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Capítulo 2

Capítulo 2

Mina Simon

—¿Quieres que mi papá nos mate? —Abrí los ojos al verle deslizar la puerta de cristal de la división de la ducha en donde yo me encontraba. Rápidamente mis manos cubrieron mi desnudez, pero él solo se inmutó a barrerme con sus ojos cristalinos y llenos de maldad.

—Nos encontramos allí, ¿Qué problema hay con eso? —Escupí, estiré mi mano para jalar la toalla y así cubrir mi desnudez—Ya tienes todo de mí; ¿Qué deseas más?

Bastián tocó el puente de su nariz mientras sonreía, —Mi prometida dará un discurso hoy en la ONU, siendo está la voz de todas las mujeres de nuestro país, ¿Cómo no puedo estar allí, si será el mejor show de mi vida?

Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo al escucharle hablar, mi cuerpo pasó velozmente por encima del suyo, buscando así el traje de tres piezas que mamá había elegido para mí en este día tan especial. Una de las maquilladoras de las mujeres más poderosas de Francia, viajó desde otra ciudad para atenderme, mis padres insistían que nada podía salir mal hoy, ya que la reputación de nuestra familia estaba en juego.

Al salir de casa, todo el cuerpo de seguridad de la presidencia se encontraba escoltándonos hacia el edificio de la ONU en Paris; muchos periodistas se nos acercaban para tomarnos fotos y hacernos preguntas, pero el jefe de escoltas solo me adentró al vehículo brindado sin darme la oportunidad de responder.

—A las diez en punto empezará la conferencia, señorita—Decretó mi asistente mirando así su computador mientras Bastián solo hablaba por teléfono con su padre.

—¿La asociación de mujeres ya está lista? —Miré mi móvil para ver si había recibido un mensaje de la líder de mujeres, y fruncí el ceño al darme cuenta que desde ayer no me he podido comunicar con ellas—, ¿Deborah se comunicó a la oficina?

Mis piernas empezaron a moverse, esto no era para nada normal en ellas, ya que desde hacía dos años trabajábamos juntas por el bienestar de las mujeres de nuestro país.

—Oh…—Mi asistente entre abrió los labios y supe que algo andaba mal—, las mujeres no podrán asistir hoy al evento. —Miré de soslayo a Bastián el cual seguía hablando con su padre.

—¿Por qué? —pregunté logrando que el chofer me mirara por el espejo retrovisor para luego apartar su mirada rápidamente.

—Ellas…—La mujer miró apenada hacia el suelo.

—¿Qué sucede, Marcela?

—Ellas ya saben que te casarás con el hijo de Ramiro Moreau. —El rubio me observó rápidamente—Y dijo que…—La joven levantó la mirada para así unir sus ojos con los de mi prometido—, dijeron que no podían seguir en un proyecto con la futura nuera de un político corrupto y una familia tan asquerosa como los Moreau…

El auto se detuvo en la entrada del edificio mientras que mis manos tocaban mis rodillas, ¿De verdad algo como esto estaba sucediendo? —Mi padre te dijo por lo mismo que las mujeres en la política no son necesarias…—Inquirió, el hijo del presidente en un tono burlón.

—¡Cállate!

—Sabes que tengo razón…—Mi prometido, metió su móvil dentro del bolsillo de su americana—Dame la mano y sonríen, los periodistas nos esperan para tomarnos fotos…—Mi respiración se sentía agitada, había trabajado tanto en esto que de un momento a otro todo se había desmoronado.

Un líquido amargo subió hasta mi bilis y tuve que apretar mis piernas en el justo momento en que los flashes de las cámaras de los reporteros, golpearon mis ojos. Bastián me jalaba hacia él, entre tanto yo fingía una sonrisa cuando en realidad solo quería desaparecer.

—¿Es verdad que están comprometidos? —Este besa mi mejilla y asiente, intensificando así las luces de las cámaras—¿Cuándo se casan?

—La próxima semana…

Decretó el rubio, apretando mi cadera con fuerza, tantas personas me estaban mareando.

—¡Felicidades! —Vociferó una reportera con entusiasmo—, ustedes son la pareja más estable del momento y ansiamos ver su matrimonio, escuchamos de una fuente muy confiable, que el señor Simon cedió como regalo de bodas, todas las acciones de Químicos Simon que pertenecían a su única hija a su futuro esposo, ¿Es esto cierto?

Mis pies se detuvieron.

—Oh, mi padre me acaba de informar sobre eso y estoy agradecido por la confianza que mi futuro padre ha puesto sobre mí…

Me voy a desmayar.

—¡Esperamos que sean felices!

¿Qué se trae con todo esto? Intenté separarme de él, sin embargo, todo se desplomó al ver a papá llegar junto al presidente de la República.

Mi propia familia me vendió a este clan de lobos hambrientos que estaban a punto de devorarme. ¡Necesito huir de aquí! Bastián me arrastró hacia las escaleras que daban hacia la entrada del edificio para apartarnos de los periodistas, los flashes me estaban dejando ciega.

—Sonríe, m*****a sea…

La petición de mi prometido me obligó a cumplir su orden rápidamente, mis mejillas me dolían demasiado. Mi pecho se hundió con la idea de vivir esto por el resto de mi vida; no deseaba ser un simple juguete que pudieran mover cada vez que lo necesitaran. Odiaba sentirme de esta manera y rogaba ser liberada de todo esto, caminé hacia la entrada del enorme y elegante edificio buscando así un poco de tranquilidad, pero me volví a detener cuando la voz de una mujer me llamó con fuerza—¡Mina Simon! —Mis ojos se extendieron al ver a Deborah acompañada de las demás mujeres de la asociación—, ¡Eres una farsa!

Mi asistente me miró mientras que yo retrocedí al ver como los reporteros corrían hacia ellas.

—¡Nos hiciste creer que nos ayudarías con nuestros proyectos! —volvió a gritar, pero ahora tirando un papel al suelo que uno de los periodistas tomó de inmediato—¿Este era tu plan verdad?

El hombre con el papel en la mano me miró con una expresión que no podía describir con mis propias palabras.

—¿Sabía sobre esto, Señorita Simon? —Mi asistente va en busca del documento para entregármelo, mi sangre se helada al ver las escrituras de la propiedad en donde quedaba la fundación de las mujeres ahora con mi nombre.

—Yo no…—Mis palabras se cortaron al recibir una pelota de pintura roja que explotó por el impacto sobre mi blazer blanco; las demás mujeres imitaron la acción de la líder de la comunidad femenina, llenando así todo mi cuerpo de color carmesí. Los reporteros empezaron a tomarme fotos y videos, mientras el jefe de seguridad presidencial me tomó de la mano para adentrarme al edificio.

Yo no lo hice…

Yo no había hecho algo tan horrible como eso, y entonces lo vi, Ramiro Moreau estaba junto a mi padre a unos cuantos metros de donde yo me encontraba. Se hallaba de pie con una sonrisa de triunfo y lo recordé: “Las mujeres solo deben estar sonrientes y agarrada de brazos a sus maridos”

—Fuiste tú, ¿verdad?

El señor presidente me dio un último vistazo antes de desaparecer junto a Ernesto, Bastián me tomó de la mano, pero me solté de un solo manotazo caminando así lo más rápido que podía hacia el baño más cercano.

Esas mujeres necesitaban de mí, yo era su única esperanza en esta sociedad que quería a como diera lugar oprimir y callar las voces de todas, y ahora, ahora ellas pensaban que las había traicionado.

Me sentía mareada, mis piernas estaban tan débiles que ni siquiera me di cuenta en qué momento me había caído al suelo. Mi rostro estaba tan húmedo porque me sentía tan cansada de luchar con un monstruo tan enorme como lo era Ramiro Moreau. Me negaba a casarme con su hijo y apagar mi voz; pero entendía que la familia presidencial ya le había dado demasiado dinero a mi padre, que ni siquiera con nuestras vidas podíamos pagar.

—¿Le sucede algo, señorita? —La voz espesa y con un acento algo extraño de un hombre desconocido, me obligó a limpiar mis mejillas húmedas—¿Necesita que llame a alguien?

Negué levantando mi cabeza, mis ojos se abrieron con amplitud al verlo con claridad, el sujeto estaba pasado de los treinta años o quizás un poco más, su cabello era castaño claro perfectamente cuidado, sus labios se veían tan carnosos que no podía evitar pensar cuantas mujeres matarían por besarlos. Llevaba puesto un traje de dos piezas americano en color negro, mientras que sus no dejaban de mirarme.

—No se preocupe, mi asistente me traerá algo de vestir, puede irse…

Suspiré buscando la manera de tapar mi rostro con mi castaño cabello.

—No puedo hacer eso…—Murmuró logrando que lo mirara mal.

—¿Por qué no?

—No puedo quedarme quieto cuando veo a una mujer tan sexy llorando…

Jugador.

—No se preocupe, mi prometido puede cuidarme.

—Me dolió—, escupió fingiendo dolor en su corazón.

—¿Qué cosa? —, el desconocido me extendió la mano para ayudarme a levantarme, la cual tomé dubitativa.

—Que tengas prometido y no poder tener un chance al menos de saber tu nombre—Sus ojos ahora se notaban tristes.

—Mina… Me llamo Mina. —el sujeto colocó sobre mis manos un pañuelo bordado en una esquina con una imagen de un enorme lobo negro.

—¿Cuál es tu nombre? —el rubio miró por encima de su hombro a otro chico que se veía un poco más joven que él y el cual al parecer lo estaba esperando—, si tengo la oportunidad de volverte a ver, te lo diré...

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