El sonido de los tacones de Alison resonó en el mármol pulido del vestíbulo de la firma. El eco de cada paso parecía tan fuerte como los latidos acelerados de su corazón. Apenas había dormido esa noche, dando vueltas en la cama mientras el recuerdo del beso con Zane la asediaba una y otra vez. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había pasado? No era propio de ella perder el control de esa manera, pero algo en Zane la había desarmado, la había llevado al límite de lo que ella misma podía reconocer.Apretaba entre sus dedos la bolsa de papel que contenía la chaqueta de Zane, la cual había mojado con la lluvia cuando salió corriendo de su departamento tras la tormenta de la noche anterior. ¿Cómo iba a enfrentarlo ahora? Su jefe. El respetado e implacable Zane Blackford. Pero no podía ignorar lo que había pasado, y devolverle la chaqueta era un recordatorio ineludible de lo que compartieron la noche anterior.Alison respiró profundamente al entrar en la firma. El bullicio habitual la rodeaba, pero pa
Alison salió de la oficina de Zane con el corazón aún latiendo desbocado. Sus labios aún hormigueaban por el beso, sus manos temblaban ligeramente por la intensidad del contacto reciente. Su mente intentaba desesperadamente recuperar el control, encontrar algo de lógica en el caos de emociones que se agitaban en su pecho. Mientras se encaminaba por el pasillo, sintió cómo el aire frío del vestíbulo de la planta la envolvía, contrastando con el calor que todavía abrasaba su piel.Gloria, la asistente de Zane, levantó la mirada de su escritorio cuando Alison pasó a su lado. Sus cejas se arquearon con curiosidad, pero no dijo nada. Sin embargo, su expresión dejó claro que no esperaba ver a Alison saliendo de la oficina de su jefe, sobre todo sin haber sido anunciada. Pero fue otra figura, más allá de Gloria, la que hizo que el corazón de Alison se detuviera por un segundo.Allí, de pie junto a la sala de espera de la oficina del CEO, estaba una mujer que Alison reconoció inmediatamente,
Alison salió del edificio de la firma con la intención de despejarse, pero ni el aire fresco ni la breve caminata hacia el restaurante cercano le ofrecieron el alivio que tanto necesitaba. Su mente seguía girando en torno a Zane, Ophelia, los celos que sentía y la confusión que la ahogaba cada vez más. Se sentó en una mesa junto a la ventana, observando cómo las gotas de lluvia comenzaban a resbalar por el vidrio mientras su estómago se revolvía de malestar. Ordenó una ensalada, pero cuando el plato llegó, se quedó mirando la comida sin tocarla, incapaz de comer un solo bocado.Sentía como si una presión constante se hubiese instalado en su pecho, oprimiéndola, haciéndola cuestionar todo lo ocurrido en su apartamento y en la oficina de Zane, su cuerpo reaccionando a cada uno de sus toques, la aparición de Ophelia… todo era un caos en su mente, y no sabía cómo resolverlo. Finalmente, dejó algunos billetes sobre la mesa y salió del restaurante sin haber probado bocado, volviendo al frío
Zane la besó con una intensidad que la dejó sin aliento, sus labios se movieron con una urgencia casi salvaje, como si Ilevara demasiado tiempo esperando este momento. Alison sintió cómo todo a su alrededor se desvanecía, concentrando su atención únicamente en el hombre frente a ella, en su toque, en la presión de sus manos que la mantenían firmemente contra él. La realidad de la oficina, el trabajo, e incluso la puerta abierta, desapareció en una niebla de deseo.Los labios de Zane descendieron por su cuello, quemando su piel con cada beso, Alison jadeó cuando lo sintió morder suavemente su clavícula, fue una mezcla de dolor y placer que la hizo arquear la espalda, entregándose más a él. Sus manos, grandes y firmes, la sostuvieron mientras sus dedos recorrían con destreza cada parte de su cuerpo, delineando sus curvas, explorando su blusa, misma que Zane comenzó a desabrochar con rapidez, dejando pronto sus pechos expuestos, cubiertos por la delgada tela de su brasier.Zane lamió su
El sonido de la tormenta seguía retumbando en el exterior, como si el mundo estuviera en sincronía con el torbellino de emociones que los envolvía en aquel momento. Zane, con una mirada intensa que parecía atravesar el alma de Alison, continuó moviéndo sus dedos en el interior de ella, con una confianza imponente. Su cuerpo musculoso se presionaba contra el de ella, creando una sensación de calor que desafiaba el frío del vidrio.—¿Sabes lo que estás haciendo conmigo? —preguntó Zane, su voz grave y llena de deseo, mientras retiraba su mano de su coño, para deslizarla por el costado de su cuerpo, explorando cada curva con una devoción casi reverencial.Alison, atrapada entre el cristal y la figura dominante de Zane, sintió cómo su corazón latía más rápido con cada palabra que él pronunciaba. Sus piernas temblaban por el orgasmo que aun sentía.La pregunta era retórica, pero la manera en que la formuló, con una mezcla de deseo y posesividad, le hizo sentir que realmente quería saberlo.
Zane no podía retirar la mirada de encima de Alison, estaba atrapado por el brillo de sus ojos y el deseo que emanaba de su ser.Soltó sus manos para poder sentirlas quemando sobre sus fuertes brazos, mientras que sus piernas rodeaban su cintura al tiempo que él la pegaba contra el ventanal y la embestía con fuerza de esa forma, frente a la luz de las estrellas y edificios aledaños. Cada caricia, cada susurro entrecortado, lo acercaba más al abismo de sus propias emociones. Se sentía tan vivo en su presencia, como si todo su mundo hubiera cobrado vida en ese instante.Mientras sus dedos seguían explorando el calor de su piel, se detuvo un momento, observando la expresión en su rostro. Era un retrato de entrega, de vulnerabilidad y deseo, y eso solo encendió aún más su fuego interno. Alison, a pesar de su situación, parecía estar disfrutando cada segundo, cada embestida, cada latido que resonaba en la oficina.—Voy a hacerte sentir cosas que nunca has sentido —prometió Zane, en su oí
El sonido de la cafetera llenó la cocina con un aroma profundo y cálido, envolviendo el apartamento de Alison en una atmósfera acogedora que contrastaba con los recuerdos persistentes de la noche anterior. Alison se movía entre la nevera y la alacena, intentando concentrarse en las pequeñas tareas que le aguardaban antes de salir a trabajar. Cada vez que sus dedos rozaban su piel, era inevitable que su mente regresara a los momentos de intensidad y pasión que había compartido con Zane en la oficina. Mientras la cafetera burbujeaba, Alison tomó un bol y sirvió una porción de cereal. Las piezas crujientes cayeron en el bol y Alison mantuvo su mirada ahí, pero su mente seguía vagando. Recordaba el roce de los labios de Zane en su piel, cómo había explorado cada rincón de su cuerpo, dejando marcas que ahora sentía al tacto, como suaves recordatorios de su entrega mutua. Se tocó la clavícula, donde aún sentía la presión de su mordisco, una mezcla de dolor y placer que la hacía sonreír.
Alison entró a la firma esa mañana con el eco de la llamada de Zander aun retumbando en su mente. No había espacio para vacilaciones, no con él. Desde el primer momento en que lo había conocido, había comprendido que Zander no era alguien con quien se pudiera negociar. Sus exigencias eran claras y directas, y ella sabía que no tenía opción más que cumplirlas.Sin embargo, mientras caminaba hacia su escritorio, no podía evitar que su mente se llenara de dudas. Pero su duda creció cuando esa mañana buscó a Zane y él no estaba en la oficina.La coincidencia entre Zander y Zane empezaba a parecer demasiado extraña. Cada vez que uno de ellos aparecía en su vida, el otro parecía desaparecer. Aun así, no tenía ninguna prueba, solo una serie de eventos que, vistos en conjunto, comenzaban a formar un patrón incómodo.Alison se acomodó en su silla, con la firme determinación de concentrarse en su trabajo, pero la sombra de Zane y Zander no dejaba de rondarla. Se llevó una mano al cuello, donde a