DEREK
Visualice a la chica castaña delante de mí, tenía sus ojos marrones bien abiertos, casi asustada podía notar. Tragó saliva y dió un paso atrás bajando la mirada y abrazándose a sí misma.
—Allison— dijo el hombre, mi psicólogo a ella —Fue solo un susto— me miró sonriendo falsamente mientras la veía de reojo.
—Al menos para ella si— reí viéndola, veía al suelo —Parece que casi se desmaya— bromeé, ella se dió la vuelta sin decir palabra y entró rápidamente a la habitación.
—En fin— continuó el hombre evitando el silencio por más tiempo —Vamos— siguió el camino hasta que llegamos a una puerta y la abrió entrando.
Era una oficina amplia, con algunas plantas, una ventana hacía el jardín, decoraciones en mármol, un escritorio de madera, y el típico mueble para recostarse y meditar sobre tu triste vida. Nada nuevo que ver.
—Puedes sentarte— dijo señalando el sillón, él tomó asiento en su escritorio mientras y abrió una libreta. Me quedé a un lado de la puerta.
—¿Cuanto quiere?— pregunté. Él frunció el ceño.
—¿Disculpe?
—Cuanto quiere para que pueda irme de aquí, y usted le diga a mi padre que estoy perfecto y mejorando— me crucé de brazos apoyándome en el marco de la puerta.
—Ni lo intentes, Derek— rió bajo —Me presento— se aclaró la garganta —Soy Darren, puedes llamarme Dar, y no me vendo— chasquee los dientes.
—Cierto, claramente estamos entre ricos— caminé hasta el sofá sentándome —Al menos lo intenté— Le miré, sonrió —¿Un auto deportivo no lo hace cambiar de opinión?
—No— respondió rápidamente —Escucha, soy tu amigo, no es ningún tipo de castigo estar aquí...
—¡Disculpe!— interrumpí con ironía —Primero que todo, no soy su amigo, ni de nadie — de la nada Lonan vino a mi mente, fruncí el ceño, seguí —Y segundo, si es un castigo, odio esto, apenas entré a este lugar me dieron náuseas.
—Si no quieres, no hablemos hoy— dijo cerrando la libreta con una sonrisa, fruncí el entrecejo.
—¿Así de fácil?— pregunté.
—Así de fácil— afirmó mirándome fijamente.
—Bien— tomé los audífonos en mis bolsillos y los conecte dispuesto a oír música.
—Espera— habló, alcé la vista —Mejor que sea música en vivo— se puso de pie y salió un momento de la habitación dejándome con la intriga, segundos después volvió con una guitarra en sus manos —¿Sabes tocar?— preguntó.
Claro que sabía, en el internado teníamos una banda, yo era el guitarrista, era el único momento donde la pasaba bien, donde podía olvidarme de todo. La música siempre ha sido mi refugio, lo único que me protege de todo, sin hacerme daño físico.
—Vamos— insistió sacándome de mis pensamientos, tendió la guitarra a mí, dudé pero la tomé, el regresó a su escritorio —Toca algo que te guste, anda— rió.
Tragué saliva y me acomodé en el sofá pasando la cinta de la guitarra negra a mi espalda, presioné las cuerdas y cerré los ojos un momento conectando con mis recuerdos a la última vez que había tocado. Hice sonar la canción, y sentí como todo mi cuerpo se estremeció, una paz me rodeó completamente haciéndome sonreír inconscientemente, incluso comencé a cantar, no estaba seguro de si cantaba bien, pero lo hice.
—Let me tell you a story, about a boy and a girl
it's kinda short, kinda boring, but the end is a whirl...
Seguí el ritmo de las cuerdas y bajé el rostro, cabizbajo escuchando cada acorde, cómo encajaba con el otro, procesando la sensación que tenía en mi pecho asentándose, esto es como la droga, mejor que eso.
—Oh, and I'm afraid that's just the way the world works, it ain't funny, it ain't pretty, it ain't sweet— tomé aire —Oh, and I'm afraid that's, just the way the world works, but I think that it could work for you and me. Just wait and see it's not the end of the story.
Solté un último aliento dejando de tocar y subiendo el rostro para tomar aire y abrir los ojos, veía borroso, parpadeé seguidas veces y enfoqué mi vista en el desconocido delante de mí. Me veía con una sonrisa y los ojos un poco más abiertos, asombrado.
—¿Conan Gray?— sonrió —Gran elección— asentí —Tienes mucho talento, Derek.
Bajé la mirada al oír lo último. Cuando tu vida es tan triste, cuando te sientes tan solo, cuando nadie te apoya, cuando oyes pequeñas frases las cuales tratan de hacerte sentir valioso, quieres creértelo, sentir que en serio eres bueno para algo. Pero, ¿Cómo podrías saberlo?, ¿Cómo puedes saber que no te mienten? Cuando todos lo hacen, cuando todos te excluyen es casi imposible creer que vales algo, que sirves para algo, por que tú mismo te haces creer lo contrario.
—¿Ya puedo irme?— pregunté dejando la guitarra con cuidado a un lado.
—Si— respondió poniéndose de pie, hice lo mismo —¿Nos vemos el viernes?— preguntó, fruncí el ceño.
—¿No era todos los días?
—Por ahora creo que es mejor una vez por semana, ¿te parece?— sonreí aliviado.
—Claro— respondí, palmeé su hombro y salí de la habitación rápidamente pasando por el pasillo y bajando las escaleras procurando no tropezarme.
—¡Adiós!— exclamó la mujer elegante sentada en la sala, le miré de reojo, tomaba té.
—¡Hasta luego!— grité abriendo la puerta y cerrando al salir, sentí un peso menos. Los lugares así aumentaban mi ansiedad, y el echo de saber que no tendría que ir seguido me alegró el resto del día.
•••
Terminé de hacer garabatos en la pared con las latas de pintura y mi padre tocó la puerta avisando que había llegado del trabajo.
—Derek— insistió tras la puerta, abrí mirándole, llevaba un traje, ya me acostumbraba a verlo igual —Por favor vístete diferente hoy, necesito que vengas a cenar conmigo, yo...
—Espera— le interrumpí —¿Qué me vista que?— fruncí el ceño —Sabes que no me voy a vestir diferente por que tú lo pidas, y también sabes que no voy a compartir la mesa contigo— bufé tratando de cerrar la puerta, pero me lo impidió.
—Por favor, es importante— insistió.
—Quedé con alguien— recordé que debía ir a casa de Lonan, fumaríamos.
—Por favor— repitió.
Tomé aire y apreté la mandíbula.
—Ahora bajo— murmuré.
—Gracias— respondió y cerré la puerta.
Rodee los ojos y me dirigí al baño, me lave la cara y remoje mi cabello peinándolo. No sé por qué le hacía caso, quizá por que era tan miserable que tenía la ilusión de cenar por primera vez con el hombre que me dió la vida. Fui tan idiota que elegí unos pantalones sin rotos, una camiseta negra y unos botines. Pero cuando bajé las escaleras hacia el comedor, lo primero que ví fue a una mujer y una chica junto a él en la mesa, sonriendo extensamente mientras mi padre le tomaba fuerte la mano a la pelinegra de unos treinta y cinco, y la chica parecía muy feliz sonriéndole a mi padre, como si fuese el suyo. Parecían una familia.
—Derek— mi padre sonrió —Te presentó a...
—Me importa una m****a quienes son— dije entre dientes y salí rápidamente del lugar escuchando los gritos de mi padre detrás de mí.
Subí a mi auto y arranqué a toda velocidad huyendo.
—Malditos— solté apretando fuerte el volante.
Así que esa era la razón por la que no le importé mucho, por la que vivió feliz sin mi. Ya tenía una familia, ya tenía quienes lo hicieran sentir querido, ya tenía lo que yo no. No le importó dejarme en un internado para personas como yo, solo. Pero deseaba que aceptara su nueva familia. ¿Nueva? la única.
Hice todo lo posible para no llorar de impotencia y pronto llegue a casa de Lonan, me quede unos momentos delante del lugar, tratando de respirar, conteniendo esas ansias de gritar lo que me guardaba, apreté los ojos dejando caer mi cabeza en el asiento y maldije seguidas veces.
—¿Que hay, bro?— su voz a mi derecha me hizo exaltar, le miré, se afincó en la ventana mirándome con las cejas fruncidas —Por dios, parece que hubieses terminado con tu novia, y que tú novia fuese Dua Lipa.
—Sería lo peor— sonreí inconscientemente y salí del auto.
—¿Qué te pasó?— preguntó.
—Nada, solo necesito un cigarrillo— murmuré.
—Bien— se encogió de hombros —Pero tenemos compañía— Señaló a mis espaldas. Ahí venía el chico nuevo que ignoro a Lonan esta mañana, nos miró sin expresión.
—¿Cómo es qué...?
—Resulta— interrumpió —Vende droga, y pensé que sería cool comprarle, y drogarnos juntos— rió, fruncí el ceño.
—¿Todo bien?— preguntó llegando a nosotros, tenía un acento peculiar.
—Cool— me límite a contestar —¿Así que vendes?— pregunté.
—Así es— se encogió de hombros.
—Vamos— dijo Lonan conduciéndonos dentro de su casa.
Lonan literalmente estaba loco y muy confiado. Este tipo apenas se había aparecido esta mañana, y además de eso vendía drogas. Las personas normales lo evitarían, pero él no, incluso lo invita a su casa, donde probablemente hay cosas por ahí igual de caras que mis pulmones y corazón juntos.
—Mierda— murmuré cuando entramos a la sala.
—¿Qué?— preguntó Lonan.
—Nada, solo quería recordarte que eres un idiota.
—Oh— dijo y el tipo se rió.
—Soy Brad— extendió su mano a la mía, dude pero la apreté —Me caes bien. — Sonreí falsamente.
—Derek— dije y me senté al igual que Lonan en el sofá enorme.
Brad sacó una bolsa pequeña de droga y se la dió a Lonan, él acercó una mesa de vidrio y vacío la mitad en la misma. Se puso de pie y buscó una paleta parecida a una tarjeta de crédito, además, tomó una botella de alcohol de un estante y una caja de cigarrillos la cual me dió.
Encendí un cigarrillo mientras ellos preparaban lo que sea que iban a ingerir y me serví un poco de alcohol. Sentía una amargura en mi pecho, de mi mente no podía salir la imagen de mi padre y su familia en la mesa.
Ya iba por el tercer cigarrillo cuando a mi lado Lonan no paraba de reír solo, tenía la nariz con el blanco de la droga al rededor de sus fosas nasales, yo no me drogaría, no con su amigo traficante recién aparecido.
Hablando de él volteé a verlo, se veía aún peor de drogado, veía al suelo sin ninguna impresión, incluso parecía un asesino en serie, me asustó. Seguidamente habló.
—Debería estar en otro lugar ahora— dijo Brad aún en la misma posición, Lonan dejó de reír un momento —Pero no quise ir, usé la excusa de venir aquí, ni siquiera quería venir, no me gusta salir con nadie...
—Fui tu excusa— Lonan rió incontrolablemente y seguidamente se calmó cerrando los ojos.
—Cuando mueres intencionalmente, se preguntan el por qué. Pero cuando vives, no preguntan nada. Absolutamente, nada.
—¿Estás bien?— pregunté, Lonan pareció haberse dormido.
—Tengo miedo. Por qué actualmente estoy teniendo una vida un poco mejor, entonces me pregunto cuando voy a caer, por que nada nunca me sale bien.
—Parece que no me hace falta nada— susurró Lonan entre dormido —Parece que siempre ando más al tanto de cómo me vea físicamente, parecen tantas cosas, pero en realidad no es ninguna de ellas— arrastró sus palabras —Ni siquiera las fiestas cada sábado llenan el vacío que siento, ni las mujeres, ni la bebida, ni la droga. Nada lo hace.
Tragué saliva, a veces creía que era el único imbecil pasándola mal, pero no era así.
—Di algo— dijo Brad mirándome un segundo, tenía los ojos inyectados de sangre.
—No sé como expresarme— murmuré, le di una calada al cigarrillo —No podría decirles cómo me siento ni aunque quisiera, soy un puto caos que ni yo mismo comprendo, no logro comprenderme, lo único que puedo entender es el echo de que no soy feliz, y no puedo serlo. Quizá nunca.
—Me siento como un estorbo— susurro Lonan.
—Estorbamos en este mundo— dije —Pero estamos aquí por una razón que aún no la sé, así qué está en nuestras manos encontrarla.
—Solo quiero morir— Brad apretó sus ojos afincando los codos en sus rodillas.
—Yo también— Siguió Lonan adormilado.
—Pero me da miedo hacerlo.
—A mi también.
—Yo no— confesé —No sé que es sentir miedo físico. Supongo que yo no quiero morir, soy tan masoquista que prefiero sufrir.
—Nadie te pregunta si quieres nacer— habló Brad, parecía sollozar —Y cuando lo haces te dicen deber el respirar, pero yo no quiero respirar, no debería pagarle nada a la persona que me dió la vida por que quiso, yo no le pedí vivir.
Y entonces sentí como si él sentimiento opaco en mi pecho se extendiera, si antes estaba mal, ahora realmente podía romperme en mil pedazos, y no dolería.
—Estoy temblando— dijo Brad mirando sus manos, alcé la mirada a las suyas y efectivamente lo hacía.
—Toma— serví un trago y se lo pasé, él asintió y bebió con dificultad, seguidamente se encogió recogiendo sus piernas y abrazándose a sí mismo sobre el sofá.
—Gracias— susurró escondiendo su cabeza entre las mismas y contando hasta diez en voz baja.
Me acomodé en el sofá, Lonan dormía. Me quedé despierto hasta que sentí que Brad comenzó a roncar levemente por la incómoda posición en la que se encontraba, no pude evitar dormirme, mi cuerpo entero se apagó, qué ironía lo que podían hacer los sentimientos, la tristeza apagaba cada fibra de ti. ¿Cuando se siente la felicidad?
No lo sabes hasta que llega.
AMELIAEntré a mi auto encendiéndolo y arranqué comenzando mi trayecto hasta el instituto. El día de ayer cuando llegue a casa estuve toda la tarde esperando que Allison saliese, para al menos verla dos segundos y preguntarle cómo estaba, sin embargo no lo hizo, pero si cuando dormía, mamá me dijo minutos antes en el desayuno que le vió de madrugada comiendo.Mis padres me preguntaron si sabía que le sucedía, pero no pude, no quería decirles algo de lo que Allison se avergonzara.Llamé varias veces a Violet ayer hasta que a la llamada cien contestó, tuve que darle un amplio discurso para que no se sintiera mal, creía que yo estaba enojada por lo que había echo, sin embargo no podía, no había sido su culpa, al menos no conscientemente. Al final terminamos riendo y quedamos en que hoy la pasaríamos bien.Pronto estacioné delante del instituto y bajé tomando mi bolso rosa, cerré con delicadeza la puerta pasando un mech
AMELIA—¿Nuestra qué?— pregunté incrédula, él me veía con una sonrisa extensa, ignoró mi pregunta y subió la cuesta. Hice lo mismo apresurándome.Se detuvo a un lado de auto y dirigió su vista al océano.—A veces odio ser así— le escuché decir cuando logré estar justo a su lado, veía al suelo mientras mantenía el ceño fruncido.—¿Cómo?— pregunté. Él removió su cabello nervioso y sonrió de medio lado tratando de ocultarse.—Espontáneo— se encogió de hombros.—Es lindo— solté sin pensar, él alzó la mirada y baje la mía hacía mis zapatos, sentí una corriente de nervios recorrer todo mi cuerpo, el aire me faltó de repente.—¿Quieres subir y hablar?— preguntó, le miré al instante tragando el nudo que se asentaba en mi garganta, asentí subiendo al auto.Él hizo lo mismo y cerramos las puertas, su auto era muy cómodo, nuevo, olía a él, una fraga
DEREKLas manos comenzaron a sudarme, sentía mi corazón tamborear en mi pecho a medida que el chico delante de mí temblaba sollozando, tragué saliva y me senté en el césped justo al frente de él, tratando de seguirle viendo a pesar de la poca luz. No había razón de su llanto repentino, esto era extraño, pero sabía que sufría.—Brad— murmuré demasiado bajo, temía asustarlo, se veía muy vulnerable.—Shhh... — siseó aún respirando fuerte, hice caso y nos mantuvimos en silencio por mucho más tiempo de lo que pensé. Al pasar unos diez minutos note cómo se calmó y abrió los ojos.—Oye... — dije, él alzó la vista del suelo para verme, dejó de estar en posición fetal y se estiró quedando sentado aún en el suelo, se cruzó de piernas al igual que yo, indicándome que aún quería permanecer ahí.—Soy un desastre— murmuró bajando la mirada a sus manos, temblorosas.—No eres el único.
DEREKMalditos ricos.Literalmente también lo soy gracias a mi padre y la eterna herencia que me espera. Pero una cosa es tener, y otra, creer que eres el jodido dinero. Eso es lo que los idiotas de aquí parece que se metieron en la cabeza.Apenas bajé del auto, recibí muchas miradas de desagrado. Yo uso la maldita ropa que quiera, nadie puede impedírmelo. Pero aún así, me causa gracia que todos tengan miradas y gestos superiores, tan solo por que estudian en un instituto privado, llevan la última moda, o por que la mayoría de los padres de seguro, están tomando té, mientras juegan un maldito partido de gol.El lugar era enorme por fuera, casi igual que el internado, las paredes de un color rojizo, tres pisos, con jardines impecables, y algunas estatuas.Mantuve mi frente en alto y metí mis manos en los bolsillos de mis jeans desgastados, fijando la v
AMELIATerminé de ajustar mi arete y me miré en el espejo notando como el vestido blanco corto se ajustaba moderadamente a mis caderas, mi chaqueta de cuero beige hacía la perfecta combinación y mis botas del color del vestido se mostraban altas, elegantes. Por primera vez no sonreí satisfecha. Podía verme bien por fuera, pero estaba muy mal. Sentí mi garganta seca y miré hacia el techo conteniendo mis lágrimas.—Vamos, Amelia— me di ánimos a mi misma.Alisson, su mirada, lo destrozada que está. Por el lado de su vida que nunca conocí, por no conocerla. Por el bullying que sufre en el instituto, por cada lágrima que suelta cuando esta sola. Por ella haría esto, por que no era justo que sufriese aún más, porque es mi hermana.Fingir. Eso haría, y no sería algo del otro mundo, lo hice todo el tiempo que estuve con Jordan. Mis acciones siempre fueron dirigidas por la necesidad de llevar la vida perfecta junto al chico
DEREKFumaba un cigarrillo sentado en la orilla del muelle, mientras trataba de ver cuál era el final del lago a lo lejos, mismo que se escondía bajo el cielo oscuro, mezclado con las nubes esparcidas cómo abanicos. Pensamientos recorrían mi mente, más que todo errores.Cómo la vez que probé cocaína en el techo del internado, o la vez que intenté escaparme pero no pude, no quise. Por la misma razón; miedo.El mismo que vi en los ojos de la chica que estaba a punto de ser robada, o quizás violada a unos cuantos metros. Pero, ¿A quien se le ocurre andar a las diez de la noche por un muelle abandonado? Bueno, soy la excepción, ya que siempre me ha gustado el riesgo. Pero ella no parecía que buscaba uno, más bien, se veía perdida.Cuando vi su silueta forcejeando con el tipo ebrio, no supe que era ella, la chica que había atrapado mirándome en el salón de clases, tan solo
AMELIASentía que mi mandíbula caería al suelo en cualquier momento, Derek me veía con una sonrisa instalada en su rostro, mientras Lonan tenía el entrecejo fruncido. De repente me sentí en una jaula, me di la vuelta saliendo de la habitación con prisa, arrepentida y con los latidos de mi corazón sin freno.—¡Mía!— gritó Lonan detrás de mí, me tomó del brazo logrando que voltease y apreté los labios.—Déjame— me safé de su frágil agarre y baje la mirada.—No fue mi intención, no sabía que estabas oyendo yo...—¡Da igual!— me exalté —Hablas mal de mi hermana con alguien más, es igual si no estoy, no entiendo por qué ustedes son así, mentirosos, manipuladores— arrugue la nariz recordando a Jordan.—¿Ustedes quiénes?— irrumpió Derek apareciendo detrás de Lonan —¿Los hombres?— preguntó, asentí sin darme cuenta —Bien, ya que hablamos de eso, voy a poner mi queja— fruncí el ceño, Lonan ig