Dylan estaba ardido debido a que Judith lo dejó hablando prácticamente solo y se fue a dormir, y ahora sentía que por su culpa no podía conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas sobre la cama, por momentos se sentaba en la orilla de esta y volvía a recostarse para pelear con su propio cuerpo, pero nada sucedía, de modo que se levantó, y bajó al primer nivel.
—Judith abre— le exigió golpeando la puerta y cuando despertó abruptamente por el alboroto provocado por Dylan, Judith con fastidio expulsó todo el aire que guardaban sus pulmones. Estaba tan agotada que se sentó adormilada sobre la cama y se talló los ojos, soltando uno que otro bostezo a medida que escuchaba como los golpes que Dylan dejaba sobre la puerta eran tan fuertes que creyó que la iba a derrumbar.
—¡Qué fastidio! — murmuró a la vez que soltaba un bostezo.
—¿Qué quieres? — preguntó cuando abrió de golpe, con los ojos a medio abrir.
—Te hice una oferta, solo acéptala, necesito escuchar que podré librarme de ti—, le aseveró rústico, colmando la paciencia de Judith, quien rodó los ojos e hizo una mueca de fastidio.
—Eres un m@ldito engreído y estúpido que piensa que todo en la vida se resuelve con dinero, si acepte este matrimonio no fue para llenarme los bolsillos…
Iba a seguir diciéndole varias cosas, entre ellas le recalcaría que no necesita plata porque si hay algo que tiene de sobra es eso, pero él la interrumpió riendo de manera irónica a la vez que le decía lleno de sarcasmo.
—Dirás que accediste a este matrimonio pensando que sería por amor a primera vista, ¡¡no me hagas reír por amor a Dios!!—. Dylan supuso que era justo lo que ella diría a continuación, provocando que Judith rodara los ojos y para mostrarle lo hastiada que la tenía se apretó el tabique de la nariz, gesto que momentáneamente Dylan aborreció, pues nunca había visto a una mujer actuar de esa manera.
—No me consideres tan estúpida para pensar que el amor surge como en los cuentos infantiles, el amor nunca tuvo incluido en mis planes de vida, y te confieso que algunas veces me consideré una mujer fría, pero cuando veo que tú le das tanta importancia al dinero y poco valor al amor y a la lealtad, el concepto que tenía hacia mí misma cambió. Eres nefasto, incluso narcisista y en unas horas a tu lado me he dado cuenta de que lo mejor que me está sucediendo es que quieras ponerle un fin a esto, porque no me veo envejeciendo con un hombre lúgubre como tú.
Judith, que se pone de muy mal humor cuando interrumpen su sueño, sacó toda la rabia que lleva dentro desde que él le está exigiendo firmar, y que encima de todo pretenda que ella mienta delante de todos al decir que fue su decisión ponerle fin a ese matrimonio.
Dylan se soltó en carcajadas echando la cabeza hacia atrás, como un villano.
—Te equivocas esposa de mentiras, yo sí sé lo que es el amor, y también sé identificar cuando quieren aprovecharse de mí— replicó odiando que ella pretenda conocerlo cuando en realidad sabe menos de él de lo que él conoce sobre ella, porque a pesar de que su madre le entregó unos documentos con los datos de Judith él no los leyó, solo lo tiró a un cesto de basura sin apenas abrirlo y se imagina que ella únicamente se enfocó en saber que él es un hombre adinerado.
—Ojalá sea cierto esto que dices, y no que tus amores no sean solo intereses—. Tras terminar Judith, le cerró la puerta en la cara, y Dylan, que levantó la mano para golpear nuevamente con mucha rabia, se detuvo creando un puño, y respiró profundo.
Más tarde Judith ya no pudo volver a dormir y estaba tan enfadada que quería llorar, cuando no duerme su estado de ánimo se descontrola por completo y las emociones se le convierten en un caos.
—¡Ese idiota como se atreve a ofrecerme dinero!, yo con gusto firmaría ese acuerdo si lo pide con amabilidad— dijo a medida que caminaba. Estaba rondando dentro de su aposento con una mano colocada en la cintura.
—Mamá, ¿por qué elegiste a ese imbécil para ser mi esposo?, acepté porque no le quiero faltar a tu memoria, ya que fui una hija desagradecida—, se lamentó mirando hacia arriba, creyendo que al hablarlo podría sacar parte de su enojo, y de paso el espíritu de su madre podría mostrarle el camino correcto. De tanto hablar consigo misma, Judith sintió mucha sed, y decidió ir a la cocina encontrando como Dylan estaba sacando un poco de agua del refrigerador.
Se aclaró la garganta y él ni se molestó en mirar, solo siguió como todo un insoportable.
—Deberías comprar tu propio refrigerador— le recomendó Judith con astucia a la vez que pasaba por su lado.
—Este es mío, ¿para qué necesito otro? — le aclaró Dylan haciendo énfasis en la palabra "mío"
—No olvides que acordaste que este piso me pertenece y los dos de arriba son tuyos. Todo lo que está aquí es mío, así que por favor compra tu refrigerador—. Él enarcó una ceja antes de reír sin gracia.
—Aparte de grosera, eres una descarada— le insultó al mismo tiempo que rompió la distancia y sin miramiento apretó la mano que Judith se había lastimado en el restaurante.
—¡¡Ahh, duele!!— chilló sintiendo mucho dolor y él no la soltó de inmediato, sino que le dio la vuelta a su mano para verla.
—Tú me incitaste a actuar de este modo—. Judith jaló su mano con mucha rabia y lo vio resentida, él no era capaz de pedir disculpas, sino que encima la culpaba por haberla lastimado.
«Estoy viviendo con un demonio cruel», pensó llena de amargura.
—Te pagaré un alquiler por esta parte de la casa, tú pon una mensualidad— le pidió determinada a que sean dos desconocidos, pero cuando Dylan estuvo a punto de exponer su pensar su teléfono sonó. Al ver el identificador en la pantalla, su rostro endemoniado se iluminó tanto que Judith jadeo de incredulidad.
—Hola, amor—, respondió con voz melosa a la persona que estaba al otro lado de la línea.
—Sí, estaré ahí en veinte minutos, amor espérame, no te muevas de ese lugar, por favor— escucho Judith eso último antes de verlo irse al segundo piso dando zancadas.
Minutos después, Dylan llegó a uno de los mejores antros de la ciudad. Había personas bailando una música muy movida y evadiendo a toda esa multitud pudo llegar al área VIP donde se encuentra Analía bailando junto a su mejor amiga, ambas ebrias hasta más no poder.
—¡Dylan, amor, viniste! — celebró ella y su voz apenas se pudo escuchar por el gran ruido provocado por la música, corrió a él y le enredó sus brazos en el cuello.
—Estás muy tomada—. Dylan le quitó una copa que tenía en una mano y con la cual Analía le mojó un poco la manga de su camisa cuando se lanzó sobre él.
—Si mi amor, por tu culpa estoy borracha— empezó a llorar.
— Estoy celosa, muero de celos, esa mujer está a tu lado—, seguía llorando y él la abrazó, entonces ella le dedicó una sonrisa a la amiga, a la vez que le guiñaba un ojo.
—Ya te he explicado que con esa mujer no tendré nada, te amo Analía y debes confiar en mí— le decía preocupado abrazándola fuerte con el temor latente de perderla.
—Déjala, y de ese modo te podré creer— le planteó determinada a que él le ponga fin a su matrimonio. No le exigía por miedo a perderlo, ya que está segura de que él la ama, sino porque quiere demostrarle a la madre de Dylan que ella tiene poder sobre él y que sin importar cuánto ella la aborrezca siempre tendrá a Dylan a su disposición. Lo único que lamenta es que no ha podido crear una brecha entre ellos, pero igual no se ha rendido, sabe que tarde o temprano logrará ponerlo en contra de su madre, dado que necesita que él deje de ser tan obediente y leal a ella.
—Mi vida, te he pedido 8 meses, por favor, solo concédeme ese tiempo y te juro que nos casaremos de inmediato. Sabes que acepté esto porque no quiero sentirme culpable, si mi madre empeora, amor ponte en mi lugar, si a mi madre le pasa algo no podré vivir con la culpa de que la hice enfermar— le explicaba sosteniendo su rostro con ambas manos y viéndola fijo a los ojos.
—Nadie se enferma porque no hicieron su voluntad, amas mucho a tu madre, pero considero que ella te manipula y se aprovecha de que la quieres — le reprochó y cuando sintió que Dylan iba a quitar las manos, colocó las suyas sobre las de él.
—Bien, solo 8 meses, mientras espero iré organizando nuestra boda, pero ten en cuenta que lo estoy haciendo porque te amo—. Él le dedicó una sonrisa y ella quiso poner los ojos en blanco.
— Nunca podría aceptar esto, Dylan te amo tanto que no podría vivir sin ti—. Volvió a decirle mientras pensaba que con lo que realmente no podría vivir es con la comodidad que le ofrece el dinero que él le da.
Justo en el momento que Judith iba saliendo de la casa para irse a trabajar iba Dylan llegando de estar con Analía, puesto que como era su noche de reconciliación se quedó a dormir a su lado.
—¿Qué?, ¿te molesta verme?, ¡ya sabes donde queda el registro civil, ve y solicita el divorcio!— espetó cuando Judith se quedó viéndolo, y ella respiró profundo pidiendo internamente mucha paciencia.
—Buenos días para ti Dylan— le dijo sarcástica, ignorando por completo su comentario porque terminaría diciéndole todos los improperios que conoce, y prefiere que su día no empiece con una discusión.
—¿Para dónde vas? —. Ella se giró y con la puerta de su coche abierta le dijo burlona.
—Si te molesta que salga de la casa, ¡ve a pedir el divorcio!
Utilizó el mismo tono que él a la vez que alzaba los hombros y creaba un puchero, y sin más subió a su coche y arrancó, triunfante por la diversión que le provocó haberlo dejado picado.
—¡¡Mujer del infierno!!— gruñó Dylan perdiendo el buen humor que había obtenido con Analía y enseguida sus ojos se pusieron tan rojos por la cólera que parecían haber sido inyectados con sangre.
—Le demostraré a mi madre que me ha pedido casarme con una mujer infiel— aseguró con planes de exponerla para justificar un divorcio inmediato.
Darla estaba regando las hortalizas en el huerto que tiene en la parte trasera de su glamurosa mansión. Las mujeres de su círculo social la criticaban por no tener un jardín como cualquier dama normal, sino que tenía un invernadero donde se pasaba la mayor parte del tiempo, regando sus flores, y hortalizas.—Nos odian porque somos demasiados originales, más que odio, creo que nos envidian—. Observando la lluvia creada por el agua que caía sobre las plantas recordó las palabras que siempre le decía su mejor amiga (la madre de Judith) —Amiga, nuestros hijos ya están casados como querías, y procuraré que sean felices— prometió, hablando a la nada antes de que una notificación sonara en su teléfono. Desvío la mirada hacia la pequeña mesa de color blanco donde está el teléfono y luego de cerrar la válvula de agua fue a revisar.“Dylan, ¿me amas?” — escuchaba la voz de Analía en un video donde veía a Dylan con los ojos cerrados y con el torso desnudo.“Si amor, sabes que no podría vivir s
Judith escuchaba a su mejor amiga dialogar con los cocineros sobre lo genial que la pasaron la noche anterior y se lamentó mucho por haber rechazado la invitación, ya que al menos de ese modo se habría ahorrado la incomodidad de tener que discutir con Dylan.«Siempre he escuchado que las parejas casadas tienen problemas y malentendidos, pero no me imaginé que los de Dylan y mío serían tantos», pensó cómica de su propia situación, por el hecho de que lamentarse no resolvería nada.—¿Me dirás qué te sucedió porque pareces un panda? — la interrogó Maya al mismo tiempo que le pasaba un plato con tallarines verdes para que ella le diera su último toque culinario.—Maya no es el momento ni el lugar para tu interrogatorio— dijo para evadir a su insistente amiga que no la dejaría en paz hasta sacarle la verdad, pero para su asombro Maya no estaba dispuesta a rendirse hoy, porque la sujetó por el antebrazo y la arrastró hacia la oficina.—Soy tu mejor amiga desde hace muchos años, te conozco;
Después de haber perdido la licitación contra su rival en los negocios Dylan se sentía sofocado y como todo un fracasado. Porque no podía soportar la idea de haber fallado y sentir que su carrera como el mejor ingeniero estaba en declive. Así que, para calmar un poco su ansiedad, buscar algo de apoyo y consuelo decidió llamar a su novia Analía. Tomó su teléfono y marcó el número.—¿Hola, amor? — dijo Analía con tono muy cursi al contestar el teléfono. —Hola, Analía. ¿Puedo hablar contigo un momento?— Claro, ¿Qué pasa, amor? —, preguntó Analía con preocupación.—Tengo una mala noticia—. Analía al otro lado de la línea se tensó esperando que Dylan le dijera que debían terminar su relación por causa del video que ella le había enviado a Darla; sin embargo, su corazón volvió a su ritmo normal cuando Dylan con prontitud agregó con voz temblorosa: —Perdí la licitación—, expuso Dylan con un suspiro. —Mi rival comercial ganó y ahora no sé qué hacer.Analía se mordió el labio inferior, s
Bryan esperaba encontrarse con un hombre, pero en su lugar, había una hermosa mujer. La belleza y elegancia de la chef llamaron la atención de Bryan de inmediato, su corazón se aceleró. La atracción que sentía hacia la chef era innegable; se sentía atraído por su confianza y habilidad.—¡Oh! Disculpe, pensé que el chef era un hombre. — No puedo creer que alguien tan hermosa pueda ser una chef tan talentosa— comentó impresionado, se le notaba aún la incredulidad y Judith sonrió, pero no con mucha emoción porque a pesar de que él la estaba halagando igual pensar que por ser mujer no podría ser un chef la hacía sentir denigrada, sin embargo, Bryan no detuvo sus palabras, sino que continuó diciendo:— De verdad, me sorprende ver a una mujer tan hermosa y talentosa en la cocina. Debe ser una de las mejores chefs que he conocido.—Muchas gracias por sus amables palabras, me alegra que haya disfrutado su comida. Pero permítame decirle que el género no tiene nada que ver con la habilidad cu
Al día siguiente: Judith despertó con un fuerte dolor de cabeza y se palmeó varias veces la frente, creyendo que así aliviaría el intenso dolor. — Me va a explotar la cabeza, ¿por qué bebí tanto? , ¡ay!, ¡¿quién me manda a confiar en Maya y sus chupitos?! — se lamentó a medida que creaba pequeños círculos con los dedos sobre su sien. Aún estaba con los ojos cerrados y los abrió de golpe cuando recordó la discusión que había tenido con Dylan y se sentó en la cama. —¡Ahh! — gritó sintiéndose frustrada. » ¡No debí dejarme provocar por ese idiot@ arrogante, prometí que lo soportaría!, ¡Dylan es un m@ldito! Hizo un mohín de desagrado recordando que había incumplido con una promesa que le había hecho a su suegra y se sintió mal por ello, dado que no le gusta faltar a sus palabras. Flashback.Después de los halagos de aquel extraño cliente ella siguió trabajando cuando recibió un mensaje de texto de Darla, invitándole a visitarla. A pesar de estar ocupada, Judith decidió aceptar la inv
Como no se sentía bien debido a la resaca, Judith decidió quedarse en casa, llamó a su amiga y le pidió hacerse cargo del restaurante. Sin embargo, al pasar media hora ya no podía seguir acostada y decidió que aprovecharía el tiempo para elaborar nuevos platillos y así los agregaría a la carta del restaurante.Mientras preparaba la comida, al abrir el refrigerador para buscar algunos ingredientes se dio cuenta de que Dylan se había comido los ravioles que había guardado en el refrigerador. Enfadada, decidió que debía cobrarle de alguna manera.—Me estruja a la cara que esta es su casa, pero no es capaz de agradecerme por la comida— murmuró a medida que lavaba unos tomates.Luego se sentó porque sentía que aún estaba mareada, pero eso no impedía que siguiera protestando en voz alta sobre la forma en que Dylan la trataba. —¡No puedo creer que me llame callejera! —, se quejó al recordar las palabras hirientes que Dylan le dijo la noche anterior.—¿No se da cuenta de que salgo durante t
En cuanto Dylan llegó a la empresa lo primero que hizo su padre fue llamarlo para que fuera a su oficina, y Dylan que no quería verlo después del momento bochornoso que le hizo pasar, se irritó una vez más y cuando atravesó la puerta de la oficina de su padre le reclamó:—¡¿Cómo pudiste cambiar la propuesta así?! Me has hecho quedar en ridículo delante de mí rival Bryan Torne. ¡No puedo creer que hayas hecho esto!—Dylan, por favor, baja la voz—, respondió Carl en un tono calmado. Hay una razón para esto que necesito explicarte.Dylan respiró profundamente y trató de calmarse. —¿Qué razón? —, preguntó.—Dylan, escúchame. Tuve que cambiar la propuesta porque la empresa está pasando por un problema económico que nos puede arrastrar a la quiebra. Tu propuesta original era demasiado alta y nos habría dejado en una posición financiera aún peor. Dylan se sintió abrumado por la noticia. Había estado tan concentrado en ganar la licitación que no había considerado las implicaciones financiera
Judith dejó escapar una risita, ya que hacer los quehaceres del hogar para ella era algo bastante simple y de lo que disfrutaba muchísimo, porque a pesar de ser una chica que se crio teniendo a su servicio muchos empleados que siempre estuvieron a su disposición. Nunca se comportó como alguna chica de alta alcurnia que no son capaces de hacer sus propias labores, sino que se enfocó en aprender de ellos y los ayudaba a realizar sus trabajos a escondidas de su padre. Puesto que su padre le dedicaba mucho tiempo a la empresa y para no estar aburrida en casa, pues pasaba la mayor parte del tiempo junto a los empleados.—La próxima vez no tomes decisiones sobre mis empleados.—¿Por qué no?, mientras viva aquí soy tu esposa para la ley y para todas las personas que nos conocen, así que puedo hacerlo— expuso con una sonrisa maliciosa en los labios, aunque no quería antes exigir derechos, ya se está cansando de los desplantes de Dylan.—No quiero deberte nada, pero menos quiero que pongas tus