Se sentó en la mesa de su escritorio, dispuesta a revisar los documentos y futuros decretos que debía firmar para ser aprobados. Y mientras realizaba sus labores de reina, apareció su esposo y le dijo:— Esposa querida, puede que en las próximas semanas deba ausentarme en el palacio para revisar las fronteras. Los piratas son cada vez más rudos y salvajes y temo por la seguridad de la población.— Lo entiendo – dijo Brida – En ese caso, te apoyaré con la preparación de las tropas para que puedas ir con toda la seguridad del mundo.— Descuida, sé defenderme y ya he enfrentado a toda clase de peligros, saliendo ileso de ellos – dijo Zuberi, con una sonrisa de confianza.— Aun así, no estaré tranquila hasta verificar que estés bien protegido – insistió Brida – Más que tu reina, también soy tu esposa. Y mi deber es cuidar a mi familia.Ambos se contemplaron por unos segundos. Luego, el rey se acercó a la reina y le plantó un beso en la boca, haciendo que esta se ruborizara.— Quizás hoy d
Tras el casi atentado que sufrió la reina Brida y Mara en el castillo de la duquesa, el palacio real aumentó el sistema de vigilancia, instalándose el doble de cámaras de seguridad y fortaleciendo el sistema de defensa externa con detectores de movimiento anti intrusos. El rey Zuberi se encargó de supervisar al personal para que no hubiese ningún otro infiltrado y todos los residentes del palacio fueron inspeccionados.A su vez, la duquesa Mila hizo un procedimiento similar en su castillo. Estaba segura de que el problema venía dentro de la propia Corte, por lo que creía que lo mejor era identificar a los detractores de la reina, que aún seguían fieles a la duquesa Sonia. Por suerte, consiguió una buena administradora que cuidara de sus tierras mientras pasaba su luna de miel en los terrenos del príncipe Abiel. Pero como ese lugar quedaba muy lejos de las costas y sitios donde operaban los piratas, debían partir de inmediato para apoyar al rey Zuberi en la defensa.Un poco antes de ma
La noche antes de partir, el rey Zuberi y la reina Brida decidieron cenar juntos en el jardín del palacio. Colocaron algunas lámparas adornadas con pantallas protectoras de papel y una pequeña radio que sintonizaba una música suave y melodiosa.Ambos miraron el aparato y, en un momento, Zuberi comentó:— Según los documentos antiguos, existían artefactos que podían sintonizar música, sacar fotos y reproducir películas, todo en uno.— ¿En serio? – preguntó una sorprendida Brida - ¡En verdad la tecnología del pasado era impresionante!— Sí. Espero que, algún día, podamos recrear esa y otras maravillas del “Viejo Mundo”.Brida sonrió. Y es que, hacía apenas un lustro, cuando la Doctrina controlaba los cuatro reinos, era esa institución quien supervisaba esas cosas porque quería evitar, a toda costa, que resurgiese la tecnología antigua que contribuyó a la decadencia de la civilización humana. Sin embargo, hubo grandes avances y, entre ellas, estaban los dispositivos comunicadores con pro
En los días en que el rey Zuberi estuvo fuera del palacio, la reina Brida y Mar pasaron más tiempo juntas. Ya sea en el patio, en la biblioteca o en el comedor, siempre buscaban alguna forma de reunirse y charlar de sus respectivas actividades, tratando así de recuperar la conexión madre e hija que nunca debió haberse cortado.En una de esas, decidieron hablar de los cuatro reinos del continente Tellus y cómo, por muchos años, todas las reinas se encontraban bajo el control de la Doctrina.— Esa institución manejaba por entero nuestras vidas – le explicó Brida a Mara – nos enseñaban sobre el amor y la igualdad entre los humanos, pero la anterior papisa se corrompió y quiso destruirnos a todas para instaurar un imperio, donde ella sería la emperatriz absoluta de todo el continente.— Suerte que no pasó – dijo Mara, mientras leía el libro de historia – los cuatro reinos tienen cada uno su encanto. Pero lo que me intriga es saber cómo lo hacen para no atacarse la una a la otra, debido a
Poco tiempo después, el rey Zuberi y el capitán Aries regresaron al palacio. Consiguieron capturar a un grupo significante de piratas y estaban listos para que los sentenciara la reina. La monarca, al saber que su esposo estaba de vuelta, fue corriendo directo hacia él para recibirlo. Pero grande fue su sorpresa al verlo junto a otra mujer, quien estaba entre la comitiva.Era una joven que no rondaría los veinte años. Tenía los cabellos castaños y lacios y los labios de rojo intenso. Su vestido negro de mangas abultadas denotaba que era una dama o doncella adinerada, pero las faldas rotas y los moretones que tenía en los brazos y cara mostraban que fue cruelmente atacada por gente sin escrúpulos y que la hicieron vivir un verdadero infierno.Brida se acercó al rey Zuberi y este, al verla, le señaló a su acompañante y le explicó:— Esposa querida, ella es la señorita Rubí. Ha sido atacada por los piratas, quienes diezmaron su hogar y capturaron a su familia. La traje aquí en calidad de
La duquesa Mila estaba leyendo el periódico, donde figuraban los últimos acontecimientos ocurridos en el reino del Oeste. Por su parte, el príncipe Abiel estaba dando un informe a su madre desde el comunicador, explicándole sobre el terrible caso de los piratas y debatiéndose si estaría bien involucrarse en el asunto, ahora que estaba casado con la hermana del rey.— Si tu esposa considera conveniente que te involucres en eso, no le veo lo malo – le dijo la reina del Este – Pero ten cuidado, que esto no nos afecte a nosotros directamente. Aunque, viéndolo del otro lado, puedes tomarlo como un desafío: si contienes a esos piratas y los envías hacia el océano, no solo podrás cumplir con tus deberes de esposo devoto, sino, además, podrás proteger a nuestra nación de su presencia.— ¿Y si bordean el océano, madre? – le preguntó Abiel, mostrando preocupación – podrían ir hacia el sur y, así, dar con nuestro reino fácilmente. Y ahí ya no podré hacer nada porque estas tierras que me asignaro
— ¡Oh! ¡Esto se siente bien!— Espero no haberla lastimado, querida esposa.El príncipe Abiel y la duquesa Mila estaban teniendo relaciones sexuales, a petición de esta. Si bien se habían casado por conveniencia, a ojos de la Alta Sociedad ellos deberían fortalecer sus lazos formando una familia a quienes heredarles esas tierras. Además, Mila tenía la falsa ilusión de que, si el rey Zuberi no conseguía embarazar a la reina Brida, sería su oportunidad de incluir a los hijos que tendría con Abiel en la línea de sucesión al trono.Mila se aferró a Abiel y lo estrechó hacia sí. El joven príncipe era de una complexión atlética, tenía bíceps desarrollados, pero no demasiado grandes. Aun así, estaban bien formados debido a que pasó gran parte de su vida entrenando con la espada.En un arrebato de lujuria, le dio un pequeño mordisco en su hombro izquierdo. El príncipe dio un grito, pero no la evadió ni se retiró. Eso le intrigó a la duquesa porque, de inmediato, se separó de él y le preguntó:
— ¿Qué ha pasado con mi encargo, reina Brida? ¿Acaso volvieron a atacar los piratas?— Lamento todo este percance, majestad. Estamos averiguando qué sucedió con el paquete para reponerlo y hacer la entrega.La reina Brida estaba conversando, esta vez, con la joven monarca del reino del Sur. Las fronteras de ambos reinos contaban con una extensa ruta que conectaba directo al sitio donde extraían los diamantes, por lo que los acuerdos comerciales de ambos países eran de los más enriquecedores.Pero, por culpa de los piratas, el negocio amenazaba con interrumpirse de la peor manera, arriesgando a que todos los pueblos limítrofes cayeran en una gran inflación por la falta de circulación del producto en el mercado.“No solo mi cobre quedó a manos del reino del Este, sino que las rutas que conectan a las cuevas de los mineros de diamantes se sitúan en el reino del Sur”, pensó Brida, con angustia. “Al menos la monarca de ese país es comprensiva, pero no puedo poner a límite su paciencia”.—