El Alfa Thorne sabía que la única manera de presionar a Emmanuel era dando con Ezequiel y Lois. Por eso, la búsqueda se había intensificado, pero también estaba la búsqueda de aquel vampiro que podía desaparecer su presencia a su antojo. Lejos de todo el drama familiar del Alfa Thorne, también estaba el deber y su deber era dar con ese vampiro.Todos los alfas habían priorizado la búsqueda en sus territorios por si se podía sentir de nuevo la presencia de ese vampiro. Sin embargo, con el pasar de los días, Enzo no pudo contener su curiosidad y pidió una autorización al Alfa Thorne para que, cuando sintiera nuevamente a ese vampiro... pudiera darle caza.Thorne sabía que Enzo estaba inquieto, por más que quisiera ocultarlo, ambos se conocían muy bien y Enzo no era de los que se sentaba a esperar, por lo que el Alfa Thorne le dio la autorización de cruzar al territorio de lobos, siempre que fuera tras la presencia del dichoso vampiro.La idea de que otro vampiro existiera fuera de sus d
El Alfa Ryder, de la manada Luz Del Alba, la más cercana a la universidad Liberty, fue el encargado de apresar al padre de Aidan, una vez que se reveló la identidad del vampiro que merodeaba por sus tierras.El Alfa Thorne había sido avisado por Enzo de que ya tenía al vampiro, pero la sorpresa fue inmensa al descubrir de quién se trataba.No lo podía creer.Era un chico normal, lo era. Una persona normal, alguien entre los estudiantes, quizás más joven que sus hijos. No sabía qué esperar de quien fuera el vampiro, pero eso no se lo esperaba.¿Cómo había un joven vampiro entre ellos sin que nadie se diera cuenta?El mismo Alfa Thorne había visitado esa universidad un par de veces y jamás sintió nada.En aquel calabozo, había un lobo torturado, aprisionado, casi agonizando, mientras intentaban sacarle información sobre aquel vampiro al que él llamaba hijo y al que crio como a un lobo, entre los lobos, como un igual.Pero los golpes, cada tortura, no servía de nada para que explicara có
EmmanuelHabía llegado con Lois y Ezequiel, pero ni siquiera podía decirle a Lois que todo iba a estar bien, que las cosas saldrían bien. Pensándolo bien... todo estaba mal.Ahora estábamos entrelazados con un vampiro que había sido secuestrado... que Enzo había secuestrado.Porque, para empezar, ¿qué hacía un vampiro del lado de los lobos? Había muchas preguntas importantes que me pasaban por la cabeza, y una de ellas era: ¿cuántos años tenía Aidan? ¿Era un joven, un adulto o un anciano? Esas eran las preguntas más simples. Luego estaba ese collar; sabía que me pareció raro desde el inicio y ahora entendía que ese collar tenía todo que ver. Lo convertía en lobo, pero no uno real, sino que alteraba la percepción, según lo explicó Lois.Lo bueno de todo esto es que ella estaba bien, lo que significaba que Aidan también. Me angustiaba demasiado su conexión con él y lo vulnerable que eso la hacía.Expuesta.La vi dormir y salí fuera con Ezequiel. Él estaba en la copa del árbol, sus ojos
LoisEl dolor en mi pecho es insoportable. Cada respiración es una batalla, una pelea constante entre lo que sé que debo hacer y lo que deseo con todo mi ser.No puedo dejar que ellos sientan esto, no puedo permitir que vean la tormenta que se desata en mi mente. No puedo compartir este dolor con Emmanuel y Ezequiel, o Aidan, que no sé qué está pasando con él.Así que cierro la conexión, los bloqueo, escondo mis pensamientos detrás de un muro que construyo apresuradamente.Sé que lo notarán, pero no puedo permitir que sepan lo que realmente estoy pensando.Todo esto es mi culpa. Aidan ha sido secuestrado, la pelea con el Alfa Thorne, y ahora... ahora los gemelos tienen a su propia familia en contra. Todo ha sido por mí. Porque soy débil, porque no soy una pareja digna de un Alfa como Emmanuel. Soy una simple omega, y no puedo cambiar lo que soy. No importa cuánto lo intente, no puedo luchar contra mi naturaleza que me condena a ser siempre... menos.Yo misma condené a Emmanuel a esto,
EnzoLa habitación está en completa oscuridad, el silencio solo es roto por mi respiración controlada. Pero dentro de mí, la frustración burbujea, una ola creciente de preguntas sin respuesta que me mantienen al borde.Pensé que iba a volverme loco cuando lo tomé en mi poder, pensé que iba a matarlo. Luego de la pelea en el bosque, aquello no me hizo ni cosquilla. ¡Y tenía ganas de pelea! ¡Demonios! No puedo calentar mi cuerpo, para luego llegar aquí y sentarme sin más y la idea de pelea, de pelear contra lobos, es tan dulce que aún me emociona.Maldito Thorne, debería de ser más agresivo conmigo, así, al menos, tendría en mis manos alguna excusa absurda para darle una paliza a sus hijos.Ezequiel aún es un niño, tan pequeño, tan indefenso, que no sabe nada.¿Y Emmanuel? Bueno… él sí que ha crecido. Cuando me reuní con Thorne y el resto de los alfas, sentí su poder. Estaba allí. Y era muy poderoso.Volviendo a Aidan, ni siquiera sé qué demonios hacía con Ezequiel o la maldita omega. T
Era una noche oscura en la que la luna apenas iluminaba el sendero. Teresa y Paolo, ambos omegas, caminaban con el peso de sus tareas diarias sobre sus hombros, el último eslabón en la jerarquía de la manada, siempre al servicio de los demás.La vida para ellos no había sido fácil; su existencia estaba marcada por la sumisión y el trabajo duro, un ciclo interminable de servidumbre que nunca parecía cambiar. Pero aquella noche sería diferente, aquella noche todo cambiaría.Teresa estaba exhausta, tanto física como emocionalmente. Un Beta, embriagado por la celebración de la manada, había intentado abusar de ella. Su piel aún ardía con el recuerdo de sus manos toscas, y su mente no podía dejar de revivir el horror de lo sucedido. Con el corazón palpitando de terror y repulsión, decidió huir, sin pensar en las consecuencias.Sabía que escapar de la manada, alejarse del territorio, la convertiría en una desertora, un destino peor que la muerte para cualquier lobo. Pero ya no podía soporta
LoisMis pensamientos estaban hechos un caos. La culpa, el miedo, la desesperación, todo se mezclaba en mi cabeza, volviéndome incapaz de pensar con claridad.Aidan estaba en peligro, lo sabía, lo sentía en cada fibra de mi ser. Había intentado mantener la calma, encontrar una solución, pero la realidad era que no podía. No había forma de ignorar lo que estaba pasando, y cada minuto que pasaba sin hacer nada me llenaba de más angustia.Me puse de pie de golpe, incapaz de soportar la sensación de impotencia un segundo más. Emmanuel y Ezequiel entraron en la habitación al mismo tiempo, como si hubieran sentido mi desesperación a través del vínculo que compartíamos.—No sabemos cómo acabará esto —dije, rompiendo el silencio que había colgado sobre nosotros como una nube oscura. Las palabras me dolían en la garganta, pero necesitaba decirlas.Emmanuel se acercó a mí, y cuando tomó mi mano, el contacto me hizo sentir una chispa de consuelo, aunque breve.—Hay una solución clara para estos
Despertar cada día y pensar que el resto de mis días solo sería una Omega, me llenaba de desanimo, sumándole eso a mi enfermedad, nada pintaba muy bien.Hace una semana cumplí los veinte años.Habían tres cosas malas en mi vida.La primera, ¡seguía siendo virgen!La segunda, ¡encontré a mi pareja a los dieciocho! Pero esta me rechazó al ver que yo solo era una Omega. Y no lo culpo, estaba sirviendo las comidas a los hijos de los Betas cuando él sintió mi olor, luego de ser un invitado especial de la manada, y sí, al verme me rechazó y salió huyendo, lo que reducía bastante mis posibilidades de poder salir de la manada, porque como estudiante tampoco pude conseguir una beca e irme a estudiar fuera.Varios meses delicada de salud me prohibieron esforzarme al máximo con mis estudios.La tercera, quizás más importante. Nací con una condición “especial”, como la llamaban de vez en cuando cada vez que tenía que tratarme, había que hacerme transfusiones de sangre cada tres meses, lo que cost