hombre. Ese maldito— sonríe como si acabara de ganar una partida.Él se cruza de brazos y me mira como si disfrutara del momento.—Lo que escuchaste. No eres mi hija, Marina. Nunca lo fuiste.Niego. Instintivamente. Como si el cuerpo supiera antes que la mente que no puedo aceptar esto.—Estás mintiendo —escupo, llevándome las manos al cuello aún adolorido—. Solo quieres joderme la cabeza. Siempre lo has hecho. Siempre has sido un mentiroso, un manipulador, un maldito…Él se carcajea, lento y podrido co
SalvadorEl silencio que llena mi mente al escuchar las palabras de Renata se queda conmigo mientras salgo de la sala de interrogatorios y continúa mientras sigo mi camino hacia la salida de la comisaría.A la lejanía se filtran voces pero es como si estuviera bloqueado, como si lo único que pudiera escuchar en mi mente son las palabras de Renata y de inmediato viene a mi cabeza toda la m4ldita investigación que Alex me dio sobre la basura que es Joseph Rivera, el padre alcohólico, maltratador y ex policía de Marina.Nunca pensé que ese malnacido estuviera involucrado en esto, no me conoce, no tiene nada que ver conmigo ¿Entonces por qué robarme?Y a todas estas ¿De dónde se conoce con Renata y su hermano? Ella ya no quiso volver a contestar nada y pidió que llamaran a su abogado, lo que me deja atado de manos en lo que se refiere a ella para encontrar información.Pero lo que realmente me jode y hace que la furia me llene desde dentro, es el hecho de que yo lo investigué, leí sobre él
SalvadorHan pasado más de cuarenta y ocho horas desde que Marina desapareció.Más de dos malditos días.Y no hay ni una sola señal clara de dónde está.No he dormido más de tres o cuatro horas desde entonces. Cada vez que cierro los ojos solo puedo ver su rostro, su cuerpo golpeado en esa cámara de seguridad, lo cansada que se veía… la forma en que apenas podía caminar. Y yo la eché. Yo la empujé directo a la boca del lobo.Camino por el pasillo de la mansión con los ojos inyectados en sangre. La mayoría de los empleados me evita la mirada, pero aun así siento sus ojos en mi espalda. Sé lo que están pensando. Saben que Marina no está. Que algo pasó. Que esta casa —esa en la que solían escucharse risas y peleas suaves entre nosotros— ahora parece una maldita tumba.Justo cuando llego al estudio, la puerta principal se abre con fuerza.No necesito girarme para saber quién es.—¡Tenemos algo! —dice Federico, su voz es dura, sin aliento. Lo acompaña Alex, igual de tenso, los dos se ven ta
MarinaHan pasado poco más de cuarenta y ocho horas desde que me quitaron lo poco que me quedaba de libertad. Por momentos siento que estoy metida en una pesadilla y nada de lo que estoy viviendo es real, pero luego Daniel empieza a tener una infección en una de sus heridas, la fiebre lo azota y me doy cuenta de que es mi realidad y es un infierno.Mi infierno.El encierro, la oscuridad, el dolor y el miedo me han dejado cicatrices más profundas que cualquier golpe. Estoy en un cuarto húmedo, sin ventanas, con una bombilla que parpadea cada ciertos segundos como recordándome que sigo aquí.Daniel está recostado contra la pared, su fiebre ha bajado un poco desde anoche, pero sigue débil, el miedo a perderlo, a que las cosas se compliquen, a que muera aquí en este cuarto mugriento no me dejan de perseguir. A veces me pregunto cómo es que aún sigue luchando, él lleva tres veces el tiempo que yo aquí y sigue en pie. Yo… yo solo me mantengo en pie por él. Por esa promesa silenciosa que l
MarinaEl calor de la cocina es asfixiante. El aire está impregnado de especias, humo y tensión. El restaurante está al tope, los pedidos entran y salen a una velocidad frenética, y apenas tengo tiempo para respirar.—¡Esa mesa seis todavía no tiene su orden! —grito mientras revuelvo una salsa en el fuego.—¡Ya el saco, jefa! —responde una de las cocineras.Todo marcha bien... hasta que lo veo venir.Mateo, el jefe de meseros, cruza la cocina con la expresión de alguien a punto de soltar una bomba. Por su cara, algo grande está pasando.—Marina… —su voz baja un par de tonos—. Acaba de llegar un cliente importante.Le lanzó una mirada impaciente.—Mateo, tenemos el restaurante lleno de clientes importantes. ¡Define "importante"!Él me mira fijamente.—Uno de los magnates más influyentes de la ciudad. Un socialite.Un leve murmullo se levanta entre los cocineros. Algunos se detectan un instante. Hasta los fogones parecen hacer una pausa.Siento una leve punzada de adrenalina. Si un homb
MarinaDos meses despuésLa cremallera del vestido se atasca justo a la mitad de mi espalda.—¡Maldita sea! —gruño, estirando el brazo en un ángulo imposible para intentar subirla.Estoy a punto de rendirme cuando mi teléfono vibra sobre la cama. Clara.— ¿Qué pasó? —contesto sin aliento, todavía luchando con el maldito vestido.—Pasó que espero que estés lista. No me digas que todavía no has salido de tu casa.Ruedo los ojos.—Estoy en ello, no seas tan dramática. Además, ¿estás segura de que este tipo vale la pena? No quiero otra cita con un soso sin conversación ni personalidad.—Marina, confía en mí. Yo jamás te pondría en una situación así.—Oh, por favor. ¿Te recuerdo el desastre del mes pasado?—Eso no cuenta. Me lo recomendaron, pero nadie me dijo que tenía el carisma de una piedra.Suelto una risa sarcástica mientras forcejeo con la cremallera.—Está bien, entonces dime la verdad. ¿Ya le advertiste cómo soy?Silencio. Luego, Clara suspira.—A ver, ¿a qué te refieres?—No te h