AMELIA
Sentía que mi mandíbula caería al suelo en cualquier momento, Derek me veía con una sonrisa instalada en su rostro, mientras Lonan tenía el entrecejo fruncido. De repente me sentí en una jaula, me di la vuelta saliendo de la habitación con prisa, arrepentida y con los latidos de mi corazón sin freno.
—¡Mía!— gritó Lonan detrás de mí, me tomó del brazo logrando que voltease y apreté los labios.
—Déjame— me safé de su frágil agarre y baje la mirada.
—No fue mi intención, no sabía que estabas oyendo yo...
—¡Da igual!— me exalté —Hablas mal de mi hermana con alguien más, es igual si no estoy, no entiendo por qué ustedes son así, mentirosos, manipuladores— arrugue la nariz recordando a Jordan.
—¿Ustedes quiénes?— irrumpió Derek apareciendo detrás de Lonan —¿Los hombres?— preguntó, asentí sin darme cuenta —Bien, ya que hablamos de eso, voy a poner mi queja— fruncí el ceño, Lonan igual —Ustedes siempre culpando a los hombres... ¿Porqué son así?— trató de imitar mi voz, entreabrí los labios ofendida —¿Porqué no son honestos?— limpió una lagrima falsa.
—Oye... — iba a quejarme pero siguió.
—Ustedes son completamente igual, somos humanos, no nos dividimos en quien es más mentiroso que el otro, tú eres quien debe saber elegir, por ahí debe andar una persona que no sea todo lo que odias, tan solo no generalices...
—No me digas— me crucé de brazos —Tú lo eres— lo dije sin pensar, él soltó una carcajada.
—Para nada chica loca, yo soy la última persona que quisieras elegir— se encogió de hombros —Solo cuida lo que dices, te oyes muy ignorante— se dió la vuelta volviendo a la habitación.
Sentí como si me hubiese caído un balde de agua fría, él tenía razón. Pero las cosas que me sucedían últimamente me habían vuelto una persona que no reconocía, no podía seguir así, miré a Lonan y él rascó su nuca.
—Bien... — comenzó a hablar, aclaré mi garganta —Nuevamente te pido disculpas, yo no quise que a Allison le sucediera aquello, pero...
—¿Porqué?— interrumpí.
—Victoria. Alguien le hizo algo, estaba muy irritante, así que cobro todo con la primera persona que vió, la cuál fue tu hermana.
Violet, su venganza.
—No te preocupes— dije rápidamente —Tan solo me gustaría que me ayudaras con que no la molesten tanto en el instituto luego de esto, ¿Si podrías hacerlo?— asintió repetidas veces —Bien, gracias— me di la vuelta escuchando su despedida y me apresuré a la salida.
No quise pelear con él, ni preguntarle como había sido todo exactamente, necesitaba escucharlo de la boca de Violet, y si todo fue producto de su venganza estúpida, no sé qué haría.
Subí en el auto y arranqué hasta la casa de los Wallet, tenía un sabor agrio en mi garganta, y por alguna razón la sonrisa divertida de Derek no salía de mis pensamientos, ¿Cómo podía burlarse de mi, regañarme, tratarme con superioridad, y yo seguir con una extraña sensación en mi cuerpo? Esto debía ser una broma.
Bajé del auto al estacionar acomodando mi abrigo, saqué mi teléfono y le marqué a Violet, ella no contestó. Tomé aire antes de tocar el timbre.
«No salgas, Jordan» me repetí.
Una ama de llaves abrió la puerta con una sonrisa, se la devolví falsamente por cortesía, ella asintió antes de hablar.
—Necesito ver a Violet, por favor.
—Claro señorita— me abrió paso —Ella esta en su habitación.
—¿Jordan?— pregunté entrando.
—Él salió con su amigo... ¿Dorian? Creo— tragué saliva, genial, de seguro estaba follando en este momento y yo con miedo de encontrármelo.
—Bueno— sonreí tranquila —Permiso.
Un jardín de rosas me abrió paso a las escaleras para subir hacia la puerta principal, la casa de los Wallet era increíble y muy elegante, las paredes de un color beige y decoraciones doradas, algunos muros como las escaleras color negro y estatuas medievales igual.
Entre hacía la sala principal, el piso blanco impecable, muchas flores y cuadros decorando la sala con sillas de mármol, todo ahí era cero tecnología, lo cual era contradictorio, por que tenían un cine en el sótano. Subí la segunda escalera hacia el piso de la habitación de Violet, justo al lado de la de Jordan, pronto llegué entrando.
Ella se encontraba de espaldas frente a un espejo dorado, se exaltó al escuchar la puerta y volteó, tenía una mascarilla negra esparcida por su rostro, la habitación rosa con un enorme cuadro de Justin Bieber, y mariposas, olía como siempre, a flores. Maniac de Conan Gray sonaba fuerte, bajó un poco el volumen de su laptop y caminó hasta mí.
—Casi me matas del susto, estoy en modo unicornio.
"Modo unicornio" códigos que inventábamos cuando íbamos a la escuela juntas, significa: Sesión de belleza privada. También tenemos otros como "Modo volcán" significa: Tener menstruación. Y "Modo lluvia" significa: Estar a punto de llorar pero vámonos antes de pasar vergüenza.
—En fin— dije tomando asiento en el pequeño sofá situado en la esquina de su habitación —¿Qué pasó ayer en la fiesta?— pregunté directa, ella bajó la mirada y se sentó en la cama.
—Ayer... Bueno, no sé cómo decirlo...
—Violet, ¿Qué pasó con Victoria?
—Eso fue lo que le pregunté esta mañana a Lonan, pero, no sé, no hice la venganza— fruncí el ceño.
—¿Cómo que no? No mientas, tú nunca dejas algo para después, fue por ti que Victoria se enfadó tanto, ¿No?
—Me fui a la media hora de decirte que me esperaras, por que volví a buscarte y ya no estabas.
—¿Entonces por que Victoria, hizo semejante cosa tan malvada?— me pregunté a mi misma.
—A veces vives en las nubes— Violet bufo, le miré con el ceño fruncido —Esta enamorada de Lonan, los vió besándose y ya sabemos el resto.
—¿Qué? ¿Cómo sabes eso?
—Está enamorada de él desde la escuela— rodeó los ojos —Me lo dijo en ese entonces, pero siempre se le ha notado— entreabrí los labios, ahora todo tenía más sentido —Sin embargo, Lonan nunca le ha prestado atención.
Así que Allison había logrado lo que ella no, ahora no podía alejarme de mi hermana.
—¿Y por que te fuiste de la fiesta?— pregunté acomodando los lentes que sujetaban mis mechones.
—Estaba muy extraña— pasó un mechón de cabello tras su oreja —Ayer conocí a alguien y...— se arrepintió.
—¿Qué?— fruncí el ceño.
—Bueno...
—¡Habla!— me levanté del sofá.
—¡Me fui con él!— gritó levantándose también, tapé mi boca con mi mano.
—No— dije atónita —¿Follaste con un desconocido?
Ella rodó los ojos y se tiró en la cama.
—Si. Pero... – Susurró, grité como loca por toda la habitación de frustración.
—¡Follaste con un desconocido, y eras virgen!— grité.
—Si— repitió tapando sus ojos —¡No grites!
—¿Usaron protección?— pregunté en un hilo de voz sentándome a su lado —¿Cómo fue que hiciste eso?— Pregunté, esto no era propio de Violet, ella ni siquiera había tenido un novio.
—No— respondió, me levanté con el corazón en la garganta —Lo hice por que tomé una bebida, pero no sabía que tenía drogas— apreté mi cien con frustración. Si hubiese estado ahí, nada hubiera pasado.
—Levántate y andando— mandé, ella hizo lo que le dije avergonzada, fue hasta el baño para alistarse, le esperé en la puerta de la habitación. No podía ser cierto, ¿Qué m****a pasaba con las personas a mi alrededor?
Tan pronto como salió del baño lista, nos apresuramos hacía mi auto. Al final terminamos saliendo en la noche del ginecólogo, tomó las pastillas del día después, se hizo un chequeo y al parecer todo estaba bien, incluso los resultados de los exámenes de VPH, etcétera, salieron negativos. Violet no quiso hablarme mucho desde que salimos, estaba avergonzada, y no sabía que decirle al respecto, ya no había vuelta atrás.
La dejé en casa recibiendo una despedida en voz baja de su parte y me marché, me sentía exhausta, en todos los sentidos, estacioné y entré a casa quitándome las botas al instante, mamá me recibió con una sonrisa en el rostro, le pedí un abrazo y lo recibió gustosa.
Sus abrazos alivian todos mis males.
—¿Donde estabas, Cariño?— preguntó tendiéndome un poco de jugo de naranja.
—Salí de compras con Violet— mentí tomando un poco —Ya sabes cómo es ella, no dejaba de comprar.
—Entiendo— rió, iba a levantarme para subir a mi habitación pero me detuvo —Querida, ayer llevé la tarta a la casa de los nuevos vecinos, hablé con un hombre, es un gran empresario, lo conocí por unas revistas, dijo que tiene un hijo que estudia en tu instituto. ¿Puedes creerlo?— rió.
—Ah— dije sin mas, no tenía cabeza para pensar en nada —Mamá, estoy muy cansada, hablamos mañana— sonreí forzadamente, ella asintió, besó mi mejilla y subí las escaleras.
Tan pronto como toqué mi cama caí rendida en los brazos de morfeo.
DEREK
Iba de camino al instituto, apretaba fuerte el volante, hoy no tendría escapatoria, tenía que ir a terapia, tenía la mandíbula apretada con fuerza, no hay nada más que odie en el mundo que ver a un completo desconocido para hablarle de mis putos problemas, los cuales no le conciernen. Ah, cierto, nos escuchan por dinero.
Ayer pude evadir todo en casa de Lonan, estuvo toda la tarde hablándome de sus sentimientos encontrados hacía la que me entero que es hermana de ella... La chica loca con nombre de ricachona.
No me interesa mucho como se sienta en torno a esa chica que ni conozco, pero era mucho mejor que estar en un consultorio, preferiría más tardes así. Más tardes como una persona normal, mataría por serlo.
Baje del auto y lancé la puerta, ajusté mi bolso en mi hombro evadiendo miradas y empecé mi trayecto hacía dentro del instituto.
—Hey, guapo— escuché una voz femenina a mi lado, volteé encontrándome con una morena pelinegra —¿Cómo estas?— preguntó acomodando su cabello, fruncí el ceño.
—¿Qué quieres?— pregunté. Ella hizo un gesto como si se hubiese ofendido.
Detrás de ella visualicé a Amelia, venía con un vestido un poco más arriba de sus rodillas, ajustado, y un abrigo blanco cubría sus hombros, su cabello estaba perfectamente lacio, tomaba su bolso con delicadeza, sus uñas largas del mismo color que su vestido y tenía unos lentes negros casuales, se notaba un poco más alta gracias a sus botas negras de tacón, se veía jodidamente bien. Tragué saliva.
—¡Ey!— gritó la morena llamando mi atención —Te estoy hablando— reprochó.
—¿Y qué?
—¿Que te pasa?— preguntó —¿No quieres hablar conmigo?
—No— me di la vuelta dirigiéndome dentro.
—¿Acaso eres gay?— escuché que dijo —¿No sabes quien soy?
Voltee harto.
—No me interesa saberlo— solté y volví a darme la vuelta.
—¡Victoria!— gritó malhumorada.
—Intensa— bufé, voltee tratando de visualizar a Amelia, pero no le vi.
Pronto entre al salón de clases, ahí estaba Lonan, con una chica sobre él, el lugar ya estaba lleno, pero el profesor correspondiente aún no llegaba. Hoy al parecer no tenía clase con Amelia.
Caminé hasta el asiento que compartíamos Lonan y yo, y alejó a la chica despidiéndola con una nalgada.
—¿Y qué pasó con tu amor repentino por esa chica, ayer?— bufé sentándome.
—Tan pronto como llegó, se fue— rió acomodándose en su asiento —No puedo desperdiciar tanta belleza en un solo cuerpo— alardeó, solté una carcajada.
—Eres detestable— respondí, dejé mi bolso sobre la mesa.
Un tipo moreno entró al lugar, castaño, con un mechón rubio, alto, delgado, y con algunos tatuajes en su brazo izquierdo, tenía una mirada seria, fría. Llevaba unos jeans desgastados, un suéter de manga larga y portaba unas converse.
—Al fin alguien con estilo entre tantos ricos imbéciles— solté.
—¿Me estás diciendo rico imbécil?— preguntó Lonan, le miré.
—¿Estás sordo?
—Me siento ofendido— negó —Pero tienes razón, el tipo también me cayó bien— tomó aire —¡Hey!— gritó llamando la atención del chico —¡Ven!
Él frunció el ceño y lo ignoro sentándose en los primeros asientos. Solté una risa.
—Creo que tú no a él— murmuré.
—No, no puedo caerle mal a alguien— removió su cabello —Soy demasiado bueno, nadie podría hacerlo.
—A mí me caes mal— dije, él entreabrió los labios y frunció las cejas.
—¿También te sentarás allá adelante?
—No, perfección en persona— reí —Te tolero.
—¿Hay algo malo en mi?— se hizo el dolido, iba a hablar pero me detuvo —No lo digas, cállate.
Me encogí de hombros tratando de no comenzar a reír como loco, Lonan era insoportable, su ego me hacía tener ganas de golpearlo, pero aún así, la pasaba bien, sin embargo, no sé lo diría, aún tenía que procesar el echo de tener a alguien para jugar videojuegos, convivir fuera de casa y eso, ¿Amigo? No, no lo diría.
La clase pasó rápidamente, sentía que mis tímpanos vibraban con la música, no podía concentrarme en clase ni mantenerme quieto, así que mi plan era tratar de estar en la música, lo único que me calmaba, y hacer las tareas que mandasen con otros métodos, podía con esto.
Pude ver cómo todos comenzaron a levantarse de sus asientos, voltee a ver a Lonan, me quite el audífono.
—¿Vamos a fumar?— preguntó.
«Terapia» me avisó mi mente.
—No puedo ahora— dije entre dientes, él asintió.
—Bien, ¿Entonces en la noche?— preguntó.
—Nos vemos en tu casa— dije, el golpeo mi hombro y se marchó, tomé mi bolso y salí del lugar.
Busque con la mirada a cierta chica loca, pero no le vi, me sentí extraño, ¿Porqué quería verla? No indague en la respuesta que no encontré y me apresuré a llegar a casa.
El psicólogo casualmente vivía al lado, así que tan solo bajé del auto y me acerqué al lugar, una casa muy parecida a la nuestra, tan solo que está era de un color gris, y los arbustos de flores amarillas, de resto, podría jurar que se trataba de una réplica exacta, tan solo que esta si era decorada por una mujer, podías notarlo.
Toqué y una mujer castaña de unos cuarenta años abrió, portaba un vestido elegante, parecía que acababa de llegar de una gala, me sonrió extensamente.
—Buenas— dije aclarándome la garganta —Vengo por...
—¡Hola!— me interrumpió un hombre detrás de ella, este era de unos cincuenta, debía ser él —Pasa— me invitó a pasar, la señora abrió paso y entre —Vamos— dijo sonriente caminando hacia las escaleras —Tenemos mucho de qué hablar.
—Claro— bufé detrás de él.
Un cuerpo femenino salió de una de las puertas justo en el momento en que pasaba, y golpeó con mi brazo ella se tambaleó y seguidamente me empujó con fuerza logrando que me estampara un poco contra la pared.
—¿¡Qué m****a!?— grité.
DEREKVisualice a la chica castaña delante de mí, tenía sus ojos marrones bien abiertos, casi asustada podía notar. Tragó saliva y dió un paso atrás bajando la mirada y abrazándose a sí misma.—Allison— dijo el hombre, mi psicólogo a ella —Fue solo un susto— me miró sonriendo falsamente mientras la veía de reojo.—Al menos para ella si— reí viéndola, veía al suelo —Parece que casi se desmaya— bromeé, ella se dió la vuelta sin decir palabra y entró rápidamente a la habitación.—En fin— continuó el hombre evitando el silencio por más tiempo —Vamos— siguió el camino hasta que llegamos a una puerta y la abrió entrando.Era una oficina amplia, con algunas plantas, una ventana hacía el jardín, decoraciones en mármol, un escritorio de madera, y el típico mueble para recostarse y meditar sobre tu triste vida. Nada nuevo que ver.—Puedes sentarte— dijo señalando el sillón, él tomó asiento en
AMELIAEntré a mi auto encendiéndolo y arranqué comenzando mi trayecto hasta el instituto. El día de ayer cuando llegue a casa estuve toda la tarde esperando que Allison saliese, para al menos verla dos segundos y preguntarle cómo estaba, sin embargo no lo hizo, pero si cuando dormía, mamá me dijo minutos antes en el desayuno que le vió de madrugada comiendo.Mis padres me preguntaron si sabía que le sucedía, pero no pude, no quería decirles algo de lo que Allison se avergonzara.Llamé varias veces a Violet ayer hasta que a la llamada cien contestó, tuve que darle un amplio discurso para que no se sintiera mal, creía que yo estaba enojada por lo que había echo, sin embargo no podía, no había sido su culpa, al menos no conscientemente. Al final terminamos riendo y quedamos en que hoy la pasaríamos bien.Pronto estacioné delante del instituto y bajé tomando mi bolso rosa, cerré con delicadeza la puerta pasando un mech
AMELIA—¿Nuestra qué?— pregunté incrédula, él me veía con una sonrisa extensa, ignoró mi pregunta y subió la cuesta. Hice lo mismo apresurándome.Se detuvo a un lado de auto y dirigió su vista al océano.—A veces odio ser así— le escuché decir cuando logré estar justo a su lado, veía al suelo mientras mantenía el ceño fruncido.—¿Cómo?— pregunté. Él removió su cabello nervioso y sonrió de medio lado tratando de ocultarse.—Espontáneo— se encogió de hombros.—Es lindo— solté sin pensar, él alzó la mirada y baje la mía hacía mis zapatos, sentí una corriente de nervios recorrer todo mi cuerpo, el aire me faltó de repente.—¿Quieres subir y hablar?— preguntó, le miré al instante tragando el nudo que se asentaba en mi garganta, asentí subiendo al auto.Él hizo lo mismo y cerramos las puertas, su auto era muy cómodo, nuevo, olía a él, una fraga
DEREKLas manos comenzaron a sudarme, sentía mi corazón tamborear en mi pecho a medida que el chico delante de mí temblaba sollozando, tragué saliva y me senté en el césped justo al frente de él, tratando de seguirle viendo a pesar de la poca luz. No había razón de su llanto repentino, esto era extraño, pero sabía que sufría.—Brad— murmuré demasiado bajo, temía asustarlo, se veía muy vulnerable.—Shhh... — siseó aún respirando fuerte, hice caso y nos mantuvimos en silencio por mucho más tiempo de lo que pensé. Al pasar unos diez minutos note cómo se calmó y abrió los ojos.—Oye... — dije, él alzó la vista del suelo para verme, dejó de estar en posición fetal y se estiró quedando sentado aún en el suelo, se cruzó de piernas al igual que yo, indicándome que aún quería permanecer ahí.—Soy un desastre— murmuró bajando la mirada a sus manos, temblorosas.—No eres el único.
DEREKMalditos ricos.Literalmente también lo soy gracias a mi padre y la eterna herencia que me espera. Pero una cosa es tener, y otra, creer que eres el jodido dinero. Eso es lo que los idiotas de aquí parece que se metieron en la cabeza.Apenas bajé del auto, recibí muchas miradas de desagrado. Yo uso la maldita ropa que quiera, nadie puede impedírmelo. Pero aún así, me causa gracia que todos tengan miradas y gestos superiores, tan solo por que estudian en un instituto privado, llevan la última moda, o por que la mayoría de los padres de seguro, están tomando té, mientras juegan un maldito partido de gol.El lugar era enorme por fuera, casi igual que el internado, las paredes de un color rojizo, tres pisos, con jardines impecables, y algunas estatuas.Mantuve mi frente en alto y metí mis manos en los bolsillos de mis jeans desgastados, fijando la v
AMELIATerminé de ajustar mi arete y me miré en el espejo notando como el vestido blanco corto se ajustaba moderadamente a mis caderas, mi chaqueta de cuero beige hacía la perfecta combinación y mis botas del color del vestido se mostraban altas, elegantes. Por primera vez no sonreí satisfecha. Podía verme bien por fuera, pero estaba muy mal. Sentí mi garganta seca y miré hacia el techo conteniendo mis lágrimas.—Vamos, Amelia— me di ánimos a mi misma.Alisson, su mirada, lo destrozada que está. Por el lado de su vida que nunca conocí, por no conocerla. Por el bullying que sufre en el instituto, por cada lágrima que suelta cuando esta sola. Por ella haría esto, por que no era justo que sufriese aún más, porque es mi hermana.Fingir. Eso haría, y no sería algo del otro mundo, lo hice todo el tiempo que estuve con Jordan. Mis acciones siempre fueron dirigidas por la necesidad de llevar la vida perfecta junto al chico
DEREKFumaba un cigarrillo sentado en la orilla del muelle, mientras trataba de ver cuál era el final del lago a lo lejos, mismo que se escondía bajo el cielo oscuro, mezclado con las nubes esparcidas cómo abanicos. Pensamientos recorrían mi mente, más que todo errores.Cómo la vez que probé cocaína en el techo del internado, o la vez que intenté escaparme pero no pude, no quise. Por la misma razón; miedo.El mismo que vi en los ojos de la chica que estaba a punto de ser robada, o quizás violada a unos cuantos metros. Pero, ¿A quien se le ocurre andar a las diez de la noche por un muelle abandonado? Bueno, soy la excepción, ya que siempre me ha gustado el riesgo. Pero ella no parecía que buscaba uno, más bien, se veía perdida.Cuando vi su silueta forcejeando con el tipo ebrio, no supe que era ella, la chica que había atrapado mirándome en el salón de clases, tan solo