Morgan vivía con un sentimiento de temor irrazonable, se había visto aliviado con la aparición de aquella mujer y la gran ayuda que le estaba prestando, aunado estaba las sonrisas que Florence le podía sacar.Pero eso solo lo ponía más furioso, había bajado la guardia, llevándolo a cometer un error que le pudo haber hecho perder a su ángel.Morgan voltea a ver al comisionado y sonando frío le dice —quiero que la encierren.Ambos hombres salen de la habitación dejando a Sam estupefacta, ni siquiera tiene lágrimas, tontamente había creído en la amabilidad que el señor Koch le había mostrado, olvidando los consejos de actuar con cautela que Sanders el abogado le había dicho.Una oficial entró para esposarla y llevarla, le explicaba bajo los cargos por los que la detendrían, salieron de aquel cuarto y al pasar y ver al señor Koch, solo vio en sus ojos un vacío, también pudo ver cómo le entregaban las pertenencias de Sam, entre ellas su celular.Ella se detuvo —¿qué harán con mi hija? —la
Morgan Koch está furioso, quiere respuestas, cómo esas que busco Samantha, solo que los métodos de él son más coercitivos, tiene los medios, el poder y la determinación para lograr cualquier cosa.Al llegar ese día a su casa su estudio se vuelve el centro de una operación, tiene copias de los expedientes, tiene todos los malditos análisis que Samantha realizo y se ríe, está algo impresionado.¿Cómo esa mujer hizo para lograr toda esa investigación?, sin tener un dólar, era inteligente y él respetaba eso, se sentía confundido, la odiaba y la admiraba, maldecía cada que su mente se nublaba.Repasando aquello, solo quedaba por hacer un análisis, retrocedió hasta llegar a su escritorio y se dejó caer de forma pesada en su silla, tenía mucho que no abría su cajón, sabía que era un pésimo momento para sacar a los demonios.Tomo el retrato y forzó sus ojos a mirar aquel rostro, dejo salir de forma lenta el aire en sus pulmones, logro ver que casi olvidaba esa cara, esos ojos.Su risa daba mi
En el camino de regreso al pent-house del señor Koch, Samantha se fue preparando, su mente conjuro posibles escenarios y las formas en que ella debería abordarlos, de presentarse.El chofer no la pierde de vista y va con ella hasta verla entrar al departamento, Adele quien abre la puerta y la recibe, la ve con compasión.—¿Y las niñas? —es lo que más le interesa en aquel momento a Sam.—Ellas están bien, ha sido difícil, Florence ha llorado mucho y Harper no quiere comer.Samantha tiene lágrimas en los ojos, esa es la razón del porqué el señor Koch la ha traído de vuelta.—Ven, querrás bañarte y comer algo, por el momento no debes preocuparte por ellas, ya que están descansando.Una vez aseada, un plato de alimento la espera, pero más que hambre solo tiene temor, de lo que pasará.La señora Rose tenía la orden de llevar a Sam en cuanto estuviera lista y, ya que solo había picoteado la comida, pensó que sería mejor llevarla para que hablaran y arreglaran cualquier cosa que necesitaran.
Detrás de puertas, existen verdades que uno no imagina.Samantha, como de costumbre, se levanta temprano, esta vez sube a la primera planta para ir a ver a Florence, que debe estar aún dormida, pero siente que no puede esperar un minuto más.Al subir el último escalón escucha una puerta cerrarse, así que retrocede, pero es muy tarde, ya que Morgan la ve, Sam se apena por verlo en pijama, una imagen que no podrá sacar fácilmente de su mente.—¡Buen día! —pasa de largo y entra en la habitación de Harper, así que Sam menea la cabeza para espantar la imagen de su jefe recién levantado.Al entrar a ver a Florence, se da cuenta de que ni siquiera respondió al saludo, Sam observa el entorno de la niña, y le gusta que al menos ha recuperado lo que era su vida, en esa casa y bajo la protección de su padre, siente que no pasará carencias.Antes de nada, se queda pensando, comprende que el señor Koch es el que levanta a Harper y le auxilia, la viste, la peina, algo difícil de asimilar y que no s
¿Serán aceptables las segundas oportunidades?, no en todos los casos.Carter parece ser el mismo de antes, ese que amaba a Samantha y se desvivía por demostrárselo, a su manera.—Me alegra volverte a ver, no sabes todo lo que te he buscado.—¿Para qué? ¿No fue suficiente, aun sientes que merezco más humillaciones? —Esos meses lejos solo le sirvieron para entender la posición en la que vivía a lado de su esposo, privilegiada sí, pero sin real independencia o libertad.—No Sam, sé que fue un malentendido, tomemos a nuestra hija y volvamos a Chicago.Morgan aparece —¡buenas noches! —dice con la mandíbula apretada —adelante —lo invita a pasar y se interpone entre ambos.Sam toma su distancia —por favor, llevémoslo a conocer a Harper —dice Morgan viendo a Sam, con algo de complicidad, ellos le muestran el camino hasta su habitación.La niña está sentada a su mesita y está formando algunos vegetales que Sam le había llevado de snack.Lo dejan entrar y Sam le iba a advertir sobre no invadir
Morgan escuchó todo el intercambio que se dio entre los aún esposos, ese hombre solo alejaba más a la mujer que decía amar.Pero él no estaba en posición de criticar, el mismo no sabría qué haría al encontrarse ante una infidelidad.Morgan se giró y Sam primero lo vio con algo de miedo, que rápido enmascaro.Con paso vacilante la mujer se aproximó —¿se encuentra bien? —le cuestiono, el hombre no tenía ni un rasguño evidente, pero su ropa estaba desajustada y su saco tenía una descosida en el hombro.—Yo estoy bien, ¿y usted? —Sam negó con la cabeza para desestimar lo afectada que seguía.Ambos se reajustaron y se dijeron que cualquier cosa podía esperar, pues tenían un festejo al que regresar.Al ingresar al comedor, ellos portaban las sonrisas más grandes que sus rostros les permitían, para las mujeres del servicio fue evidente que el invitado había estropeado el momento.Morgan y Sam intentaron levantar el ánimo de su pequeña fiesta, abrieron regalos, comieron pastel, tomaron muchas
Días después, mientras Morgan se encuentra trabajando, Wil, entra a su oficina y le comunica que Charles, uno de los abogados, quiere hablar con él.—Dile que más tarde yo paso a verlo.—Insistió, dijo que era algo personal, no sobre la empresa —recalca Wil.—De acuerdo, dame veinte minutos y lo envías. —Así lo hizo el asistente.—Buenas tardes, intentaré ser breve. Nos llegaron dos demandas, dirigidas a ti, una por asalto en contra de Carter Mitchell y la otra es una demanda para que sus hijas le sean entregadas.Morgan, que estaba relajado y sentado en su escritorio, resoplo, —ese hombre está actuando por un impulso erróneo. Puedes hacerme un favor, antes de que contestemos a esa demanda, dale una visita de cortesía. Explícale lo que sucederá en el momento en que yo me tome esto en serio.—Me atreveré a preguntar, ¿por qué estás siendo magnánimo?—Hay dos personitas que aman a ese idiota —Charles lo mira con recelo, se le hace raro que esté siendo considerado, porque últimamente sus
El corazón también tiene límites y poco puede permitir una vez que ha sido herido.Para el pobre Morgan todo se paralizó cuando Alice decidió alejarse y él solo supuso que no todas las personas están hechas para experimentar dolor, sería acaso ese el motivo de que ella se alejara abandonándolos.Una nota con unos cuantos garabatos que le notificaban que necesitaba espacio y tiempo para pensar sobre lo que quería de su vida, pues enfrentar la maternidad y la posibilidad de perder a un pedazo de ella la ponían mal.Así que en cuanto Adele le informo que su esposa estaba en su casa, la sangre se le fue a los pies, no recordaba exactamente que le contesto a la señora Rose, ni le importaba.Tuvo que pedirle a Wil que lo llevará, pues él había llegado manejando ese día, pero no se sentía en sus cinco sentidos como para hacer aquella sencilla tarea y poner a otros en peligro.Verla parada en su recámara fue un golpe, anhelaba ese encuentro y sabía qué palabras le quería decir, una parte de é