Trevor movió cielo y tierra para lograr que al día siguiente los atendiera un pediatra y les explicaran los resultados de los exámenes.Había acordado reunirse con Todd en la oficina para tratar el tema de Simón Levi y de su hijo imprudente, pero suspendió todos sus compromisos para acompañar a Brianna.Mientras la mujer terminaba de hablar con el doctor sobre la situación de su hijo, él se lo llevó a caminar por la terraza de la clínica.A George los centros de salud lo ponían inquieto, más aún, luego de haber pasado por el laboratorio a que le sacaran sangre.Para evitar que siguiera llorando, Trevor lo paseó por los jardines mientras le contaba sus travesuras de cuando era chico y se escapaba del control de su abuelo para escalar árboles y agrandar su colección de insectos y gusanos.Le hablaba de todas las maravillas que podía encontrar entre la vegetación y de lo feliz que él era con una lupa en mano estudiando el comportamiento de las hormigas o de cualquier bicho minúsculo.Geo
Brianna aprovechó que Kendra se quedaría un rato con George para ir a la habitación de Trevor. Él se preparaba para salir.Apenas recibió la autorización para entrar, pasó disimulando los nervios que la invadían.—Hola.—¿Necesitas algo? ¿Todo está bien con George?Ella suspiró hondo y se aproximó más a él. Trevor se ponía su reloj de muñeca de espaldas a la mujer.Se veía muy atractivo con el traje sin corbata que llevaba puesto.—Quiero que sepas que nunca le di mi número de teléfono a Connor. No sé cómo lo consiguió.Él estuvo en silencio un instante, hasta que terminó lo que hacía y la enfrentó.Ya no era el mismo hombre atento y preocupado que la había acompañado esa mañana al pediatra, sino un tipo serio, calculador y despiadado que sabía que tenía el mundo a sus pies, por eso no pensaba perder el tiempo con asuntos banales.—No tienes que esconderte de mí cuando hables con él —informó con sequedad—. Lo único que te pedí desde antes de casarnos es sinceridad. Odio que me oculten
Trevor entró en el restaurante de Joey y se sentó en la barra. Recién habían abierto. Joey ofrecía almuerzos con menú ejecutivo que eran muy solicitados, pero apenas su personal se preparaba para recibir a los clientes.Su amigo le dio la bienvenida con palmadas en los hombros y puso frente a él una botella de whiskey.—Tu favorito —dijo sonriente y le sirvió un vaso.—Tu intención siempre es la de emborracharme —rebatió Trevor dando un trago a la bebida.—¿Cómo lo supiste? —bromeó Joey— Si comparto un video tuyo en las redes sociales, haciendo alguna payasada en mi restaurante por culpa del alcohol, volvería a mi negocio el lugar más chic de todo Seattle.Trevor sonrió con poca gracia.—Idiota.—¿Qué haces por aquí un día de semana y a media mañana? El Trevor que conozco se encierra a primera hora del día en su oficina a trabajar como un poseso.—Negocios.Joey sonrió y negó con la cabeza.—¿Has vuelto a ver a Connor? —quiso saber Trevor, interesado.—No, aunque sé que sigue en la ci
Brianna logró asistir a la cita en el bar que Connor le había indicado, aunque llegó media hora tarde.No solo estaba insegura si presentarse o no. Le dio largas al asunto esperando que Trevor llegara y así conversarlo con él antes, pero, en vista de que él se tardaba y parecía dispuesto a almorzar fuera de casa, ella se aventuró a ir a ese encuentro.Además, Kendra volvió a abordarla antes de salir, exigiéndole que le diera la dirección exacta de donde se verían para estar atenta ante cualquier novedad. Ella no confiaba en Connor y temía que a su hija le sucediera algo malo por su culpa.El lugar era un sitio oscuro y discreto, que a esa hora solo contaba con un par de clientes distraídos en su conversación.Connor la esperaba sentado en una mesa al fondo del establecimiento.Apenas la vio, él alzó la vista y clavó sus hipnóticos ojos verdes en ella, estremeciéndola.Brianna se odió por sus reacciones y se irguió para caminar hacia él con actitud decidida. Necesitaba enfrentar aquell
El momento fue tan tenso que el mesero encargado de atender esa mesa enseguida corrió a las oficinas para avisar a su jefe lo que sucedía.—Trevor… —exclamó Brianna con un hilo de voz, asustada por lo que pudiera suceder.Ambos hombres se mostraban tan enfadados que parecían estar a punto de enredarse en una pelea sangrienta.—Brianna, ve al auto y espérame allí —ordenó, sin apartar su atención de Connor, que lo veía con desafío.—Pero…—Ve al auto y espérame allí —repitió, esta vez, dedicándole una mirada cargada de decepción.Ella se sintió tan terrible que lo único que pudo hacer fue obedecerlo. Le había fallado una vez más, a pesar de haberle asegurado que no lo haría.Tomó su cartera y se marchó del lugar en silencio.Al quedar solos, los hombres volvieron a enfrentarse.—Eres un cobarde —soltó Trevor con la mandíbula prieta.—¿Por qué? ¿Por proteger lo que me pertenece?—Ni ella ni el niño son tuyos.—George es mi hijo.—¿Sí? ¿Según quién?Connor se tensó por la acusación. Se ap
Al día siguiente, Trevor desayunó con su abuelo en la habitación del hombre, antes de irse a la oficina.Albert había amanecido un poco indispuesto, aquejado por infinidad de dolencias.—¿Has visto a George hoy en la mañana? —preguntó el anciano.—Lo saludé antes de venir. Brianna le daba de comer en el jardín que está junto a su habitación.—¿Y cómo se ha sentido? —quiso saber antes de que la tos lo molestara un poco.—Con más ánimo. No se ha quejado de ningún dolor.—Tienen que cuidarlo mucho, para que no termine como yo —clamó y tomó un bocado pequeño de su comida.Trevor pensó que si George fuese su hijo, velaría por él día y noche. Lo llevaría a dar largas caminatas por parajes naturales, para que el niño aprendiera con sus propias experiencias.Le contaría cientos de historias y le leería cuentos cada noche antes de dormir, para que su mente nunca dejara de soñar con mundos llenos de magia. Eso lo haría un hombre creativo y esperanzado, no agobiado por traumas y soledades, como
A Trevor el trabajo se le había triplicado. Su oficina parecía una zona de guerra, con gente que entraba y salía trayendo y llevando documentos, o se pasaban los teléfonos móviles de mano en mano mientras discutían estrategias de acción.Ese día debía cerrar con su equipo de abogados algunos casos y dar continuidad a otros que llevaban algo de atraso. Simón Levi había enviado a dos representantes para garantizar que sus asuntos se estuviesen tratando, así como otros clientes de gran peso.Trevor los atendía a todos, con el apoyo de Todd. No podían descuidar ninguna responsabilidad, aquella firma había ganado un gran status en la ciudad gracias a sus buenas gestiones y a la atención personalizada que ofrecían a sus clientes.—Señor Harmon, recuerde que tiene un almuerzo en el restaurante del Four Seasons a la una con los socios de Rosend & Krantz, para tocar el tema de la fusión transfronteriza.—Confirme el encuentro, señora Brown, y cuando pueda tráigame la información que reunió sob
Trevor logró llegar a la mansión para antes de la cena. Se esforzó por culminar a tiempo con todas sus responsabilidades para así reunirse esa noche con Brianna e intentar hacer las paces.El día anterior terminaron tan enfadados que ni siquiera se reunieron para cenar. Si pretendía salvar ese matrimonio y evitar que la mujer lo abandonara para irse con el padre de su hijo, debía propiciar una relación amable.Asustarla no era una opción, ya que esa estrategia también la aplicaba Connor y al final, Brianna se dejaría llevar por su corazón.Y en ese asunto tenía la batalla perdida, porque era evidente que ella aún amaba a su amigo.Luego de dejar su maletín, la chaqueta de su traje y la corbata en su habitación, se dirigió al dormitorio del niño. Sabía que Brianna estaría allí, preparándolo para dormirlo.Al entrar, vio que ella había terminado de darle un baño y lo llevaba enrollado en su toalla a su cuna, para vestirlo. El niño, al verlo, sonrió alegre y estiró sus manitas hacia él.