Los celos del lobo

Lois

—¿Por dónde? —pregunté, mirando a Ezequiel.

—Hacia el este, hay un refugio seguro —respondió Ezequiel, sin soltar mi mano.

Caminamos rápidamente, sabiendo que cada segundo contaba. Aidan se mantenía cerca, sus ojos atentos a cualquier amenaza. Sentía la tensión en el aire, la urgencia de nuestra huida.

Mientras íbamos siendo guiados por Ezequiel, la mañana nos alcanzó.

—¿Estás cansada? —me preguntó Ezequiel.

Pero yo no estaba cansada, solo preocupada, por Emmanuel, por Aidan que venía tras nosotros, siguiéndonos de cerca, pero con muchas preguntas en su cabeza que no dejaban de golpear la mía.

Necesitaba hablar con él sobre esto, pero Ezequiel era un muro entre los dos. Quería acercarme a Aidan, era más como una necesidad que no comprendía del todo. Sin embargo, Ezequiel parecía notarlo y su mano jamás soltaba la mía, dejándome claro que por nada del mundo iba a dejar que me acercara a él.

—Estoy bien —dije con voz queda.

Nada de esto estaba bien. Faltaba Emmanuel, no sabía lo qu
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