—¡Buenos días amor!

—Cuando duermo entre tus brazos, es cuando más logro descansar.

—Muy pronto podrás dormir profundo y descansar cada día, pues una vez casados es donde dormirás cada noche.

—¿Crees que dure mucho en apagarse la llama del amor?

—Si dos personas que se aman y se mantienen dispuesta a mantenerla encendida, jamás se apagará.

—Yo siempre la deseo mantener encendida.

—Amor, debes sacar esos pensamientos de tu cabeza. Ambos conocemos el respeto y el valor de una relación.

—¿Por qué no hablas de nuestro matrimonio?

Él la mira mientras ella hace ese gesto de niña traviesa, cosa que a él siempre le ha encantado. —El matrimonio solo es un papel. Yo no quiero que sea un papel, lo que nos mantenga unidos. Tú eres Anna. Libre de tomar desiciones, ya saliste de tu prisión. Yo quiero que disfrutes de ello.

—Pero yo siempre he soñado con casarme de blanco. Caminar por el altar, diseñar mi propio vestido de novia.

—Eso será una realidad mi preciosa. Si gustas puedes ir dibujando ese