— Alexis, sabes que este no es un matrimonio común, si me casé fue porque mi madre me lo rogó, está enferma y no quiero que nada impida su recuperación— le aclaró cortante, con el mal humor que se carga anda pesado.
—Vamos, que lo sé, pero no debes pagar tu molestia conmigo, únicamente quise bromear un poco—. Alexis se sintió ofendido, y entraron al ascensor con sus equipos de protección en manos.
Un denso silencio se instaló entre ambos y ya habían bajado 4 niveles del edificio en los que ninguno dijo nada, pero menos ingresaron más personas a la cabina, y Dylan no miraba a ningún lado que no fuera a la botonera.
—¿Irás a la constructora? — le preguntó Dylan para romper el hielo y Alexis espetó entre dientes:
—Si mi jefe y su humor de perros lo permiten, sí, eso creo.
Dylan se giró hacia él.
—Vamos, Alexis, muy pocas veces hemos tenido malentendidos, no te pongas de este modo—. Su amigo no dijo nada y siguió de brazos cruzados.
—No me justifica, pero no la estoy llevando bien, Analía me ha dejado y para colmo me evita, no sé qué decirle, debo esperar a que todo esto pase y mientras también debo lidiar con una niña muy malcriada, pues esa Judith no es la mujer sumisa obediente y educada que mi madre dice a boca llena.
—¿Y qué esperabas Dylan?, me imagino que ya la estás obligando a firmar un divorcio acabándose de casar y encima de todo eso como si fuera poco quieres que sea una esposa obediente—. Le cuestionó con cejas alzadas, reconociendo que su amigo es irritante.
» Vamos, hermano, lo mucho hasta Dios lo ve, además eres un tipo exasperante cuando te lo propones— agregó Alexis sin limitarse a decirle sus verdades.
—¿Eres mi amigo? —inquirió Dylan con molares apretados.
—Sabes claramente que lo soy.
—No lo pareces— atacó incómodo.
—El hecho de que sea tu amigo no quita que esté de acuerdo con las cosas que haces, reconócelo, hiciste mal en aceptar este matrimonio para sacrificar a esta chica, siempre piensas que tú tienes la razón, mira cómo me hablaste y prefieres explicarme tus lamentos a pedirme excusa.
El ascensor se detuvo y ambos salieron aún incómodos, pero Alexis, que bien conoce a Dylan, no insistió más porque sabe que Dylan no es de lo que pide perdón cuando comete un error, y ha sido su amigo durante muchos años aceptando que Dylan tiene ese defecto.
Por su parte, Judith había llegado a su restaurante y se concentró en los pedidos de los clientes VIP, puesto que al ser la chef estrella del lugar sus platos eran muy solicitados.
—jefa, hoy tenemos noche de chupitos, ¿te apuntas? — le propuso su mejor amiga y ayudante de cocina Maya, sonriendo cómplice con algunos de sus compañeros que habían planeado invitar a Judith. Ese sería su modo de crearle una pequeña fiesta para felicitarla por su reciente matrimonio, y aunque su boda fue sumamente rara, igual se había casado y debían alegrarse por ella.
Maya agitaba una mano frente a la cara de Judith, que no reaccionaba a su propuesta, pero menos a los movimientos de su mano.
—Ven chicos, por cosas como estas no me casaré, aunque me compren un novio, ese hombre se ha consumido el alma de mi amiga en tan solo una noche —. Todos rieron, en cambio, Judith estaba tan sumergida en sus pensamientos, que no la escuchó.
—Tierra llamando a la chef Jud— le habló con tono más elevado y Judith que estaba creando una flor con un tomate al salir de su aturdimiento hizo mal manejo del cuchillo cortándose en la palma de su mano izquierda.
—¡Ahhh!— gritó soltando todo lo que tenía y se apretó la herida, pero la sangre no paraba de brotar de ella.
—¡Oh, madre santa!, jud, no fue mi intención, ¿por qué no has utilizado una tabla? —. Su amiga estaba preocupada y corrió tomando un pequeño pañuelo que siempre lleva dentro de su delantal.
Todos en la cocina se desentendieron de sus quehaceres para enfocarse en lo sucedido, estaban muy asombrados, porque Judith no suele lastimarse.
—De verdad lo siento— se disculpó su amiga cuando iban rumbo a la oficina a buscar un botiquín de primeros auxilios.
—Hoy tengo unos pedidos muy importantes— se lamentó Judith más enfocada en su compromiso que en el ardor que sentía.
—Deja que los demás chefs se encarguen, tú no estás bien, deberías irte a casa temprano—le recomendó Maya, algo preocupada.
—Estoy bien, prefiero quedarme aquí— declinó la proposición con mucha rapidez, pues pensar en llegar a esa casa y encontrarse con el insoportable de su marido no es una muy buena idea.
—¿Está todo bien con tu esposo? —. Judith asintió para no hablar sobre el tema, puesto que le provoca algo de pena contarle a su mejor amiga que su esposo ya la está obligando a firmar un acuerdo de divorcio porque dice querer a otra mujer.
— Te dije que al menos debías conocerlo primero, eso de casarte con alguien que ni siquiera habías visto más de dos veces es de locos— le reclamaba Maya y Judith no hacía más que respirar profundo dándole la razón en silencio, pero igual el hecho de que lo conociera antes o ahora no cambiaría las cosas, pues no se había casado por amor, y si accedió es por honrar la memoria de su madre.
— Sabes, esa cara que tienes es de esposa peleada, pensaba que eso de las decepciones vendrían luego—. Maya siguió hablando con interés de sacarle toda la verdad, pero Judith seguía callada.
6 horas después.
Dylan llegó a la casa y no utilizó sus llaves para abrir, sino que llamó a la puerta como cualquier visitante lo haría, pero luego de cuatro toques se dio cuenta de que no había nadie en casa y lo primero que hizo sin pensarlo fue observar la hora en su reloj de pulsera.
—La esposa perfecta no está en casa, si mi madre pudiera ver qué no es más que una mujer descarriada— refunfuñó irónico antes de abrir y cuando pasaba por el comedor vio que Judith dejó el acuerdo de divorcio tirado en el piso aún arrugado. Lo levantó con aspereza y trató de abrirlo deshaciendo la bola que ella creó con él y lo puso sobre la mesa.
Dylan se duchó, estudió unos planos, durmió una siesta; llamó a Analía, y por último le dejó varios audios en los que pedía perdón. Todo esto lo hizo mientras esperaba a Judith y en cuanto escuchó el sonido creado por el motor del auto de Judith bajó al primer piso.
—¡Vaya!, ¡¿Estas son horas de llegar?!— reclamó con voz gutural y Judith enarcó una ceja.
—¿A qué viene este reclamo?, no soy tu esposa, ¡¿lo olvidaste?!, así que puedo llegar cuando me plazca, total, no le debo explicaciones a nadie— respondió sin más, aunque no tenía ganas de discutir, le encoleriza que Dylan le quiera hacer reclamaciones.
—No olvides que esta es mi casa y aunque no seas mi esposa soy el hombre de este lugar, no harás lo que quieres solo porque te place hacerlo.
—Buenas noches, Dylan, estoy sumamente cansada—. Judith soltó un bostezo y Dylan gruñó enfurecido.
—¿Qué tan cansada vienes?, ¿parece que los paseos te agotan? —. Judith frunció el ceño, pero no le prestó atención.
—No tengo ánimos de discutir, mañana hablamos hombre de la casa— espetó sarcástica y Dylan le impidió retirarse colocándose frente a ella.
—Fírmalo y te daré medio millón de dólares.
Dylan le puso entre las manos el contrato que la obliga a darle el divorcio en ocho meses sin poner objeciones.
«Será que este idiota no sabe qué medio millón de dólares lo consigo en una semana, ni siquiera sabe quién soy en realidad», pensó Judith, analizando que Dylan no investigó a pesar de haber aceptado contraer matrimonio con ella.
Dylan estaba ardido debido a que Judith lo dejó hablando prácticamente solo y se fue a dormir, y ahora sentía que por su culpa no podía conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas sobre la cama, por momentos se sentaba en la orilla de esta y volvía a recostarse para pelear con su propio cuerpo, pero nada sucedía, de modo que se levantó, y bajó al primer nivel.—Judith abre— le exigió golpeando la puerta y cuando despertó abruptamente por el alboroto provocado por Dylan, Judith con fastidio expulsó todo el aire que guardaban sus pulmones. Estaba tan agotada que se sentó adormilada sobre la cama y se talló los ojos, soltando uno que otro bostezo a medida que escuchaba como los golpes que Dylan dejaba sobre la puerta eran tan fuertes que creyó que la iba a derrumbar.—¡Qué fastidio! — murmuró a la vez que soltaba un bostezo.—¿Qué quieres? — preguntó cuando abrió de golpe, con los ojos a medio abrir.—Te hice una oferta, solo acéptala, necesito escuchar que podré librarme de ti—, le aseve
Darla estaba regando las hortalizas en el huerto que tiene en la parte trasera de su glamurosa mansión. Las mujeres de su círculo social la criticaban por no tener un jardín como cualquier dama normal, sino que tenía un invernadero donde se pasaba la mayor parte del tiempo, regando sus flores, y hortalizas.—Nos odian porque somos demasiados originales, más que odio, creo que nos envidian—. Observando la lluvia creada por el agua que caía sobre las plantas recordó las palabras que siempre le decía su mejor amiga (la madre de Judith) —Amiga, nuestros hijos ya están casados como querías, y procuraré que sean felices— prometió, hablando a la nada antes de que una notificación sonara en su teléfono. Desvío la mirada hacia la pequeña mesa de color blanco donde está el teléfono y luego de cerrar la válvula de agua fue a revisar.“Dylan, ¿me amas?” — escuchaba la voz de Analía en un video donde veía a Dylan con los ojos cerrados y con el torso desnudo.“Si amor, sabes que no podría vivir s
Judith escuchaba a su mejor amiga dialogar con los cocineros sobre lo genial que la pasaron la noche anterior y se lamentó mucho por haber rechazado la invitación, ya que al menos de ese modo se habría ahorrado la incomodidad de tener que discutir con Dylan.«Siempre he escuchado que las parejas casadas tienen problemas y malentendidos, pero no me imaginé que los de Dylan y mío serían tantos», pensó cómica de su propia situación, por el hecho de que lamentarse no resolvería nada.—¿Me dirás qué te sucedió porque pareces un panda? — la interrogó Maya al mismo tiempo que le pasaba un plato con tallarines verdes para que ella le diera su último toque culinario.—Maya no es el momento ni el lugar para tu interrogatorio— dijo para evadir a su insistente amiga que no la dejaría en paz hasta sacarle la verdad, pero para su asombro Maya no estaba dispuesta a rendirse hoy, porque la sujetó por el antebrazo y la arrastró hacia la oficina.—Soy tu mejor amiga desde hace muchos años, te conozco;
Después de haber perdido la licitación contra su rival en los negocios Dylan se sentía sofocado y como todo un fracasado. Porque no podía soportar la idea de haber fallado y sentir que su carrera como el mejor ingeniero estaba en declive. Así que, para calmar un poco su ansiedad, buscar algo de apoyo y consuelo decidió llamar a su novia Analía. Tomó su teléfono y marcó el número.—¿Hola, amor? — dijo Analía con tono muy cursi al contestar el teléfono. —Hola, Analía. ¿Puedo hablar contigo un momento?— Claro, ¿Qué pasa, amor? —, preguntó Analía con preocupación.—Tengo una mala noticia—. Analía al otro lado de la línea se tensó esperando que Dylan le dijera que debían terminar su relación por causa del video que ella le había enviado a Darla; sin embargo, su corazón volvió a su ritmo normal cuando Dylan con prontitud agregó con voz temblorosa: —Perdí la licitación—, expuso Dylan con un suspiro. —Mi rival comercial ganó y ahora no sé qué hacer.Analía se mordió el labio inferior, s
Bryan esperaba encontrarse con un hombre, pero en su lugar, había una hermosa mujer. La belleza y elegancia de la chef llamaron la atención de Bryan de inmediato, su corazón se aceleró. La atracción que sentía hacia la chef era innegable; se sentía atraído por su confianza y habilidad.—¡Oh! Disculpe, pensé que el chef era un hombre. — No puedo creer que alguien tan hermosa pueda ser una chef tan talentosa— comentó impresionado, se le notaba aún la incredulidad y Judith sonrió, pero no con mucha emoción porque a pesar de que él la estaba halagando igual pensar que por ser mujer no podría ser un chef la hacía sentir denigrada, sin embargo, Bryan no detuvo sus palabras, sino que continuó diciendo:— De verdad, me sorprende ver a una mujer tan hermosa y talentosa en la cocina. Debe ser una de las mejores chefs que he conocido.—Muchas gracias por sus amables palabras, me alegra que haya disfrutado su comida. Pero permítame decirle que el género no tiene nada que ver con la habilidad cu
Al día siguiente: Judith despertó con un fuerte dolor de cabeza y se palmeó varias veces la frente, creyendo que así aliviaría el intenso dolor. — Me va a explotar la cabeza, ¿por qué bebí tanto? , ¡ay!, ¡¿quién me manda a confiar en Maya y sus chupitos?! — se lamentó a medida que creaba pequeños círculos con los dedos sobre su sien. Aún estaba con los ojos cerrados y los abrió de golpe cuando recordó la discusión que había tenido con Dylan y se sentó en la cama. —¡Ahh! — gritó sintiéndose frustrada. » ¡No debí dejarme provocar por ese idiot@ arrogante, prometí que lo soportaría!, ¡Dylan es un m@ldito! Hizo un mohín de desagrado recordando que había incumplido con una promesa que le había hecho a su suegra y se sintió mal por ello, dado que no le gusta faltar a sus palabras. Flashback.Después de los halagos de aquel extraño cliente ella siguió trabajando cuando recibió un mensaje de texto de Darla, invitándole a visitarla. A pesar de estar ocupada, Judith decidió aceptar la inv
Como no se sentía bien debido a la resaca, Judith decidió quedarse en casa, llamó a su amiga y le pidió hacerse cargo del restaurante. Sin embargo, al pasar media hora ya no podía seguir acostada y decidió que aprovecharía el tiempo para elaborar nuevos platillos y así los agregaría a la carta del restaurante.Mientras preparaba la comida, al abrir el refrigerador para buscar algunos ingredientes se dio cuenta de que Dylan se había comido los ravioles que había guardado en el refrigerador. Enfadada, decidió que debía cobrarle de alguna manera.—Me estruja a la cara que esta es su casa, pero no es capaz de agradecerme por la comida— murmuró a medida que lavaba unos tomates.Luego se sentó porque sentía que aún estaba mareada, pero eso no impedía que siguiera protestando en voz alta sobre la forma en que Dylan la trataba. —¡No puedo creer que me llame callejera! —, se quejó al recordar las palabras hirientes que Dylan le dijo la noche anterior.—¿No se da cuenta de que salgo durante t
En cuanto Dylan llegó a la empresa lo primero que hizo su padre fue llamarlo para que fuera a su oficina, y Dylan que no quería verlo después del momento bochornoso que le hizo pasar, se irritó una vez más y cuando atravesó la puerta de la oficina de su padre le reclamó:—¡¿Cómo pudiste cambiar la propuesta así?! Me has hecho quedar en ridículo delante de mí rival Bryan Torne. ¡No puedo creer que hayas hecho esto!—Dylan, por favor, baja la voz—, respondió Carl en un tono calmado. Hay una razón para esto que necesito explicarte.Dylan respiró profundamente y trató de calmarse. —¿Qué razón? —, preguntó.—Dylan, escúchame. Tuve que cambiar la propuesta porque la empresa está pasando por un problema económico que nos puede arrastrar a la quiebra. Tu propuesta original era demasiado alta y nos habría dejado en una posición financiera aún peor. Dylan se sintió abrumado por la noticia. Había estado tan concentrado en ganar la licitación que no había considerado las implicaciones financiera