Tres años antes.
Elena se sentía como un fenómeno, o, mejor dicho, como un regalo envuelto en un hermoso vestido rojo que se pegaba a su cuerpo. Si fuera por ella usaría algo más recatado pero esa noche su padre había insistido en que usara esa prenda. Y ahora estaba en la asquerosa mira de aquellos hombres que buscaban carne fresca para tener a su lado. Y no era por más, ella no se consideraba una mujer despampanante, pero si podía resaltar.
A sus 21 años mantenía una belleza que sobresalía de la media, con labios ligeramente gruesos, nariz aguileña, rostro ovalado y un par de ojos color piel envueltos en gruesas pestañas cobrizas oscuras. Su cabello que danzaba en ondas naturales acariciaba sus hombres hasta la mitad del brazo con dos tonos más claros que sus pestañas. Su figura era delgada sobre todo su cintura, pero con la grasa necesaria en los lugares indicados. Ella, Elena Miscler era lo que llamaban entre los ricos un buen espécimen de mujer.
Apretó sus manos que se encontraban húmedas. Su padre, Ernest era un poderoso empresario, debido a ello no había tenido una niñez de carencia y había recibido una excelente educación lo que ayudó que a pesar de su incomodidad pudiera mantener un porte elegante, aunque serio al lado de su padre que la presentaba de un lado a otro. Podía ver como los demás hombres la recorrían de arriba abajo casi queriendo desnudarla.
Su padre estaba entregándola al mejor postor. La razón muy simple. En los últimos años había hecho malas inversiones y pronto estaría en banca rota.
«Eres una buena chica y ayudarás a tu padre»
«Yo he invertido mucho en ti, así que ahora debes devolverme todo lo que he hecho por ti»
«te casarás por el bien de la familia y los negocios. También saldrás beneficiada»
«No protestes y solo cierra la boca»
Era lo que le decía su padre constantemente. Y aunque ella se había negado aun podía sentir latir la parte internas de sus mejillas cada vez que él la golpeaba cuando le replicaba.
Y escapar no era una opción. Más de una persona estaría asumiendo las consecuencias de sus actos. No podía arriesgarse. Su padre tenía demasiados contactos e influencias y ellos eran demasiado conocidos en el mundo de los negocios como para que ella pudiera simplemente desaparecer.
Quizás por toda aquella presión y lo que ella se imaginaba, su madre, una famosa actriz a la que le habían cortado las alas había amanecido muerta con una sobredosis en la cama. Elena era tan pequeña que no recordaba su rostro, pero la frialdad de un cuerpo muerto nunca desaparecería de su cabeza.
-Elena, Elena- escuchó la voz de su padre a su lado.
Ella pestañeó para salir de su aturdimiento. No había prestado atención a nada de lo ocurrido en los últimos veinte minutos ocurridos en aquella fiesta.
-Concéntrate, ahora nos reuniremos con los anfitriones de este evento. No me avergüences-
El hombre de 56 años, con el cabello ya completamente cano por el estrés de las malas decisiones y rostro severo arregló su traje. Menos de dos minutos después ella fue llevaba en dirección en donde había dos hombres parados. Y Elena reconoció al momento a uno de ellos.
Markus Pickman era el Ceo de más grande de la zona hotelera del país, su poder económico daba hasta miedo, razón por la que la fiesta de ese día, en una de sus tantas mansiones, estaba por todo lo alto. Cualquiera que fuera apadrinado con él o entrara en su familia tendría el futuro garantizado.
A su lado, el joven que estaba no se quedaba atrás. Su hijo Dorian Pickman, había heredado sus dotes tanto físicas como mentales. Con 26 años ya era su mano derecha y casi dueño de la mitad del imperio llevándolo fuera de las fronteras del país. Su padre confiaba plenamente en la capacidad de su descendencia.
-Buenas noches señor Pickman- Esnest no escatimó con su sonrisa.
A su lado Elena estaba incómoda, pero como toda la noche ella se había mantenido pasiva y con la espalda recta, intercambiando la menor cantidad de palabras hasta que sintió el peso de la mirada del más joven.
Ella recordaba haberlo visto hacía años en una fiesta que había asistido con su padre cuando apenas tenía 12 años. Allí lo había visto por primera vez y podía afirmar que las cualidades del adolescente de aquel momento solo habían mejorado.
Dorian había sacado los mejores genes de su padre y su madre, una modelo que había desaparecido del ojo público al casarse. Con su cabello muy negro y abundante peinado estratégicamente pero más largo de los cortes elegantes usados por los de su rango, hacía que se viera mucho más joven que su edad. Tenía dos orbes plateados resplandeciente heredados de seguro de su madre en un rostro donde las expresiones podrían llegar a ser tan severas como atractivas. Sus labios siempre en una línea fina eran incluso apetecibles. Y al igual que su padre su altura era considerable, mucho más que ella y el traje se ajustaba a un cuerpo delgado pero que se notaba que se trabajaba bastante. No había dudas de donde salían los comentarios y las propuestas hacia su persona.
Y ese mismo hombre estaba mirándola fijamente. Elena sintió su corazón palpitar y desvió la mirada hacia abajo con un ligero sonrojo. Alguien, en toda la fiesta que la había hecho sentir algo diferente a asco y reproche. Y debido a eso apenas escuchó a su padre hablar junto a Markus, incluso cuando fue presentada, donde por supuesto había sido puesta en bandeja de oro. Ella no pudo alzar la mirada de vergüenza.
-Elena- escuchó a su padre llamarla y ella lo miró por el rabillo del ojo. Este le hizo seña que se alejara y ella entendió. Él hablaría cosas que no quería que ella escuchara. Y aunque su padre no lo creería ella se sintió aliviada de por fin poderse alejar de todo aquello.
Elena hizo una leve reverencia notando que los ojos plateados de Dorian aun estaban sobre ella antes de alejarse tomando una copa de champaña e ir hacia uno de los balcones. Al menos allí no había nadie y pudo tomar respirar el aire frío de la noche. Su cuerpo se relajó al momento.
Estaba realmente cansada. Deseaba terminar aquello y volver a encerrarse en su cuarto y terminar los proyectos pendientes de la universidad. Desaprobar el curso no era una opción. Quizás cuando terminara sus estudios se podría liberar de su padre… si antes no la casaba.
Miró el contenido de la copa en su mano y jugó con él hasta llevarlo a sus labios y tomarlo de un sorbo, una ligera capa brillosa quedó sobre sus labios pasando la lengua sobre ellos. Esa acción le pareció normal, pero no para la persona que se acercó por detrás de ella y dejó un beso en el costado de su cuello haciendo que ella se sobresaltara.
La copa cayó en el suelo haciéndose añicos y el hombre la agarró de la cintura al ella girarse y casi caerse por el rápido movimiento.
Le tomó unos segundos enfocar quien era y su rostro se sonrojó. El lugar que había sido besado se sentía caliente al igual que todo el cuerpo al que había sido pegada.
-Una mujer hermosa como tú no debería estar sola en una noche donde hay tanto lobos hambrientos cerca- no se rio, pero el brillo de los ojos plateados de recién llegado la estremeció.
-¿Lo dices por los que están allá adentro… o por ti mismo… Dorian Pickman- ella contuvo el temblor que la amenazaba.
Los ojos del hombre se entrecerraron.
-¿Quién sabe?
Y antes que ella pudiera escapar de él, agarró su nuca y se acercó sellando los labios de la mujer con los suyos.
La primera reacción de Elena ante aquel ataque fue tensarse completamente. No estaba adaptada a ese tipo de comportamientos. Más bien… aquel era su primer beso. Y este estaba siendo robado.Los labios de Dorian eran fuertes y chupaban los suyos arrastrando el labial en ellos. El sonido obsceno entre ellos la estremeció y comenzó a golpear la espalda de él con apenas fuera con sus puños cerrados. Su mente estaba divagando.Como algo que no debía ser… se estaba sintiendo tan bien.Ante sus golpes la boca del joven se separó de la de ella y pensó que la liberaría, pero solo fue para susurrarle contra sus labios.-Abre la boca y dame tu lengua- su voz grave la estremecióElena no supo si realmente le hizo caso por la impresión, pero lo próximo que supo era que la lengua de este había atravesado sus labios y se había enredado con la suya haciendo el beso mucho más profundo. Uh gemido salió de su garganta y sus uñas se enterraron en los antebrazos del hombre, aunque a este no pareció import
Elena necesitó más de 15 minutos para poder volver al interior de la sala. Su rostro había estado caliente y acalorado por demasiado tiempo y su cuerpo entero latía. No podría mentir al decir que sus labios aun podían reproducir como habían sido besados y su lengua… ya ni podía mencionar lo que le había hecho a esta.Había sido tormentoso y asombroso en partes iguales. No sabía que ser besado se sentía de esa manera. Y por no mencionar como el hombre la había mirado… como si ella fuera lo más delicioso del mundo.Acaso él tendría interés en ella.No, no podía ser. Solo se habían visto ¿qué? ¿dos veces? Y ¿Amor a primera vista? Eso solo era de novelas rosas. No la vida real. Sin embargo, no podía evitar que su corazón palpitara fuerte dentro de su pecho.De todas las personas era la única que no la había mirado como si ella fuera un trofeo por su cuerpo, belleza o por negocios, pero debía centrarse o terminaría siendo el juguete de un hombre que apenas conocía.Entró a la sala y por su
Una semana. Había pasado toda una semana y a Elena no le habían dado más detalles sobre su futuro prometido, y su matrimonio. Ni siquiera había salido en las noticias cuando su padre se encargaba de decirlo a los 4 vientos. Ya se imaginaba que hasta el gato de la esquina se había enterado de eso. Sin embargo, ella aun lo estaba procesando. Y así pasó todo el turno en sus clases donde solo le quedaba un proyecto final y con eso podría graduarse de una vez por todas. Aunque ella había hecho la tarea y había hecho una investigación exhaustiva de su futuro marido no había encontrado mucha información. Incluso había revisado varias revistas en el auto de regreso a la casa. Dorian Pickman era el mayor de dos hermanos. Klaus era su medio hermano de una relación fuera del matrimonio por lo que no tenía derecho a la herencia familiar. Dorian heredaría todas las empresas de la familia y todo el imperio cuando cumpliera los 30 años como estaba estipulado en el testamento de su bisabuelo, el fu
Elena se sentía casi asfixiada en aquella enorme sala, pero rodeada de tres hombres que no le prestaban atención a pesar de que ella era el centro de la conversación. Demonios, se estaba definiendo su futuro, algo muy normal para alguien de su estatus a pesar de vivir en tiempos modernos.Por un momento giró su mirada en dirección a Dorian, él estaba sentado al lado de su padre, pero este simplemente la ignoraba, apenas si la había saludado cuando habían llegado. Era como una persona completamente diferente con la que se había encontrado en el balcón.-Y bueno, esa es la intención- concluyó Ernest. Elena no había escuchado del todo la conversación. Al final sería lo mismo.-Entiendo, pues vamos a mi oficina. Nos quedan algunos asuntos por atender- Markus se levantó- Dorian, habla con tu prometida, conózcanse un poco- le dijo su padre antes de dar la vuelta y salir seguido de Ernest.-Señor Markus- Rafael, el mayordomo enfocó al joven y este chasqueó la lengua.-Está bien. Les daré int
Toda mujer sueña con casarse de blanco, en una enorme estancia llena de flores y telas, con una alfombra salpicada de pétalos de rosa, con varios invitados y un guapo novio en el altar que la recibirá al ser entregada por el padre o familiar más cercano. Sin embargo, ese no sería el caso para Elena.Si, estaba vestida de blanco y caminaba sobre una alfombra, pero no había flores alrededor, ni invitados que le estuviesen sonriendo, ni su padre era el que la llevaba. Estaba caminando junto a su futuro esposo, tomada del brazo de él y en dirección a una pequeña mesa donde se encontraba una mujer sentada con un libro delante.Vaya, eso era real. Se estaba casando, pero era el matrimonio más mustio que pudiera tener. Además, no reconocía ninguno de los rostros que estaban a su alrededor, aunque dedujo que la mayoría eran de la parte de la familia del novio. Hombres influyentes. Ella en algún momento había escuchado que no deseaban que la unión entre las dos familias fuera algo que estuvies
El viaje en el auto terminó en silencio total y al entrar al jardín de su nuevo hogar ya de noche, Elena se percató que su ahora nueva casa era incluso más lujosa que donde vivía. Era una mansión estilo antiguo, con columnas, grandes ventanales de madera con vitrales, pisos de mosaico, y la decoración interna no se quedaba atrás. Muebles victorianos, enormes jarrones con flores que inundaban las estancias con aroma suave. Pinturas decoraban las paredes y la escalera que daba a la segunda planta estaba recubierta por alfombra.Era bastante cálida debido a los colores marrones y pasteles usados en la decoración, muy diferente de cómo se sentía estar al lado de su esposo.-Es hermosa la casa- no pudo evitar decir.-Vivirás ahora a partir de aquí. Si necesitas algo de la casa de tu padre que se te haya quedado se lo pides a Rafael- señaló con la barbilla al mismo mayordomo que estaba en la casa de su padre. Un hombre mayor pero elegante, que tenía un aura extraña a su alrededor.A Elena n
Elena no sabía los sentimientos que la recorrían. Su esposo había salido de viaje, solo dejándole un número de celular para que lo contactara que nunca usó, y una tarjeta negra que no se atrevió a utilizar. Sabía que como su esposa tenía derecho a su dinero, sin embargo, ella no tenía la intención de utilizarlo.Por lo que una semana después la tarjera tenía el saldo intacto y de vuelta en el auto recibió la llamada del único contacto que no había usado en su celular.-Dime- su voz salió extremadamente cansada. No había podido dormir en los últimos días debido al proyecto final que discutiría en unos días.Hubo unos segundos de silencio.-¿Por qué no has usado la tarjeta que te dejé?Elena se restregó los ojos intentando no dormirse. Deseaba llegar a la casa lo antes posible. No escuchar las exigencias de su esposo al que no había visto en toda la semana.-No tengo por qué hacerlo. No creo que la necesite. ¿Es obligatorio usar tu dinero?- sus párpados estaban medio cerrados.Otra vez
Dorian se puso delante de ella y la recorrió de arriba abajo, la ropa abrazaba el cuerpo de ella y se marcaba el valle de sus pechos junto a sus pezones, y el volumen de sus muslos casi desnudos. Su mirada casi se la comió, pero ella estaba tan nerviosa que apenas se dio cuenta.-Acuéstate- le dijo él separándose y caminando hacia la mesa agarrando dos cosas sobre esta.Elena temblaba un poco tanto de los nervios como de la incertidumbre. Iba a tener sexo. No era estúpida. Sabía que se hacía, aunque no tenía experiencia. Se corrió hacia atrás manteniendo sus piernas flexionadas pero cerradas hasta la mitad de la cama y vio lo que él había agarrado cuando lo lanzó a su lado. Era… una pequeña botella de lubricante y… un condón.-Debes relajante- Dorian se subió a la cama y se arrastró arrodillado hasta ponerse frente a ella. Una de sus manos tocó la rodilla de la mujer notando lo tensa que estaba. Su ceño se frunció- Sino te relajas va a dolerte mucho.-Eso intento- ella temblaba ligera