Había pasado un mes desde que Abi le dijo a Edward que iba a olvidarle. Él había hablado con Alex pues seguiría visitando a Amelia, no iba a renunciar a Abi tan fácilmente, le daría tiempo para sanar e intentaría ganarse su corazón.
Abi se mantenía distante, saludándole cordialmente, pero nada más. A pesar de todas las cosas, había algo bueno pues Amelia estaba más estable. Por ello fue enviada de nuevo a Boston para que le practicaran unos exámenes rutinarios. Abi había conversado con el médico de su madre quién le había dicho que eran necesarios. Además, así revisaría el tratamiento y añadiría algo para el vómito.
Abi se despertó sobre un pecho musculoso, una mirada a su alrededor le indicó que ambos estaban sobre la alfombra, totalmente vestidos y bajo su manta afgana. Quizás fue doña María quién les cubrió. Su estómago rugía del hambre así que fue a la cocina.Edward estaba tan cansado que no se dio cuenta de su ausencia. La anciana estaba viendo su novela, pero apenas ella entró apagó el televisor.— ¿Cómo estás mi niña?—Cansada pero hambrienta, imagino que Edward tendrá hambre cuando se levante.
Una vez en la casa Abi se acostó a descansar, Doña María estaba en la cocina preparando la cena para todos.— la hija de Tom es toda una preciosidad.— ¿La hija de Tom? ¿Dé que hablas?—Pensé que…—Explícate.—Yo trabajaba para tus padres en la época en que Amelia venía aquí. Yo los vi a ambos juntos en varias ocasiones, su roma
Edward se quedó en casa de Abi durante unas horas, pero tenía que irse a trabajar. Intentó entrar al cuarto de Abi, pero le había puesto seguro. Abi le quería fuera y no lo permitiría.—Déjame entrar o tiro la puerta.Para su gran sorpresa, Abi abrió la puerta y se arrojó a sus brazos. Edward la llevó dentro de la habitación y se sentó con ella en la cama. Durante unos minutos simplemente lloró.—Cariño, lamento muchísimo todo lo que está sucediendo, deberíamos estar de fiesta, vamos a casarnos en poco tiempo.
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Mientras se tomaba un café unas lágrimas intentaban caer por sus mejillas, pero al igual que en otras ocasiones, se mantuvo fuerte y logró dominarlas. Abigail Montgomery observó aquella habitación con detenimiento, aún tenía dos días antes de abandonar el que fue su hogar para trasladarse con su madre a un rancho en Montana.Lo
Con Savannah y Georgia instaladas en su cuarto, buscó una caja y la rellenó de arena para gatos, la puso en su baño con agua y alimento. Alex le había dado suficiente para dos días, así que en cuanto fuese al pueblo conseguiría más.Los días en el rancho le permitían tener paz por primera vez en mucho tiempo. Tom se mantenía cerca de su madre casi todo el tiempo. Aunque tenían muchos trabajadores que realizaban el mantenimiento del rancho Abi amaba ayudar, el trabajo físico le hacía sentir viva por primera vezTras una mañana especialmente agotadora en compañía de Joe uno de los peones del rancho, regresó
Al día siguiente dos vehículos se acercaban a casa de Abi, el de Alex, conducido por un trabajador del rancho de Alex, y el suyo. No negaba sentir cierta decepción al no verlo ahí, pero sabía que los médicos tenían horarios de trabajo muy intensos.—Gracias por traerme el auto, son muy amables.—Con gusto señorita.—Vengan para que les sirva un café.—No quisiéramos molestar.
Cuando Abi estuvo lo suficientemente lejos, Alex encaró a Edward.—Tu odio está yendo muy lejos, si por tu causa ella resulta herida nuevamente, vas a pagármela.—Yo no la atropellé.—Pero por tu culpa ella abandonó la tienda llorando. Estaba tan distraída que no vio la motocicleta.—Eso es lo que pasa en estos malditos pueblitos, no ha transcurrido nada de tiempo y ya te enteraste.—Deja a Abi en paz.