Tres largos días pasaron desde que Judith había sido ingresada en el área de intensivo, víctima de una dosis de veneno que, aunque no era grande, dañó severamente su estómago. Ella fue sometida a varios lavados estomacales y constantes exámenes para asegurarse de que el frágil feto en su vientre no se viera afectado.La habitación del hospital estaba fría e impersonal, con un olor constante a antiséptico y una iluminación tenue que parecía perpetua, Dylan estaba sentado junto a su cama, con la cabeza recostada en el borde de la misma, agarrándole la mano como si temiera a que se le escapara.Lentamente, Judith empezó a despertar y sus ojos se abrieron con dificultad, y su visión era borrosa al principio, pero poco a poco fue enfocándose en la figura de Dylan. Una mezcla de emociones la embargó: alivio, amor, miedo, y una inexplicable sensación de tranquilidad.Con delicadeza, le pasó los dedos por la cara, trazando sus facciones.—Pareces cansado, mira cómo duermes, — susurró, sin in
Continuación:—El día que llegó Judith al restaurante, me alegré mucho porque significaba que finalmente cumpliría con mi parte, pero no tenía idea de que ese 'laxante' era en realidad un veneno. Lo juro, oficial, yo no sabía. Estaba nerviosa cuando el chef Álvaro me acusó y, en un momento de pánico, puse el frasco en el bolsillo de su mandil mientras lo atacaba, sin embargo, no tenía idea de que esto acabaría con la vida de varias personas.Las palabras de la chica resonaron en la habitación, y el oficial a cargo tomó nota de cada detalle.—Gracias por tu testimonio. Vamos a investigar todos los detalles y corroborar tu versión. Tu cooperación podría ser crucial para esclarecer esta situación.La chica asintió, con lágrimas en los ojos, y susurró: —Lo siento mucho. Nunca quise hacerle daño a nadie. Por favor, hagan justicia.Día tras día, los policías se sumergían en una minuciosa investigación para reunir pruebas que pudieran condenar a la sospechosa, sin embargo, a medida que pasa
La madre de Bryan, completamente desconcertada por la revelación de su hijo, vociferó a una de las empleadas de servicio para que le trajera una compresa fría y mientras la empleada le aplicaba la compresa, la madre murmuraba en un estado de incredulidad, repitiendo una y otra vez: —No, no, eso es mentira.Y la empleada, obediente, le aconsejó con suavidad: —Permítame traerle su teléfono, señora. Debe asegurarse de sí el señor Bryan está jugando una broma. La mujer se apresuró a buscarlo, pero Bryan no respondía la llamada por lo que su madre le volvió a pasar el aparato a la empleada. —Bryan, hijo poco filial, ¿qué has hecho? —, gritó, dejando a la empleada de servicio confundida y preocupada por la situación.En ese momento, su esposo entró y la encontró en un estado de angustia. Ella rápidamente le contó lo sucedido, buscando apoyo y consuelo. Su esposo se sentó a su lado, pensativo, y después de un rato de silencio, dijo: —No te preocupes, si es verdad, lo haré divorciarse.L
Judith, con su restaurante principal en pleno auge y éxito nuevamente gracias a la ayuda de Dylan, se encontraba concentrada en la implementación de nuevos platillos para incluir en el menú. Tan absorta estaba en su labor que decidió avisar a los empleados que podían irse, ya que sabía que tardaría mucho más tiempo en terminar. —Jud, querida, mi marido me espera, así que nos vemos —, le anunció Maya, dándole un beso en la mejilla. Judith asintió, mostrando una sonrisa, y despidió a todos los empleados con amabilidad. Incluso les pidió a los guardias de seguridad que se marcharan a descansar.Mientras tanto, Dylan se encontraba concentrado en una importante reunión con los arquitectos de varios proyectos y su mente estaba ocupada exclusivamente en esos asuntos, cuando de repente recibió un mensaje en su teléfono. Al escuchar la notificación, decidió abrirlo y se encontró con que provenía de un número desconocido. El mensaje decía: "¡Adivina qué haré!", y debajo había una foto de Jud
Fue entonces cuando ocurrió el milagro, el llanto de la bebé pareció despertar a Dylan, sus ojos se abrieron lentamente, y cuando vio a la pequeña sobre su pecho, una sonrisa se dibujó en su rostro, pues una conexión única le hizo tener la certeza de que esa bebé es suya. —Jazzlyn de papá, mi princesa—, murmuró, —¿Estás bien cosita preciosa?Quería doblarse para besarla, pero su cuerpo no le respondía y cuando Judith acercó a la bebé hacia Dylan, una de sus lágrimas cayó sobre el rostro de él. —Mi amor—, susurró él, con la voz cargada de emoción.—Si mi vida, estoy aquí, lo siento mucho— Judith se desparramó en llanto al verlo quemado y él quería abrazarla y besarla, pero le era imposible.∆∆∆Los días pasaron, Judith y la bebé fueron dadas de alta y Dylan fue operado para tratar sus quemaduras. —Mi reina miremos hacia adelante —, le propuso él mientras abandonaban el hospital con la voz llena de determinación y ternura. » Vamos a casarnos mañana mismo.Judith se quedó boquiabiert
La noche cayó sobre la casa, donde la alegría y el amor se mezclaban con bromas y risas. Todos, incluyendo a Carl, se fueron a descansar con una sensación de calidez en el corazón, conscientes de que habían sido testigos de un nuevo comienzo, no solo para Dylan y Judith, sino para toda la familia.Dylan yacía profundamente dormido, acurrucado junto a su esposa, y el suave sonido de la lluvia golpeando la ventana creaba un ambiente tranquilo en la habitación, sin embargo, la paz se vio interrumpida cuando la pequeña bebé rompió en llantos por tercera vez en esa noche.Con el cabello enmarañado y los ojos casi cerrados, Dylan se incorporó en la cama y miró a Judith, quien seguía profundamente dormida.Con cuidado, él se levantó de la cama y se acercó a la cuna de la bebé. La pequeña seguía llorando, y chupándose los dedos entre lágrimas. —Amor, despierta, esta princesa tiene hambre—, le susurró a Judith en un tono suave, esperando que se despertara.Judith abrió los ojos brevemente, pe
Era un día soleado y tranquilo cuando Judith tomó de la mano a su pequeña Jazzlyn y juntas emprendieron el camino hacia el lugar sagrado donde yacía enterrada Cintia.A medida que se acercaban al cementerio, el corazón de Judith comenzó a latir más rápido. Aunque no conocía muy bien a Cintia en vida, sentía una gran gratitud hacia ella por el sacrificio que había hecho y sabía que no había forma de agradecerle, pero al menos podía honrar su memoria llevándole flores en ocasiones especiales.Cuando llegaron a la tumba de Cintia, Judith suspiró profundamente. La lápida estaba decorada con hermosas flores de colores vivos, dejadas por otros visitantes. Judith desplegó el gran ramo de flores que había traído consigo y lo colocó con cuidado junto a las demás ofrendas.—Han pasado cuatro años desde que diste tu vida por la de mi esposo, por mi hija y por mí—, hablaba Judith en voz baja mientras acariciaba la lápida. —Y siento que solo trayéndote flores no podría pagar esta gran deuda que t
—Acepto… — escuchó Judit el consentimiento de su esposo y sonrió aliviada visualizando a los presentes porque le apenaba que después del largo silencio que hizo, él decidiera dejarla en una mala posición, de la cual no podría recuperarse; el bochorno de ser rechazada por su esposo públicamente, la terminaría destruyendo.Lo observó empuñar sus manos como si tratara de controlarse, y cuando firmaron el acta matrimonial, él la vio fijamente con esos ojos grises que le helaron el alma y provocando que sintiera una presión en el pecho bastante incómoda. No hubo beso, solo un apretón de manos entre ella y su esposo, quien para calmar las murmuraciones terminó posando los labios en su frente, pero sentía el repudio hasta en su manera de tocarla.Judith estaba aceptando los buenos deseos de sus amigas y madrastra cuando fue bruscamente jalada del brazo, y al girar de una manera poco vista se enredó con sus propios tacones, el velo largo amarró sus pies, y si no fuera por esos fuertes dedos