AMELIA
Entré a mi auto encendiéndolo y arranqué comenzando mi trayecto hasta el instituto. El día de ayer cuando llegue a casa estuve toda la tarde esperando que Allison saliese, para al menos verla dos segundos y preguntarle cómo estaba, sin embargo no lo hizo, pero si cuando dormía, mamá me dijo minutos antes en el desayuno que le vió de madrugada comiendo.
Mis padres me preguntaron si sabía que le sucedía, pero no pude, no quería decirles algo de lo que Allison se avergonzara.
Llamé varias veces a Violet ayer hasta que a la llamada cien contestó, tuve que darle un amplio discurso para que no se sintiera mal, creía que yo estaba enojada por lo que había echo, sin embargo no podía, no había sido su culpa, al menos no conscientemente. Al final terminamos riendo y quedamos en que hoy la pasaríamos bien.
Pronto estacioné delante del instituto y bajé tomando mi bolso rosa, cerré con delicadeza la puerta pasando un mechón de cabello tras mi oreja. Las miradas viajaron a mi y saludé amablemente. Comencé mi trayecto pero cuando estaba a punto de entrar, un Jordan notablemente enojado me detuvo.
—¿¡Porqué me estás evitando!?— gritó con las cejas fruncidas. El día de ayer eso fue lo que hice, pero ahora que lo tenía en frente solo quería vomitar.
—Espera... — dije y miré a sus costados —¿Y tú novio?— alcé una ceja, él al instante cambió su expresión tornándose pálido.
—¿Qué mierdas dices?— tragó saliva.
—Si, tú novio— la última palabra la hice sonar más fuerte, noté cómo se desesperó.
—¿Me estás diciendo, gay?— gruñó, entonces solté una carcajada. Descarado.
—Esto es increíble, aparte que en realidad lo eres, lo niegas en mi cara, la misma cara de la persona que usaste para ocultar tu sexualidad.
—Estás loca— bufó —¿Usaste drogas?— rodeé los ojos.
—Escucha, Jordan Wallet— dije ladeando el rostro, él frunció las cejas —La cuestión es esta. Tú querías volver a usarme por qué de lo contrario contarías sobre la adopción de mi hermana, pero ahora yo sé que tienes una relación con, Dorian. Así que, lo más adecuado es que te olvides de lo de Allison, y yo haré como que nunca te conocí.
—¡Mía!— exclamó Violet llegando detrás de mí, volteé y le sonreí falsamente —¿Porqué estás tan enojado, Jordan?— preguntó mirando a su hermano, yo hice lo mismo, tenía el rostro completamente rojo de furia.
—¿¡Porqué me engañaste!?— gritó apretando los puños —¡Eres una perra!
Increíble, ahora teníamos todas las miradas encima. Jordan Wallet, no me sorprende, termina la farsa inculpándome de infiel delante de todo el instituto y hermana, llegaría a oídos de sus padres, quizá también de los míos. Así que esto no sería tan fácil para él, no para la persona que más merecía obtener de la desgracia.
—¡Tú también lo hiciste!— grité siguiéndole el juego —¿¡Cómo querías que no lo hiciera!? ¡La tienes pequeña!— solté lo último tapándome la boca, Jordan entré abrió los labios mirando a los lados, todos pasaron de estar neutros a reírse de él incontrolablemente.
—¡Jordan polla pequeña!— exclamó un chico en el público.
—¡Tú... Tú no sabes chuparla tampoco!— gritó Jordan trabándose, no sabía que decir, Violet me tomó del brazo, pero no volteé.
—¿Con quién te engañó, viejo?— preguntó Alex llegando, un moreno ojos cafés amigo de Jordan, compañero de equipo, incluso se conocían desde niños. Jordan tragó grueso y me miró.
—¿Quién es él bastardo?— preguntó Jordan.
Me quedé estática al ver que todos esperaban una respuesta, tragué saliva. Sentí que colapsaría hasta que mi mirada viajó a Derek llegando junto a Lonan y un chico al parecer nuevo. El rubio se veía ojeroso y portaba una camiseta negra, jeans y botines. Casi me pierdo en la vista hasta que Jordan siguió.
—¡Dímelo zorra!— soltó fingiendo, tomé aire para no abofetearlo.
—No me digas así— susurré —¡Y lo hice con alguien mucho mejor que tú, en todo!— le miré de arriba a bajo escuché risas, tosí antes de seguir.
—¡Di quién es!— gritó una voz conocida, volteé viendo a Victoria sonriendo extensamente, claramente se veía muy feliz.
—Anda, dinos— habló Alex ahora riendo, me sentí atrapada. Volví a ver al rubio a unos metros caminando despreocupado.
—De... Derek.
¿Qué dije?
—¿Derek?— todos se preguntaron lo mismo hasta que vi a Lonan llegar rápidamente dejando a sus amigos atrás.
—¿Cuál es el chisme?— preguntó, una persona rápidamente se lo dijo, él se repitió "Derek" para sí mismo y me miró un segundo con el ceño fruncido, volteó llamando su amigo, sentí que mis piernas temblaban.
—¿Quién demonios es Derek?— se preguntó Jordan. Unos chicos rápidamente delataron de quien se trataba.
Ahora Derek lo desmentiría, quedaría peor aún por la culpa de Jordan. Sería la vergüenza más grande de mi vida.
—¿No harás nada?— preguntó Alex. Jordan lo miró y asintió seguidas veces, oh no.
—¡Así que fuiste tú!— gritó Jordan yendo hacía el rubio. Jordan intentó tomarlo del cuello pero fue recibido con un golpe en el pecho que lo hizo retroceder. Estaban a diez pasos de mí. De repente todo se quedó en silencio por unos segundos.
—¿Qué demonios te pasa?— atacó Derek en voz calmada, al alrededor murmuraban "Pelea".
—¡Jordan!— le grité advirtiéndole. No podía llegar tan lejos, visualicé a Dorian, llegando en su motocicleta.
—Mía, me ha dicho que me fue infiel contigo— dijo Jordan, me tambaleé, Violet me apretó con más fuerza.
—Amelia, ¿Qué es esto?— preguntó ella, no dije nada, Derek me veía fijamente con las cejas fruncidas, le miré suplicante.
"Por favor" susurré. El rubio carraspeó su garganta y miró fijamente a Jordan.
—¿Qué se siente quedar como un cuernudo?— respondió, sentí que mi mandíbula caería en cualquier momento. Jordan estaba igual, al segundo vi cómo apretó los puños.
—¡Jordan!— gritó Dorian llegando hasta él y lo tomó del hombro, Jordan lo vió unos momentos y la mirada furiosa que tenía desapareció, ¿Cómo podía hacerlo? —¿Qué ocurre?
Me pareció increíble que Dorian, él más serio, masculino, fuerte, y con un aire de bad boy, ahora parecía un bebé, suplicando que Jordan se calmase, como lo veía con una mirada cálida, honesta, como si se hubiese olvidado de su papel de maleante, de todo, o peor aún, como si su todo fuesen los ojos de Jordan, él. Justo ahí me di cuenta qué tal vez, nunca nadie me miraría de esa forma.
Vi a Derek, él veía a ambos chicos con el ceño fruncido al ver el silencio eterno, entre ellos. Jordan le miró y chasqueó los dientes rindiéndose.
—Me vale. Ya me había aburrido de ella— Bufó y se encogió de hombros siguiendo su camino junto a su... ¿Novio?. Solté una bocanada de aire, procesando el alivio.
Pero eso no duró mucho hasta que sentí unas manos en mi brazo y me jalaron, Derek me estaba conduciendo, miré a Violet y ella se quedó perpleja.
—¿Mía?— preguntó sin saber qué hacer cuando ya iba a unos pasos lejos de ella.
—¡Ahora te alcanzo!— exclamé tratando de no trabarme, mis manos temblaban con cada paso, miré de reojo a Derek, estaba serio mirando al frente o a donde sea que me llevaba. La campana sonó indicando que debíamos entrar a clases iba a hablar pero me detuvo.
—Ni lo pienses— dijo —Hoy no iremos a clases.
—¿Qué?— pregunté, llegamos al estacionamiento, me soltó, abrió la puerta de un coche negro, y dió la vuelta subiendo en el lado del piloto. Encendió el motor, me agaché para mirarlo —No puedo faltar a clases...
—Ya no te dejarán entrar— dijo y me miró, con una mano sostenía el volante, y con la otra removió su cabello, relamí mis labios inconscientemente, se veía extremadamente sexy —Sube chica loca, hay mucho de que hablar.
Tragué grueso y pasé un mechón de mi cabello tras mi oreja subiendo, cerré la puerta y arrancó, pasaron los minutos y no dijimos palabra hasta que comenzamos a adentrarnos a un lugar que sentía ya conocer. Supe dónde era cuando vi el muelle, el lugar donde hablamos por primera vez.
Él estacionó y no bajó del auto, se podía ver todo el mar cálido, hacía mucho sol, pero el auto tenía refrigeración, podía sentirme cómoda a no ser por la mirada intensa de Derek en mí, me acomodé para quedar delante de él.
—Yo...
—¿Cómo es que le fuiste infiel a un gay?— interrumpió, entreabrí los labios.
—¿Ah?— pasé un mechón de mi cabello tras mi oreja.
—Es divertido que hagas eso— señaló mi oreja —Cada vez que te sientes nerviosa.
—Lo único que me parece divertido— me aclaré la garganta poniéndome derecha —Es que pienses que mi ex, es gay.
—No lo pienso— pasó sus brazos sobre su cabeza marcando sus músculos, mordí mi labio —Se que es así— dio una sonrisa ladeada —Escucha, tengo un tipo de poder que adquirí de una desgracia, y es que puedo descifrar rápidamente a las personas, así que, así digas mil veces lo contrario, no lo creeré.
—Estás equivocado— mentí.
—Entonces, ¿Cómo es que le "mentiste"...— hizo comillas —Conmigo? —Miré al mar buscando una respuesta creíble.
—Bueno, él me mintió y no podía quedar mal delante de tanta gente— dije, él se acomodó en su asiento.
—Ya— asintió seguidas veces, no muy convencido —Está bien.
—¿Si?— pregunté.
—Si— bajó la ventanilla y sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos, tomó uno y buscó un encendedor, vi cada uno de sus movimientos atentamente, lo posó en sus labios y dió una calada, soltando el aire segundos después —No me mires así— pidió mirándome con diversión, sentí mis mejillas calentarse, bajé el rostro —Por qué de lo contrario, pensaré que en serio quieres que sea tu amante.
—Eso nunca— fruncí las cejas ofendida.
—Nunca digas nunca— rió soltando el humo nuevamente por la ventanilla. Tenía razón, si quería, pero es su culpa, por ser tan sexy.
Mi teléfono vibró y lo saqué mirando el mensaje.
"Violet:
Modo lluvia"
Modo lluvia: estar a punto de llorar.
"Violet:
En tu casa al salir de clases. Ya sé que te fuiste con tu supuesto amante, pero pasó algo peor que eso, nos vemos."
Tragué saliva, así que los problemas aún no terminaban.
—¿Qué ocurre?— preguntó Derek con curiosidad.
—Nada— mentí, tomé aire.
—Bien, entonces va a tener que ocurrir— rió, fruncí el ceño, salió del auto apagando al cigarrillo y tirándolo —Vamos, sal— dude, pero terminé saliendo del auto.
—¿Qué tratas de hacer?— pregunté cuando vi su mirada llena de diversión.
Se acercó a mí de imprevisto y tomó mi mano haciéndome correr detrás de él, a un lado del muelle había una bodega al parecer abandonada, ahí nos dirigíamos.
—¡Derek!— exclamé por lo rápido que corríamos, pronto bajamos una cuesta sin nada de cuidado y llegamos a la bodega. Bajamos el ritmo y bajé la mirada hacía nuestras manos, teníamos un agarre amistoso, pero sentía que mi corazón salía de mi pecho, y no era simplemente por correr.
—No hables— dijo divertido —Primero hay que ver qué no haya nadie —Me soltó haciendo que mi mano se sintiera sola, y camino hasta la puerta oxidada del lugar, mismo que tenía ventanas rotas y mucho césped alto al rededor, él dio una fuerte patada en la puerta y grité del susto.
—¡Estás loco!— grité.
Por suerte no había nadie, parecía no haber nadie desde hace años. De igual forma el muelle abandonado por aguas contaminadas, y poca frecuencia de botes era un obstáculo a cualquier persona. Bueno, no a nosotros, adolescentes sin oficio.
Luego de varias patadas que me hacían erizar por el contacto de su bota contra la puerta de latas, aún no lograba abrir, el sonido estruendoso me hacía mal, siempre he odiado los sonidos altos, prefiero la calma, una música lenta mientras leo un libro o pinto, sin embargo, Derek gritaba rock, caos, y todo lo que se le rodee, un tsunami de intranquilidad. Lo había notado ya, parecía no poder quedarse quieto ni dos segundos, o mueve su pierna, o mueve sus dedos, o hace cualquier cosa, como si no pudiese estar tranquilo.
—¿Puedes detenerte?— pedí tapándome los oídos, él lo hizo segundos después y subió un poco su camisa para limpiar las gotas de sudor por el esfuerzo de su rostro, me giré disimuladamente para no verle, no quería volver a quedar como una loca.
—Qué desgracia— bufó alejándose para inspeccionar el lugar a los alrededores, me senté en una piedra grande, él volvió muy serio, parecía tomarse muy en serio el abrir el lugar, tarareó varias opciones para hacerlo —No podré ejecutar— susurró para sí mismo —Pero ellos si— se cruzó de brazos y segundos después me miró.
—¿Y bien?— pregunté.
—¿Mañana estás libre?— preguntó, ladee el rostro.
—¿Para qué?
—¿Estás libre, o no?
—Si, supongo— me encogí de hombros.
—Bien, tendremos nuestra primera cita de amantes— soltó una risa.
AMELIA—¿Nuestra qué?— pregunté incrédula, él me veía con una sonrisa extensa, ignoró mi pregunta y subió la cuesta. Hice lo mismo apresurándome.Se detuvo a un lado de auto y dirigió su vista al océano.—A veces odio ser así— le escuché decir cuando logré estar justo a su lado, veía al suelo mientras mantenía el ceño fruncido.—¿Cómo?— pregunté. Él removió su cabello nervioso y sonrió de medio lado tratando de ocultarse.—Espontáneo— se encogió de hombros.—Es lindo— solté sin pensar, él alzó la mirada y baje la mía hacía mis zapatos, sentí una corriente de nervios recorrer todo mi cuerpo, el aire me faltó de repente.—¿Quieres subir y hablar?— preguntó, le miré al instante tragando el nudo que se asentaba en mi garganta, asentí subiendo al auto.Él hizo lo mismo y cerramos las puertas, su auto era muy cómodo, nuevo, olía a él, una fraga
DEREKLas manos comenzaron a sudarme, sentía mi corazón tamborear en mi pecho a medida que el chico delante de mí temblaba sollozando, tragué saliva y me senté en el césped justo al frente de él, tratando de seguirle viendo a pesar de la poca luz. No había razón de su llanto repentino, esto era extraño, pero sabía que sufría.—Brad— murmuré demasiado bajo, temía asustarlo, se veía muy vulnerable.—Shhh... — siseó aún respirando fuerte, hice caso y nos mantuvimos en silencio por mucho más tiempo de lo que pensé. Al pasar unos diez minutos note cómo se calmó y abrió los ojos.—Oye... — dije, él alzó la vista del suelo para verme, dejó de estar en posición fetal y se estiró quedando sentado aún en el suelo, se cruzó de piernas al igual que yo, indicándome que aún quería permanecer ahí.—Soy un desastre— murmuró bajando la mirada a sus manos, temblorosas.—No eres el único.
DEREKMalditos ricos.Literalmente también lo soy gracias a mi padre y la eterna herencia que me espera. Pero una cosa es tener, y otra, creer que eres el jodido dinero. Eso es lo que los idiotas de aquí parece que se metieron en la cabeza.Apenas bajé del auto, recibí muchas miradas de desagrado. Yo uso la maldita ropa que quiera, nadie puede impedírmelo. Pero aún así, me causa gracia que todos tengan miradas y gestos superiores, tan solo por que estudian en un instituto privado, llevan la última moda, o por que la mayoría de los padres de seguro, están tomando té, mientras juegan un maldito partido de gol.El lugar era enorme por fuera, casi igual que el internado, las paredes de un color rojizo, tres pisos, con jardines impecables, y algunas estatuas.Mantuve mi frente en alto y metí mis manos en los bolsillos de mis jeans desgastados, fijando la v
AMELIATerminé de ajustar mi arete y me miré en el espejo notando como el vestido blanco corto se ajustaba moderadamente a mis caderas, mi chaqueta de cuero beige hacía la perfecta combinación y mis botas del color del vestido se mostraban altas, elegantes. Por primera vez no sonreí satisfecha. Podía verme bien por fuera, pero estaba muy mal. Sentí mi garganta seca y miré hacia el techo conteniendo mis lágrimas.—Vamos, Amelia— me di ánimos a mi misma.Alisson, su mirada, lo destrozada que está. Por el lado de su vida que nunca conocí, por no conocerla. Por el bullying que sufre en el instituto, por cada lágrima que suelta cuando esta sola. Por ella haría esto, por que no era justo que sufriese aún más, porque es mi hermana.Fingir. Eso haría, y no sería algo del otro mundo, lo hice todo el tiempo que estuve con Jordan. Mis acciones siempre fueron dirigidas por la necesidad de llevar la vida perfecta junto al chico
DEREKFumaba un cigarrillo sentado en la orilla del muelle, mientras trataba de ver cuál era el final del lago a lo lejos, mismo que se escondía bajo el cielo oscuro, mezclado con las nubes esparcidas cómo abanicos. Pensamientos recorrían mi mente, más que todo errores.Cómo la vez que probé cocaína en el techo del internado, o la vez que intenté escaparme pero no pude, no quise. Por la misma razón; miedo.El mismo que vi en los ojos de la chica que estaba a punto de ser robada, o quizás violada a unos cuantos metros. Pero, ¿A quien se le ocurre andar a las diez de la noche por un muelle abandonado? Bueno, soy la excepción, ya que siempre me ha gustado el riesgo. Pero ella no parecía que buscaba uno, más bien, se veía perdida.Cuando vi su silueta forcejeando con el tipo ebrio, no supe que era ella, la chica que había atrapado mirándome en el salón de clases, tan solo
AMELIASentía que mi mandíbula caería al suelo en cualquier momento, Derek me veía con una sonrisa instalada en su rostro, mientras Lonan tenía el entrecejo fruncido. De repente me sentí en una jaula, me di la vuelta saliendo de la habitación con prisa, arrepentida y con los latidos de mi corazón sin freno.—¡Mía!— gritó Lonan detrás de mí, me tomó del brazo logrando que voltease y apreté los labios.—Déjame— me safé de su frágil agarre y baje la mirada.—No fue mi intención, no sabía que estabas oyendo yo...—¡Da igual!— me exalté —Hablas mal de mi hermana con alguien más, es igual si no estoy, no entiendo por qué ustedes son así, mentirosos, manipuladores— arrugue la nariz recordando a Jordan.—¿Ustedes quiénes?— irrumpió Derek apareciendo detrás de Lonan —¿Los hombres?— preguntó, asentí sin darme cuenta —Bien, ya que hablamos de eso, voy a poner mi queja— fruncí el ceño, Lonan ig
DEREKVisualice a la chica castaña delante de mí, tenía sus ojos marrones bien abiertos, casi asustada podía notar. Tragó saliva y dió un paso atrás bajando la mirada y abrazándose a sí misma.—Allison— dijo el hombre, mi psicólogo a ella —Fue solo un susto— me miró sonriendo falsamente mientras la veía de reojo.—Al menos para ella si— reí viéndola, veía al suelo —Parece que casi se desmaya— bromeé, ella se dió la vuelta sin decir palabra y entró rápidamente a la habitación.—En fin— continuó el hombre evitando el silencio por más tiempo —Vamos— siguió el camino hasta que llegamos a una puerta y la abrió entrando.Era una oficina amplia, con algunas plantas, una ventana hacía el jardín, decoraciones en mármol, un escritorio de madera, y el típico mueble para recostarse y meditar sobre tu triste vida. Nada nuevo que ver.—Puedes sentarte— dijo señalando el sillón, él tomó asiento en