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Capítulo 28. Un pequeño atisbo de esperanza

Mientras la llevaban al hospital, la reina Brida había perdido el conocimiento, no pudo soportar los mareos, las nauseas ni la vergüenza de mostrarse vulnerable ante una monarca extranjera.

Cuando despertó, ya estaba acostada en una cama y siendo atendida por los enfermeros del hospital. El médico real se acercó a ella y, con una amplia sonrisa, le dijo:

— Felicidades, majestad. Está usted embarazada.

Brida no podía creer lo que estaba escuchando. Por un instante, pensó que seguía soñando y se pellizcó la mano para corroborarlo. Luego, se palpó el vientre y preguntó:

— ¿Embarazada? ¿De verdad lo estoy?

— Así es, su majestad – respondió el médico, manteniendo su sonrisa – la razón de los mareos y arcadas era por ese motivo. Ya lleva algo de tiempo en su vientre, pero tal parece que no pudo notarlo.

Brida intentó recordar la última vez que tuvo su periodo. Normalmente, tanto ella como Zuberi habían sido muy meticulosos con eso, pero tras los últimos acontecimientos surgidos, se les olvi
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