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Capítulo 5

Capítulo 5

Mina Simon

Él era el asesino que contrataron para matarme.

¿Pero por qué se me hacía tan conocido?

—Ella podía morir…—Respondió Jeremié en un hilo de voz.

—¿Eso fue lo que ella te dijo? —el chaval asintió para luego ambos mirarme.

—Cuando están es esa posición, dirán cualquier mentira para matarte, te dije, ya no eres un niño, eres un hombre y te necesito ahora más que nunca… ¿Si cometes un error y te pierdo? —las frentes de ambos se unieron, Dragón, rodeó suavemente la nuca de su menor hermano para mirarle así fijamente a los ojos, —no te involucres con la presa…

—Porque si no, ella te matará…—Terminó de decir el chiquillo por él.

El moreno junto a ellos me levantó de golpe, mi cabeza quería explotar—¿Qué quieres de mí?

Hablé mirándolos con terror.

—Jeremié, sal de aquí, Ignacio y yo tenemos cosas que hacer con la señorita…—el sonido de la puerta ser cerrada me colocó en alerta apenas el hermano menor del Dragón salió de la habitación, ambos hombres me rodearon como si fuesen enormes tiburones blancos en busca de alimento, —¿Quién quiso matarme?

Rugió casi entre susurros.

—No lo sé…—El moreno dio un paso quizás para golpearme, pero el castaño metió su mano deteniéndolo en el acto.

—Te daré una nueva oportunidad, ¿Sí?

Mis dientes apretaron mi labio inferior.

—¿Quién intentó matarme, Mina Simon?

—Yo…—Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, —lo juro, lo juro que no lo sé.

—Quítale las cuerdas. —Ignacio miró a su jefe apenas escuchó su orden—, ¡Quítale las malditas cuerdas, Ignacio!

¡Me van a matar! Estoy segura que me van a matar…

El moreno se abalanzó sobre mí, liberando mis manos así rápidamente.

Mis ojos se abrieron al ver mi carne enrojecida y la presión de algunos hilos de sangres, deslizándose por toda mi piel. Me dolía, me dolía tanto que era insoportable aguantar el dolor. —¿Quieres comer? —Mi cabeza se giró hacia el enorme hombre—, mi ama de llaves ha preparado estofado de cordero, papas y una ensalada cesar que tiene una vinagreta exquisita, he escuchado de mis empleados que no has comido en dos días y, además, apestas…

Mis piernas se tambalearon cuando después de dos días volví a colocarme en pie, el sonido de mi estómago por el hambre que tenía llegó hasta Ignacio y Dragón y fue allí que los recuerdos me cayeron de golpe.

—Me dolió—, escupió fingiendo dolor en su corazón.

—¿Qué cosa? —, el desconocido me extendió la mano para ayudarme a levantarme, la cual tomé dubitativa.

—Que tengas prometido y no poder tener un chance al menos de saber tu nombre—Sus ojos ahora se notaban tristes.

—Mina… Me llamo Mina. —el sujeto colocó sobre mis manos un pañuelo bordado en una esquina con una imagen de un Dragón.

—¿Cuál es tu nombre? —el rubio miró por encima de su hombro a otro chico que se veía un poco más joven que él—, si tengo la oportunidad de volverte a ver, te lo diré...”

Mis ojos lo observaron con aberración, mis piernas retrocedieron un par de pasos, miré velozmente hacia la entrada y sin pensarlo salí corriendo escuchando detrás de mí las maldiciones por parte del asesino. ¡Lo tenían todo preparado! ¡Sabía desde el primer en que me vio que yo sería la persona que debían matar! Por eso todo este tiempo su voz se me hizo familiar… Aprieto mis parpados al darme cuenta que Jeremié también estuvo en la escena del crimen.

¡Me vio la cara de estúpida!, ¡Pero más estúpida fui yo al creer que él no sabría sobre el delito de su hermano mayor!

Mátenla…—La voz de Dragón taladró mi cabeza al oírlo dar la orden para mi ejecución—¡No la quiero con vida!

Haz algo, haz algo, ahora, Mina, porque te van a matar.

Mi cuerpo reaccionó por mí y me detuve en medio de todo este caos que yo misma causé, Ignacio, la morena que desconocía su nombre, Jeremié, todo el anillo de seguridad de la casa y Dragón, me rodearon para no dejarme ir.

—¡Dispara ya! —Gritó el rubio con agresividad.

—¡Hermano, no! —Miré a Jeremié.

Mis piernas se movieron de un lado hacia otro, necesitaba un plan, uno que me sirviera para seguir con vida—Soy la prometida del hijo del presidente de la republica…—Ignacio miró a su jefe—, no solo soy la hija del ministro de defensa de este país y una abogada reconocida, soy más que una cara bonita… La noticia salió hace dos días, pero hubo un incidente y mi familia junto a la familia de mi prometido decidió eliminar las noticias sobre nosotros para cuidar mi reputación…

—¿Quieres que te creamos eso? —Escupió la mujer dubitativa.

—Déjala hablar, Dominica—. Es Dragón, me está creyendo.

—El día que me trajeron hasta aquí porque no pudieron matarme, habíamos puesto fecha para nuestro matrimonio, Bastián me ama, así que si le pido que me diga quien intentó matarlo, señor Dragón, él…

El rubio activó su arma y me apuntó—Sé que me mientes…—el hierro tocó mi frente.

—Vi a alguien…

Mentí, pero esto llamó la atención del asesino.

—¿Cuándo y dónde? —él sabe que no estoy diciendo la verdad.

—Cuando las mujeres de la fundación me atacaron, vi como un hombre alto, de rizos dorados y vestido de negro me miró a lo lejos, creí que era parte del cuerpo de seguridad, pero noté algo en su cuello…

Dragón le hizo una seña a todos sus hombres para que se retiraran quedando únicamente él y yo en la sala.

—¿Qué tenía en su cuello, Mina? —El rubio imponente se colocó detrás de mí.

—Una frase en alemán…

—¿En alemán?

—Decía: Familia Schulz…

—¡Mierda! —Me tapé la boca con mis manos al verlo romper una mesa de cristal que se hallaba cerca de él.

—¿Qué dije?

—¡Tú, nada! —me señaló con su mano para luego dirigirse hacia el segundo piso, —no intentes escapar si quieres seguir con vida, aléjate de mi hermano menor y… ¡dile a Dominica que te dé una habitación!

¿Qué acabo de hacer? Había escuchado ese apellido en las noticias y algunas veces de boca de mi padre, pero, ¿Y si metía a estas personas en problemas? ¿Qué iba a hacer si Dragón atentaba contra la vida de esta familia?

Quise moverme, pero mi espíritu de sobrevivencia no me lo permitió, mordí mi mejilla interna porque ya no podía sentirme más ahogada con toda esta situación, si bien, la familia Schulz les había causado tanto daño a muchas personas, así que si reciben un poco de lo que han dado no será para nada comparado con el daño hacia sus víctimas.

—¿Qué haces de pie allí? —Dominica—, hasta acá puedo sentir tu hedor…

—Quiero bañarme, ¿Es eso posible? Prometo que no voy a escaparme.

La morena sonrió con arrogancia.

—Dragón jamás ha tenido tanta complacencia con sus víctimas, ¿Qué carajos le dijiste?

—Solo lo que vi, dijo que me dieras una habitación.

—Sígueme…

La mujer me guio hacia la segunda planta de la enorme mansión, mis piernas estaban desnudas así que sentir la suavidad de los azulejos me hicieron sentirme un poco confortable. De camino por un pasillo, escuché algo de música, así que me imaginé que debería ser del único adolescente ante tantos hombres extraños en este lugar.

—No puedes salir, Jeremié tiene su habitación a dos cuartos de aquí, tienes prohibido hablar con él, Dragón no está feliz de que te haya conocido y mucho menos por la forma en cómo te defendió hoy.

—Quiero vivir, así que no lo haré.

Quería llorar en el justo momento en que el agua caliente de la regadera chocó con suavidad celestial mi asquerosa y sucia piel. Lavé mi cabello lo más que pude y perfumé mi piel, rogándole al cielo que ese terrible hedor por fin se fuera de mí.

Al salir de la habitación una mesa estaba puesta, pero algo que realmente me llamó la atención es que había dos puestos junto con dos platos, como si de cierta manera yo estuviese esperando a alguien; en ese justo momento el sonido de la puerta me hizo brincar.

Mis manos sujetaron con fuerza la toalla de baño con la que acababa de secar mi cuerpo, mis piernas me dirigieron hacia la entrada de la habitación, mis manos tomaron rápidamente la perilla de la puerta, pero dejé de respirar al ver los enormes ojos cafés de Dragón.

¿De verdad voy a cenar con el asesino?

Pero la verdadera pregunta es, ¿Por qué?

—Estoy sorprendido por este recibimiento y no me quejó, pero, ¿Podrías ponerte un poco de ropa, por favor?

La toalla.

Estoy en toalla…

Sus ojos recorrieron indebidamente cada parte de mi cuerpo, mis piernas se tensaron a tal punto que tuve que sostenerme rápidamente de un nochero que se hallaba a unos cuantos centímetros de mí para no caer delante de él. Mi cabello húmedo dejaba ver con claridad mi larga y estilizada clavícula, lo cual le llamó mucho la atención.

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