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Elena tenía el corazón martilleando tanto en su pecho que pensó que este se le iba a salir. Ese beso la había dejado aturdida. Tantas veces que había ansiado que él la besara así, y tan pocas veces que él lo había hecho. Apenas cuando tenían sexo como parte de su escasa vida marital y que ella podía contar con los dedos.

Vio el ceño de su esposo fruncirse delante de ella y sintió la mano de él apoyarse en su nuca para volver a repetir el mismo acto, pero ella retrocedió soltándose de su agarre y como si su cabeza tuviese corto circuito salió corriendo de la habitación dejando a todos con la palabra en la boca y al hombre en la cama con los brazos alzados sintiendo el vacío entre ellos. Y por supuesto una expresión para nada complacida.

Elena corrió por el pasillo con la respiración agitada y las mejillas coloradas hasta doblar la esquina cerca de la escalera y dejarse caer desplazándose por la pared hasta terminar en el suelo.

-¿Qué estaba pasando?

¿Por qué él la había besado así? Y delante de todos.

No le molestaría claro, si fuera algo normal entre ellos, pero su esposo nunca le tomaba la mano en público, nunca se dejaba ver con ella a los demás, nunca la llevaba a una fiesta. Ella era simplemente un adorno más en aquella casa.

Había esperado que con el tiempo las cosas entre ellos cambiaran de alguna forma, su primer encuentro no había sido tan malo y ella había sentido que él mostraba interés en ella, pero después del matrimonio todo había cambiado tan drásticamente que contarlo parecía una broma.

Se llevó la mano al pecho. No, no podía más con aquello, debía volver a la casa y retomar las riendas de su vida. Por muy apasionado que hubiera sido aquel beso de seguro era algo pasajero que se desvanecería en cuanto volviera a reunirse con él.

Se levantó arreglando su ropa y decidió irse cuando escuchó los pasos apresurados de alguien detrás de ella y su hombro fue agarrado. Al mirar por encima de este encontró a Leon, su rostro estaba contorsionado en una mueca rara.

-Por favor, venga un momento. El doctor necesita hablar urgente con usted.

-No creo que la salud de mi esposo esté tan grave como para necesitarme allí- ella intentó soltarse pero el agarre de Leon era insistente.

-Solo un momento. Es urgente.

Elena cerró los ojos y respiró profundo. Su cabeza la estaba matando, pero al final accedió, sino no la dejarían en paz. Caminó detrás de Leon hasta reunirse con el doctor que hablaba con el hermano de su esposo.

-¿Qué ocurre?- ella deseaba irse lo antes posible de allí.

-Bueno, ahora que el señor Pikman está despierto hemos terminado nuestro estudio. Tenemos un problema- lo que le faltaba- La contusión en su cerebro fue leve pero afecto zonas estratégicas de la cabeza, esto ocasionó una amnesia total en el paciente.

-¿Amnesia?- Elena no lo podía creer.

El doctor asintió.

-El paciente no recuerda casi nada. Algunos nombres y demás, pero analizando su estado creemos que es solo temporal. Logró identificar rápidamente a su hermano y a su secretario, así que su vuelve al entorno en el que vivía lo más probable es que en un mes o mes y medio tenga casi toda su memoria de vuelta.

-Ya veo- eso no la tranquilizaba. Él volvería a ser el mismo hombre indiferente que caminaba por la casa sin prestarle atención a menos que fuera una noche en que tuviera ganas de tener sexo con ella- ¿Y en que entro yo en todo esto?

Los tres hombres se miraron.

-Usted es su esposa, claro que es importante que esté presente hasta que él se recupere- insistió Leon.

Ella alzó una ceja.

-Lo dices en serio o me estás tomando el pelo- el tono de la mujer era de total ironía- Tú mejor que nadie sabe muy bien como es mi relación con tu jefe o tengo que entrar en detalles.

Leon tragó en seco, pero no retrocedió.

-Por favor, ayude al Ceo, al menos por este mes. Sé que su relación no es buena, pero estoy seguro que con su ayuda él se recuperará rápido. Se lo pido.

Elena apretó los labios. Leon era un hombre de apenas 30 años, pero más capaz que muchos que ella hubiera conocido, un rostro normal sin nada que destacar y con su cabello castaño claro que siempre llevaba peinado al lado enmarcando el par de gafas de armadura dorada. No solía hablar mucho con ella, pero nunca la había tratado mal, más bien, era bastante amable… bueno en comparación con su esposo, todo eran amables la verdad.

Que él le estuviese pidiendo aquello era…

-Ven conmigo un momento- le pidió y se giró para alejarse del grupo.

Leon no protestó y la siguió.

-¿Por qué insiste en algo que sabes que no tendrá frutos? Él nunca me ha tratado como su esposa. Ahora me besó, pero de seguro tiene a alguien más en mente- sus propias palabras le dolían, aunque su rostro estaba estoico, casi hasta molesto. ÉL ni siquiera pasa tiempo conmigo, apenas está en la casa, no me dirige la palabra. De que vale que esté a su lado, dudo que pueda recordar cosas al lado mío cuando en primer momento esos recuerdos ni siquiera existen.

Leon apretó los labios.

-Por favor, solo un mes, le pido solo un mes y le prometo que todo entre ustedes va a cambiar. Confíe en su esposo.

Elena entrecerró los ojos.

-Acaso puedo confiar en un hombre que apenas conozco.

Leon sabía que estaba siendo difícil, la mujer no parecía querer retroceder.

-Sé que no soy el más adecuado para decir esto, pero el Ceo la ha trato así para protegerla. Solo cuídelo este mes y le prometo que él mismo le explicará todo cuando se recupere. No le pido más, solo un mes.

Ante la tanta insistencia y ahora con la pizca de la duda que le estaba provocando las palabras del secretario Elena asintió con su pesar con la cabeza. Todavía era legalmente la esposa del hombre dentro de aquella habitación.

Y no importara lo que ocurriese, dentro de un mes… ella definitivamente se iría de aquel lugar. No extendería más su sufrimiento en aquellos tres años que estuvieron viviendo juntos,

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