Una vez en la casa Abi se acostó a descansar, Doña María estaba en la cocina preparando la cena para todos.
— la hija de Tom es toda una preciosidad.
— ¿La hija de Tom? ¿Dé que hablas?
—Pensé que…
—Explícate.
—Yo trabajaba para tus padres en la época en que Amelia venía aquí. Yo los vi a ambos juntos en varias ocasiones, su roma
Edward se quedó en casa de Abi durante unas horas, pero tenía que irse a trabajar. Intentó entrar al cuarto de Abi, pero le había puesto seguro. Abi le quería fuera y no lo permitiría.—Déjame entrar o tiro la puerta.Para su gran sorpresa, Abi abrió la puerta y se arrojó a sus brazos. Edward la llevó dentro de la habitación y se sentó con ella en la cama. Durante unos minutos simplemente lloró.—Cariño, lamento muchísimo todo lo que está sucediendo, deberíamos estar de fiesta, vamos a casarnos en poco tiempo.
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Mientras se tomaba un café unas lágrimas intentaban caer por sus mejillas, pero al igual que en otras ocasiones, se mantuvo fuerte y logró dominarlas. Abigail Montgomery observó aquella habitación con detenimiento, aún tenía dos días antes de abandonar el que fue su hogar para trasladarse con su madre a un rancho en Montana.Lo
Con Savannah y Georgia instaladas en su cuarto, buscó una caja y la rellenó de arena para gatos, la puso en su baño con agua y alimento. Alex le había dado suficiente para dos días, así que en cuanto fuese al pueblo conseguiría más.Los días en el rancho le permitían tener paz por primera vez en mucho tiempo. Tom se mantenía cerca de su madre casi todo el tiempo. Aunque tenían muchos trabajadores que realizaban el mantenimiento del rancho Abi amaba ayudar, el trabajo físico le hacía sentir viva por primera vezTras una mañana especialmente agotadora en compañía de Joe uno de los peones del rancho, regresó
Al día siguiente dos vehículos se acercaban a casa de Abi, el de Alex, conducido por un trabajador del rancho de Alex, y el suyo. No negaba sentir cierta decepción al no verlo ahí, pero sabía que los médicos tenían horarios de trabajo muy intensos.—Gracias por traerme el auto, son muy amables.—Con gusto señorita.—Vengan para que les sirva un café.—No quisiéramos molestar.
Cuando Abi estuvo lo suficientemente lejos, Alex encaró a Edward.—Tu odio está yendo muy lejos, si por tu causa ella resulta herida nuevamente, vas a pagármela.—Yo no la atropellé.—Pero por tu culpa ella abandonó la tienda llorando. Estaba tan distraída que no vio la motocicleta.—Eso es lo que pasa en estos malditos pueblitos, no ha transcurrido nada de tiempo y ya te enteraste.—Deja a Abi en paz.
El examen fue hecho a una velocidad inquietantemente lenta, Amelia le observaba atentamente y no estaba habituado a dicho escrutinio. En las dos horas que estuvo allí, logró entablar una cómoda relación con su paciente, incluso se tuteaban.—No importa cuándo dures Edward, ella no va a haber regresado para entonces.—No sé de qué hablas.-Mierda-—Aunque no soy tan vieja como para ser tu madre, he vivido bastante más. Te gusta mi Abi, pero la diferencia de edad te hace pensar que es absurd
Pidieron una ensalada y pescado. Lo acompañaron con algo de vino blanco y para postre una copa de helado. Abi estaba pasándolo muy bien, Alex era un compañero formidable. Mientras tomaban un café, ella decidió compartir sus secretos.—Eso qué me cuentas es terrible, pero al menos ahora lo sé, si esos sujetos vienen por aquí, van a arrepentirse.—Me preocupa mamá, todo este asunto le genera estrés.—No pienses así. Voy a estar a tu lado mientras me lo permitas. Has sido honesta conmigo así que yo también he de serlo. Me gustas muchísimo Abi