Como mismo existía la frase de que la mirada podía enamorar, esta misma podría romper los sentimientos de una persona por otra o al menos esa había sido la conclusión a la que había llegado Elena mientras desayunaba frente al hombre al otro lado de la mesa. A ese al que debía llamarle esposo porque lo eran por papeles, aun si apenas intercambiaban más de diez líneas en el día en el caso que fuese necesario.
Revolvió la comida en su plato dejando casi todo. No podía comer, ese día… seria el día que tomaría una de las decisiones más difíciles de su vida. Porque claro que era doloroso divorciarte del hombre que te gusta, aun cuando este apenas te mira.
-¿No vas a comer?- la pregunta de él hasta la sorprendió, pero Elena no mostró interés. Para qué, no era como si eso le preocupara a él después de todo.
-No tengo hambre- respondió con la misma indiferencia que él la había tratado en los últimos tres años en la que llevaban compartiendo la misma casa.
EL hombre frente a ella asintió ligeramente con la cabeza y no dijo más terminando su plato y levantándose.
-Llegaré tarde hoy. Tengo unos asuntos que atender- le dijo él caminando en dirección a la puerta de la mansión.
Elena lo acompañó hasta la entrada. No era una costumbre que lo hiciera. Ver su indiferencia en sus ojos plateados todos los días hacía que le doliera aún más. Y al parecer su cambio de conducta llamó la atención de su esposo que se detuvo cuando la puerta fue abierta por un empleado y la miró por encima del hombro dubitativo.
No hubo palabras entre ellos. En otro momento, si su matrimonio hubiera sido diferente. Si él le hubiera mostrado algo de aprecio ella le hubiera dado un beso de despedida, pero por supuesto, eso era solo un sueño muy lejano. Su esposo no la amaba.
-Ten buen viaje- le dijo ella con la voz casi atrapada en su garganta, porque sabía que ese sería la última despedida que le diera al menos en esa casa.
El hombre frunció el ceño y no le respondió. Simplemente siguió su camino hasta que la puerta se cerró al igual que los ojos de Elena. Al menos hubiera esperado alguna palabra de despedida, pero solo había recibido lo que se esperaba. Una simple mirada fría.
Elena aguantó las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Estar casada con la persona que amas y que deseas a tu lado no siempre es síntoma de felicidad. Y ella lo había aprendido por las malas. Ahora… no quedaba vuelta atrás.
Lentamente subió las escaleras en dirección a su habitación y cerró la puerta a su espalda. La decisión la había tomado. La maleta ya estaba abierta encima de su cama y parte de la ropa esparcida en la cama.
No supo cuando tiempo estuvo recogiendo, cuando se sentó cansada en el borde del colchón con un sobre en las manos. Dentro de este se encontraban los papeles de cambiarían el curso de su vida actual. Detrás de ella ya descansaba una sola maleta que contenía específicamente la ropa con la que ella había llegado a esa casa tres años atrás.
A su lado, en la mesa de noche agarró la única foto de bodas que estaba en aquella casa. En ella parado su esposo con su traje blanco que se amoldaba a su cuerpo alto, y fuerte, su cabello oscuro peinado hacia atrás dejaba a la vista esos irreales ojos grises que la habían cautivado en el primer momento que habían cruzado miradas. A su lado se encontraba ella enfundada en el vestido blanco y una sonrisa en su rostro… no recordaba realmente si había sido la última vez que lo había hecho.
Desde ese día su mundo había cambiado tanto que recuerdos felices no encontraba ninguno. Si, se arrepentía del día en que lo había conocido, en que sus padres los habían comprometido y que ella había dicho sí. Quizás si sus caminos nunca se hubieran cruzado no hubiera desperdiciado tres años de su vida.
Un estruendoso sonido invadió la habitación cuando ella lanzó el cuadro contra la pared y este se hizo añicos. Una lágrima corrió por su mejilla al ver la foto caer sobre los vidrios rotos. Así se sentía su corazón.
Y sin dudarlo abrió el sobre donde estaban los papeles de divorció y los puso sobre sus muslos. Solo tenía que firmarlos. Después de eso se los dejaría y sería libre. Si su esposo apenas la miraba que ella lo dejara libre de una vez por todas de seguro sería un alivio.
Otra lágrima cayó sobre el papel. Era más fácil decirlo que hacerlo, pero ella ya había tomado una decisión. Así que agarró una pluma, pero cuando comenzó a escribir su celular sonó.
En la pantalla marcaba el nombre de Leon. Eso le extrañó. Leon era el secretario de su esposo. No solía llamarla a menos que fuera algo necesario o para informarle que su esposo saldría de viaje o llegaría tarde cuando este mismo no lo hacía.
Mal momento para llamar. Alzó el celular y respondió secamente.
-ya sé que mi esposo va a llegar tarde-
Del otro lado se podía escuchar la respiración agitada del hombre.
-Lady Elena, no la llamo por eso. Mandaré un auto a buscarla.
Elena se extrañó de aquello y el corazón comenzó a palpitar en su pecho.
-¿Qué ocurrió?- preguntó con premura levantándose de la cama dejando caer los papeles al suelo.
Y la respuesta no se tardó en llegar.
-Su esposo tuvo un accidente.
A pesar de que ella estaba a punto de divorciarse Elena no era una mujer de corazón frío, así que en cuanto llegó el auto ella se subió y este la llevó directo al hospital. Los segundos dentro del elevador hicieron que sus palmas se humedecieran notablemente. ¿Cómo estaría su esposo? ¿LO habían herido? Por la forma en que el secretario había hablado al parecer sí.Cerró los ojos y se dejó caer hacia atrás, la pared sirvió de soporte para no derrumbarse. Acaso algo allá arriba se estaba poniendo en su contra. Había decidido divorciarse de su esposo, pero ahora… no era como si pudiera dejarlo simplemente en una cama de hospital. Él podía haber sido frío con ella y no quererla, pero ella aún tenía sentimientos por él.Abrió los ojos al sentir que el elevador se detenía y salió corriendo al abrir la puerta, tan rápido como sus zapatos de tacón le permitieron. Buscó la habitación para encontrar la puerta abierta y una enfermera allí. Esta le cortó el paso, pero una mano detuvo la de ella.
Elena tenía el corazón martilleando tanto en su pecho que pensó que este se le iba a salir. Ese beso la había dejado aturdida. Tantas veces que había ansiado que él la besara así, y tan pocas veces que él lo había hecho. Apenas cuando tenían sexo como parte de su escasa vida marital y que ella podía contar con los dedos.Vio el ceño de su esposo fruncirse delante de ella y sintió la mano de él apoyarse en su nuca para volver a repetir el mismo acto, pero ella retrocedió soltándose de su agarre y como si su cabeza tuviese corto circuito salió corriendo de la habitación dejando a todos con la palabra en la boca y al hombre en la cama con los brazos alzados sintiendo el vacío entre ellos. Y por supuesto una expresión para nada complacida.Elena corrió por el pasillo con la respiración agitada y las mejillas coloradas hasta doblar la esquina cerca de la escalera y dejarse caer desplazándose por la pared hasta terminar en el suelo.-¿Qué estaba pasando?¿Por qué él la había besado así? Y d
Elena necesitó regresar a la casa y darme una ducha de agua tan caliente que su piel picó y se sonrojó. Maldecía internamente. Siempre sus planes se veían frustrados. Y ahora que por fin esperaba encontrar algo de libertad, simplemente su peso tenía un accidente y todo se echaba a perder. Pero a esa altura ya no podía hacer nada más. Solo espetar a que él se recuperar y se iría de allí. No era como si tuviera que hacer mucho, después de todo ellos no tenían mucha interacción. Después de vestirse y recoger una muda de ropa salió en busca del mayordomo que ya tenía preparada una pequeña mochila con un cambio de ropa para su esposo, pues, aunque ambos estuviesen casados ella no había entrado nunca a su habitación, ni siquiera después del matrimonio. No sería esta la primera vez que lo hiciera. Al regreso al hospital ya había anochecido y todos habían vuelto. Su esposo estaba solo, durmiendo tranquilamente sobre la cama, tan estoico y guapo como costumbre a pesar de la oscuridad de la ha
Tres años antes.Elena se sentía como un fenómeno, o, mejor dicho, como un regalo envuelto en un hermoso vestido rojo que se pegaba a su cuerpo. Si fuera por ella usaría algo más recatado pero esa noche su padre había insistido en que usara esa prenda. Y ahora estaba en la asquerosa mira de aquellos hombres que buscaban carne fresca para tener a su lado. Y no era por más, ella no se consideraba una mujer despampanante, pero si podía resaltar.A sus 21 años mantenía una belleza que sobresalía de la media, con labios ligeramente gruesos, nariz aguileña, rostro ovalado y un par de ojos color piel envueltos en gruesas pestañas cobrizas oscuras. Su cabello que danzaba en ondas naturales acariciaba sus hombres hasta la mitad del brazo con dos tonos más claros que sus pestañas. Su figura era delgada sobre todo su cintura, pero con la grasa necesaria en los lugares indicados. Ella, Elena Miscler era lo que llamaban entre los ricos un buen espécimen de mujer.Apretó sus manos que se encontraba
La primera reacción de Elena ante aquel ataque fue tensarse completamente. No estaba adaptada a ese tipo de comportamientos. Más bien… aquel era su primer beso. Y este estaba siendo robado.Los labios de Dorian eran fuertes y chupaban los suyos arrastrando el labial en ellos. El sonido obsceno entre ellos la estremeció y comenzó a golpear la espalda de él con apenas fuera con sus puños cerrados. Su mente estaba divagando.Como algo que no debía ser… se estaba sintiendo tan bien.Ante sus golpes la boca del joven se separó de la de ella y pensó que la liberaría, pero solo fue para susurrarle contra sus labios.-Abre la boca y dame tu lengua- su voz grave la estremecióElena no supo si realmente le hizo caso por la impresión, pero lo próximo que supo era que la lengua de este había atravesado sus labios y se había enredado con la suya haciendo el beso mucho más profundo. Uh gemido salió de su garganta y sus uñas se enterraron en los antebrazos del hombre, aunque a este no pareció import
Elena necesitó más de 15 minutos para poder volver al interior de la sala. Su rostro había estado caliente y acalorado por demasiado tiempo y su cuerpo entero latía. No podría mentir al decir que sus labios aun podían reproducir como habían sido besados y su lengua… ya ni podía mencionar lo que le había hecho a esta.Había sido tormentoso y asombroso en partes iguales. No sabía que ser besado se sentía de esa manera. Y por no mencionar como el hombre la había mirado… como si ella fuera lo más delicioso del mundo.Acaso él tendría interés en ella.No, no podía ser. Solo se habían visto ¿qué? ¿dos veces? Y ¿Amor a primera vista? Eso solo era de novelas rosas. No la vida real. Sin embargo, no podía evitar que su corazón palpitara fuerte dentro de su pecho.De todas las personas era la única que no la había mirado como si ella fuera un trofeo por su cuerpo, belleza o por negocios, pero debía centrarse o terminaría siendo el juguete de un hombre que apenas conocía.Entró a la sala y por su
Una semana. Había pasado toda una semana y a Elena no le habían dado más detalles sobre su futuro prometido, y su matrimonio. Ni siquiera había salido en las noticias cuando su padre se encargaba de decirlo a los 4 vientos. Ya se imaginaba que hasta el gato de la esquina se había enterado de eso. Sin embargo, ella aun lo estaba procesando. Y así pasó todo el turno en sus clases donde solo le quedaba un proyecto final y con eso podría graduarse de una vez por todas. Aunque ella había hecho la tarea y había hecho una investigación exhaustiva de su futuro marido no había encontrado mucha información. Incluso había revisado varias revistas en el auto de regreso a la casa. Dorian Pickman era el mayor de dos hermanos. Klaus era su medio hermano de una relación fuera del matrimonio por lo que no tenía derecho a la herencia familiar. Dorian heredaría todas las empresas de la familia y todo el imperio cuando cumpliera los 30 años como estaba estipulado en el testamento de su bisabuelo, el fu
Elena se sentía casi asfixiada en aquella enorme sala, pero rodeada de tres hombres que no le prestaban atención a pesar de que ella era el centro de la conversación. Demonios, se estaba definiendo su futuro, algo muy normal para alguien de su estatus a pesar de vivir en tiempos modernos.Por un momento giró su mirada en dirección a Dorian, él estaba sentado al lado de su padre, pero este simplemente la ignoraba, apenas si la había saludado cuando habían llegado. Era como una persona completamente diferente con la que se había encontrado en el balcón.-Y bueno, esa es la intención- concluyó Ernest. Elena no había escuchado del todo la conversación. Al final sería lo mismo.-Entiendo, pues vamos a mi oficina. Nos quedan algunos asuntos por atender- Markus se levantó- Dorian, habla con tu prometida, conózcanse un poco- le dijo su padre antes de dar la vuelta y salir seguido de Ernest.-Señor Markus- Rafael, el mayordomo enfocó al joven y este chasqueó la lengua.-Está bien. Les daré int